Notas

Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.

Redactado por Antonio Piñero el Domingo, 22 de Junio 2014 a las 23:50

Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilías IV-VI

Libelo de Apión sobre el elogio del adulterio

Quedaban Clemente y su amigo Apión enredados en una discusión sobre el significado del adulterio. El concepto de Clemente acerca del adulterio lo llevaba hasta el punto de comparar el adulterio con el homicidio. Apión estaba dispuesto a escribir un libelo de elogio del adulterio. Así lo hizo, y se lo envió a su amigo Clemente, que lo leyó y se lo leyó a varios amigos. Sus palabras de presentación del libelo sonaban así: “Esta es, varones, la doctrina de los griegos, que ofrece una amplia oportunidad para pecar sin reparos” (Hom V 9,5). El adulterio no era para los griegos otra cosa que una imitación de la conducta de los dioses. Este es el contenido del libelo:

Contenido del libelo

“El amante a la amada”. “He conocido que tú prestas la atención a la filosofía y por causa de la virtud emulas la vida de los mejores. Pero ¿quiénes podrían ser los mejores de todos sino los dioses, o los mejores de los hombres sino los filósofos? Pues éstos son los únicos que saben qué obras son malas o buenas por naturaleza, y cuáles, sin ser así, son consideradas como tales por la disposición de las leyes. Ahora bien, piensan algunos que la llamada práctica del adulterio es mala, cuando es buena en todos los aspectos; pues se practica por orden del Amor para una mayor fecundidad de la vida. Y el Amor es el más antiguo de todos los dioses” (Hom V 10,1-4).

He preferido presentar sin más las palabras del libelo, que expresan la opinión de Apión, como representante de la cultura y la moral de los griegos. Pero continúa diciendo que las relaciones amorosas no son fruto de la razón sino el cumplimiento de las órdenes del Amor, el más antiguo de todos los dioses y el que está en la raíz de la generación y de la multiplicación de todos los seres. Es, pues, una impiedad no escuchar el consejo del Amor cuando surge el deseo. Porque él es el artesano de todo lo engendrado, mientras que nosotros somos el instrumento del Amor. El intentar dominar el deseo en nombre del denominado pudor no deja de ser “la mayor de todas las impiedades” (Hom V 10,7).

El ejemplo de los dioses

El ejemplo de los dioses va contra lo que ciertos insensatos denominan pudor. Apión, portavoz de los griegos, exige que se abran todas las puertas sin restricciones, y que se anulen tantas leyes nefastas contrarias a la voluntad de Zeus y de Minos y Radamanto. Y todo porque “no es posible ir contra el Amor que mora en nuestras almas, pues la pasión de los enamorados no es voluntaria”.

Apión reconoce como cierto que “Zeus, el que ha dado estas leyes, tuvo relaciones con miles de mujeres. Sin embargo, fue considerado bienhechor por algunos sabios respecto a la generación de hijos al conceder a hombres su propia conducta de relacionarse con mujeres. Pero ante aquellos ante los que sabía que era una gracia el no ser conocido, cambiaba de apariencia para ni disgustarlos, ni parecer que actuaba contra las leyes promulgadas por él”. Es decir, el mismo padre de los dioses buscaba la manera de actuar de forma oculta para no parecer que iba contra el dictado de sus propias leyes.

Consejos de Apión a Clemente

Concluye Apión su relación aconsejando a Clemente que cumpla lo que para los cristianos era considerado algo cercano más bien al homicidio. Lo hace sin dudas ni titubeos diciendo: “Conviene, por tanto, que ya que te dedicas a la filosofía, imites para una buena vida a los que son considerados como mejores, cuyas relaciones sexuales fueron realmente innumerables”. El elogio del adulterio no podía ser más decidido y claro. Era la postura de la cultura de los griegos, objeto del debate de los dos amigos, que se movían desde contrarios puntos de vista (Hom V 11,4).

No contento con sus reflexiones en voz alta, habla también de los hechos que defiende y recomienda, como son los numerosos adulterios de Zeus y las variedades de sus comportamientos, que luego se convirtieron en ejemplos para sus devotos y en costumbres para los que lo reconocieron como dios y bienhechor de la humanidad con su conducta. Nada se oponía a la voluntad del Amor que Zeus acogía con agrado y satisfacción para escándalo y disgusto de cristianos como Clemente.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro





Domingo, 22 de Junio 2014
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