Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía III 70-73
Clemente, el “yo Clemente” de esta literatura, continúa comentando el hecho de la sucesión de Pedro por la personalidad de Zaqueo. Así suena el resumen de su recomendación: “Escuchad a vuestro obispo y no os canséis de dedicarle toda clase de honor, sabiendo que a través de él se lo ofrecéis a Cristo, y de Cristo llega hasta Dios” (H III 70,1). La voz del obispo es lo mismo que la voz de Cristo y, en consecuencia, la voz de Dios.
Autoridad compatible con debilidad
En teoría no sería problema que los jefes fueran pecadores. Una cosa es la autoridad, que es compatible con la debilidad, común a todos los miembros de la humanidad. Pero en el caso presente, Zaqueo es desde todos los puntos de vista irreprensible. El perfil de su nueva personalidad, trazada por el Salvador en el día de su encuentro y presentada por Pedro en sus comentarios, es una recomendación luminosa sin mezcla de dudas. Zaqueo es un auténtico maestro para las múltiples necesidades de los fieles de la comunidad cristiana.
Criterio de vida comunitaria
En las palabras dedicadas a la presentación del criterio de la vida comunitaria. Sabemos por las explicaciones de Pedro que Zaqueo está dedicado en alma y vida a su ministerio, lo que hace en silencio sin pedir nada. Pero los fieles tienen que tener en cuenta la actitud generosa y desprendida de Zaqueo, a quien deben atender con la misma generosidad que él practica para atenderles.
Ayudar al obispo Zaqueo
Como dice el relator, “no tiene tiempo libre para él”. Por ello deben sus fieles pensar en situaciones tan elementales como la manutención de su obispo. Pero Zaqueo morirá antes de humillarse como para pedir en actitud de mendigo lo necesario para sobrevivir. No faltan los críticos de siempre que hablarán de que todo parece algo así como la venta de la palabra o del servicio. Pero se trata de la mera supervivencia, nunca de lujos superfluos. Lo mismo sucedió al Señor que recibió gratis de sus amigos invitaciones y atenciones.
Pero es un criterio válido para la convivencia cristiana. En consecuencia, “Honrad, a los presbíteros, a los catequistas, a los diáconos útiles, a las viudas que viven rectamente, a los huérfanos como hijos de la Iglesia” (H III 71,5). Pedro incluye al obispo en el elenco de los servidores de la Iglesia, entre los cuales figuran igualmente las viudas y los huérfanos, dos de los seres necesitados que más requieren los cuidados de los que participan de la misma esperanza. Porque siempre se menciona de por medio la salvación que es el destino natural de la vida cristiana.
La consagración de Zaqueo
Terminada la exhortación, Pedro consagró obispo a Zaqueo, el que más lo merecía y el que mejor preparado estaba para el cargo. El texto refiere de este modo la culminación del nombramiento del nuevo obispo: “Dicho esto, impuso la mano sobre Zaqueo diciendo: «Dueño y Señor de todas las cosas, Padre y Dios, guarda tú al pastor con su rebaño. Tú eres la motivación, tú el poder. Nosotros, el objeto de tu ayuda, tú el defensor, el médico, el salvador, la muralla, la vida, la esperanza, el refugio, la alegría, la espera, el descanso; en una palabra, tú lo eres todo para nosotros. Para la eterna posesión de la salvación, colabora con nosotros, líbranos, guárdanos»” (H III 72,1-2).
Y añade en su plegaria un ruego especial por el nuevo consagrado: “Da al que preside la facultad de desatar lo que conviene desatar, y atar lo que conviene atar; tú hazlo sabio. Tú protege por él, como por tu instrumento, a la Iglesia de tu Cristo como a una hermosa esposa” (H III 72,4).
Niceta y Aquila como informadores de Pedro
La Homilía termina con escenas bautismales. Pedro llamó luego en su ayuda a Niceta y a Aquila, a quienes encargó que se dirigieran a Tiro y se alojaran en casa de Berenice, la hija de Justa la cananea, conocidas ambas por textos canónicos de Mc 7,24ss y Mt 15,21-28. Ellas podrían aportar datos interesantes acerca de Simón Mago, útiles para plantear el debate de forma idónea. Niceta y Aquila habían sido adquiridos por Justa de manos de los piratas. Más adelante veremos cómo se trata de los dos hermanos de Clemente, y conoceremos sus nombres auténticos.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Homilía III 70-73
Clemente, el “yo Clemente” de esta literatura, continúa comentando el hecho de la sucesión de Pedro por la personalidad de Zaqueo. Así suena el resumen de su recomendación: “Escuchad a vuestro obispo y no os canséis de dedicarle toda clase de honor, sabiendo que a través de él se lo ofrecéis a Cristo, y de Cristo llega hasta Dios” (H III 70,1). La voz del obispo es lo mismo que la voz de Cristo y, en consecuencia, la voz de Dios.
Autoridad compatible con debilidad
En teoría no sería problema que los jefes fueran pecadores. Una cosa es la autoridad, que es compatible con la debilidad, común a todos los miembros de la humanidad. Pero en el caso presente, Zaqueo es desde todos los puntos de vista irreprensible. El perfil de su nueva personalidad, trazada por el Salvador en el día de su encuentro y presentada por Pedro en sus comentarios, es una recomendación luminosa sin mezcla de dudas. Zaqueo es un auténtico maestro para las múltiples necesidades de los fieles de la comunidad cristiana.
Criterio de vida comunitaria
En las palabras dedicadas a la presentación del criterio de la vida comunitaria. Sabemos por las explicaciones de Pedro que Zaqueo está dedicado en alma y vida a su ministerio, lo que hace en silencio sin pedir nada. Pero los fieles tienen que tener en cuenta la actitud generosa y desprendida de Zaqueo, a quien deben atender con la misma generosidad que él practica para atenderles.
Ayudar al obispo Zaqueo
Como dice el relator, “no tiene tiempo libre para él”. Por ello deben sus fieles pensar en situaciones tan elementales como la manutención de su obispo. Pero Zaqueo morirá antes de humillarse como para pedir en actitud de mendigo lo necesario para sobrevivir. No faltan los críticos de siempre que hablarán de que todo parece algo así como la venta de la palabra o del servicio. Pero se trata de la mera supervivencia, nunca de lujos superfluos. Lo mismo sucedió al Señor que recibió gratis de sus amigos invitaciones y atenciones.
Pero es un criterio válido para la convivencia cristiana. En consecuencia, “Honrad, a los presbíteros, a los catequistas, a los diáconos útiles, a las viudas que viven rectamente, a los huérfanos como hijos de la Iglesia” (H III 71,5). Pedro incluye al obispo en el elenco de los servidores de la Iglesia, entre los cuales figuran igualmente las viudas y los huérfanos, dos de los seres necesitados que más requieren los cuidados de los que participan de la misma esperanza. Porque siempre se menciona de por medio la salvación que es el destino natural de la vida cristiana.
La consagración de Zaqueo
Terminada la exhortación, Pedro consagró obispo a Zaqueo, el que más lo merecía y el que mejor preparado estaba para el cargo. El texto refiere de este modo la culminación del nombramiento del nuevo obispo: “Dicho esto, impuso la mano sobre Zaqueo diciendo: «Dueño y Señor de todas las cosas, Padre y Dios, guarda tú al pastor con su rebaño. Tú eres la motivación, tú el poder. Nosotros, el objeto de tu ayuda, tú el defensor, el médico, el salvador, la muralla, la vida, la esperanza, el refugio, la alegría, la espera, el descanso; en una palabra, tú lo eres todo para nosotros. Para la eterna posesión de la salvación, colabora con nosotros, líbranos, guárdanos»” (H III 72,1-2).
Y añade en su plegaria un ruego especial por el nuevo consagrado: “Da al que preside la facultad de desatar lo que conviene desatar, y atar lo que conviene atar; tú hazlo sabio. Tú protege por él, como por tu instrumento, a la Iglesia de tu Cristo como a una hermosa esposa” (H III 72,4).
Niceta y Aquila como informadores de Pedro
La Homilía termina con escenas bautismales. Pedro llamó luego en su ayuda a Niceta y a Aquila, a quienes encargó que se dirigieran a Tiro y se alojaran en casa de Berenice, la hija de Justa la cananea, conocidas ambas por textos canónicos de Mc 7,24ss y Mt 15,21-28. Ellas podrían aportar datos interesantes acerca de Simón Mago, útiles para plantear el debate de forma idónea. Niceta y Aquila habían sido adquiridos por Justa de manos de los piratas. Más adelante veremos cómo se trata de los dos hermanos de Clemente, y conoceremos sus nombres auténticos.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro