Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía II
La Homilía II continúa introduciendo el futuro debate entre Pedro y Simón. Pedro busca bases reales para un conocimiento profundo de las doctrinas del Mago. Un obstáculo real para las posturas de Pedro es la abundancia de signos y prodigios realizados por Simón. Clemente recibe información precisa sobre los sucesos, pero distingue por visión de Pedro la clasificación de los milagros de Simón Mago. Pedro establece el criterio para la clasificación de los signos. Todos, los fieles y los recalcitrantes, reconocen que se trata de hechos reales. Pero Pedro rechaza el valor de los milagros que podrían ser clasificados en el elenco de inútiles (II 33.1).
Milagros útiles y provechosos
“En cambio, dice Pedro, los signos de la verdad misericordiosa son beneficiosos para los hombres”. Así fueron los realizados por Cristo y son ahora los que Pedro hace en el nombre del que lo envió a evangelizar. Zaqueo llega anunciando que Simón pospone el debate, circunstancia que produce en Clemente un cierto disgusto. Se creía bien preparado y dispuesto para debatir con el Mago el tema de la dirección del mundo, si por el azar o por la Providencia de Dios. El retraso del debate le causaba una contrariedad, por la que Pedro tuvo que salir al paso diciendo a su amigo que nada ni nadie quitaría la posibilidad de la victoria de Pedro sobre su adversario. Más aún, estaba seguro de que Dios sacaría algún bien del retraso, aunque sólo fuera el hecho de loa posibilidad de una mejor preparación para el debate.
Amigos de Pedro infiltrados entre la compañía de Simón
Como prueba de su afirmación, Pedro se dispuso a instruir a Clemente acerca de ciertos detalles útiles para sus fines y propósitos. Le informa concretamente del hecho de que algunos amigos y fieles de Pedro convivían fingidamente con Simón con la clara intención de conocer más detalles y más profundamente de las ideas del Mago. Pedro lo refiere con absoluta claridad: “Algunos de nuestros compañeros conviven fingidamente con Simón como si estuvieran convencidos por su error más ateo, con la idea de conocer sus propósitos y explicárnoslos para que podamos debatir razonablemente con ese hombre terrible” (II 37,1). Pedro, pues, no descuidaba ninguna posibilidad de hacer el debate más favorable a sus principios. Y conocimiento de los argumentos de su adversario era una palanca poderosa para cerrar todas las escapadas de la habilidad dialéctica de Simón.
Retraso del debate provocado por Simón
Pedro se lo explica a Clemente no sólo para consolarle del disgusto del retraso del debate, sino para confirmar su optimismo ante las facilidades que la dilación provocada por el Mago proporcionaba a su preparación. Era Clemente un colaborador excelente de Pedro. Su cultura filológica y su entusiasmo por la doctrina de Pedro formaban un dúo muy útil para los fines del Apóstol en su contencioso con el Mago en uno de los temas fundamentales de su enemistad mutua sobre la doctrina del gobierno del mundo. Según la opinión de Pedro, la dilación era no sólo una contrariedad sino un motivo de felicitación de Pedro a su amigo Clemente, que de este modo quedaba mejor equipado para el combate dialéctico con un hombre calificado de terrible por el mismo Pedro.
Uso común de la Escritura en Pedro y en Simón Mago
Un hecho comúnmente aceptado por Pedro y por Simón era la autoridad de la Ley y la Sagrada Escritura. Ambos debatientes recurren por eso a la Biblia en busca de argumentos que favorezcan sus posiciones doctrinales. Pedro comienza reconociendo que las Escrituras contienen errores sobre la unidad de Dios, puestos en ellas como prueba para sus lectores. Como no era para menos, el mismo diablo andaba por medio de los textos sagrados para engañar a los lectores. Ya veremos cómo Pedro y Simón tendrán que abordar textos bíblicos en los que se habla de dioses o presentan usos de Dios que habla en plural, como si realmente se pudiera hablar de dioses en plural. El autor dirá con cierto convencimiento que si habla en plural, es porque existen por lo menos más de un Dios.
El gran argumento de Pedro no puede ser más contundente. Las afirmaciones contrarias a la bondad y unidad de Dios son necesariamente falsas. En consecuencia, cuando Simón afirme que Dios hizo cosas malas y que merece ser reprochado por su actividad, no merece aducir más argumentos para concluir que su doctrina es falsa y merece ser rechazada por sus errores admitidos y afirmados.
Dentro del enfrentamiento dialéctico entre Pedro y Simón, veremos otro día la estrategia de Simón para engañar a los incautos, a la que se opondrá Pedro con una presentación de la personalidad de Dios como Dios único y Creador de los cielos y la tierra con todo lo que contienen.
