Hoy escriben Mercedes López Salvá y Miguel Herrero
Justino Mártir, samaritano de origen, griego por formación y cristiano por elección, vivió en la primera mitad del siglo II (100-165) y fue el primer autor cristiano que tuvo en alta consideración la filosofía platónica e incluso imitó el género dialógico. Es también el primer autor del que conservamos textos que abordan el tema de la transmigración (palingenesia), considerado como un “renacimiento” del alma.
En su Diálogo con el judío Trifón , cuya redacción se fecha entre el 155 y el 160, los interlocutores se plantean la cuestión de si los hombres podrán ver a Dios mediante su inteligencia cuando su alma está aún en el cuerpo, o si, por el contrario, una vez liberada del cuerpo, el alma alcanzará una visión más clara de la divinidad . Concluyen que cuando el alma es ella misma, esto es, cuando está separada del cuerpo, es cuando alcanza la mejor visión de Dios, pero afirman que cuando el alma vuelve al cuerpo, olvida lo que ha visto.
Y, así, cuando Trifón, el judío helenizado, le pregunta al filósofo, qué pena sufren las almas indignas de la divina visión, éste le responde: “Viven encarceladas en cuerpos de fieras y ese es su castigo” . Habida cuenta de que las almas reencarnadas no son conscientes de que viven en otros cuerpos en expiación de algún pecado y que, por tanto, no tienen conciencia de ser castigadas, Trifón concluye que ni las almas ven a Dios ni transmigran a otros cuerpos (metameibousin) y que los filósofos no tienen ni idea de qué cosa es el alma .
Consideran los interlocutores que la transmigración es un castigo, por cuanto que lo sufren las almas que aún no son dignas de la visión de Dios, y, a su vez, la ponen en tela de juicio porque piensan que con ella el alma no aprende, pues no es consciente de que está en otro cuerpo para expiar sus pecados. Si las almas fueran conscientes de ello, dice Trifón, “temerían en lo sucesivo cometer cualquier tipo de falta” .
Resumiendo, en este diálogo, ya responda a una realidad ya sea ficción , el filósofo convertido al cristianismo admite que las almas de los pecadores transmigran a cuerpos de animales para expiar sus pecados pero lo contrapuntea con la opinión de Trifón, a quien le parece absurda esta teoría, por cuanto que el alma que ha ingresado en el cuerpo del animal no sabe que está ahí para purificarse y, en consecuencia, no saca beneficio de ello en aras de la redención de sus pecados. También, el hecho de afirmar que el alma que ha visto a Dios antes de encarnarse, se olvida de Él, al entrar de nuevo en un cuerpo, apunta, además de a la preexistencia del alma, a la posibilidad de su reencarnación . Sin embargo, Justino prefiere pensar en una resurrección final de los cuerpos, en la que cada alma reingrese en el cuerpo que había tenido en su vida terrenal .
Saludos cordiales de M.L. Salvá y M. Herrero.
Texto tomado del capítulo “Reencarnación y cristianismo primitivo”, del libro de A. Bernabé – M. Kahle y M. A. Santamaría (eds.), “Reencarnación. La transmigración de las almas entre Oriente y Occidente”, Abada Editores, Madrid, 2011 .
Justino Mártir, samaritano de origen, griego por formación y cristiano por elección, vivió en la primera mitad del siglo II (100-165) y fue el primer autor cristiano que tuvo en alta consideración la filosofía platónica e incluso imitó el género dialógico. Es también el primer autor del que conservamos textos que abordan el tema de la transmigración (palingenesia), considerado como un “renacimiento” del alma.
En su Diálogo con el judío Trifón , cuya redacción se fecha entre el 155 y el 160, los interlocutores se plantean la cuestión de si los hombres podrán ver a Dios mediante su inteligencia cuando su alma está aún en el cuerpo, o si, por el contrario, una vez liberada del cuerpo, el alma alcanzará una visión más clara de la divinidad . Concluyen que cuando el alma es ella misma, esto es, cuando está separada del cuerpo, es cuando alcanza la mejor visión de Dios, pero afirman que cuando el alma vuelve al cuerpo, olvida lo que ha visto.
Y, así, cuando Trifón, el judío helenizado, le pregunta al filósofo, qué pena sufren las almas indignas de la divina visión, éste le responde: “Viven encarceladas en cuerpos de fieras y ese es su castigo” . Habida cuenta de que las almas reencarnadas no son conscientes de que viven en otros cuerpos en expiación de algún pecado y que, por tanto, no tienen conciencia de ser castigadas, Trifón concluye que ni las almas ven a Dios ni transmigran a otros cuerpos (metameibousin) y que los filósofos no tienen ni idea de qué cosa es el alma .
Consideran los interlocutores que la transmigración es un castigo, por cuanto que lo sufren las almas que aún no son dignas de la visión de Dios, y, a su vez, la ponen en tela de juicio porque piensan que con ella el alma no aprende, pues no es consciente de que está en otro cuerpo para expiar sus pecados. Si las almas fueran conscientes de ello, dice Trifón, “temerían en lo sucesivo cometer cualquier tipo de falta” .
Resumiendo, en este diálogo, ya responda a una realidad ya sea ficción , el filósofo convertido al cristianismo admite que las almas de los pecadores transmigran a cuerpos de animales para expiar sus pecados pero lo contrapuntea con la opinión de Trifón, a quien le parece absurda esta teoría, por cuanto que el alma que ha ingresado en el cuerpo del animal no sabe que está ahí para purificarse y, en consecuencia, no saca beneficio de ello en aras de la redención de sus pecados. También, el hecho de afirmar que el alma que ha visto a Dios antes de encarnarse, se olvida de Él, al entrar de nuevo en un cuerpo, apunta, además de a la preexistencia del alma, a la posibilidad de su reencarnación . Sin embargo, Justino prefiere pensar en una resurrección final de los cuerpos, en la que cada alma reingrese en el cuerpo que había tenido en su vida terrenal .
Saludos cordiales de M.L. Salvá y M. Herrero.
Texto tomado del capítulo “Reencarnación y cristianismo primitivo”, del libro de A. Bernabé – M. Kahle y M. A. Santamaría (eds.), “Reencarnación. La transmigración de las almas entre Oriente y Occidente”, Abada Editores, Madrid, 2011 .