Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Literatura Pseudo Clementina. Análisis de los textos
La Carta de Clemente a Santiago (4)
Como vamos viendo en las notas anteriores, la carta de Clemente a Santiago contiene una larga alocución de Pedro en presencia de todos los hermanos reunidos en asamblea. Pedro habla como quien tiene autoridad y medios para hacerla eficaz en favor de la Iglesia. El contexto de sus recomendaciones es el bien de sus corresponsales y la organización de la comunidad con un reparto eficaz de las distintas funciones que hacen coherente y solidario el funcionamiento social de sus instituciones y distintos actores.
La organización piramidal comenzaba con la presentación del obispo o presidente. Seguía el grupo de los presbíteros, que tenían como tarea fundamental el cuidado y cultivo de la castidad de los fieles, los riesgos que pueden ponerla en peligro y los remedios para garantizar su perseverancia. El gran contexto donde florece y se fortalece es la vida de caridad o “filantropía” presentada como atención sistemática a los necesitados.
Pero la sociedad cristiana no es una institución etérea, sino que tiene su residencia en la tierra en medio de hombres de carne y hueso con problemas y necesidades que chocan con la vida de sus prójimos. Y aquí vuelve Pedro a señalar un campo de la actividad de los presbíteros. Los cristianos tienen una mentalidad que choca fácilmente con la de los paganos, ya que su visión de la vida tiene parámetros inconciliables con las de los ajenos. La vida presente y la esperanza en una vida futura dan como resultado formas de conducta condicionadas por esa visión. Era la preocupación fundamental de Clemente, si todo en la vida humana se resuelve en esta vida transitoria, o hay otra vida precedida de un juicio y la correspondiente sentencia. La creencia en este juicio condiciona todo el desarrollo consciente de la vida visible de este mundo presente.
En consecuencia, los presbíteros deben ser los jueces de actitudes y conductas (X). Para resolver las situaciones y sus diferencias, el cristiano debe recurrir a la discreción de sus presbíteros. Resulta problemático poner los problemas en manos de “los poderes seculares”, que ignoran todo sobre el futuro que aguarda a los mortales al final de su carrera mortal. El “recuerdo perpetuo del juicio inminente de Dios” es una forma de ver ante los ojos la prohibición de obrar el mal y la garantía para evitarlo.
El que está convencido de que tras las esquinas de la vida aguarda el juicio inexorable de un Dios bueno pero justo, tendrá cuidado para no violar las normas de justicia, que pueden arrojarlo a los castigos eternos. Y vuelven los consejos proféticos de la precisión en las balanzas, pesos y medidas (X 3). Pedro recuerda una vez más la autoridad del Profeta Verdadero o Profeta de la Verdad, personaje esencial y nuclear en toda la Literatura Pseudo Clementina.
Pedro repite que los cristianos son los auténticos “discípulos del Profeta Verdadero” (XI 1), cuya doctrina es tan firme y tan clara que, ante sus palabras no cabe la menor duda. El principio aplicado a los profetas del Antiguo Testamento, es un hecho confirmado en el Profeta Verdadero. Son verdaderos profetas aquellos cuyos vaticinios se cumplen. Las enseñanzas del Profeta Verdadero son pura verdad. La duda es fuente de malas acciones, mientras que la fe verdadera es una garantía de una vida eterna feliz en el reino reservado a los buenos.
Una nueva obra, interesante y moderna, sobre el segundo bloque de las Pseudo Clementinas: SILVANO COLA: I Ritrovamenti: (Recognitiones) Pseudo-Clemente; traduzione, introduzione, note e indici a cura di Silvano Cola; Roma, 1993. Traduce al italiano el título de las Recognitiones, que, como vimos, en griego es Anagnōrismoí o “Reconocimientos”.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Literatura Pseudo Clementina. Análisis de los textos
La Carta de Clemente a Santiago (4)
Como vamos viendo en las notas anteriores, la carta de Clemente a Santiago contiene una larga alocución de Pedro en presencia de todos los hermanos reunidos en asamblea. Pedro habla como quien tiene autoridad y medios para hacerla eficaz en favor de la Iglesia. El contexto de sus recomendaciones es el bien de sus corresponsales y la organización de la comunidad con un reparto eficaz de las distintas funciones que hacen coherente y solidario el funcionamiento social de sus instituciones y distintos actores.
La organización piramidal comenzaba con la presentación del obispo o presidente. Seguía el grupo de los presbíteros, que tenían como tarea fundamental el cuidado y cultivo de la castidad de los fieles, los riesgos que pueden ponerla en peligro y los remedios para garantizar su perseverancia. El gran contexto donde florece y se fortalece es la vida de caridad o “filantropía” presentada como atención sistemática a los necesitados.
Pero la sociedad cristiana no es una institución etérea, sino que tiene su residencia en la tierra en medio de hombres de carne y hueso con problemas y necesidades que chocan con la vida de sus prójimos. Y aquí vuelve Pedro a señalar un campo de la actividad de los presbíteros. Los cristianos tienen una mentalidad que choca fácilmente con la de los paganos, ya que su visión de la vida tiene parámetros inconciliables con las de los ajenos. La vida presente y la esperanza en una vida futura dan como resultado formas de conducta condicionadas por esa visión. Era la preocupación fundamental de Clemente, si todo en la vida humana se resuelve en esta vida transitoria, o hay otra vida precedida de un juicio y la correspondiente sentencia. La creencia en este juicio condiciona todo el desarrollo consciente de la vida visible de este mundo presente.
En consecuencia, los presbíteros deben ser los jueces de actitudes y conductas (X). Para resolver las situaciones y sus diferencias, el cristiano debe recurrir a la discreción de sus presbíteros. Resulta problemático poner los problemas en manos de “los poderes seculares”, que ignoran todo sobre el futuro que aguarda a los mortales al final de su carrera mortal. El “recuerdo perpetuo del juicio inminente de Dios” es una forma de ver ante los ojos la prohibición de obrar el mal y la garantía para evitarlo.
El que está convencido de que tras las esquinas de la vida aguarda el juicio inexorable de un Dios bueno pero justo, tendrá cuidado para no violar las normas de justicia, que pueden arrojarlo a los castigos eternos. Y vuelven los consejos proféticos de la precisión en las balanzas, pesos y medidas (X 3). Pedro recuerda una vez más la autoridad del Profeta Verdadero o Profeta de la Verdad, personaje esencial y nuclear en toda la Literatura Pseudo Clementina.
Pedro repite que los cristianos son los auténticos “discípulos del Profeta Verdadero” (XI 1), cuya doctrina es tan firme y tan clara que, ante sus palabras no cabe la menor duda. El principio aplicado a los profetas del Antiguo Testamento, es un hecho confirmado en el Profeta Verdadero. Son verdaderos profetas aquellos cuyos vaticinios se cumplen. Las enseñanzas del Profeta Verdadero son pura verdad. La duda es fuente de malas acciones, mientras que la fe verdadera es una garantía de una vida eterna feliz en el reino reservado a los buenos.
Una nueva obra, interesante y moderna, sobre el segundo bloque de las Pseudo Clementinas: SILVANO COLA: I Ritrovamenti: (Recognitiones) Pseudo-Clemente; traduzione, introduzione, note e indici a cura di Silvano Cola; Roma, 1993. Traduce al italiano el título de las Recognitiones, que, como vimos, en griego es Anagnōrismoí o “Reconocimientos”.
Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro