Hoy escribe Antonio Piñero
Hemos sostenido siempre –y lo he recalcado en la Introducción a la “Guía para entender el Nuevo Testamento” (por cierto que están ya imprimiendo la 4ª edición en papel desde 2006, además de la edic. electrónica; anunciaré cuando esté lista)- que cuando se desea entender bien una obra de este corpus hay que comenzar por leerla detenidamente toda entera.
Si el lector del Nuevo Testamento no sabe griego, he dicho también que debe tener una buena versión del Nuevo Testamento, o mejor varias para contrastarlas entre sí. Ahora bien, si se pretende no sólo entender, sino estudiar realmente un texto del Nuevo Testamento ha y que ir por partes. Y es conveniente en primer lugar delimitar por uno mismo con la mayor precisión posible el texto en cuestión.
Este proceso puede parecer superfluo, infantil e inútil a algunos, pero no lo es: la segmentación de un texto para formar un conjunto separado de otros, y poste¬rior¬mente la división en unidades menores de ese mismo pasaje sirve para realzar las partes más importantes de él, y por tanto a conceder una mayor carga de significado a las zonas o segmentos más relevantes.
El que sepa griego tiene en la edición Nestle-Aland, Novum Testamentum graece, de Kurt y Barbara Aland, Johannes Karavidopoulos, Carlo M. Martini, Bruce M. Metzger (más cientos de colaboradores del Institut für Textforschung des Neuen Testament de Münster, Westfalia, Alemania), 27ª edición, de la Deutsche Bibelgesellschfat de 1984 (comprable, me imagino, en Lib. Paulina u otras al menos por encargo), una excelente ayuda. La edición en sí es un gran proceso de comentario y segmentación de perícopas y partes del Nuevo Testamento sólo por el modo cómo está impreso, por medio de separaciones y huecos.
Además, el que haya escogido esta obra con texto latino en la página de al lado, el de la edición de la Vulgata, tiene ayudas suplementarias, porque este texto latino tiene ya una cierta división en perícopas, con sus “ladillos”, o epígrafes a los pasajes que explican su contenido.
Ejemplo: Marcos 13, 1 está introducido por los siguientes epígrafes: Sermo de novissimis (= Discurso escatológico) + Eversio templi preedicitur (= [Jesús] predice la destrucción del Templo, y luego, al principio del versículo tres, en cursiva y centrado se lee (De tribulatione magna inminente = De la gran tribulación que se avecina). Como se ve, la división en segmentos está ya hecha en buena parte.
Pero para el que no maneja el griego/latín, para ayudarse en este proceso preliminar de división del texto existen múltiples indicaciones en las traducciones comerciales al uso que dividen el texto seguido que aparece en el Nuevo Testamento traducido; pero no todas las segmentaciones son de fiar, como se deduce de las diversas divisiones en unidades de sentido que cada versión ofrece a sus lectores. Un análisis personal ayudará a contrastar la propia división con la de otros intérpretes.
En la tarea de segmentación de un texto pueden ayudarnos los siguientes indicios:
• Pasos de estilo indirecto a directo, o al revés.
• Cambio de tema evidenciado por alguna fórmula, como por ejemplo, los equivalen¬tes al castellano "por lo demás" (cf. 1 Tes 4,1).
• Cambios de lugar o tiempo en la narración.
• Introducción de alguna persona nueva en el relato.
• Acumulación de signos sintácticos, estilísticos o semánticos, como la frecuencia extraordinaria del uso de ciertos vocablos en algunas perícopas (Mt 5,1-11: “Bienaventurados…”).
• Uso de partículas; empleo de frases que parezcan servir de título o, por el contrario, de resumen de lo anteriormente dicho; en el caso de textos evangélicos de los llamados sinópticos (Mt-Mc-Lc) ayuda en toda esta tarea el trabajo con una sinopsis (por ejemplo la de J. Alonso Díaz - A. Vargas Machuca, Sinopsis de los Evangelios, Publicaciones de la Univ. Pontif. Comillas, Madrid, 1996. En este caso las pequeñas unidades se perciben mejor gracias a las variaciones de los pasajes paralelos.
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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