Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilías IV-VI
Actitud vital de Clemente
En su debate con su amigo pagano Apión, Clemente tiene la ventaja de conocer en profundidad y en extensión el campo de su adversario dialéctico. Por eso, puede argüir con absoluto conocimiento de causa. Cuando Apión argumentó diciendo que también las leyes de los griegos prohíben las malas acciones y castigan a los adúlteros, Clemente puede responder que, siendo así as cosas, los dioses merecerían serios castigos, lo que nunca sucede.
Falta totalmente la lógica en los criterios de Apión
No es lógico –pìensa Clemente- “que los mismos dioses practicaran primero todas las irregularidades junto con el adulterio y no sufrieran castigo, cuando debían sufrirlo con mayor razón al no estar sometidos a la concupiscencia” (Hom IV 23,2). Y si es que estaban sometidos a la concupiscencia, entonces no eran dioses. Pero Apión hace una pirueta dialéctica desviando la atención de los dioses para fijarla en los jueces, como si el recuerdo de los jueces fuera el que nos impide cometer el pecado.
Clemente replica que no es lo mismo. Cualquier pecado puede quedar oculto a los hombres y en consecuencia permanecer impune a todos los efectos. Pero el que pone su atención en Dios que todo lo ve, que ha marcado sus límites al alma, como sabe que no puede ocultarse a la mirada de Dios, tendrá cuidado para no pecar ni siquiera ocultamente. Porque la realidad es que nada queda oculto a los ojos de Dios.
Clemente ha sido engañado por los judíos
Apión vuelve a desviar el debate acusando a Clemente de haberse dejado engañar por los judíos. Era consecuencia del trato con ellos, pues como dice Menandro: “Corrompen las buenas costumbres las malas conversaciones”. El trato con los judíos llevó a Clemente a corromper sus buenas costumbres, en opinión de Apión. Clemente replica que también “las buenas conversaciones enderezan las costumbres malas”. Interpreta así como buenas las conversaciones con los judíos y capaces de enderezar las malas costumbres, como las de los amigos de Apión.
Apión se refugia en la metáfora de los mitos
Apión, consciente de que en Clemente tiene un buen oyente y un inteligente dialéctico, le asegura que demostrará que “nuestros dioses ni son adúlteros, ni homicidas, ni corruptores de niños, ni tienen relaciones con sus hermanas o hijas. Pero los antiguos, deseando que solamente los amantes del saber conocieran los misterios, los ocultaron con los mitos de que hablas. Pues aseguran por razones físicas que Zeus es de naturaleza ardiente, que Cronos es el tiempo y que Rea, la que siempre fluye, es de la naturaleza del agua” (Hom IV 24,3-4). Era la huida una vez más al campo de la metáfora y de la alegoría. Detrás de la letra de los mitos se ocultaban ideas más profundas y serias, que solamente los sabios son capaces de comprender.
El debate queda interrumpido con la promesa de nuevas razones
Las cosas tenían muchos detalles imprecisos que había que aclarar y poner en su sitio, donde los oyentes pudieran captarlos e interpretarlos adecuadamente. Apión promete que al día siguiente explicará los puntos dudosos para que el tema debatido quede suficientemente comprensible para los oyentes sencillos. Clemente replica detrás de sus posturas confesas y discutibles: “Aunque las acciones de los dioses sean buenas, han sido cubiertas con mitos malos. La maldad del que las cubrió es manifiestamente grande, porque cubrió realidades venerables con malos relatos para que nadie las imitara” (Hom IV 1-2).
Lo honrado hubiera sido justamente lo contrario, cubrir las malas conductas con buenos relatos, para que la tendencia humana se hubiera orientado hacia la práctica de las buenas acciones. Esta reflexión, expresada por Clemente, fue bien recibida por la audiencia. Pero aquí se interrumpió el debate y se citó a la turba para el día siguiente. El tema valía la pena por su interés y por la categoría dialéctica de los contendientes.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Homilías IV-VI
Actitud vital de Clemente
En su debate con su amigo pagano Apión, Clemente tiene la ventaja de conocer en profundidad y en extensión el campo de su adversario dialéctico. Por eso, puede argüir con absoluto conocimiento de causa. Cuando Apión argumentó diciendo que también las leyes de los griegos prohíben las malas acciones y castigan a los adúlteros, Clemente puede responder que, siendo así as cosas, los dioses merecerían serios castigos, lo que nunca sucede.
Falta totalmente la lógica en los criterios de Apión
No es lógico –pìensa Clemente- “que los mismos dioses practicaran primero todas las irregularidades junto con el adulterio y no sufrieran castigo, cuando debían sufrirlo con mayor razón al no estar sometidos a la concupiscencia” (Hom IV 23,2). Y si es que estaban sometidos a la concupiscencia, entonces no eran dioses. Pero Apión hace una pirueta dialéctica desviando la atención de los dioses para fijarla en los jueces, como si el recuerdo de los jueces fuera el que nos impide cometer el pecado.
Clemente replica que no es lo mismo. Cualquier pecado puede quedar oculto a los hombres y en consecuencia permanecer impune a todos los efectos. Pero el que pone su atención en Dios que todo lo ve, que ha marcado sus límites al alma, como sabe que no puede ocultarse a la mirada de Dios, tendrá cuidado para no pecar ni siquiera ocultamente. Porque la realidad es que nada queda oculto a los ojos de Dios.
Clemente ha sido engañado por los judíos
Apión vuelve a desviar el debate acusando a Clemente de haberse dejado engañar por los judíos. Era consecuencia del trato con ellos, pues como dice Menandro: “Corrompen las buenas costumbres las malas conversaciones”. El trato con los judíos llevó a Clemente a corromper sus buenas costumbres, en opinión de Apión. Clemente replica que también “las buenas conversaciones enderezan las costumbres malas”. Interpreta así como buenas las conversaciones con los judíos y capaces de enderezar las malas costumbres, como las de los amigos de Apión.
Apión se refugia en la metáfora de los mitos
Apión, consciente de que en Clemente tiene un buen oyente y un inteligente dialéctico, le asegura que demostrará que “nuestros dioses ni son adúlteros, ni homicidas, ni corruptores de niños, ni tienen relaciones con sus hermanas o hijas. Pero los antiguos, deseando que solamente los amantes del saber conocieran los misterios, los ocultaron con los mitos de que hablas. Pues aseguran por razones físicas que Zeus es de naturaleza ardiente, que Cronos es el tiempo y que Rea, la que siempre fluye, es de la naturaleza del agua” (Hom IV 24,3-4). Era la huida una vez más al campo de la metáfora y de la alegoría. Detrás de la letra de los mitos se ocultaban ideas más profundas y serias, que solamente los sabios son capaces de comprender.
El debate queda interrumpido con la promesa de nuevas razones
Las cosas tenían muchos detalles imprecisos que había que aclarar y poner en su sitio, donde los oyentes pudieran captarlos e interpretarlos adecuadamente. Apión promete que al día siguiente explicará los puntos dudosos para que el tema debatido quede suficientemente comprensible para los oyentes sencillos. Clemente replica detrás de sus posturas confesas y discutibles: “Aunque las acciones de los dioses sean buenas, han sido cubiertas con mitos malos. La maldad del que las cubrió es manifiestamente grande, porque cubrió realidades venerables con malos relatos para que nadie las imitara” (Hom IV 1-2).
Lo honrado hubiera sido justamente lo contrario, cubrir las malas conductas con buenos relatos, para que la tendencia humana se hubiera orientado hacia la práctica de las buenas acciones. Esta reflexión, expresada por Clemente, fue bien recibida por la audiencia. Pero aquí se interrumpió el debate y se citó a la turba para el día siguiente. El tema valía la pena por su interés y por la categoría dialéctica de los contendientes.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro