Hoy escribe Gonzalo del Cerro
La Biblia en los HchAp
Hablábamos el otro día de la estructura de los HchAp y sus paralelismos con la de los Hechos canónicos.
1. Entre los elementos que constituyen esa estructura, destacan de manera evidente y sistemática los viajes misioneros. Unos viajes que los protagonistas consideran como consecuencia del mandamiento de Jesús. “Voy según tu voluntad”, respondía Juan a la voz que le hablaba (HchJn 18,3). Dios me ha enviado, dice Pablo al procónsul que le interrogaba (HchPlTe 17,1). Igualmente, la orden de viajar hasta Italia le llega a Pedro de Dios (HchPe 5,3).
2. Los viajes tienen como justificación la necesidad de la predicación. Abundan en los HchAp frecuentes y prolijas peroratas que recuerdan las de Pedro y Pablo en los Hechos canónicos. A veces las alocuciones tienen como tema nuclear un recorrido por la historia de la salvación, como la de Pedro en los AV 7, la carta 3 Cor o el primer discurso de Pablo en Italia (PH 8). Son discursos que recuerdan también los de Pedro en Hch 2-4, de Esteban en Hch 7, de Pablo en Hch 13. Aunque lo normal es que sea muy inferior su rigor teológico.
3. Con la predicación, van los milagros, que tienen la finalidad evidente de demostrar que Dios garantiza y sella la palabra de sus enviados. “Muéstranos otro milagro (signum) para que creamos que tú eres el servidor de Dios vivo”, suplicaban los fieles a Pedro (HchPe 12,5). En consecuencia, los apóstoles resucitan muertos, curan enfermos. Y ello, no por su propio poder, sino por el de Jesús, como Pedro y Juan cuando curaron al cojo de la Puerta Hermosa (Hch 3,12.16; HchPe 28,3). Uno de los milagros, el de la resurrección de Patroclo, copero del emperador, parece sencillamente un duplicado de la de Eutico (HchPl Mart 1,2-3; Hch 20,9-11).
Cuando Blumenthal habla de las formas literarias de los HchAp, se detiene particularmente en aquellas que tienen un origen neotestamentario o tienen en el NT relaciones similares. Y reconoce en ellas “una forma básica, claramentge perceptible” (Formen und Motive in den Apokryphen Apostelgeschichten, TU 48,1, 1933, 88ss). Cita luego los ejemplos de resurrecciones de muertos que aparecen en diversos HchAp, en cuyo desarrollo se pueden descubrir elementos de las resurrecciones narradas en el NT. Analiza después otra clase de milagros, como curaciones, liberaciones de la cárcel, prodigios en la naturaleza, apariciones, voces del cielo, castigos sobrenaturales, etc. Muchos de estos detalles son referidos no solamente en el NT en general, sino precisamente en los Hechos canónicos de Lucas.
4. Las escenas bautismales y eucarísticas son también comunes a los Hechos de Lucas y a los Apócrifos. En el día de Pentecostés, Pedro termina invitando a los oyentes a que se bauticen. Muchos lo hacen y perseveran luego en la fracción del pan (Hch 8,38-42). Igualmente se bautizaban en Samaría los que oían el anuncio del reino, como el mismo Simón Mago (Hch 8,12-13). Y el eunuco de la reina de Candaces solicitó el bautismo a Felipe (Hch 8,36s). El encuentro de Pedro con Cornelio acaba también con el bautismo (Hch 10,47-48). Es la forma en que terminaban muchas escenas narradas en los HchTom.
Según los Hechos canónicos, se reunía Pablo el primer día de la semana para partir el pan. Como hizo Juan a la hora de su partida: se reunió con los hermanos, con quienes celebró y repartió la eucaristía (HchJn 106.109-110). El caso de Rufina en HchPe 2 demuestra la costumbre que tenía Pablo de reunirse para celebrar la eucaristía. Rufina se acerca sin la debida disposición, y recibe el consiguiente castigo. Se levantaba, en efecto, de un lecho adúltero. Esa costumbre aparece confirmada en el PH 4,4ss. La celebración eucarística solía seguir en varios pasajes de los HchTom después de los ritos bautismales.
5. Un capítulo importante en los relatos de los Hechos canónicos y de los Apócrifos está constituido por las persecuciones y los procesos ante los tribunales. Ya en Hch 4 y 5, las posturas de los apóstoles chocan con las actitudes legalistas de los sanedritas. Esteban se vio acosado por judíos celosos que lo arrastraron hasta el Sanedrín (Hch 6,8-14), que acaban condenándolo a muerte (Hch 7). El mismo Saulo, antes de su conversión, es instrumento de los sacerdotes en la persecución contra los cristianos. Una persecución que se repite por obra de Herodes Agripa y luego es una constante de la vida misionera de Pablo. Cuando el Apóstol regresa a Jerusalén, se ve enredado en distintos procesos en los que ha de defender su causa ante las autoridades judías (Hch 23,1-10), ante el procurador Félix (Hch 24,10-21), delante de Festo (Hch 25,6-12), ante Agripa (Hch 25,23-27 y 26,1-32).
El mismo Juan, cuya muerte está presentada en los textos de su metástasis, aparece también en tradiciones de persecuciones, procesos y martirios. Pero lo mismo sucede en el caso de Andrés con el procónsul Egeates; de Pablo en su encuentro (presunto) con el emperador Nerón; de Pedro con los amigos del César, disgustado por la conducta esquiva de sus mujeres; de Tomás en su contencioso con el rey Misdeo. Persecuciones, juicios, condenas y martirios.
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
La Biblia en los HchAp
Hablábamos el otro día de la estructura de los HchAp y sus paralelismos con la de los Hechos canónicos.
1. Entre los elementos que constituyen esa estructura, destacan de manera evidente y sistemática los viajes misioneros. Unos viajes que los protagonistas consideran como consecuencia del mandamiento de Jesús. “Voy según tu voluntad”, respondía Juan a la voz que le hablaba (HchJn 18,3). Dios me ha enviado, dice Pablo al procónsul que le interrogaba (HchPlTe 17,1). Igualmente, la orden de viajar hasta Italia le llega a Pedro de Dios (HchPe 5,3).
2. Los viajes tienen como justificación la necesidad de la predicación. Abundan en los HchAp frecuentes y prolijas peroratas que recuerdan las de Pedro y Pablo en los Hechos canónicos. A veces las alocuciones tienen como tema nuclear un recorrido por la historia de la salvación, como la de Pedro en los AV 7, la carta 3 Cor o el primer discurso de Pablo en Italia (PH 8). Son discursos que recuerdan también los de Pedro en Hch 2-4, de Esteban en Hch 7, de Pablo en Hch 13. Aunque lo normal es que sea muy inferior su rigor teológico.
3. Con la predicación, van los milagros, que tienen la finalidad evidente de demostrar que Dios garantiza y sella la palabra de sus enviados. “Muéstranos otro milagro (signum) para que creamos que tú eres el servidor de Dios vivo”, suplicaban los fieles a Pedro (HchPe 12,5). En consecuencia, los apóstoles resucitan muertos, curan enfermos. Y ello, no por su propio poder, sino por el de Jesús, como Pedro y Juan cuando curaron al cojo de la Puerta Hermosa (Hch 3,12.16; HchPe 28,3). Uno de los milagros, el de la resurrección de Patroclo, copero del emperador, parece sencillamente un duplicado de la de Eutico (HchPl Mart 1,2-3; Hch 20,9-11).
Cuando Blumenthal habla de las formas literarias de los HchAp, se detiene particularmente en aquellas que tienen un origen neotestamentario o tienen en el NT relaciones similares. Y reconoce en ellas “una forma básica, claramentge perceptible” (Formen und Motive in den Apokryphen Apostelgeschichten, TU 48,1, 1933, 88ss). Cita luego los ejemplos de resurrecciones de muertos que aparecen en diversos HchAp, en cuyo desarrollo se pueden descubrir elementos de las resurrecciones narradas en el NT. Analiza después otra clase de milagros, como curaciones, liberaciones de la cárcel, prodigios en la naturaleza, apariciones, voces del cielo, castigos sobrenaturales, etc. Muchos de estos detalles son referidos no solamente en el NT en general, sino precisamente en los Hechos canónicos de Lucas.
4. Las escenas bautismales y eucarísticas son también comunes a los Hechos de Lucas y a los Apócrifos. En el día de Pentecostés, Pedro termina invitando a los oyentes a que se bauticen. Muchos lo hacen y perseveran luego en la fracción del pan (Hch 8,38-42). Igualmente se bautizaban en Samaría los que oían el anuncio del reino, como el mismo Simón Mago (Hch 8,12-13). Y el eunuco de la reina de Candaces solicitó el bautismo a Felipe (Hch 8,36s). El encuentro de Pedro con Cornelio acaba también con el bautismo (Hch 10,47-48). Es la forma en que terminaban muchas escenas narradas en los HchTom.
Según los Hechos canónicos, se reunía Pablo el primer día de la semana para partir el pan. Como hizo Juan a la hora de su partida: se reunió con los hermanos, con quienes celebró y repartió la eucaristía (HchJn 106.109-110). El caso de Rufina en HchPe 2 demuestra la costumbre que tenía Pablo de reunirse para celebrar la eucaristía. Rufina se acerca sin la debida disposición, y recibe el consiguiente castigo. Se levantaba, en efecto, de un lecho adúltero. Esa costumbre aparece confirmada en el PH 4,4ss. La celebración eucarística solía seguir en varios pasajes de los HchTom después de los ritos bautismales.
5. Un capítulo importante en los relatos de los Hechos canónicos y de los Apócrifos está constituido por las persecuciones y los procesos ante los tribunales. Ya en Hch 4 y 5, las posturas de los apóstoles chocan con las actitudes legalistas de los sanedritas. Esteban se vio acosado por judíos celosos que lo arrastraron hasta el Sanedrín (Hch 6,8-14), que acaban condenándolo a muerte (Hch 7). El mismo Saulo, antes de su conversión, es instrumento de los sacerdotes en la persecución contra los cristianos. Una persecución que se repite por obra de Herodes Agripa y luego es una constante de la vida misionera de Pablo. Cuando el Apóstol regresa a Jerusalén, se ve enredado en distintos procesos en los que ha de defender su causa ante las autoridades judías (Hch 23,1-10), ante el procurador Félix (Hch 24,10-21), delante de Festo (Hch 25,6-12), ante Agripa (Hch 25,23-27 y 26,1-32).
El mismo Juan, cuya muerte está presentada en los textos de su metástasis, aparece también en tradiciones de persecuciones, procesos y martirios. Pero lo mismo sucede en el caso de Andrés con el procónsul Egeates; de Pablo en su encuentro (presunto) con el emperador Nerón; de Pedro con los amigos del César, disgustado por la conducta esquiva de sus mujeres; de Tomás en su contencioso con el rey Misdeo. Persecuciones, juicios, condenas y martirios.
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro