Hoy escribe Fernando Bermejo
Cuando Jean Meslier (1664-1729), cura de la parroquia rural de la población francesa de Étrépigny, murió, dejó entre sus pertenencias tres copias manuscritas de una “Memoria” de sus pensamientos y sentimientos. Y, en efecto, este extenso escrito, en que se muestra un ateísmo y un materialismo radicales, es una cabal confesión de lo que verdaderamente pensaba y sentía el individuo en cuestión.
El título completo reza así: “Memoria de los pensamientos y sentimientos de Jean Meslier, cura de Étrépigny y de Balaives, acerca de ciertos errores y falsedades en la guía y gobierno de los hombres, donde se hallan demostraciones claras y evidentes de la vanidad y falsedad de todas las divinidades y religiones que hay en el mundo, memoria que debe ser entregada a sus parroquianos después de su muerte para que sirva de testimonio de la verdad, tanto para ellos como para sus semejantes”. Con el título Memoria contra la religión, la obra (en traducción de Javier Mina y con epílogo de Julio Seoane) ha sido publicada por la editorial Laetoli, Pamplona, 2010.
Como Reimarus, como Strauss (durante un tiempo) y como tantos otros, Meslier hubo de ocultar lo que pensaba y disfrazar sus verdaderas convicciones, obligado a llevar una doble vida ante la certeza de que la parresía (es decir, la libertad de palabra) no era precisamente algo que las autoridades eclesiásticas de su tiempo respetasen particularmente. Por lo que me cuentan, las cosas no han mejorado mucho.
Voltaire publicó un resumen, “Testamento del cura Meslier”, que tuvo por una parte la virtud de dar a conocer la obra, pero que por otro lado desvirtuó su potencia crítica, dejando al Meslier anticlerical pero privado de su materialismo ateo y de sus reivindicaciones sociales, que son una verdadera revuelta contra el Antiguo Régimen. En 1791, el barón de Holbach publicó de modo anónimo un resumen de su propio Sistema de la naturaleza con el título "Le bon sens du curé Meslier" (El sentido común del cura Meslier).
Dice Voltaire en una carta del 16 de julio de 1762 a D’Alambert:
“Me parece que el testamento de Jean Meslier produce un efecto importante; todos los que lo leen se convencen, pues este hombre discute y prueba. Habla en el momento de la muerte, en el momento en que los mentirosos dicen la verdad”.
El desconocimiento de la vida de Meslier se ve compensada por una anécdota que refleja de modo elocuente el único gran enfrentamiento de su vida. En una ocasión, el cura de pueblo negó a Antoine de Touly, señor de Étrépigny, el honor (entonces lo era) de las oraciones dominicales, afeándole en una homilía haber maltratado a algunos campesinos siervos suyos. El ofendido protestó ante el arzobispo de Reims, quien ordenó a Meslier rectificar en público en su siguiente homilía dominical. No hay noticias de que llegase a hacerlo.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Cuando Jean Meslier (1664-1729), cura de la parroquia rural de la población francesa de Étrépigny, murió, dejó entre sus pertenencias tres copias manuscritas de una “Memoria” de sus pensamientos y sentimientos. Y, en efecto, este extenso escrito, en que se muestra un ateísmo y un materialismo radicales, es una cabal confesión de lo que verdaderamente pensaba y sentía el individuo en cuestión.
El título completo reza así: “Memoria de los pensamientos y sentimientos de Jean Meslier, cura de Étrépigny y de Balaives, acerca de ciertos errores y falsedades en la guía y gobierno de los hombres, donde se hallan demostraciones claras y evidentes de la vanidad y falsedad de todas las divinidades y religiones que hay en el mundo, memoria que debe ser entregada a sus parroquianos después de su muerte para que sirva de testimonio de la verdad, tanto para ellos como para sus semejantes”. Con el título Memoria contra la religión, la obra (en traducción de Javier Mina y con epílogo de Julio Seoane) ha sido publicada por la editorial Laetoli, Pamplona, 2010.
Como Reimarus, como Strauss (durante un tiempo) y como tantos otros, Meslier hubo de ocultar lo que pensaba y disfrazar sus verdaderas convicciones, obligado a llevar una doble vida ante la certeza de que la parresía (es decir, la libertad de palabra) no era precisamente algo que las autoridades eclesiásticas de su tiempo respetasen particularmente. Por lo que me cuentan, las cosas no han mejorado mucho.
Voltaire publicó un resumen, “Testamento del cura Meslier”, que tuvo por una parte la virtud de dar a conocer la obra, pero que por otro lado desvirtuó su potencia crítica, dejando al Meslier anticlerical pero privado de su materialismo ateo y de sus reivindicaciones sociales, que son una verdadera revuelta contra el Antiguo Régimen. En 1791, el barón de Holbach publicó de modo anónimo un resumen de su propio Sistema de la naturaleza con el título "Le bon sens du curé Meslier" (El sentido común del cura Meslier).
Dice Voltaire en una carta del 16 de julio de 1762 a D’Alambert:
“Me parece que el testamento de Jean Meslier produce un efecto importante; todos los que lo leen se convencen, pues este hombre discute y prueba. Habla en el momento de la muerte, en el momento en que los mentirosos dicen la verdad”.
El desconocimiento de la vida de Meslier se ve compensada por una anécdota que refleja de modo elocuente el único gran enfrentamiento de su vida. En una ocasión, el cura de pueblo negó a Antoine de Touly, señor de Étrépigny, el honor (entonces lo era) de las oraciones dominicales, afeándole en una homilía haber maltratado a algunos campesinos siervos suyos. El ofendido protestó ante el arzobispo de Reims, quien ordenó a Meslier rectificar en público en su siguiente homilía dominical. No hay noticias de que llegase a hacerlo.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo