Notas

Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 16 de Diciembre 2013 a las 00:16

Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía II

La Homilía está desarrollando el debate entre Simón Mago y Pedro y se mueve alrededor del concepto de Dios. Pedro ha hablado de temas fundamentales dentro de sus intereses: la unidad divina, el Profeta verdadero, la regla de los emparejamientos (syzýgias). La figura de Dios está expuesta en la Biblia y forma parte de la doctrina enseñada por Moisés. Pero llama la atención la insistencia de Pedro en el hecho de la distinción de las partes verdaderas y las partes falaces de la Escritura. Como si la Escritura contuviera pasajes engañosos con el objeto de probar la fidelidad y el criterio justo de sus lectores.

Partes verdaderas y partes falsas de la Escritura

Pedro lo expresa con absoluta libertad. Dice concretamente: “Las Escrituras aceptaron muchas falsedades contra Dios” (II 38,1). Moisés entregó la Ley con explicaciones a sus discípulos. Pero no mucho después “la Ley escrita aceptó algunas falsedades contra el Dios único, creador del cielo, de la tierra y de todo su contenido. El diablo se atrevió a realizar esto por alguna razón” (II 38,1). La razón era la de desenmascarar a los que escuchan con agrado las cosas escritas contra Dios y justificar a los que buscan siempre las afirmaciones que dejan clara la opinión sobre la bondad de Dios, puesta en duda por Simón Mago.

Pedro declara abiertamente que Simón aprovecha las páginas dudosas de la Biblia para engañar a los incautos y desviarlos del amor de Dios. Pero sorprendentemente reconoce que en las páginas de la Biblia existen esos pasajes llenos de falsedades y que formarán el Leimotif del debate de Pedro y Simón. Pedro da la solución en breves pero claras palabras: “Todo lo dicho o escrito contra Dios es falso. Pero decimos esto como verdadero no solamente por el buen nombre, sino en honor a la verdad” (II 40,1). La unidad y la bondad de Dios no dejan posibilidad a duda alguna. Pedro se lo advierte a Clemente para borrar de su mente cualquier sombra de sospecha contra la realidad de que “Dios es único y bueno”.

Ventajas del retraso del debate

Clemente tendrá ocasión de certificar estos criterios gracias a la dilación del debate. El retraso servirá para que Pedro le exponga la forma de interpretar las Escrituras contra la intención de los impíos que pretenden hacer ley general de los pasajes falaces de la Biblia para apartar a los bien intencionados del amor de Dios y de sus promesas. Pedro explica su idea diciendo a Clemente: “Con el pretexto de la dilación, aprendiendo el misterio de las Escrituras y consiguiendo no pecar contra Dios, te alegrarás sin punto de comparación”. Dios tiene medios para convertir en bien lo que en apariencia parece ser una contrariedad.

El insistente “yo Clemente” aborda una vez más a Pedro en demanda de nuevos conocimientos o nuevas razones para comprender los extremos de su doctrina: “Dime cuáles son las mentiras que aparecen en las Escrituras y de qué forma resulta que son realmente mentiras”. Pedro responde y promete dar cuenta de las dudas y consultas de Clemente hasta dejar diáfana la lista de sus verdades. Así habla el maestro a su amigo y discípulo Clemente: “Escucha, pues, de qué modo las Escrituras dicen muchas mentiras sobre Dios, como podrás comprender al leerlas”. Se trata, pues, de la correcta interpretación de las Escrituras con la cautela de que las verdades están a veces enredadas con los errores.

El criterio de verdad es la bondad de Dios

Pedro parte de una base inconmovible, que es la bondad de Dios. Todo lo que se diga contra Dios, su unidad y su bondad, es falso. El que busca la verdad debe rechazar cualquier afirmación en ese sentido. “No sé, querido Clemente, si alguien, por insignificantes que sean su amor a Dios y su benevolencia, podrá aceptar o ni siquiera escuchar las cosas que se dicen contra él”. No es posible que alguien que tiene un alma monárquica (fe en la unidad de Dios) admita que existen varios dioses o acepte que existe uno solo, pero lleno de defectos. Un Dios lleno de defectos lo haría incapaz de imponer la justicia y el derecho en un juicio justo.

Concluye Pedro que Dios es perfecto en todo. Alude a las afirmaciones bíblicas en las que Dios aparece como deliberando sobre lo que desconoce, burlón, impotente, injusto y otros aspectos posibles de su presunta personalidad defendida por el Mago. Pero contra aspectos dudosos o discutibles, Pedro deja caer la afirmación firme y concisa de que Dios es el dueño de todo, que todo lo posee y no necesita de nada. Está por encima de dudas, sospechas o falsas interpretaciones. Todo dentro del discutido carácter personal del Dios Creador, mente artesana que concibió el universo, lo creo y lo conserva con su poder.

HANS WAITZ, “Die Pseudoclementinen und ihre Quellenschriften”, en Zeitschrift für die N. T. Wissenschaft, 28 (1929) 270-272; ID., “Die Lösung des pseudoklementinischen Problems”, en Zeitschrift für Kirchengeschichte 59 (1940) 304-341.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro







Lunes, 16 de Diciembre 2013
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