Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilías IV-VI
Recuerdo que estamos asistiendo al debate entre Clemente y su amigo pagano Apión. El tema central de la disensión entre ambos amigos gira alrededor del gobierno del mundo. Apión, basado en la doctrina habitual de los filósofos griegos, defiende la idea de la importancia de la hora del nacimiento como condicionante del destino del hombre. No necesitamos aportar una vez más los datos de la doctrina cristiana.
Núcleo del debate
Un solo y único Dios, que fue el Creador del mundo y sigue como su conservador, es la explicación lógica de los sucesos de la historia de los hombres. En el cristianismo es básica la creencia en la inmortalidad del alma, sometida a eventuales recompensas o castigos. Para ello es imprescindible la existencia de la libertad o libre albedrío. Dos creencias, la inmortalidad del alma y el libre albedrío, que son el gran argumento que da sentido a la vida cristiana.
Dicho de otra manera, la Providencia o el azar son los condicionantes del destino humano. O existe un dueño universal que todo lo gobierna, lo domina y condiciona, o hay un poder ciego que se mueve sin razón ni argumentos. El hombre no domina sus actos ni es el responsable de sus resultados. La doctrina de los que los paganos denominan bárbaros judíos da por supuesto que un Dios con corazón de padre está más allá del mundo visible. Su gobierno ha preparado para todos los hombres una recompensa de acuerdo con sus obras.
Un ser previsor y sabio o el ciego azar
El convencimiento de que el mundo es gobernado por un ser previsor, que es bueno, pero también justo, condiciona la conducta de la humanidad más sensata. Como bueno perdona a los que se arrepienten de sus errores. Como justo retribuye a los recalcitrantes de acuerdo con los méritos de sus obras (Hom IV 13,3). Ese ser providente ha dotado a los hombres de libertad, por la que son responsables de los aspectos morales de su vida.
El libre albedrío o responsabilidad personal
La fe en el juicio futuro aparta a los hombres de las malas acciones. Los que no tienen fe en la posibilidad de un juicio futuro, tampoco tienen reparo en los detalles de su comportamiento. La verdad de estos principios posibilita la salvación para los que observan la ley de Dios, mientras que convierte en peligro seguro una vida de descuido y desvío de las normas correctas de sabiduría. Una afirmación repetida con reiteración por el autor de la obra es que la ignorancia es la causa del pecado y del mal que provoca.
Los mitos falsos de los griegos
El relator de estas reflexiones vuelve la vista a la cultura de los griegos, “la que cuenta en sus mitos que hay muchos dioses sometidos a toda clase de debilidades” (Hom IV 15,1). Es lo primero que llama la atención de la mentalidad cristiana. La multitud de dioses y su consiguiente debilidad. En tales personajes no es prudente depositar la confianza de la humanidad. A la pluma del autor acuden los recuerdos de tantos dioses con sus conductas nada ejemplares. Zeus y Poseidón, Plutón y Apolo, Dionisos y Heracles son los primeros en la relación de los grandes errores del politeísmo griego.
Para un hebreo o un cristiano resultan estridentes los relatos de los amores de cada uno de estos dioses, que los griegos no desconocen al entrar por su educación en las vidas en las que han sido educados para que, como imitadores de los dioses, hagan cosas semejantes sin remordimientos de conciencia. Porque otra idea obsesiva en el autor de las Pseudo Clementinas es que los mitos griegos son inventos destinados a justificar conductas incorrectas, consideradas laudables al ser practicadas por los considerados dioses (cf. Hom VI 15,1-2).
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Homilías IV-VI
Recuerdo que estamos asistiendo al debate entre Clemente y su amigo pagano Apión. El tema central de la disensión entre ambos amigos gira alrededor del gobierno del mundo. Apión, basado en la doctrina habitual de los filósofos griegos, defiende la idea de la importancia de la hora del nacimiento como condicionante del destino del hombre. No necesitamos aportar una vez más los datos de la doctrina cristiana.
Núcleo del debate
Un solo y único Dios, que fue el Creador del mundo y sigue como su conservador, es la explicación lógica de los sucesos de la historia de los hombres. En el cristianismo es básica la creencia en la inmortalidad del alma, sometida a eventuales recompensas o castigos. Para ello es imprescindible la existencia de la libertad o libre albedrío. Dos creencias, la inmortalidad del alma y el libre albedrío, que son el gran argumento que da sentido a la vida cristiana.
Dicho de otra manera, la Providencia o el azar son los condicionantes del destino humano. O existe un dueño universal que todo lo gobierna, lo domina y condiciona, o hay un poder ciego que se mueve sin razón ni argumentos. El hombre no domina sus actos ni es el responsable de sus resultados. La doctrina de los que los paganos denominan bárbaros judíos da por supuesto que un Dios con corazón de padre está más allá del mundo visible. Su gobierno ha preparado para todos los hombres una recompensa de acuerdo con sus obras.
Un ser previsor y sabio o el ciego azar
El convencimiento de que el mundo es gobernado por un ser previsor, que es bueno, pero también justo, condiciona la conducta de la humanidad más sensata. Como bueno perdona a los que se arrepienten de sus errores. Como justo retribuye a los recalcitrantes de acuerdo con los méritos de sus obras (Hom IV 13,3). Ese ser providente ha dotado a los hombres de libertad, por la que son responsables de los aspectos morales de su vida.
El libre albedrío o responsabilidad personal
La fe en el juicio futuro aparta a los hombres de las malas acciones. Los que no tienen fe en la posibilidad de un juicio futuro, tampoco tienen reparo en los detalles de su comportamiento. La verdad de estos principios posibilita la salvación para los que observan la ley de Dios, mientras que convierte en peligro seguro una vida de descuido y desvío de las normas correctas de sabiduría. Una afirmación repetida con reiteración por el autor de la obra es que la ignorancia es la causa del pecado y del mal que provoca.
Los mitos falsos de los griegos
El relator de estas reflexiones vuelve la vista a la cultura de los griegos, “la que cuenta en sus mitos que hay muchos dioses sometidos a toda clase de debilidades” (Hom IV 15,1). Es lo primero que llama la atención de la mentalidad cristiana. La multitud de dioses y su consiguiente debilidad. En tales personajes no es prudente depositar la confianza de la humanidad. A la pluma del autor acuden los recuerdos de tantos dioses con sus conductas nada ejemplares. Zeus y Poseidón, Plutón y Apolo, Dionisos y Heracles son los primeros en la relación de los grandes errores del politeísmo griego.
Para un hebreo o un cristiano resultan estridentes los relatos de los amores de cada uno de estos dioses, que los griegos no desconocen al entrar por su educación en las vidas en las que han sido educados para que, como imitadores de los dioses, hagan cosas semejantes sin remordimientos de conciencia. Porque otra idea obsesiva en el autor de las Pseudo Clementinas es que los mitos griegos son inventos destinados a justificar conductas incorrectas, consideradas laudables al ser practicadas por los considerados dioses (cf. Hom VI 15,1-2).
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro