Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Análisis de los Hechos de Andrés
En el confuso estado en que se han conservado los Hechos primitivos del apóstol Andrés de Betsaida, se da una paradoja sorprendente. En primer lugar, el material auténtico y original se halla disperso en las variadas y numerosas reelaboraciones que ha sufrido la tradición; de ahí que sean escasos los textos indiscutiblemente originales, al menos relativamente. Pero por otro lado, las leyendas y las tradiciones sobre el apóstol Andrés son quizás más abundantes que las de ningún otro de los apóstoles.
La piedad cristiana debió de considerar a Andrés como un personaje lo suficientemente interesante como para que valiera la pena conservar y reproducir sus recuerdos. La razón es, con toda probabilidad, su título de “Protocleto”, el “Primer llamado”. Andrés es, en efecto, el primero de los discípulos llamados por Jesús según el texto de Jn 1, 35ss. En el contexto sobre el ministerio de Juan Bautista, sucedió el caso del encuentro de Juan con Jesús según el texto del cuarto evangelio. Se encontraba el Bautista con dos de sus discípulos cuando vio que Jesús pasaba. “He aquí el Cordero de Dios”, dijo el Bautista. Los dos discípulos siguieron a Jesús.
Al ver que lo seguían, les preguntó Jesús: “Qué buscáis?” Ellos respondieron con otra pregunta: “¿Dónde vives?” La referencia fue una especie de invitación: “Venid y lo veréis”. Fueron, pues, con Jesús, vieron dónde vivía y permanecieron con él aquel día. Y sigue la identificación: “Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de los dos que siguieron a Juan y le siguieron” (a Jesús). El relato evangélico refiere que Andrés encontró a su hermano Simón a quien habló del hallazgo del Mesías. De manera que a su mérito de ser el Primer llamado añadía Andrés el de haber llevado a su hermano Simón Pedro a la presencia y a la compañía de Jesús. Era Andrés de Betsaida, la ciudad de otro de los apóstoles, Felipe, con quien Andrés tuvo una relación especial, provocada por la comunidad de origen y de profesión.
Los códices H (Jerusalén) y S (Sinaí), descubiertos en la segunda parte del siglo XX y que están en la base de las ediciones de J. M. Prieur y la nuestra, recogen en su título el detalle del carácter de Protocleto del apóstol Andrés: “Martirio del santo y famoso protocleto Andrés apóstol”. Y así quedó en la tradición, por ejemplo, en la Vida de Andrés compuesta por Epifanio el Monje. Así reza el título de Epifanio en la Patrología de Migne (PG 120,215-216): “De Epifanio, monje y presbítero, vida, hechos y final del santo, todo ilustre y protocleto (primi vocati) entre los apóstoles, Andrés”. La obra de Epifanio recuerda con sus primeras palabras el principio del evangelio según Lucas: Epeidēper pollói anegrápsanto… (“Puesto que muchos han puesto por escrito”…).
En consecuencia, la tarea más importante acerca de los HchAnd es posiblemente la reconstrucción del texto original, esa fuente primera de la que se derivan las diferentes versiones y elaboraciones hagiográficas de la leyenda de Andrés. A ella dedica J. M. Prieur una parte muy importante de su obra sobre los Hechos de Andrés en la colección Corpus Christianorum de Brepols Acta Andreae, vol. I, pp. 1-65. Puede verse la Introducción de los HchAnd en el primer volumen de nuestra edición de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles de A. Piñero & G. del Cerro, pp. 110-126. Éste es igualmente el objetivo de J. Flamion en la segunda parte de su obra sobre estos mismos Hechos (Les Actes Apocryphes de l’Apôtre André, Lovaina, 1911). Esa parte tiene en Flamion como epígrafe genérico “Los Hechos primitivos de Andrés según los textos”.
Los editores y traductores de los HchAnd son conscientes, lógicamente, del problema y optan por diferentes soluciones. M. Bonnet recoge el códice Va 808 perí hēmâs, que es uno de los fragmentos más importantes de los HchAnd primitivos (en la edición de Lipius-Bonnet, II-I 38-45). Pero a la vez recoge y publica la Pasión de san Andrés Apóstol, denominada por Flamion “Epístola griega” en su texto latino original y en sus dos versiones griegas (Ibid. II-I 58-64. Añade luego los textos de los denominados Martyrium Prius (pp. 46-57) y Martyrium Alterum (pp. 58-64). Edita incluso los Hechos de Andrés y Matías (Mateo) en la ciudad de los antropófagos y los Hechos de los santos apóstoles Pedro y Andrés, estos últimos de ambiente muy distinto del que se respira en los fragmentos anteriores.
Bonnet es consciente de que estos Hechos no son textos pertenecientes a los Hechos primitivos, pero da por supuesto que en ellos se contienen elementos originales. Por eso recurre en su edición al sistema de subrayado mediante la separación de las letras en aquellas partes que considera auténticas. Esto es lo que sucede en largos pasajes de la Passio Andreae o “Epístola griega”, sobre todo, en la segunda versión griega (10-15), relativos al encuentro de Andrés con la cruz y a los parlamentos subsiguientes. (Continuaremos)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Análisis de los Hechos de Andrés
En el confuso estado en que se han conservado los Hechos primitivos del apóstol Andrés de Betsaida, se da una paradoja sorprendente. En primer lugar, el material auténtico y original se halla disperso en las variadas y numerosas reelaboraciones que ha sufrido la tradición; de ahí que sean escasos los textos indiscutiblemente originales, al menos relativamente. Pero por otro lado, las leyendas y las tradiciones sobre el apóstol Andrés son quizás más abundantes que las de ningún otro de los apóstoles.
La piedad cristiana debió de considerar a Andrés como un personaje lo suficientemente interesante como para que valiera la pena conservar y reproducir sus recuerdos. La razón es, con toda probabilidad, su título de “Protocleto”, el “Primer llamado”. Andrés es, en efecto, el primero de los discípulos llamados por Jesús según el texto de Jn 1, 35ss. En el contexto sobre el ministerio de Juan Bautista, sucedió el caso del encuentro de Juan con Jesús según el texto del cuarto evangelio. Se encontraba el Bautista con dos de sus discípulos cuando vio que Jesús pasaba. “He aquí el Cordero de Dios”, dijo el Bautista. Los dos discípulos siguieron a Jesús.
Al ver que lo seguían, les preguntó Jesús: “Qué buscáis?” Ellos respondieron con otra pregunta: “¿Dónde vives?” La referencia fue una especie de invitación: “Venid y lo veréis”. Fueron, pues, con Jesús, vieron dónde vivía y permanecieron con él aquel día. Y sigue la identificación: “Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de los dos que siguieron a Juan y le siguieron” (a Jesús). El relato evangélico refiere que Andrés encontró a su hermano Simón a quien habló del hallazgo del Mesías. De manera que a su mérito de ser el Primer llamado añadía Andrés el de haber llevado a su hermano Simón Pedro a la presencia y a la compañía de Jesús. Era Andrés de Betsaida, la ciudad de otro de los apóstoles, Felipe, con quien Andrés tuvo una relación especial, provocada por la comunidad de origen y de profesión.
Los códices H (Jerusalén) y S (Sinaí), descubiertos en la segunda parte del siglo XX y que están en la base de las ediciones de J. M. Prieur y la nuestra, recogen en su título el detalle del carácter de Protocleto del apóstol Andrés: “Martirio del santo y famoso protocleto Andrés apóstol”. Y así quedó en la tradición, por ejemplo, en la Vida de Andrés compuesta por Epifanio el Monje. Así reza el título de Epifanio en la Patrología de Migne (PG 120,215-216): “De Epifanio, monje y presbítero, vida, hechos y final del santo, todo ilustre y protocleto (primi vocati) entre los apóstoles, Andrés”. La obra de Epifanio recuerda con sus primeras palabras el principio del evangelio según Lucas: Epeidēper pollói anegrápsanto… (“Puesto que muchos han puesto por escrito”…).
En consecuencia, la tarea más importante acerca de los HchAnd es posiblemente la reconstrucción del texto original, esa fuente primera de la que se derivan las diferentes versiones y elaboraciones hagiográficas de la leyenda de Andrés. A ella dedica J. M. Prieur una parte muy importante de su obra sobre los Hechos de Andrés en la colección Corpus Christianorum de Brepols Acta Andreae, vol. I, pp. 1-65. Puede verse la Introducción de los HchAnd en el primer volumen de nuestra edición de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles de A. Piñero & G. del Cerro, pp. 110-126. Éste es igualmente el objetivo de J. Flamion en la segunda parte de su obra sobre estos mismos Hechos (Les Actes Apocryphes de l’Apôtre André, Lovaina, 1911). Esa parte tiene en Flamion como epígrafe genérico “Los Hechos primitivos de Andrés según los textos”.
Los editores y traductores de los HchAnd son conscientes, lógicamente, del problema y optan por diferentes soluciones. M. Bonnet recoge el códice Va 808 perí hēmâs, que es uno de los fragmentos más importantes de los HchAnd primitivos (en la edición de Lipius-Bonnet, II-I 38-45). Pero a la vez recoge y publica la Pasión de san Andrés Apóstol, denominada por Flamion “Epístola griega” en su texto latino original y en sus dos versiones griegas (Ibid. II-I 58-64. Añade luego los textos de los denominados Martyrium Prius (pp. 46-57) y Martyrium Alterum (pp. 58-64). Edita incluso los Hechos de Andrés y Matías (Mateo) en la ciudad de los antropófagos y los Hechos de los santos apóstoles Pedro y Andrés, estos últimos de ambiente muy distinto del que se respira en los fragmentos anteriores.
Bonnet es consciente de que estos Hechos no son textos pertenecientes a los Hechos primitivos, pero da por supuesto que en ellos se contienen elementos originales. Por eso recurre en su edición al sistema de subrayado mediante la separación de las letras en aquellas partes que considera auténticas. Esto es lo que sucede en largos pasajes de la Passio Andreae o “Epístola griega”, sobre todo, en la segunda versión griega (10-15), relativos al encuentro de Andrés con la cruz y a los parlamentos subsiguientes. (Continuaremos)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro