Notas

La nueva identidad de los cristianos (179-01)

Redactado por Antonio Piñero el Martes, 26 de Abril 2011 a las 06:33


Hoy escribe Antonio Piñero


Voy a presentar y comentar esta semana un libro muy breve, pero enjundioso, del que se puede aprender mucho, y a la vez disentir honradamente, que puede dar pie a notables discusiones positivas sobre el pensamiento profundo y nuclear del apóstol Pablo. Su autor, Sergio Rosell, es licenciado en Bellas Artes, pero orientado luego al campo de la teología y exégesis bíblica. Pertenece a la iglesia evangélica, aunque a la vez ha hecho la licenciatura de teología en la Universidad Pontificia Comillas, lo que le otorga un amplio campo de miras y la posibilidad de entender muy bien a católicos y protestantes en sus divergencias exegéticas, y le permite un equilibrio que busca puentes entre ambas. He aquí la ficha del libro:

Sergio Rosell Nebreda, La nueva identidad de los cristianos. El himno a Cristo en la Carta a los filipenses, Sígueme, Madrid 2010, 142 pp. con bibliografía. ISBN: 978-84-301-1748-2


Rosell, que maneja bien la bibliografía moderna, confesional, ante todo la redactada en inglés, sobre la Epístola a los filipenses, no tiene el interés de explicar esta carta completa a los lectores, sino el de comentar una buena parte de ella, uno de sus puntos culminantes: Flp 2,6-11.

Es un texto relativamente difícil. Existe una disputa antigua sobre la interpretación de este himno centrada en dos campos:

A. ¿Se trata de una composición prepaulina, que el Apóstol adapta a los intereses de su carta, o bien de un himno compuesto por Pablo mismo que expresa su teología?

B. ¿Debe entenderse este himno como una suerte de minitratado teológico que expresa ante todo la historia de la salvación desde el punto de vista de Dios y de Cristo, sin un alcance moral directo para el modo de vida de la comunidad de Filipos? O bien ¿contiene ciertamente una exposición previa de unas ideas teológicas, pero su fin es ante todo ético y moral, a saber regular el comportamiento de la comunidad?

La respuesta de Rosell es que las dos alternativas no son, ni mucho menos, excluyentes. Es más, opina, el himno tiene las dos finalidades.

Segundo: sostiene que es indiferente en sí, para la comprensión de Filipenses, si Pablo compuso o no este himno; si fue su autor o su adaptador. Lo que importa es que –tal como está en la carta actual- expresa bien la teología de Pablo y sirve, además, de modo preeminente para fundamentar el modo ético de comportamiento de la comunidad..., sobre todo cómo debe constituir su identidad cristiana.

Tercero: afirma que sin estudiar a fondo la situación del himno en la argumentación de la carta, su macrocontexto en ella, y sin tener en cuenta las circunstancias sociales en las que vivían los filipenses no puede entenderse bien el significado del himno. Por ello, defiende que sin recurrir a las ciencias sociales no es posible entender a fondo lo que quiso decir Pablo en este pequeño pero denso pasaje.

Para ello Rosell propone atender a las propuestas novedosas modernas que tienen mucho en cuenta “las relaciones lingüísticas, teológicas y argumentales del himno con el resto de la Carta” (p. 25), junto con la aportación de las ciencias sociales (“No es que los estudios bíblicos tradicionales no hubieran hecho caso a los elementos sociales –como la complejidad de la vida humana integrada no sólo por pensamientos, sino por estructuras sociales, creencias, experiencias diarias, etc.— sino que hasta ahora no las habían considerado partes del proceso interpretativo” (p. 15). Naturalmente, añade, su uso no debe hacer olvidar el rigor académico y los estudios histórico críticos actuales (p. 26).

A continuación presenta el autor una suerte de introducción a la Carta:

a) situación histórica cómo fue fundada la comunidad;

b) qué tipo de personas la componía (gente de procedencia pagana fundamentalmente y unos pocos judíos);

c) lugar de composición: tiene que ser una ciudad en la que Pablo hubiese estado encarcelado (1,7.13-17, por lo que sólo entran en juego Roma (según Hch 28,16.30), Cesarea (Hch 23-26), o Éfeso (no tenemos absolutamente ninguna noticia directa de que Pablo hubiera estado prisionero precisamente en esa ciudad. Los Hechos de los apóstoles no dicen ni una palabra al respecto. Sólo habla del motín de los orfebres contra Pablo que no terminó en prisión (Hch 19,23-40), pero juegan a su favor muchas posibilidades internas.

Al autor le parece que todas estas ciudades son lugares posibles y que todas tienen sus dificultades. Sin precisar más, se decanta por Éfeso (opción lógica dado el trasiego de gentes y la facilidad de transporte que presupone la Carta) e indica que “sea cual fuere la ubicación por la que se opte, este dato no afecta de forma determinante ni a la interpretación de la carta ni mucho menos a la del himno de 2,6-11 (pp. 31-32)

Tampoco presta atención al autor a la cuestión literaria si la carta actual es un escrito único o bien está formada por fragmentos de cartas auténticas de Pablo. Opina que esto último es poco probable, ya que en los manuscritos no hay señales de que se haya hecho tal “extraña” composición, puesto que aparece siempre en los manuscritos antiguos tal como la leemos hoy. Aparte de que él no cree que hacer escritos con apariencia de únicos, compuestos a base de varios fragmentos de un autor, fuera “una práctica común en la Antigüedad” (p. 33).

Aunque no estoy nada conforme con estas teorías (casi es irrefutable que literariamente está compuesta de fragmentos; hay pruebas también sólidas de que 2 Corintios es una "carta" también mixta, ni tampoco con su idea de considerar a Colosenses (p. 28) como carta auténtica de Pablo, ni tampoco a 2 Tesalonicense (p. 117), no voy a entrar en este campo, pues no afecta de hecho nada a la interpretación del himno.

Presenta Rosell un esquema de análisis retórico de la carta tal como está (en mi opinión inválido, porque no tiene en cuenta que probabilísimamente -como digo- se trata de un escrito compuesto de fragmentos), y llega al convencimiento de que el punto central de la carta está en 1,27-28:

“27 Una sola cosa: vivid a la altura de la buena noticia del Mesías, de modo que ya sea que vaya a veros o que tenga de lejos noticias vuestras, sepa que os mantenéis firmes en el mismo espíritu y que lucháis juntos como un solo hombre por la fidelidad a la buena noticia, 28 sin el menor miedo a los adversarios; esto será para ellos signo de derrota, para vosotros de victoria, todo por obra de Dios” (tr. J. Mateos).

Según Rosell, esta propuesta de vivir como ciudadanos dignos del evangelio se asienta en un marco narrativo y teológico amplio dentro de la Carta que sirve para proporcionar una nueva identidad a los cristianos, basada en criterios y paradigmas contrarios a los de la sociedad que tienen alrededor (p. 37)

Por último, antes del análisis concreto del himno estudia Rosell, y como base sociológica indispensable, cómo era la sociedad mediterránea en el siglo I y la “teoría de la identidad social”, porque sostiene que era deseo de Pablo precisamente fundamentar una nueva identidad social de los cristianos de Filipos (y en general de todos los cristianos, fueran conversos suyos o no) utilizando “las convenciones sociales de su época para llevar a la comunidad filipenses a una comprensión de sí misma distinta de la que presentaba la sociedad grecorromana de aquel tiempo” (p. 36).

Tal sociedad del entorno era "timocrática" (es decir, estaba empeñada en la búsqueda de la timé (griego), el honor, por encima de todo, y estaba muy jerarquizada, de modo que el que un individuo fuera esclavo era ser la escoria de la sociedad y no tener derecho alguno, incluso no ser considerado casi ni persona humana.

Rosell estudia a continuación (pp. 39-77) la sociedad mediterránea del siglo I y la teoría moderna de cómo se forma la identidad social, es decir, cómo puede aplicarse al siglo I lo que hoy nos descubren las ciencias sociales acerca de la formación de la identidad propia de los grupos sociales, en especial de los religiosos.

Así expone, apoyándose en tratadistas modernos, qué es la identidad social, en qué pudo influir el que la carta se dirigiera precisamente a cristianos de la ciudad de Filipos y cuáles eran las estructuras sociales relevantes que ayudan a comprender el escrito de Pablo, en especial dos:

a) la esclavitud en le mundo grecorromano; y

b) la amistad en ese mismo mundo y su sentido plural, ya que es reconocido por todos los intérpretes que Filipenses es una carta de amistad o amigable.

Seguiremos en la próxima nota con el análisis de Sergio Rosell del himno de Flp 2,6-11

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 26 de Abril 2011
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