Hoy escribe Antonio Piñero
La misión autónoma de Jesús surgió de las cenizas del fracaso de Juan Bautista, su mentor durante cierto tiempo. La violenta muerte de éste, lejos de provocar el desaliento, encendió en Jesús una nueva esperanza. Al parecer, el encarcelamiento de Juan provocó en Jesús la idea de que Dios actuaría enérgicamente en esos momentos de desesperanza. El Nazareno sintió que Dios había decidido adelantar al momento presente su intervención definitiva, esperada por Juan Bautista para un futuro, aunque inmediato.
Según Vidal, Jesús hubo de tener en esos momentos una suerte de revelación fundante, que equivalía a su vocación como agente mesiánico de Dios. Pero no deber imaginarse esa revelación como un éxtasis o una visión, sino quizás como una iluminación interior que daba un nuevo sentido a su misión. Lógicamente, según el proyecto de Juan, Jesús debió de sentirse como “el más poderoso”, esperado por el Bautista; es decir, tenía que asumir la función de agente mesiánico de la liberación definitiva de Dios. Consiguientemente también, fue entonces cuando Jesús comenzó a proclamar y a escenificar como ya presente el futuro anunciado por su maestro.
Por ello, la misión de Jesús no tuvo como escenario el desierto (como en el Bautista), sino la tierra de Israel. No era ya tiempo de preparación, sino de la presencia del acontecimiento liberador y definitivo de Dios. Éste no se iniciaba con el Gran Juicio purificador, como había anunciado Juan, sino con la irrupción de la acción transformadora del Dios soberano, que Jesús designaba como “reino de Dios”.
El “reino de Dios” era un símbolo que designaba en Jesús una realidad que tenía el mismo carácter fundamental que albergaba tal “símbolo” en la esperanza israelita. Se trataba del acontecimiento liberador único y definitivo con el que Dios iba a transformar la historia de Israel y, por su medio, la historia definitiva de todos los pueblos. En correspondencia con sus orígenes que en Israel iban asociados con la categoría política de estado independiente y soberano, el reino de Dios era un símbolo de tipo político y social. Su perspectiva afectaba a la existencia del pueblo israelita en su conjunto. Y esta esperanza era compartida por Jesús con todo el judaísmo de su época, y por tanto también con Juan Bautista.
El reino de Dios para Jesús no debió de consistir en un acto puntual de carácter mágico, sino –según Vidal- en un acontecimiento dinámico, cuyo proceso se desarrollaría en varias etapas. La primera estaba dedicada a la misión por los poblados rurales de Galilea y su entorno. Jesús descubrió en el campesinado galileo las raíces más originales y profundas del Israel ancestral: representaba al pueblo humillado y oprimido que necesitaba liberación; era un pueblo pobre, despojado por los poderosos de su derecho a disfrutar de la tierra, la heredad donada por Dios. Era el representante del Israel enfermo y endemoniado, dominado por Satanás y el pecado.
Si el reino de Dios tenía que ser una buena noticia debía comenzar allí donde vivían los oprimidos: en las aldeas. Esa estrategia de Jesús distaba mucho de una estrategia de poder, es decir, una dirigida a influir en los estamentos socialmente poderosos. Se trataba más bien de una estrategia del encuentro con el pueblo perdido, pero elegido por Dios que necesitaba la sanación y la renovación de sus raíces de vida y del tejido completo de su existencia.
El cambio de horizonte temporal y geográfico de la misión de Jesús respecto a la de Juan exigía también un cambio de estrategia misional. El pueblo no tenía que acudir al desierto para recibir un bautismo –Jesús y sus gentes no bautizaban- sino que recorrían la tierra para ir hacia los pecadores. Éste es el sentido de la itinerancia de Jesús y de sus colaboradores misionales, que recorrían las aldeas de Galilea y de su entorno. Con otras palabras, Jesús y sus misionero eran los obreros de la mies, y ésta era el pueblo de la tierra.
Según Vidal, los relatos evangélicos apuntan a que Jesús esperaba que la renovación del pueblo aldeano y pobre de Galilea desencadenaría un proceso imparable que conduciría al estado definitivo de la implantación del reino de Dios en la tierra de Israel; este proceso acarrearía la renovación directa también de Jerusalén, que como capital sería el centro del Reino mesiánico esperado. Se realizaría entonces la renovación del Israel total de las doce tribus. Y éste sería el instrumento para un cambio en los pueblos todos de la tierra.
