Hoy escribe [Fernando Bermejo y] un lector
Hace algunas semanas, un amable lector argentino del blog escribió un extenso comentario a una de mis postales. Reproduzco aquí las partes de su texto que realizan objeciones y afirmaciones críticas, reservando mi respuesta para la próxima semana.
“Lo que pienso es que la crucifixión de Jesús, solo o acompañado, no basta para afirmar de manera irrefutable que estamos ante la presencia de un fanático religioso, cabecilla de un movimiento armado destinado a imponer por la fuerza el Reino de los Cielos”
“Jesús está indudablemente al frente de un movimiento que probablemente estaba atravesado por las más diversas tendencias, cobijado por cierto bajo una serie de coincidencias fundamentales.
Además, como Fernando Bermejo se propone analizar a Jesús y a su movimiento como a un simple grupo religioso humano, sin compartir casi nada de lo que la teología cristiana sostiene sobre él, debería admitir que los movimientos políticos son complejos y albergan en su seno a las más diversas líneas. Los líderes suelen situarse muchas veces por encima de ellos, manejando con mayor o menor inteligencia la relación con los distintos sectores que se expresan en él.”
“No quiero, con el ejemplo precedente, dejar sentado que Jesús fue el cabecilla ingenuo de un grupo que se le fue de las manos, pero pienso que se debe considerar seriamente la posibilidad de que en el complejo universo político, religioso y social de la Palestina del siglo primero su capacidad de convocatoria incluyera a quienes tenían una visión más radicalizada sin que necesariamente él suscribiera totalmente el camino que podían propugnar algunos.
Cuando en el Evangelio leemos el episodio que suele titularse “La confesión mesiánica de Pedro”, para mí al menos resulta más que evidente que hubo quienes tempranamente lo vieron bajo ese perfil y en las no unívocas visiones con respecto al papel de esa figura mesiánica, se proyectaron y delinearon distintos modelos que podían comprometer a quienes deseaban, por la violencia, establecer el Reino y expulsar al enemigo.”
“La heterogeneidad de un movimiento que incluía a quienes habían seguido a Juan, a enfermos curados, a mujeres, a miembros más o menos comprometidos con otros grupos religiosos existentes bien pudo haber contado con un ala radicalizada que en el contexto del creciente descontento que provocaba la ocupación romana y en el marco del liderazgo que Jesús ejercía, en un momento, la autoridad romana lo haya visto como al referente al que había que imponerle un castigo ejemplar y definitivo.”
“Incluso ese Jesús crucificado en medio de otras dos personas con las que sostiene un breve diálogo bien puede ser más que algo simbólico, más que una simple escena montada y reflejar cierta realidad en el sentido de que ambos pudieron ser partidarios suyos y, en el medio de los terribles dolores, uno reprocharle no tener poder para bajarlo de la cruz y el otro reconocer, en cambio, que Jesús no había hecho nada y que ellos bien merecían el castigo que estaban padeciendo. Porque si Fernando Bermejo le concede verosimilitud a ese hecho, por extensión yo puedo dar por cierto el diálogo que sostuvieron los tres crucificados.”
“Antes de terminar, tengo una pregunta para Fernando Bermejo. Hay algo que me parece importante poder dilucidar. Quizá él pueda hacerlo. Si Jesús era un líder que luchaba contra los romanos, si esa era más que una veta dominante en su heterogéneo movimiento, si eso fue lo que estuvo en la médula de su convocatoria a los galileos de entonces ¿por qué el evangelista Marcos estaba interesado en dar una imagen pacífica de su maestro cuando la violencia se expandía con más fuerza y la misma podía estimular las expectativas de victoria e inminente intervención divina? Los cristianos y sobre todo los que manejan la Iglesia parecen tener la capacidad de adaptarse siempre a los gustos del poder para que su mensaje se propague y no deje de ganar adeptos. Ya Marcos, según Fernando Bermejo, reunía magistralmente esas dotes."
"Insisto con esto porque no es algo menor. Resulta que en el momento que esa violencia se hace cada vez más intensa hasta terminar con la destrucción del mismo templo en el 70 y con Masada en el 73 y proseguir aún varios años más para volver a estallar en el 132 nuevamente, un predicador de la violencia, organizador de un movimiento armado, decidido a todo por sus creencias, es reconvertido en un predicador pacifista cuando ese mismo escenario de violencia podía jugarle a favor para reivindicarlo, para marcar la exactitud del camino emprendido. Me parece ir demasiado lejos.”
Saludos de Fernando Bermejo
Hace algunas semanas, un amable lector argentino del blog escribió un extenso comentario a una de mis postales. Reproduzco aquí las partes de su texto que realizan objeciones y afirmaciones críticas, reservando mi respuesta para la próxima semana.
“Lo que pienso es que la crucifixión de Jesús, solo o acompañado, no basta para afirmar de manera irrefutable que estamos ante la presencia de un fanático religioso, cabecilla de un movimiento armado destinado a imponer por la fuerza el Reino de los Cielos”
“Jesús está indudablemente al frente de un movimiento que probablemente estaba atravesado por las más diversas tendencias, cobijado por cierto bajo una serie de coincidencias fundamentales.
Además, como Fernando Bermejo se propone analizar a Jesús y a su movimiento como a un simple grupo religioso humano, sin compartir casi nada de lo que la teología cristiana sostiene sobre él, debería admitir que los movimientos políticos son complejos y albergan en su seno a las más diversas líneas. Los líderes suelen situarse muchas veces por encima de ellos, manejando con mayor o menor inteligencia la relación con los distintos sectores que se expresan en él.”
“No quiero, con el ejemplo precedente, dejar sentado que Jesús fue el cabecilla ingenuo de un grupo que se le fue de las manos, pero pienso que se debe considerar seriamente la posibilidad de que en el complejo universo político, religioso y social de la Palestina del siglo primero su capacidad de convocatoria incluyera a quienes tenían una visión más radicalizada sin que necesariamente él suscribiera totalmente el camino que podían propugnar algunos.
Cuando en el Evangelio leemos el episodio que suele titularse “La confesión mesiánica de Pedro”, para mí al menos resulta más que evidente que hubo quienes tempranamente lo vieron bajo ese perfil y en las no unívocas visiones con respecto al papel de esa figura mesiánica, se proyectaron y delinearon distintos modelos que podían comprometer a quienes deseaban, por la violencia, establecer el Reino y expulsar al enemigo.”
“La heterogeneidad de un movimiento que incluía a quienes habían seguido a Juan, a enfermos curados, a mujeres, a miembros más o menos comprometidos con otros grupos religiosos existentes bien pudo haber contado con un ala radicalizada que en el contexto del creciente descontento que provocaba la ocupación romana y en el marco del liderazgo que Jesús ejercía, en un momento, la autoridad romana lo haya visto como al referente al que había que imponerle un castigo ejemplar y definitivo.”
“Incluso ese Jesús crucificado en medio de otras dos personas con las que sostiene un breve diálogo bien puede ser más que algo simbólico, más que una simple escena montada y reflejar cierta realidad en el sentido de que ambos pudieron ser partidarios suyos y, en el medio de los terribles dolores, uno reprocharle no tener poder para bajarlo de la cruz y el otro reconocer, en cambio, que Jesús no había hecho nada y que ellos bien merecían el castigo que estaban padeciendo. Porque si Fernando Bermejo le concede verosimilitud a ese hecho, por extensión yo puedo dar por cierto el diálogo que sostuvieron los tres crucificados.”
“Antes de terminar, tengo una pregunta para Fernando Bermejo. Hay algo que me parece importante poder dilucidar. Quizá él pueda hacerlo. Si Jesús era un líder que luchaba contra los romanos, si esa era más que una veta dominante en su heterogéneo movimiento, si eso fue lo que estuvo en la médula de su convocatoria a los galileos de entonces ¿por qué el evangelista Marcos estaba interesado en dar una imagen pacífica de su maestro cuando la violencia se expandía con más fuerza y la misma podía estimular las expectativas de victoria e inminente intervención divina? Los cristianos y sobre todo los que manejan la Iglesia parecen tener la capacidad de adaptarse siempre a los gustos del poder para que su mensaje se propague y no deje de ganar adeptos. Ya Marcos, según Fernando Bermejo, reunía magistralmente esas dotes."
"Insisto con esto porque no es algo menor. Resulta que en el momento que esa violencia se hace cada vez más intensa hasta terminar con la destrucción del mismo templo en el 70 y con Masada en el 73 y proseguir aún varios años más para volver a estallar en el 132 nuevamente, un predicador de la violencia, organizador de un movimiento armado, decidido a todo por sus creencias, es reconvertido en un predicador pacifista cuando ese mismo escenario de violencia podía jugarle a favor para reivindicarlo, para marcar la exactitud del camino emprendido. Me parece ir demasiado lejos.”
Saludos de Fernando Bermejo