Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía III
Tercer día del debate de Pedro contra Simón Mago
Comenzamos en esta nota el comentario a la Homilía III griega de la obra del Pseudo Clemente, el “yo Clemente”, que nos sitúa en el ambiente de lugar y de horario de su relato. Estamos en el día tercero del debate en la hora del canto mañanero de los gallos. Los compañeros de Pedro aguardan la llegada del maestro, que está ya orando de rodillas. Terminada la oración, Pedro se dirige a los suyos para ponerlos en el contexto del debate inminente.
La fe politeísta de Simón
El debate tendrá como oponente al Simón, del que ha requerido los datos precisos para poder responder con conocimiento de causa. Que Pedro está bien informado sobre las posturas doctrinales de Simón se comprende por la exhortación que dirige a los suyos. Éstas son sus palabras: “Simón, según prometió, está dispuesto a demostrar hoy delante de todos, a partir de las Escrituras, que este Dios, que ha creado el cielo, la tierra y todo su contenido, no es el Dios supremo; sino que hay otro desconocido y supremo, como consta en lenguaje secreto, que es el Dios de los dioses. Éste ha enviado a dos dioses, de los cuales uno es el dios creador, y el otro el que promulgó la Ley. Esto es lo que maquina decir, con la idea de trastornar la recta fe de los que han de venerar a un solo y único Dios, que creó el cielo y la tierra” (III 2,2).
Aquí tenemos el concepto de Dios que Simón manifestaba con evidente intención de desviar la fe de sus oyentes. Las palabras de Pedro contienen las bases y razones de la fe de Simón. El Mago pretende hacer su demostración a partir de las Sagradas Escrituras. Y según su fe decidida y explícita, el Dios Creador que ha hecho los cielos y la tierra según el relato bíblico, no es el Dios supremo. Hay otro superior desconocido, más poderoso que todos los dioses. Es el que ha enviado a dos dioses. Uno de esos dos dioses enviados por el Supremo es el dios Creador del que trata la Biblia; el otro es el que ha dado a los hombres la Ley. Frente a estos conceptos, queda patente y confesa la fe de Pedro y la de aquellos que veneran a un solo y único Dios.
Frente al politeísmo de Simón, Pedro defiende la unidad de Dios
Es, pues, indudable el politeísmo de Simón, mientras que Pedro es mentor de la unidad (“monarquía”) de Dios. El concepto de Dios será uno de los puntos fundamentales del debate entre Pedro y Simón Mago en toda esta literatura. Pedro explica a sus amigos el proyecto malvado de Simón, interesado en apartar a los gentiles no tanto del politeísmo en el que viven envueltos, cuanto de la fe en la unidad de Dios. Esta situación es mucho peor, porque en realidad introduce un politeísmo mucho más peligroso contra la doctrina cristiana. Pues muchos gentiles saben ya que sus ídolos son materia inerte, incapaz de ayudar a los hombres o conducirlos a la salvación eterna. Pero el recurso de Simón a las páginas falsas de la Escritura provoca situaciones de zozobra y desconcierto. Pretende argumentar a partir de los profetas en los que en realidad no cree.
Pedro explica la actitud esencial de Simón como una trampa para engañar a los gentiles que buscan la verdad. Dispone de la ventaja de la cultura de los gentiles, acostumbrados a creer multitud de fábulas, explicadas frecuentemente con textos literarios de gran altura. Pero están asentados firmemente en ideas politeístas, de las que no es difícil el cambio a las proposiciones de Simón. Sin embargo, hay gentiles que nada quieren oír sobre Dios que sea falso o desagradable. Ésos están en el camino de la salvación.
El redactor, el “yo, Clemente”, pregunta a Pedro sobre el misterio de las Escrituras, que contienen falsedades. Pedro responde que Dios nada hace sin intención y sin deseo de favorecer a los hombres para probar su virtud. Pues hay impíos que también aman a Dios de alguna manera, pero su actitud difiere grandemente de la de los piadosos y fieles, que favorecen y fomentan la penitencia para todos los que la necesitan. “Tal es la naturaleza del Dios solo y único, el que ha hecho el mundo, el que nos ha creado y nos proporciona todas las cosas, como para que todo el que de alguna manera ya está dentro de los límites de la piedad hacia Dios y no habla mal de su santo Espíritu, Dios lo ame y atraiga su alma movido por su amor hacia esa piedad” (III 6,1).
Con ello quiere Pedro afirmar que el perdón de Dios está abierto para todos los hombres, de modo que antes de castigar a los impíos, les ofrece el recurso a la penitencia o cambio de actitud frente a las costumbres de la vida.
Datos interesantes sobre las Pseudo Clementinas pueden verse también en F. NAU, “Notes sur les Clémentines” en Actes du XIVe congreso internationale des orientalistes, 1905, pp. 24-38.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Homilía III
Tercer día del debate de Pedro contra Simón Mago
Comenzamos en esta nota el comentario a la Homilía III griega de la obra del Pseudo Clemente, el “yo Clemente”, que nos sitúa en el ambiente de lugar y de horario de su relato. Estamos en el día tercero del debate en la hora del canto mañanero de los gallos. Los compañeros de Pedro aguardan la llegada del maestro, que está ya orando de rodillas. Terminada la oración, Pedro se dirige a los suyos para ponerlos en el contexto del debate inminente.
La fe politeísta de Simón
El debate tendrá como oponente al Simón, del que ha requerido los datos precisos para poder responder con conocimiento de causa. Que Pedro está bien informado sobre las posturas doctrinales de Simón se comprende por la exhortación que dirige a los suyos. Éstas son sus palabras: “Simón, según prometió, está dispuesto a demostrar hoy delante de todos, a partir de las Escrituras, que este Dios, que ha creado el cielo, la tierra y todo su contenido, no es el Dios supremo; sino que hay otro desconocido y supremo, como consta en lenguaje secreto, que es el Dios de los dioses. Éste ha enviado a dos dioses, de los cuales uno es el dios creador, y el otro el que promulgó la Ley. Esto es lo que maquina decir, con la idea de trastornar la recta fe de los que han de venerar a un solo y único Dios, que creó el cielo y la tierra” (III 2,2).
Aquí tenemos el concepto de Dios que Simón manifestaba con evidente intención de desviar la fe de sus oyentes. Las palabras de Pedro contienen las bases y razones de la fe de Simón. El Mago pretende hacer su demostración a partir de las Sagradas Escrituras. Y según su fe decidida y explícita, el Dios Creador que ha hecho los cielos y la tierra según el relato bíblico, no es el Dios supremo. Hay otro superior desconocido, más poderoso que todos los dioses. Es el que ha enviado a dos dioses. Uno de esos dos dioses enviados por el Supremo es el dios Creador del que trata la Biblia; el otro es el que ha dado a los hombres la Ley. Frente a estos conceptos, queda patente y confesa la fe de Pedro y la de aquellos que veneran a un solo y único Dios.
Frente al politeísmo de Simón, Pedro defiende la unidad de Dios
Es, pues, indudable el politeísmo de Simón, mientras que Pedro es mentor de la unidad (“monarquía”) de Dios. El concepto de Dios será uno de los puntos fundamentales del debate entre Pedro y Simón Mago en toda esta literatura. Pedro explica a sus amigos el proyecto malvado de Simón, interesado en apartar a los gentiles no tanto del politeísmo en el que viven envueltos, cuanto de la fe en la unidad de Dios. Esta situación es mucho peor, porque en realidad introduce un politeísmo mucho más peligroso contra la doctrina cristiana. Pues muchos gentiles saben ya que sus ídolos son materia inerte, incapaz de ayudar a los hombres o conducirlos a la salvación eterna. Pero el recurso de Simón a las páginas falsas de la Escritura provoca situaciones de zozobra y desconcierto. Pretende argumentar a partir de los profetas en los que en realidad no cree.
Pedro explica la actitud esencial de Simón como una trampa para engañar a los gentiles que buscan la verdad. Dispone de la ventaja de la cultura de los gentiles, acostumbrados a creer multitud de fábulas, explicadas frecuentemente con textos literarios de gran altura. Pero están asentados firmemente en ideas politeístas, de las que no es difícil el cambio a las proposiciones de Simón. Sin embargo, hay gentiles que nada quieren oír sobre Dios que sea falso o desagradable. Ésos están en el camino de la salvación.
El redactor, el “yo, Clemente”, pregunta a Pedro sobre el misterio de las Escrituras, que contienen falsedades. Pedro responde que Dios nada hace sin intención y sin deseo de favorecer a los hombres para probar su virtud. Pues hay impíos que también aman a Dios de alguna manera, pero su actitud difiere grandemente de la de los piadosos y fieles, que favorecen y fomentan la penitencia para todos los que la necesitan. “Tal es la naturaleza del Dios solo y único, el que ha hecho el mundo, el que nos ha creado y nos proporciona todas las cosas, como para que todo el que de alguna manera ya está dentro de los límites de la piedad hacia Dios y no habla mal de su santo Espíritu, Dios lo ame y atraiga su alma movido por su amor hacia esa piedad” (III 6,1).
Con ello quiere Pedro afirmar que el perdón de Dios está abierto para todos los hombres, de modo que antes de castigar a los impíos, les ofrece el recurso a la penitencia o cambio de actitud frente a las costumbres de la vida.
Datos interesantes sobre las Pseudo Clementinas pueden verse también en F. NAU, “Notes sur les Clémentines” en Actes du XIVe congreso internationale des orientalistes, 1905, pp. 24-38.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro