Hoy escribe Antonio Piñero
Hoy les propongo la lectura de un curioso libro, un guión cinematográfico, escrito nada menos que por Dreyer, el autor-director de dos grandes películas de la historia del cine: “Juana de Arco”, Gertrud y “Ordet”, de los años 30 (creo que todo buen cinéfilo las conoce. A mí me parece genial en algún aspecto.
Dreyer (1889-1868) murió sin ver realizados dos de sus sueños: trabajar en Hollywood y dirigir una película sobre Jesús. De hecho a finales de los años cuarenta del siglo pasado viajó a Estados unidos en busca de financiación para su proyecto, y –aunque era danés de nacimiento- allí redactó en inglés el guión de su película. Su ficha es la siguiente:
Carl Theodor Dreyer, Jesús de Nazaret, y tres ensayos. Editorial Sígueme, Salamanca 2009, 255 pp. ISBN: 978-84-301-1699-7. 18 euros. Traducción de Javier Rodríguez Panizo (guión) y José Ángel Velasco García (los tres ensayos). Introducción de Pedro Rodríguez Panizo. Precio: 18 euros.
No tuvo éxito Dreyer, pero el guión, pulido y reescrito, ha llegado hasta nosotros. Es muy amplio –para ser una base cinematográfica-, por lo que yo creo que la película proyectada tendría una duración de tres horas y media, como poco. Quizá esto aterrorizó también a los productores. La lectura, sin embargo, en papel se hace muy fácil, pues no tiene especiales complicaciones y la traducción es buena.
Dreyer introduce en el guión explicaciones históricas (quizá previó que alguien finalmente iba a leerlo) y anotaciones que recrean la atmósfera de la película, que dibujan y caracterizan a los personajes principales, que intenta penetrar en su interior y motivaciones. De esta forma, en Jesús de Nazaret el lector puede reconstruir, imaginar, muy fácilmente el universo visual de Dreyer.
Los tres breves ensayos, muy importantes a mi parecer los dos primeros, que cierran el volumen tratan de los temas siguientes: “¿Quién crucificó a Jesús”?; “Las raíces del antisemitismo”; “Mi única gran pasión”.
En el primero –y en el guión ofrece también su punto de vista sobre los causantes de la muerte del Nazareno- se defiende que no fue el pueblo judío, en general, ni tampoco en sí las autoridades, sino un trato directo y casi especial entre Caifás y Pilato. El primero fue un político judío astuto y razonable, no un traidor, pero sí un colaboracionista práctico con el status quo impuesto por el invasor romano. Caifás vio con extrema claridad que era mucho mejor que un “hombre muriera por el pueblo” (Jn 11,50) antes de que pereciera el pueblo entero debido a la crueldad de la gobernación de los invasores. El segundo, era un hombre frío, racional y sin escrúpulos, sin sensibilidad para con los judíos, dispuesto a guardar el orden público y confirmar el imperio de Roma, preparado para “condenar a diez inocentes con tal de que no se le escape el culpable”. Así pues, Caifás tuvo un poco de culpa…, y la máxima Poncio Pilato…, casi en exclusiva.
Por tanto, la tesis –defendida también en parte por Joseph Klausner, y sobre todo por Solomon Zeitlin (un estudioso judío de mediados del siglo pasado que publicó en Estados Unidos, creo que en Filadelfia o Nueva York, un libro “Who Crucified Jesus”: ¿”Quién crucificó a Jesús?”)- es la siguiente: los únicos y verdaderos causantes de la muerte de Jesús fueron los romanos.
La insistencia de los Evangelios sinópticos sobre todo, a saber que fueron en verdad las autoridades judías, a última hora secundada por el pueblo, y con el renuente consentimiento de Pilato (que en el Evangelio de Lucas proclama tres veces la inocencia de Jesús) las causantes de la muerte de Jesús es una suerte de montaje de los autores cristianos primitivos, iniciados por Pablo de Tarso, para inculpar exclusivamente a los judíos y presentar al cristianismo como un producto inocuo políticamente para el Imperio, un cristianismo que en este punto abjuraba de sus orígenes judíos.
El dibujo de Jesús de Dreyer está tomado no sólo de los tres Evangelio sinópticos, sino también del de Juan. Es ésta una tendencia contraria a lo que ahora se estila. Jesús no es un revolucionario en armas, afirma Dreyer, pero los celotas –que traman la “purificación del Templo junto con algunos de los discípulos de Jesús- son los que escenifican esta acción aprovechando un momento en el que Jesús está enseñando en el Templo. Pero, en el fondo, Jesús permanece al margen de este acto y en silencio. “Repentinamente cae en la cuenta de que ha estado unido –él mismo y sus discípulos- a gente cuya forma de proceder no es la suya y cuyos ideales son contrarios a los suyos.
Esta tesis es más que discutible, y tiene sin duda como transfondo real en el pensamiento de Dreyer, la invasión de Dinamarca en 1940 por parte de las tropas alemanas. Jesús era como la mayoría de los daneses: en nada, mentalmente, amigo de los romanos, pero opuesto a cualquier tipo de manifestación violenta contra ellos. Por ello la acusación de “revolucionario” es en el fondo falsa. En todo caso, amigo de revolucionarios, pero sin participar en su ideología fundamental.
Por ello, Dreyer subraya el proceso político de Jesús, quedando el religioso muy en segundo plano. Piensa Dreyer que la verdadera “solución final” para el contencioso histórico entre cristianos y judíos, es que se conozca la verdad. Si los romanos tuvieron el 90% de la culpa de la muerte de Jesús, esta percepción “eliminará de raíz cualquier intento de fundamentación posible del antijudaísmo moderno (que depende del punto de vista cristiano) y hará posible unas relaciones fraternas y reconciliadas entre judíos y cristianos que hagan imposible en la historia cualquier tipo de persecución o exterminio” (p. 10).
Dado el gran transfondo de estudios de Dreyer para realizar su película –se pasó unos 25 años estudiando exégesis bíblica, geografía, arqueología de Palestina, Historia de Israel, incluso la lengua hebrea, etc.- creo que la lectura del Guión y de los ensayos es realmente estimulante.
Algo parecido sospecho que va a pasar con la película “El discípulo” sobre Jesús de Nazaret, de Emilio Ruiz Barrachina, que se estrenará en las salas del cine el 23 de abril de este año, si las noticias que me llegan se confirman. La película –espero- dará mucho que hablar por la imagen de Jesús, que yo considero bastante realista y desmitificadora, que presenta y que ofrecerá tema de conversación (En "You Tube" puede verse un "trailer" tecleando “El discípulo” en el buscador; o “Emilio Ruiz Barrachina”, supongo).
El guión de la película se transforma también en un libro (con el mismo título, "El discípulo", editado por Ediciones B), que va acompañado de un ensayo, amplio y claro, donde se repasa la historia de la investigación sobre Jesús y se manifiesta que el punto de vista sobre el personaje presentado en la película es defendido por muchísimos investigadores.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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