Se cumpliría así una dimensión importante de la esperanza judía en la que se expresaba la comprensión profunda que Israel tenía de su elección. Israel tenía conciencia de ser, en la época mesiánica, un medio de salvación para todas las naciones. El proceso habría de culminar en el disfrute de todos los pueblos, junto con todo Israel, del gran estado de paz y plenitud de vida, acá en la tierra, pero transformada. Este estado feliz era descrito por Jesús con la imagen del gran banquete de fiesta en la vida mesiánica.
Esta era la gran esperanza de Jesús mientras misionaba por los poblados de Galilea y las regiones de su entorno. Pero no se cumplió tal proyecto, antes incluso de concluir su primera fase, la renovación del campesinado galileo. Este fracaso fue debido de nuevo a la actividad libre humana: la causa de él fue la poca acogida efectiva del pueblo a la proclamación de Jesús y el rechazo frontal de las autoridades de Galilea, escribas y letrados por una parte; Herodes Antipas y los herodianos, por otra.
Se imponía, pues, comenzar otro proyecto o retirarse.
Concluiremos pronto el resumen, que espero parezca interesante y con diversos puntos de discusión, del pensamiento de Senén Vidal acerca de la misión de Jesús el galileo.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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Un aviso para los lectores radicados en España, sobre todo en Andalucía: se ha iniciado ya el período de preinscripción del siguiente magister/máster
MÁSTER UNIVERSITARIO
RELIGIONES Y SOCIEDADES
CURSO 2010-2011
Organizado por la Universidad Internacional de Andalucía y la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Comité científico:
Dr. Francisco Díez de Velasco
Dr. Jaime Alvar Ezquerra
Dr. Amador Vega
Dr. José Antonio Antón Pacheco
Dr. Julio Trebolle Barrera
Dr. Antonio Piñero
Dr. Emilio González Ferrín
Dr. José Mª Contreras Mazario
Objetivos generales
La religión ha sido y es una de las claves de la Humanidad. A lo largo de la Historia y en el mundo actual, la religión se revela como una de las fuerzas que mueven al individuo y al grupo, que originan cambios políticos, que generan rasgos culturales. Por tanto, el objetivo más ambicioso de este máster es sin duda proporcionar a los estudiantes una perspectiva precisa del lugar de la religión y de las distintas religiones en la historia del mundo.
Profundizar en el conocimiento de las religiones se ha convertido en algo urgente. Por una parte, el siglo XXI comienza marcado a fuego por conflictos que, bajo la etiqueta de “religiosos”, esconden un complejo entramado de factores que van mucho más allá de la religión, pero que están unidos a ella de manera indisoluble. Por otra, los movimientos migratorios son cada vez más frecuentes, y hoy somos conscientes de que la convivencia pacífica entre culturas exige tanto conocer la propia identidad, cuanto entender y respetar la identidad de los otros.
El conocimiento científico de la génesis, del desarrollo y de la situación actual de las grandes tradiciones religiosas debe contribuir a la comprensión global del pasado y el presente, y sobre todo al diseño de las estrategias para el futuro. Entendemos que la educación ha de asumir su responsabilidad en la construcción de la paz, y que ahondar en el conocimiento de las religiones propias y ajenas es condición indispensable para eludir el conflicto.
La actual política educativa ha reconocido todos estos aspectos y está comenzando a generar estrategias que promueven el conocimiento de la religión. En este sentido, el objetivo de este máster es triple: por una parte, contribuir a la formación de los docentes que enseñan religiones en los diferentes niveles educativos; por otra, presentar distintas líneas de investigación que puedan engendrar nuevos conocimientos sobre las religiones y enriquecer su estudio; por último –aunque no menos importante-, proporcionar formación sobre las tradiciones religiosas a todo el que desee profundizar en ellas y a quienes trabajan en contacto con diferentes culturas y religiones (políticos, diplomáticos, trabajadores sociales, cooperantes).
Para lograrlo, los objetivos específicos de este máster son los siguientes:
1. Ofrecer conocimientos generales sobre la religión como sistema cultural y sobre la articulación de las creencias, los ritos y los códigos éticos.
2. Ofrecer un aparato metodológico para el análisis y la enseñanza del fenómeno religioso, mediante la presentación de las principales teorías y métodos de las distintas escuelas y la formación en el análisis de los testimonios.
3. Ofrecer conocimientos específicos sobre las principales tradiciones religiosas del mundo y favorecer el estudio comparado de todas ellas.
4. Promover el estudio interdisciplinar de la religión, incluyendo en su análisis otras disciplinas (historia, sociología, antropología, política, derecho) e incluyendo a la religión entre las categorías explicativas de todas ellas.
5. Promover el análisis de la situación de las distintas religiones en el mundo actual, mediante la reflexión sobre la relación entre la religión y la sociedad.
6. Apuntar líneas de investigación novedosas a los alumnos interesados en iniciarse en la carrera investigadora.
Estructura académica
Máster de carácter semipresencial (60 créditos ECTS), que consta de dos partes:
1. Módulo de formación teórica (45 créditos ECTS), dividido a su vez en:
a) Fase de trabajo personal tutorizado de manera virtual (3 ECTS): programa de lecturas diseñado por los directores académicos del Máster y el comité científico, para la preparación de la fase presencial. Una vez realizadas las lecturas, habrá un control virtual que será necesario superar para pasar a la fase siguiente.
b) Fase presencial: sesiones teóricas repartidas en 8 módulos y lectura de las obras recomendadas por el coordinador de cada módulo.
Las horas presenciales podrán cursarse: 1 octubre 2010 -30 junio 2011 ( 8 meses).
Tras cursar cada uno de los módulos, los alumnos deberán responder a las correspondientes pruebas virtuales, antes de pasar a la fase final del máster.
2. Módulo de investigación (15 créditos ECTS) durante el cual, de forma individual y bajo la dirección de uno o más profesores, se desarrollará el Trabajo de Investigación, cuya propuesta definitiva habrá sido previamente elaborada en la fase presencial. Este módulo está destinado a iniciar a los alumnos en las técnicas de investigación y en la exposición de sus resultados ante un público especializado.
Con carácter optativo, los alumnos que lo deseen podrán cursar
1) Un módulo de “Didáctica de las Religiones”, que constará de 7 ECTS; en este caso, el Trabajo de Investigación al que se refiere el párrafo anterior equivaldrá sólo a 8 créditos ECTS. El módulo de Didáctica constará de sesiones presenciales (que tendrán lugar durante el mes de mayo de 2011 y culminará en la preparación y presentación de una Unidad Didáctica que versará sobre el tema elegido por el alumno para su Trabajo de Investigación.
2) Un módulo de “Laicidad y Derechos Humanos”, que constará de 7 ECTS; en este caso, el Trabajo de Investigación al que se refiere la introducción del apartado 2 equivaldrá sólo a 8 créditos ECTS.
Contenido de la fase presencial
Se trata de cursar los siguientes 8 módulos:
1. Teorías y métodos del estudio de la religión (5 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Francisco Díez de Velasco (Univ. La Laguna)
2. Manifestaciones religiosas de la Antigüedad (4 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinadores: Dr. Jaime Alvar Ezquerra (Universidad Carlos III)
Dra. Elena Muñiz Grijalvo (UPO)
3. Los monoteísmos, I: Judaísmo (4 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinadores: Dr. Julio Trebolle Barrera (Univ. Complutense)
Dr. Juan Manuel Cortés Copete (UPO)
4. Los monoteísmos, II: Cristianismo (7 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Antonio Piñero Sáenz (Universidad Complutense)
5. Los monoteísmos, III: Islam (7 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Emilio González Ferrín (Univ. Sevilla)
6. Religiones orientales: Hinduismo y Budismo (4 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Amador Vega (Univ. Pompeu Fabra)
Dr. José Antonio Antón Pacheco (Univ. Sevilla)
7. Religiones en América: Tradiciones indígenas, cristianismos (4 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador:
8. Religiones y sociedad actual (7 ECTS)
Tipo: Fundamental - Carácter: Obligatorio
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. José Mª Contreras Mazario (UPO)
Para mayor información, éntrese por favor, en la página web de la Universidad “Pablo de Olavide”, Sevilla:
http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp
http://www.upo.es/postgrado/detalle_curso.php?id_curso=263
http://www.emagister.com/master/master-religion-tematica-85.htm