Notas

La vida sobre una columna. Maravillosas vidas de antiguos santos (531)

Redactado por Antonio Piñero el Viernes, 26 de Septiembre 2014 a las 10:59

Hoy escribe Antonio Piñero

José Simón Palmer --antiguo colega en mi Departamento de Filología griega de la Universidad Complutense de Madrid, doctor en Filología griega, catedrático de instituto de los de antes, de esos que saben mucho más griego antiguo (y moderno) que muchos catedráticos hodiernos de universidad-- ha publicado anteriormente diversos estudios sobre el monacato oriental y la hagiografía (o “vidas de santos”) bizantina. En mi opinión, y en el de otros estudiosos, que saben mucho más que yo de este tema, su libro de 1993, El monacato oriental en el Pratum Spirituale de Juan Mosco, es uno de los estudios indispensables a nivel mundial sobre la historia del monacato en la época de emperador Justiniano e inmediatamente después. Simón Palmer ha realizado además numerosas traducciones del ruso al español en la revista Erytheia, de la que fue secretario (¡arduo y meritorio trabajo) desde 1994 hasta 2006, gracias a los que ha introducido en nuestro país a notables estudiosos de la bizantinística rusa contemporánea, que de otro modo serían absolutamente desconocidos, inaccesibles.

Simón Palmer nos acaba de regala una pequeña joya bibliográfica: ¡Vidas de santos antiguos! Ahora que la mayoría de las gentes cree poco en santos, ni antiguos y modernos, que pone en duda los sistemas ultrarrápidos de canonización, que desconfía incluso de la vida íntima de algunos santos modernos, cuya beatificación y canonización han sido impulsadas por poderosas organizaciones católicas, estoy persuadido de que hay un nuevo mercado para estas obras entre otras gentes deseosas de evadirse de nuestra superficialidad y frivolidad imperantes. He aquí la ficha de este pequeño/gran libro: La vida sobre una columna. Vida de Simeón estilita, de Antonio. Vida de Daniel estilita, Anónimo. Introducción, Traducción y notas. Editorial Trotta, Madrid, 2014 Colección: Estructuras y Procesos. Religión. ISBN: 978-84-9879-529-5; 14 x 23 cms. 152 pp. Precio: 13,00 €.

Dice Simón Palmer en su “Introducción a la Vida de Simeón estilita” que un estilita era un anacoreta que vivía sobre una columna, de la que no se bajaba jamás. El fundador de esta espectacular forma de vida ascética fue este personaje sirio, Simeón (m. 459), que la practicó durante treinta y siete años en su país natal. Tuvo muchos imitadores en el Oriente cristiano durante los siglos siguientes. El primero de ellos fue el también sirio Daniel, que vivió sobre su columna cerca de Constantinopla entre 460 y 493, en una región donde el clima era mucho más duro y que a punto estuvo en un par de ocasiones de perder su vida por las terribles tormentas que hubo de soportar.

La vida, pues, de un estilita estaba sujeta a mortificaciones extremas: ataduras con cadenas de hierro, exposición ininterrumpida a las inclemencias del tiempo, vigilias interminables; permanencia constante de pie, durmiendo así o casi enrollado sobre sí mismo, etc. Ambos estilitas atrajeron en vida a muchedumbres de peregrinos procedentes de todo el mundo cristiano y, como se puede apreciar en sus Vidas, llegaron a tener gran influencia tanto sobre la gente corriente como sobre dignatarios y emperadores.

La Vida de Simeón Estilita (390-459), atribuida a su discípulo Antonio (que no debe confundirse con el santo egipcio, abad, fundador del monacato en ese país y que vivió entre el 251 y 356), es uno de los testimonios principales sobre las hazañas ascéticas y los milagros de este santo. Breve en extensión y simple en su concepción, gozó de gran popularidad desde muy pronto. Ya en el siglo VI fue traducida al latín. Se lee muy fácilmente.

La Vida de Daniel Estilita, debida también a un discípulo del santo, es el único documento que tenemos sobre Daniel. Más larga que la anterior y mejor escrita, aunque también de lectura fácil, está considerada como un valioso testimonio histórico no solo sobre su protagonista y su género de vida, sino también sobre la Constantinopla del siglo V y sus gentes. Daniel vivió en su columna desde los 51 a los 84 años, haciendo bueno el dicho actual de los médicos de que quien come y duerme poco, además de ejercitarse constantemente, intelectual y físicamente, vive más que los que tienen una existencia regalada.

Simón Palmer ofrece en este pequeño libro la primera traducción del griego al español de estas dos obras únicas, así como de un largo fragmento de la Historia eclesiástica, de Evagrio Escolástico (sigloVI), con anécdotas sobre Simeón Estilita.

Aunque conservan ciertas tradiciones de las biografías griegas de grandes hombres, las “Vidas de santos” constituían un género literario nuevo, que hacía el elogio de un comportamiento absolutamente inusual basado en el rechazo de los valores terrenales a cambio de asegurarse la futura y excelente recompensa en una vida futura. La hagiografía cristiana siguió el ejemplo del enkomion (“alabanza”  espíritual; “encomiástico”, por ejemplo), pero lo combinó con otros géneros como las actas de los mártires, los hechos apócrifos de los apóstoles, los apotegmas, o dichos célebres de los Padres, etc.
Muy interesantes me han parecido las introducciones a cada uno de los textos, que contienen la vida de los dos santos a grandes rasgos, un estudio sobre el autor (Antonio en el primer caso), donde el lector de hoy encuentra muchas sorpresas, como el cuestionamiento crítico de los estudiosos modernos de los datos que sobre sí mismo y sobre algunos detalles de la vida del santo que aporta el redactor de la Vida. Y también me parece muy interesante la comparación de esta vida con otras que se escribieron en la antigüedad sobre Simeón, como la famosa de Teodoreto de Ciro.

Y hay una tercera parte de la introducción que trata de temas también curiosos como: los seguidores de Simeón; qué relaciones tuvieron estos santos tan raros con la iglesia de su entorno, en nada propensa esta ascesis extrema; cómo eran las columnas (el libro reproduce los dibujos de estelas antiguas en donde aparecen estos pilares) sobre las que vivían, y cuáles eran las funciones sociales de las prácticas ascéticas de estos santos, que acababan convirtiéndose en directores espirituales de muchos fieles o mediadores entre los humildes y los poderosos, gracias al gran predicamento del que gozaban en el pueblo sencillo.

Y me parecen también interesantes, ya en plan más erudito, las páginas dedicadas a las ediciones del texto y las traducciones hechas a otros lenguas (insisto en que estas versiones que presentamos son las primeras en castellano) junto con una bibliografía sucinta que tienen relación con las obras traducidas. Las notas no están a pie de página, sino al final de cada versión. Son muy sucintas, pero no tienen desperdicio.
En síntesis: este librito me ha encantado y me ha sacado felizmente de la rutina cotidiana; me ha introducido en un mundo casi mágico, por los abundantes milagros y prodigios del pasado, y me ha recordado historias maravillosas de santos que me contaban de niño mis deudos, sobre todo una piadosísima tía soltera que sabía relatar con maestría cosas portentosas de la religión. Además, como conozco al autor desde hace tantos años y sé de su valía intelectual y personal, me agrada mucho dejar constancia aquí de su buen hacer. Se pasa un rato buenísimo leyendo estos prodigios rescatados de los tesoros del griego antiguo.

Saludos cordiales Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com



Viernes, 26 de Septiembre 2014
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