Notas

Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.

Redactado por Antonio Piñero el Domingo, 24 de Agosto 2014 a las 21:29

Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía VII

En pleno debate entre Pedro y Simón, el Mago abandona la escena de la discusión para refugiarse en Beirut. Pedro se quedaba en Sidón dando rienda suelta a sus deberes de evangelización. Siempre con el repetido esquema: conversiones, curaciones, establecimiento de la estructura de una nueva iglesia con el consiguiente nombramiento de un obispo con su colegio de presbíteros. Pedro ponía así fin a su estancia en Sidón y se trasladaba a Beirut. Allí volvía a encontrarse clon Simón y sus estrategias.

Terremoto en Beirut

La llegada de Pedro a Beirut vino a coincidir con un fuerte terremoto que sembró el pánico en los ciudadanos. La mentalidad de la época no era proclive a interpretar los fenómenos naturales como fruto de la vitalidad de la naturaleza, sino como reacción de los dioses a la conducta desviada de los hombres. Alguien cargaba con la culpa del entuerto. Simón y sus amigos Apión, Anubión, Apolodoro y sus demás compañeros tuvieron la osadía de tachar a Pedro como mago y hechicero. La prueba estaba a la vista y a la comprobación de los ciudadanos de Beirut. Apenas puso Pedro sus pies en la ciudad cuando se desencadenó el terrible movimiento de tierra que llenó de terror a los timoratos ciudadanos. Él era también la causa de enfermedades que proliferaban cuando Pedro estaba presente. La forma de librarse de tamaños estragos no era otro que la huida. La solución estaba en permanecder lo más lejos de Pedro.

Nueva huida de Simón y sus colegas

Pedro aceptó el reto y dijo a gritos que era en efecto capaz de realizar las acciones que sus enemigos le achacaban. Pero todo lo que sucedía era obra de Dios, que estaba dispuesto a proteger a Pedro y a confirmar sus palabras y sus obras. Podía incluso arrasar la ciudad entera si necesitaba el testimonio del poder de Dios. Pero Dios estaba con él, y con él estaba la bondad divina. Los fieles podían confiar en ella y en la firmeza de la palabra de Pedro. La estrategia de Simón y sus colegas se volvió diametralmente contra ellos. La multitud recurrió a los argumentos más contundentes. Echaron mano de palos y otros argumentos de "convicción". El resultado fue que Simón y sus colegas pusieron pies en polvorosa y desaparecieron de Beirut. El campo queda a merced de Pedro, que realizó curaciones de enfermos y expulsiones de demonios a mansalva.

Pedro proclamaba abiertamente que si fuera verdad que tenía poderes especiales, los emplearía no en provocar calamidades, sino en procurar la salvación para todos, incluido Simón. Su vocación era predicar la verdad y sembrarla en el corazón de sus fieles y oyentes. Hubiera tratado de hacer de Simón un amigo con el camino expedito para llegar a la salvación eterna. Pero Simón no estaba bien dispuesto para aceptar los planes de Pedro. La razón era su postura doctrinal y práctica.

Simón según el criterio de Pedro

En realidad, Simón “es un mago, es un calumniador, es un ministro de la maldad contra los que ignoran la verdad. Por eso, puede provocar enfermedades en los pecadores, porque tiene a los pecadores como colaboradores de su poder contra ellos mismos” (Hom VII 11,2). Pedro, en cambio, presume de ser siervo del Dios que lo ha hecho todo, discípulo del Profeta que está a su derecha. Por eso, siendo su apóstol, dice siempre la verdad. Y de acuerdo con la mentalidad de su auditorio, sus palabras no son un sonido vano, sino que van acompañadas y ratificadas por milagros numerosos, argumento más convincente que la dialéctica para las mentes llanas y sencillas.

Pedro el segundo en su teoría de los pares

Pedro remata su argumentación presentando la justificación y la razón de su verdad. Decía, en efecto, que sirviendo al príncipe del bien, expulsaba las enfermedades. Pues había sido enviado el segundo. Pedro hace referencia a su doctrina de los pares, de los que Simón, el malo, va el primero, como sucede con la enfermedad que precede a la salud. Detrás sigue Pedro portador del remedio contrfa la enfermedad. Por aquel mago malhechor, dice, al no creer en Dios, enfermasteis; y por mí, si creéis en él, seréis curados.

Todo acaba una vez más en la llamada a la conversión. Porque, al tener la experiencia del poderoso príncipe del bien, convertidos a las buenas obras, podrán también los pecadores salvar sus almas. La atención que los ciudadanos de Beirut prestaban a Pedro provocaron nuevamente la huida de Simón, que fue una constante en el debate dialéctico y en la conducta real. De Beirut partió Simón para Biblos, de donde marchó a Trípolis. Pedro seguía a la zaga de las huellas del Mago.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro



Domingo, 24 de Agosto 2014
| Comentarios