Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Las Pseudo Clementinas
Introducción (y 4)
Va siendo hora de dar por concluida la introducción a la Literatura Pseudo Clementina, que nos ha dado la posibilidad de contemplar la obra con una cierta perspectiva. El repaso de los textos convertirá la perspectiva en una visión cercana y concreta de sucesos, mentalidad, ideas y personajes. No hay mejor lenguaje que los textos, de los que parten las diversas, variadas y, a veces, contradictorias interpretaciones de los comentaristas.
Tenemos a nuestra disposición, como ya hemos dicho, dos grandes versiones de la obra: las Homilías griegas y las Recognitiones latinas. En las Homilías es fácilmente perceptible el ambiente judeo-cristiano que penetra todas sus páginas, y que la versión de Rufino ha purificado desde un punto de vista más acorde con la tradición de la Gran Iglesia. Es verdad que el concepto de obra judeo-cristiana es un tanto elástico y forma parte de los aspectos discutidos y discutibles de esta literatura. Pero la denominación delata la existencia de elementos judíos y cristianos, al margen de la teología oficial de ambas mentalidades.
Es por tanto un hecho evidente la existencia de una corriente judeo-cristiana, que los autores no pueden o no saben ocultar. Esa era la corriente fundamental en las Predicaciones de Pedro (Kerýgmata Pétrou), presente especialmente en la Carta de Pedro a Santiago y en la Diamartyría, Contestatio o Compromiso personal. Ambos textos están considerados como fragmentos de las predicaciones de Pedro. La referencia a las Predicaciones de Pedro durante sus viajes está recogida en el título griego del texto de las Homilías. Lo que significa que esas Predicaciones son el objeto principal de las Pseudo Clementinas en la intención de su autor.
Posiblemente haya dos elementos incuestionablemente judeo-cristianos, presentes a lo largo y ancho de los textos. La Ley y el Mesianismo. Es verdad, sin embargo, que los autores hablan de la Ley de Moisés, en cierto modo opuesta a la Ley de Cristo. Pero acaban admitiendo la posibilidad de la salvación para los que siguen la doctrina de Moisés lo mismo que los que siguen la de Cristo. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el judío no necesita hacerse cristiano parta salvarse, lo que no parecía correcto a la corriente paulina presente en el Nuevo Testamento. Pedro parece poner, pues, reparos a los cristianos venidos de la gentilidad, y adopta una postura un tanto beligerante contra los que confían demasiado en las obras más que en la fe.
Esta actitud que parece destacar cierta oposición entre Pedro y el Pablo que conocemos por el NT, ahora es más bien la postura de Pedro frente a su enemigo irreconciliable, Simón Mago. Éste es ahora el “hombre enemigo”, mencionado en la carta de Pedro a Santiago (2,3), en los textos de esta literatura preliminares a las Homilías. Ya mencionamos a este inimicus homo, presente en los Hechos Apócrifos de Santiago, y que no era otro que san Pablo.
Hay doctrinas ortodoxas, poco o nada expresas en las Pseudo Clementinas. Una de ellas es la Trinidad, irreconciliable con la mentalidad de sus autores, que en la persona de Pedro expresan su idea absolutamente clara de la unidad de Dios. Solamente en una ocasión (Hom. XI 26) se menciona de pasada la fórmula trinitaria del bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Como también en Hom. IX 19, se habla de la invocación tres veces bienaventurada, relacionada con el bautismo. La misma divinidad de Cristo parece poco reconocida en una frase en la que se afirma que “nuestro Señor ni afirmó que hay otros dioses además del que ha creado todas las cosas, ni promulgó que él era Dios” (Hom. XVI 15). La afirmación es coherente con el concepto estricto de la unidad (monarkhía) de Dios.
No debemos olvidar que toda la novela de Clemente comienza con la historia, narrada por él mismo sobre su sed patética de conocer la verdad (Hom. V 1-2). Era tal su afán que lo tenía postrado en cama. Como ya dijimos, acabó su búsqueda en la compañía de Pedro. La verdad es una obsesión en el relato. La verdad, como solución de todos los problemas frente a la ignorancia, principio y raíz de todos los males y dolencias que aquejan al hombre.
Testigo de la verdad fue el denominado con insistencia el Profeta Verdadero, que no es otro sino Jesús, cuya misión fue precisamente dar testimonio de la verdad. Así lo afirmó solemnemente el mismo Jesús ante Pilato (Jn 18,37). Este Profeta es un iluminador, de estilo gnóstico, que libera al mundo de las tinieblas que lo tenían sumido en una situación de ignorancia sin esperanza de salvación. Una salvación que aguarda a los hombres al final del mundo presente en forma de retribución según el mérito de sus obras, en un juicio emitido por un Dios no sólo bueno sino justo. En su camino hacía el final, los ángeles favorecen y ayudan a los mortales, mientras los demonios luchan por su perdición eterna.
Desde el punto de vista moral, los autores de la obra valoran de forma muy especial la vida en castidad. La conducta de Matidia, la madre de Clemente, y sus maniobras para conservar su castidad, fueron la causa y razón de su salvación en medio de los peligros del mar, de la pobreza y de la ignorancia en que se vio sumida. Y no sólo su salvación, sino el reencuentro con sus hijos y su marido, fue la recompensa que Dios le concedió por haber conservado la castidad.
El ambiente judeo-cristiano de las Pseudo Clementinas ha llevado a los investigadores a una reflexión relacionada con la doctrina del islamismo y su Profeta. El Islam nace en un contexto histórico judeo-cristiano, de cuya historia, doctrina y personajes habla el Corán, libro sagrado de los musulmanes. Una idea esencial del islamismo es la creencia en la unidad absoluta de Dios; y otra es el positivo rechazo de la idea trinitaria, claramente manifestado en el Corán contra la teología cristiana. En la formulación de la fe musulmana, es básica la creencia en el Profeta Verdadero, que para los musulmanes es Mahoma. Tres grandes ideas, pues: Unidad de Dios, rechazo de la Trinidad y Profeta Verdadero son coincidencias de la religión musulmana con la mentalidad de los autores de las Pseudo Clementinas.
Sobre la pregunta de un amable lector acerca de la referencia de la muerte de san Bernabé en Salamina de Chipre, la Biblia no dice nada. La tradición se basa en el texto del Apócrifo "Viajes y Martirio del apóstol san Bernabé", cap. 23, en el vol. III de nuestra edición "Los Hechos Apócrifos de los Apóstoles" de la BAC. Los Apócrifos son en muchos casos la única base documental de tradiciones conservadas en la memoria de la comunidad cristiana.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Las Pseudo Clementinas
Introducción (y 4)
Va siendo hora de dar por concluida la introducción a la Literatura Pseudo Clementina, que nos ha dado la posibilidad de contemplar la obra con una cierta perspectiva. El repaso de los textos convertirá la perspectiva en una visión cercana y concreta de sucesos, mentalidad, ideas y personajes. No hay mejor lenguaje que los textos, de los que parten las diversas, variadas y, a veces, contradictorias interpretaciones de los comentaristas.
Tenemos a nuestra disposición, como ya hemos dicho, dos grandes versiones de la obra: las Homilías griegas y las Recognitiones latinas. En las Homilías es fácilmente perceptible el ambiente judeo-cristiano que penetra todas sus páginas, y que la versión de Rufino ha purificado desde un punto de vista más acorde con la tradición de la Gran Iglesia. Es verdad que el concepto de obra judeo-cristiana es un tanto elástico y forma parte de los aspectos discutidos y discutibles de esta literatura. Pero la denominación delata la existencia de elementos judíos y cristianos, al margen de la teología oficial de ambas mentalidades.
Es por tanto un hecho evidente la existencia de una corriente judeo-cristiana, que los autores no pueden o no saben ocultar. Esa era la corriente fundamental en las Predicaciones de Pedro (Kerýgmata Pétrou), presente especialmente en la Carta de Pedro a Santiago y en la Diamartyría, Contestatio o Compromiso personal. Ambos textos están considerados como fragmentos de las predicaciones de Pedro. La referencia a las Predicaciones de Pedro durante sus viajes está recogida en el título griego del texto de las Homilías. Lo que significa que esas Predicaciones son el objeto principal de las Pseudo Clementinas en la intención de su autor.
Posiblemente haya dos elementos incuestionablemente judeo-cristianos, presentes a lo largo y ancho de los textos. La Ley y el Mesianismo. Es verdad, sin embargo, que los autores hablan de la Ley de Moisés, en cierto modo opuesta a la Ley de Cristo. Pero acaban admitiendo la posibilidad de la salvación para los que siguen la doctrina de Moisés lo mismo que los que siguen la de Cristo. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el judío no necesita hacerse cristiano parta salvarse, lo que no parecía correcto a la corriente paulina presente en el Nuevo Testamento. Pedro parece poner, pues, reparos a los cristianos venidos de la gentilidad, y adopta una postura un tanto beligerante contra los que confían demasiado en las obras más que en la fe.
Esta actitud que parece destacar cierta oposición entre Pedro y el Pablo que conocemos por el NT, ahora es más bien la postura de Pedro frente a su enemigo irreconciliable, Simón Mago. Éste es ahora el “hombre enemigo”, mencionado en la carta de Pedro a Santiago (2,3), en los textos de esta literatura preliminares a las Homilías. Ya mencionamos a este inimicus homo, presente en los Hechos Apócrifos de Santiago, y que no era otro que san Pablo.
Hay doctrinas ortodoxas, poco o nada expresas en las Pseudo Clementinas. Una de ellas es la Trinidad, irreconciliable con la mentalidad de sus autores, que en la persona de Pedro expresan su idea absolutamente clara de la unidad de Dios. Solamente en una ocasión (Hom. XI 26) se menciona de pasada la fórmula trinitaria del bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Como también en Hom. IX 19, se habla de la invocación tres veces bienaventurada, relacionada con el bautismo. La misma divinidad de Cristo parece poco reconocida en una frase en la que se afirma que “nuestro Señor ni afirmó que hay otros dioses además del que ha creado todas las cosas, ni promulgó que él era Dios” (Hom. XVI 15). La afirmación es coherente con el concepto estricto de la unidad (monarkhía) de Dios.
No debemos olvidar que toda la novela de Clemente comienza con la historia, narrada por él mismo sobre su sed patética de conocer la verdad (Hom. V 1-2). Era tal su afán que lo tenía postrado en cama. Como ya dijimos, acabó su búsqueda en la compañía de Pedro. La verdad es una obsesión en el relato. La verdad, como solución de todos los problemas frente a la ignorancia, principio y raíz de todos los males y dolencias que aquejan al hombre.
Testigo de la verdad fue el denominado con insistencia el Profeta Verdadero, que no es otro sino Jesús, cuya misión fue precisamente dar testimonio de la verdad. Así lo afirmó solemnemente el mismo Jesús ante Pilato (Jn 18,37). Este Profeta es un iluminador, de estilo gnóstico, que libera al mundo de las tinieblas que lo tenían sumido en una situación de ignorancia sin esperanza de salvación. Una salvación que aguarda a los hombres al final del mundo presente en forma de retribución según el mérito de sus obras, en un juicio emitido por un Dios no sólo bueno sino justo. En su camino hacía el final, los ángeles favorecen y ayudan a los mortales, mientras los demonios luchan por su perdición eterna.
Desde el punto de vista moral, los autores de la obra valoran de forma muy especial la vida en castidad. La conducta de Matidia, la madre de Clemente, y sus maniobras para conservar su castidad, fueron la causa y razón de su salvación en medio de los peligros del mar, de la pobreza y de la ignorancia en que se vio sumida. Y no sólo su salvación, sino el reencuentro con sus hijos y su marido, fue la recompensa que Dios le concedió por haber conservado la castidad.
El ambiente judeo-cristiano de las Pseudo Clementinas ha llevado a los investigadores a una reflexión relacionada con la doctrina del islamismo y su Profeta. El Islam nace en un contexto histórico judeo-cristiano, de cuya historia, doctrina y personajes habla el Corán, libro sagrado de los musulmanes. Una idea esencial del islamismo es la creencia en la unidad absoluta de Dios; y otra es el positivo rechazo de la idea trinitaria, claramente manifestado en el Corán contra la teología cristiana. En la formulación de la fe musulmana, es básica la creencia en el Profeta Verdadero, que para los musulmanes es Mahoma. Tres grandes ideas, pues: Unidad de Dios, rechazo de la Trinidad y Profeta Verdadero son coincidencias de la religión musulmana con la mentalidad de los autores de las Pseudo Clementinas.
Sobre la pregunta de un amable lector acerca de la referencia de la muerte de san Bernabé en Salamina de Chipre, la Biblia no dice nada. La tradición se basa en el texto del Apócrifo "Viajes y Martirio del apóstol san Bernabé", cap. 23, en el vol. III de nuestra edición "Los Hechos Apócrifos de los Apóstoles" de la BAC. Los Apócrifos son en muchos casos la única base documental de tradiciones conservadas en la memoria de la comunidad cristiana.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro