Notas

La pregunta sobre Elías. Comentario a Marcos 9, 11-13 (199-10)

Redactado por Antonio Piñero el Sábado, 17 de Septiembre 2011 a las 07:01

Hoy escribe Antonio Piñero


Concluimos entre hoy y el próximo día el comentario de Joel Marcus a Mc 9,9-13 Añado al comentario de Joel Marcus mis reflexiones personales.


El interés por la resurrección general o particular, una cuestión candente de los tiempos escatológicos, como dijimos, ayuda a explicar el siguiente giro de la conversación entre Jesús y sus discípulos.

De improviso, los discípulos no formulan la pregunta que nos había dicho Marcos que estaba en sus mentes, a saber, no el matiz exacto de “la resurrección de entre los muertos”, sino:

“¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?” (9, 11).

El giro indica que las dos cuestiones están relacionadas en el sentido de que distinguir la resurrección de una figura escatológica, el Hijo del Hombre, de la resurrección general podría sugerir la necesidad de revisar otros elementos del "programa escatológico", como la venida de Elías antes del mesías. Porque como se ha dicho ya, era doctrina común entre los piadosos judíos del siglo I que Elías debía aparecer sobre al tierra antes que el mesías. Había que precisar cuál era su función exacta. En efecto, el Jesús marcano con la referencia a su próxima resurrección parece implicar que él hará mutis por el foro en breve tiempo; pero si él es el mesías y si Elías debe venir antes del mesías, es lógico preguntarse cómo puede efectuar su salida de escena antes de que Elías haga acto de presencia.

Las expectativas de los escribas a las que se refieren los discípulos están basadas en un pasaje de Malaquías que habla de la llegada de Elías “antes del día, grande y terrible, del Señor” (4, 5 = 3, 23):

“He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema”.


La misión de Elías estaría orientada a la reparación de la ruptura en la relaciones humanas que amenaza con devastar el planeta entero: Él hará tornar los corazones de los padres hacia sus hijos y los corazones de los hijos hacia sus padres (cf. Eclesiástico [Ben Sira] 48, 10; Lc 1, 16-17). Es interesante releer el primero de estos dos pasajes:

“Tú (Dios) que despertaste a un cadáver de la muerte y del sheol, por la palabra del Altísimo; 6 que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su lecho; 7 oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo; 8 ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores; 9 en torbellino de fuego fuiste arrebatado en carro de caballos ígneos; 10 fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, = para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, = y restablecer las tribus de Jacob. 11 Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el amor, que nosotros también viviremos sin duda".


En la Misná, ‘Eduyot 8, 7, los sabios deducen la conclusión lógica del pasaje de Malaquías, a saber que

“Elías vendrá… para establecer la paz en el mundo”.

Pero el Jesús marcano, con su típica audacia exegética, desafía estas expectativas de reconciliación familiar y cósmica basadas en la Biblia. Entonces pregunta:

“¿Es realmente cierto que Elías, cuando venga primero [= antes del mesías], restaurará todas las cosas?” (9, 12a).

La razón de esta reserva se torna clara inmediatamente: si la función de Elías fuera la de asentar la sociedad humana, traer la paz y hasta reparar el universo (“todas las cosas”), no habría necesidad alguna de que su sucesor, el mesías, sufriera y fuera rechazado, como está profetizado en las Escrituras:

“¿Cómo entonces está escrito acerca del Hijo del Hombre que debe sufrir muchas cosas y ser despreciado?” (9, 12b).

Las dos perspectivas bíblicas, en otras palabras, se contradicen entre sí y sólo una de ellas puede ser sostenida inequívocamente.

Así pues, nuestro pasaje pertenece a ese grupo de exégesis antiguas judías y cristianas que intentan mediar en un conflicto aparente entre dos textos bíblicos, del que hay varios ejemplos en otros lugares de la tradición sinóptica (Mc 10, 2-9; 12, 35-37; Mt 10, 34-36 // Lc 12, 51-53 = Q). El método básico de tratar estos conflictos es establecer un texto como autoritativo y luego mostrar que el otro puede conciliarse con él, a veces mediante un tercer pasaje que media entre los dos.

Esto es exactamente lo que pasa en Mc 9, 12-13: la esperanza bíblica de que Elías desempeñará la función de precursor al restaurar todas las cosas se contrapone a las expectativas bíblicas de que el Hijo del Hombre sufrirá, y la solución es afirmar que Elías irá delante del mesías, pero por el camino de la muerte más que por el del triunfo convencional, “como está escrito acerca de él” (Mc 9, 13).

Todo esto supone que Jesús tiene una idea bastante distinta del mesianismo respecto a la que albergan las gentes a las que predica. Pero entonces surgen otra serie de preguntas:

· ¿Por qué se lo dice sólo a los discípulos y no a las gentes en su predicación general?
· ¿Por qué entra luego en Jerusalén como un mesías tradicional judío, como Hijo de David, sin explicar una sola palabra de esta nueva concepción del mesianismo?

· ¿Por qué los discípulos, que están tanto tiempo con él, no entienden nada..., huyen tras su muere y cuando ha resucitado Jesús, no creen ni una palabra de lo que le dicen las mujeres de la tumba vacía y --se supone-- de las apariciones angélicas que anuncian que ha resucitado?

Desde luego, algo no encaja en la historia tal como la cuenta Marcos y da toda la impresión de que toda la teoría del mesianismo doloroso, "padeciente" y luego triunfante es algo que si Jesús lo tenía en la cabeza no lo explicó y que los discípulos, después de la muerte del Maestro... aún ni sabían ni habían comprendido

Todo ello tiene una única explicación clara: la nueva idea del mesianismo sufriente es una interpretación postpascual de los seguidores de Jesús, tras su muerte y la creencia en la resurrección. El evangelista Marcos trata de enhebrarla en la vida terrenal de Jesús, pero el encaje es artificioso y suscita muchos problemas.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 17 de Septiembre 2011
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