Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Literatura Pseudo Clementina
Homilía XI
Importancia de la purificación
A sus reflexiones acerca de las formas de acomodar la conducta humana a la voluntad de Dios añade Pedro algo que no es común a los hombres, sino que es propio de la religión de Dios. Se refiere a la purificación, como el no tener relaciones con la propia esposa cuando está en el período menstrual, porque lo manda la ley de Dios (Lev 18,19) “¿Y qué? Si la purificación no estuviera contenida en la religión de Dios, vosotros os revolcaríais con agrado en el estiércol como los escarabajos” (Hom XI 28,1).
Por eso, como hombres que tienen algo más que los animales irracionales el ser racionales, deben los hombres purificar el corazón de los males con el razonamiento celestial, y lavar el cuerpo con el baño. Porque entre los bienes figura la purificación, no porque la pureza del cuerpo sea más importante que la purificación según el corazón, sino porque la purificación sigue a la bondad. Pues también el Maestro, a algunos de los fariseos y escribas que había entre el pueblo, que son separados y que como escribas conocen la Ley mejor que nadie, sin embargo, los denunció como hipócritas, porque limpiaban solamente las cosas manifiestas a los hombres, pero abandonaban la pureza de corazón vista sólo por Dios.
Purificación total
Hizo, pues, uso de esta expresión para dirigirse en verdad a los que de ellos eran hipócritas, no a todos. Pues recomendaba incluso escuchar a algunos, porque se les había encomendado la cátedra de Moisés. Estas eran las palabras de Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque limpiáis el exterior de la copa y del plato, pero en el interior están llenos de suciedad! Fariseo ciego, limpia primero el interior de la copa y del plato, para que esté limpio también el exterior” (Mt 23,25-26).
Y con razón. Pues cuando la mente está iluminada con el conocimiento, el que aprende puede ser bueno, pero luego sigue el ser puro. Porque del entendimiento interior surge el buen cuidado de la parte exterior del cuerpo, como por el descuido del cuerpo no puede darse el cuidado del pensamiento. De este modo, el puro puede purificar el interior y el exterior, pero el que limpia el exterior lo hace pensando en la alabanza de los hombres, y con la alabanza de los que no ven la realidad no consigue nada de Dios.
Amplitud de la purificación
El parecer de Pedro abunda en la idea de que es mejor observar las normas de la purificación en todos los detalles. Por ejemplo, no se debe tener relaciones con una mujer durante su período menstrual, sino cuando se ha purificado y lavado. Pero también después de la cópula conviene lavarse. Era la conocida recomendación del Levítico (Lev 15,16-18) en un capítulo sobre las impurezas de origen sexual.
Pureza única y total
Con la misma intención añade Pedro: “Pero si tenéis pereza para hacer esto, recordad cómo observabais las normas de la pureza cuando dabais culto a ídolos insensibles. Avergonzaos porque ahora, cuando era preciso conseguir, no digo la mayor, sino la única y total pureza, os volvéis más perezosos. Pensad, pues, en aquél que os creó, y comprenderéis quién es el que ahora os inspira esta pereza sobre la pureza” (Hom XI 30,2).
El bien según la verdad
Pero dirá alguno de vosotros: “¿Es preciso que nosotros hagamos cuanto hacíamos con los ídolos?” Pedro responde a la presunta objeción: No todas las cosas, sino cuantas hacíais bien, hacedlas ahora más. Porque lo que se hace bien en el error, depende de la verdad; como si algo se hace mal en la verdad, procede del error. La conclusión de la alocución del apóstol es la necesidad de vivir siempre de acuerdo con las normas de la verdad.
Recibid, pues, de todos modos lo que es propio vuestro, no lo de otros, y no digáis o penséis: “Si los que viven en el error hacen algo bueno, no debemos hacerlo”. Pues con este razonamiento, si alguien que da culto a los ídolos no mata, deberíamos matar, porque no mata uno que está en el error.
Literatura Pseudo Clementina
Homilía XI
Importancia de la purificación
A sus reflexiones acerca de las formas de acomodar la conducta humana a la voluntad de Dios añade Pedro algo que no es común a los hombres, sino que es propio de la religión de Dios. Se refiere a la purificación, como el no tener relaciones con la propia esposa cuando está en el período menstrual, porque lo manda la ley de Dios (Lev 18,19) “¿Y qué? Si la purificación no estuviera contenida en la religión de Dios, vosotros os revolcaríais con agrado en el estiércol como los escarabajos” (Hom XI 28,1).
Por eso, como hombres que tienen algo más que los animales irracionales el ser racionales, deben los hombres purificar el corazón de los males con el razonamiento celestial, y lavar el cuerpo con el baño. Porque entre los bienes figura la purificación, no porque la pureza del cuerpo sea más importante que la purificación según el corazón, sino porque la purificación sigue a la bondad. Pues también el Maestro, a algunos de los fariseos y escribas que había entre el pueblo, que son separados y que como escribas conocen la Ley mejor que nadie, sin embargo, los denunció como hipócritas, porque limpiaban solamente las cosas manifiestas a los hombres, pero abandonaban la pureza de corazón vista sólo por Dios.
Purificación total
Hizo, pues, uso de esta expresión para dirigirse en verdad a los que de ellos eran hipócritas, no a todos. Pues recomendaba incluso escuchar a algunos, porque se les había encomendado la cátedra de Moisés. Estas eran las palabras de Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque limpiáis el exterior de la copa y del plato, pero en el interior están llenos de suciedad! Fariseo ciego, limpia primero el interior de la copa y del plato, para que esté limpio también el exterior” (Mt 23,25-26).
Y con razón. Pues cuando la mente está iluminada con el conocimiento, el que aprende puede ser bueno, pero luego sigue el ser puro. Porque del entendimiento interior surge el buen cuidado de la parte exterior del cuerpo, como por el descuido del cuerpo no puede darse el cuidado del pensamiento. De este modo, el puro puede purificar el interior y el exterior, pero el que limpia el exterior lo hace pensando en la alabanza de los hombres, y con la alabanza de los que no ven la realidad no consigue nada de Dios.
Amplitud de la purificación
El parecer de Pedro abunda en la idea de que es mejor observar las normas de la purificación en todos los detalles. Por ejemplo, no se debe tener relaciones con una mujer durante su período menstrual, sino cuando se ha purificado y lavado. Pero también después de la cópula conviene lavarse. Era la conocida recomendación del Levítico (Lev 15,16-18) en un capítulo sobre las impurezas de origen sexual.
Pureza única y total
Con la misma intención añade Pedro: “Pero si tenéis pereza para hacer esto, recordad cómo observabais las normas de la pureza cuando dabais culto a ídolos insensibles. Avergonzaos porque ahora, cuando era preciso conseguir, no digo la mayor, sino la única y total pureza, os volvéis más perezosos. Pensad, pues, en aquél que os creó, y comprenderéis quién es el que ahora os inspira esta pereza sobre la pureza” (Hom XI 30,2).
El bien según la verdad
Pero dirá alguno de vosotros: “¿Es preciso que nosotros hagamos cuanto hacíamos con los ídolos?” Pedro responde a la presunta objeción: No todas las cosas, sino cuantas hacíais bien, hacedlas ahora más. Porque lo que se hace bien en el error, depende de la verdad; como si algo se hace mal en la verdad, procede del error. La conclusión de la alocución del apóstol es la necesidad de vivir siempre de acuerdo con las normas de la verdad.
Recibid, pues, de todos modos lo que es propio vuestro, no lo de otros, y no digáis o penséis: “Si los que viven en el error hacen algo bueno, no debemos hacerlo”. Pues con este razonamiento, si alguien que da culto a los ídolos no mata, deberíamos matar, porque no mata uno que está en el error.