Como veremos más adelante, la Mitología griega ocupa una gran parte en la Literatura Pseudo Clementina. El texto da testimonio claro de esta afirmación, que puede comprobarse en JAMES M. R., “A Manual of Mythologie in the Clementines”, JTS 33 (1932) 262-265.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Homilía II
La Homilía II continúa introduciendo el futuro debate entre Pedro y Simón. Pedro busca bases reales para un conocimiento profundo de las doctrinas del Mago. Un obstáculo real para las posturas de Pedro es la abundancia de signos y prodigios realizados por Simón. Clemente recibe información precisa sobre los sucesos, pero distingue por visión de Pedro la clasificación de los milagros de Simón Mago. Pedro establece el criterio para la clasificación de los signos. Todos, los fieles y los recalcitrantes, reconocen que se trata de hechos reales. Pero Pedro rechaza el valor de los milagros que podrían ser clasificados en el elenco de inútiles (II 33.1).
Milagros útiles y provechosos
“En cambio, dice Pedro, los signos de la verdad misericordiosa son beneficiosos para los hombres”. Así fueron los realizados por Cristo y son ahora los que Pedro hace en el nombre del que lo envió a evangelizar. Zaqueo llega anunciando que Simón pospone el debate, circunstancia que produce en Clemente un cierto disgusto. Se creía bien preparado y dispuesto para debatir con el Mago el tema de la dirección del mundo, si por el azar o por la Providencia de Dios. El retraso del debate le causaba una contrariedad, por la que Pedro tuvo que salir al paso diciendo a su amigo que nada ni nadie quitaría la posibilidad de la victoria de Pedro sobre su adversario. Más aún, estaba seguro de que Dios sacaría algún bien del retraso, aunque sólo fuera el hecho de loa posibilidad de una mejor preparación para el debate.
Amigos de Pedro infiltrados entre la compañía de Simón
Como prueba de su afirmación, Pedro se dispuso a instruir a Clemente acerca de ciertos detalles útiles para sus fines y propósitos. Le informa concretamente del hecho de que algunos amigos y fieles de Pedro convivían fingidamente con Simón con la clara intención de conocer más detalles y más profundamente de las ideas del Mago. Pedro lo refiere con absoluta claridad: “Algunos de nuestros compañeros conviven fingidamente con Simón como si estuvieran convencidos por su error más ateo, con la idea de conocer sus propósitos y explicárnoslos para que podamos debatir razonablemente con ese hombre terrible” (II 37,1). Pedro, pues, no descuidaba ninguna posibilidad de hacer el debate más favorable a sus principios. Y conocimiento de los argumentos de su adversario era una palanca poderosa para cerrar todas las escapadas de la habilidad dialéctica de Simón.
Retraso del debate provocado por Simón
Pedro se lo explica a Clemente no sólo para consolarle del disgusto del retraso del debate, sino para confirmar su optimismo ante las facilidades que la dilación provocada por el Mago proporcionaba a su preparación. Era Clemente un colaborador excelente de Pedro. Su cultura filológica y su entusiasmo por la doctrina de Pedro formaban un dúo muy útil para los fines del Apóstol en su contencioso con el Mago en uno de los temas fundamentales de su enemistad mutua sobre la doctrina del gobierno del mundo. Según la opinión de Pedro, la dilación era no sólo una contrariedad sino un motivo de felicitación de Pedro a su amigo Clemente, que de este modo quedaba mejor equipado para el combate dialéctico con un hombre calificado de terrible por el mismo Pedro.
Uso común de la Escritura en Pedro y en Simón Mago
Un hecho comúnmente aceptado por Pedro y por Simón era la autoridad de la Ley y la Sagrada Escritura. Ambos debatientes recurren por eso a la Biblia en busca de argumentos que favorezcan sus posiciones doctrinales. Pedro comienza reconociendo que las Escrituras contienen errores sobre la unidad de Dios, puestos en ellas como prueba para sus lectores. Como no era para menos, el mismo diablo andaba por medio de los textos sagrados para engañar a los lectores. Ya veremos cómo Pedro y Simón tendrán que abordar textos bíblicos en los que se habla de dioses o presentan usos de Dios que habla en plural, como si realmente se pudiera hablar de dioses en plural. El autor dirá con cierto convencimiento que si habla en plural, es porque existen por lo menos más de un Dios.
El gran argumento de Pedro no puede ser más contundente. Las afirmaciones contrarias a la bondad y unidad de Dios son necesariamente falsas. En consecuencia, cuando Simón afirme que Dios hizo cosas malas y que merece ser reprochado por su actividad, no merece aducir más argumentos para concluir que su doctrina es falsa y merece ser rechazada por sus errores admitidos y afirmados.
Dentro del enfrentamiento dialéctico entre Pedro y Simón, veremos otro día la estrategia de Simón para engañar a los incautos, a la que se opondrá Pedro con una presentación de la personalidad de Dios como Dios único y Creador de los cielos y la tierra con todo lo que contienen.
Como veremos más adelante, la Mitología griega ocupa una gran parte en la Literatura Pseudo Clementina. El texto da testimonio claro de esta afirmación, que puede comprobarse en JAMES M. R., “A Manual of Mythologie in the Clementines”, JTS 33 (1932) 262-265.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro