Hoy escribe Antonio Piñero
Por último, quisiera decir unas palabras por mi cuenta respecto al mensaje a los espectadores pretendido por Amenábar, pienso que no se restringe al evidente y que captan –espero- todos los espectadores, a saber un alegato enérgico contra el fanatismo y la violencia por motivos ideológicos.
Es cierto que en algunos momentos el guión se recrea en el fanatismo cristiano, pero también es verdad que los dos guionistas (Amenábar y Mateo Gil, creo recordar) pintan primero cómo los cristianos mismos sufren el fanatismo pagano: el del sacerdote de Sarapis, junto con sus fieles escogidos, apoyados moralmente por el padre mismo de Hipatia, quienes incitan al acuchillamiento de los cristianos, y el fanatismo de los judíos, quienes acaban a pedradas, en una vergonzosa y traicionera celada, con la vida de muchos cristianos. Los guionistas desean que el espectador salga más convencido aún que es inútil matar por imponer las ideas. Quizá esto sea también un guiño hacia la situación del País Vasco.
Aparte de este alegato, me parece que hay dos más: uno, no especialmente resaltado contra el oportunismo y deseo de poder de las clases altas, gobernantes de la ciudad, que –aun manteniéndose como paganos, ceden ante las presiones político-religiosas de los cristianos para conservar el poder y el estatus (escenas en las que todos acaban arrodillados ante Cirilo, menos el prefecto imperial Orestes).
Y el último alegato, pero no por ello menos importante, es que con la vida de Hipatia y el sometimiento de los paganos al cristianismo se apaga una época de la humanidad en la que, a pesar de mil fallos, carencias y crueldades, existía la libertad y el deseo para buscar la verdad por medio de la filosofía, el ánimo de investigar y de hacer progresar la ciencia por la observación y la reflexión…, todo ello se vio sometido al imperio de una religiosidad fanática, que quema los libros que no estaban sometidos al dogma de la religión y que sustituye el dominio de la razón por el del dogma seguido al pie de la letra y fanáticamente.
Escribe José Montserrat en El desafío cristiano. Las razones del perseguidor, Anaya & Mario Muchnik, Madrid 1992, 255, no a propósito sólo de la Alejandría de comienzos del siglo V, sino de la pugna final entre cristianismo y paganismo.
“Se enfrentaron la ideología política y religiosa de la sociedad romana con las creencias del cristianismo. El elemento diferenciador más decisivo en el cristianismo fue el monoteísmo, no sólo filosófico, sino religioso y culto, heredado del judaísmo. Pero el monoteísmo judeocristiano presentaba una ambivalencia que limitaba considerablemente su impacto ideológico (de apertura hacia un universalismo verdadero). El Dios creador único y universal no se presentaba directamente al hombre universal (es decir, por sus obras de creación, por la reflexión de la mente humana, por una especie de revelación natural) sino que (Sólo abría su verdadero ser) y se manifestaba a través de una serie de mediadores o intermediarios individualizados, plenamente insertos en la historia.
"Los cristianos podían muy bien proclamar la unicidad y la universalidad de su Dios. Pero en cuanto abrían su libro sagrado –que era la misma Biblia que la de los judíos- su Dios pasaba a ser el “Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob”, revelado al pueblo hebreo.
"Este Dios se encarnaba luego en un salvador, también judío, cuya obra de salvación se realizaba a través del ministerio exclusivo de su iglesia y sus ministros, los cuales distribuían su gracia por medio de ritos materialmente ligados a la producción agrícola de una parte de la tierra. Este Dios había dejado de ser universal (en un sentido) y había pasado a ser un Dios particular.
Los cristianos, que denominaban démones (no negaban que existieran los “dioses”, pero los consideraban demonios = ángeles malos, cuya morada está en el mundo sublunar)," no cayeron en la cuenta de que su Dios Yahvé era equiparable a uno de esos démones, sólo que con pretensiones de exclusividad. (Aquí habría que hacer cuenta al lector que los cristianos, fundamentalmente paulinos, se habían alejado mucho ya del Dios particularista del Antiguo Testamento y a impulsos de la concepción de Jesús de Dios como Padre, más la evolución propia de la época helenística que había trascendentalizado en extremo a Dios, se había alejado de la concepción del Yahvé-demon veterotestamentaria).
Concluiremos en la próxima nota con esta pugna cristianismo-paganismo que tiene consecuencias para hoy día.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog de “Religiondigital”, el tema es:
“Los comienzos de la 'historia de las formas'”
Saludos de nuevo.