Hoy escribe Antonio Piñero
Si no me equivoco, este es el último libro de nuestro conocido y prestigiado exegeta, publicado en Verbo Divino, 20013, ISBN: 978-84-9945-604-1, 671 pp. Tiene abundante bibliografía dividida por temas, a veces brevemente comentada. Precio: desde 20, 57 IV incluido.
El libro me ha interesado mucho porque pienso que el volumen es como una síntesis de la fecunda vida de su autor (que yo sepa ha debido de escribir unos 90 libros), en especial todo lo relacionado con los Evangelios y en particular su reciente comentario del Evangelio de Marcos. Es bien sabido que la realización de un comentario obliga a multitud de lecturas. Además, la figura de Jesús ha sido el objeto de otros varios libros del autor, que ahora se ven reflejados en esta obra de síntesis.
Aunque el título es “historia de Jesús”, creo que Pikaza utiliza el sustantivo “historia” más como relato que como obra historiográfica pura y dura. El autor admite con gozo que es creyente y que va a transmitir el relato de una “vida” de Jesús que contiene no solo datos históricos, sino también teología. En esta obra entiendo yo, personalmente, por “teología” el estrujar los textos, o combinación de textos evangélicos, procurando ofrecer una interpretación no meramente historicista, sino también espiritual, que refleja la necesaria proyección de la vida de Jesús sobre el lector cristianismo, miembro de una iglesia con la que está más o menos de acuerdo, una interpretación prácticamente siempre positiva de la vid de Jesús con unas consecuencias que ponen en juego el sentido de la propia salvación del creyente.
Esta interpretación histórico-teológica contiene bastantes más reflexiones en torno a la historia de la salvación en la que se proyecta la peripecia vital de Jesús que las presentadas en una obra de mera historia. En este sentido --y si aceptamos estos presupuestos, que tienen mucho de tradicionales y que en el fondo no puede admitir algunas perspectivas sobre Jesús que van contra esa tradición y contra la fe común-- la obra de Pikaza cumple con su cometido. No hay faceta positiva, animante, progresista de la fe cristiana fundamentada en Jesús que no se halle en este libro
La obra presente está compuesta con un notable afán didáctico. El autor divida la lectura en tres niveles:
A. El primero, con tipo de letra redonda, normal, es un relato seguido que contiene en síntesis todo lo que le puede interesar al lector medio que desea ir al grano. Para ayudar a la comprensión, todos los capítulos tienen una introducción (también en letra de tipo normal) que ofrecen la perspectiva general de lo que se va a desarrollar en lo que sigue.
B. El segundo son resúmenes o ampliaciones de lo dicho en el cuerpo normal del capítulo; en otros casos pueden ser un adelanto de lo que se va a decir. Todo está dividido por secciones que indican en negrita la idea central que va a tener una amplificación sobre el texto normal. Las nociones centrales se perciben con una imple ojeada. El lector interesado en el grueso de las ideas puede omitir esta parte –según el autor-- para leerla quizás en un segundo momento, cuando tenga ya formada una idea general de todos los temas.
C. El tercero está compuesto de notas científicas, no a pie de página, sino al final de cada capítulo. En ellas se complementan aún más los puntos de vista desarrollados antes en A. y en B., se confirman con bibliografía o se discute la opinión diversa de otros autores. El 95% de la bibliografía presentada o discutida es netamente confesional. Echo de menos una discusión con otros autores que presentan perspectivas independientes. Pongamos un par de ejemplos de esto último: cuando se estudia la relación de Jesús con Juan Bautista, aunque se admite de grado que el primero pasó un cierto tiempo con su maestro y que su pensamiento se vio condicionada por el esquema apocalíptico del Bautista, a la hora de emitir opiniones conclusivas me parece que Pikaza insiste mucho más en hacer de Jesús un únicum, algo muy especial, que en las enormes concomitancias entre los dos. En este Blog F. Bermejo –en discusión concreta con Pikaza-- ha insistido en los notables puntos de contacto entre los dos personajes. Esta orientción recibe poca atención en la obra que comentamos.
Otro ejemplo: cuando se trata del posible sustrato “revolucionario” de Jesús, en el sentido de que no hay en ninguna de sus sentencias conservadas de él ninguna condenación expresa de la violencia, y que en otros muchos detalles de los evangelios (que han sido designados como “material furtivo” por G. Puente Ojea) aparece un Jesús opuesto a Roma y atento a las circunstancias socio-políticas de su época, sería deseable una confrontación científica con autores independientes, del estilo de P. Winter, H. Maccoby, M. Goguel, Ch. Gignebert, R. Eissler y otros, incluido, por ejemplo, A. Loisy, que han presentado ya una imagen de Jesús que es más afín a una postura antirromana de lo que suele concederse.
Respecto a A. y B. creo que se logra el que los lectores se sientan cómodos con esta división. Pero se nota, a veces que, por el afán didáctico, se repiten varias veces las mismas ideas. Pongo un ejemplo: se habla desde el principio del libro que Jesús fue un pretendiente mesiánico nazoreo, y ciertamente se explica un tanto la primera vez que aparece qué se entiende por este vocablo. Pero hay que esperar hasta la p. 111 para que en las notas (que están destinadas a una tercera lectura, como dijimos) se entere el lector exactamente de lo que piensa el autor, y de las diferencias entre nazoreo y nazireo y sus respectivas raíces y cómo los dos vocablos llegan a confundirse en ocasiones. En el entretnto el vocablo nazoreo aparece Nazaret y otra vez.
Por otro lado, tengo que decir que Pikaza es muy valiente y no oculta las dificultades que para la fe tradicional tienen –por ejemplo-- los primeros capítulos de Mateo y Lucas acerca de la infancia de Jesús. Tampoco evita los problemas históricos de la resurrección y las apariciones, aunque una discusión de ellos se deje para un par de apéndices. Y es de alabar esta valentía en tratar todo lo que desea un lector saber sobre Jesús, ya que otros autores (J. Gnilka, por ejemplo, si no me equivoco, omite los escabrosos problemas de la vida oculta de Jesús e inicia directamente su relato con el bautismo de éste por Juan Bautista). Pero aquí yo diría que me gustaría una mayor claridad. Después de leer el libro, y continuando con este tema de la infancia de Jesús, no estoy del todo seguro si Pikaza cree o no que el padre carnal de Jesús fue José y si tuvo hermanos carnales o no. Hay, en este y otros aspectos, una cierta nebulosa en su libro.
Otro ejemplo: el autor insiste respecto a la interpretación de la Eucaristía en la tarea de la Iglesia transmisora de este episodio, una Iglesia que remodeló muy profundamente el relato de una Última Cena que fue más de despedida apocalíptico-escatológica que pascual. Pero me he quedado sin saber con exactitud qué piensa Pikaza de verdad sobre si Jesús instituyó o no realmente la eucaristía tal como se entiende hoy, y tal como es hoy interpretada por muchos como centro de su piedad.
Y finalmente, sobre lo que considero interpretaciones teológicas abundantes en su libro (ejemplos: el sentido de la filiación divina que se deduce del episodio del bautismo; el concepto del reino de Dios presente; Jesús y el juicio; la universalidad, o no, de la misión concreto de Jesús; en qué sentido es su mesianismo nuevo, su postura antirromana, etc.) este libro es tan rico que merecería una discusión punto por punto, que sobrepasaría, con mucho, el propósito de una reseña como esta. Un ejemplo: después de haber escrito a fondo sobre el tema “Jesús y las mujeres”, tendría que discutir con Pikaza cómo es que se puede afirmar históricamente que Jesús puso en pie de igualdad a hombres y mujeres y cómo rompió Jesús directa y definitivamente el esquema patriarcal de la comprensión del matrimonio. Jesús simplementa está en la línea interpretativa de Génesis 1,27 de los esenios o del rigorista Shammai, quienes ni elevaron el estatus social de las mujeres ni rompieron el esquema patriarcal del matrimonio.
Y otra cosa: rogaría al autor que tuviera cuidado con el uso abusivo en su obra y contrario a las normas de la lengua del pretérito perfecto compuesto en vez del simple. Un ejemplo (hay centenares): “Jesús ha comenzado su andadura en el Jordán… ha centrado su misión en Galilea… ha culminado su tarea en Jerusalén”, Pikaza debería heber escrito “Jesús comenzó… centró… culminó” porque esas acciones son finitas, no duran hasta hoy. El pasado compuesto se usa cuando se describe una acción que va incluida dentro de un lapso de tiempo que todavía dura, no concluido. Así con expresiones que van encabezadas con “Hoy… este mes… año… desde 1850…”. Así: “Desde 1850 ha llovido mucho”. Pero “Ayer llovió mucho”. Expresiones con “desde”… “hasta” son cerradas. Luego hay que usar el pretérito indefinido, ¡pero si la acción sigue hasta el presente! Así, “Hasta 1950 la Medicina progresó enormemente” (“ha progresado es incorrecto porque la acción no dura hasta hoy día). Pero “Desde 1850 hasta 1950 la medicina progresó mucho”.
Pikaza tampoco distingue entre “deber” y “deber de”. El primero expresa obligación, el segundo, siempre posibilidad (véanse, por ejemplo, y entre otras, las pp. 94 y 95, notas 8 y 13. Y otro caso distinto, porque no quiero insistir demasiado en defectos de forma: es que no es lo mismo "El mismo Dios" que "Dios mismo" (aquí creo que el corrector de Verbo Divino no ha tenido la vista fina, así como en las erratas que aparecen de vez en cuando). Y hay otras cosas más, pero no deseo ser un pesado.
Y ahora dejando las quisquillosidades sobre el lenguaje y yendo a lo esencial, diré como síntesis de mi comentario: creo que merece la pena leer el libro de Pikaza porque es la decantación de un pensamiento reflexivo durante decenios de estudio sobre su objeto, la persona y obra de Jesús de Nazaret. El lector avisado e interesado en el aspecto científico-histórico tiene en las notas muchísimo material sobre el que reflexionar. Pikaza hace un buen resumen de lo que se piensa sobre Jesús, sus palabras y sus hechos, su mensaje y su impacto, entre los exegetas confesionales moderadamente abiertos a las propuestas de los investigadores independientes.
Felicito a la Editorial también porque en tiempos de penuria, de pirateo infame, que va a acabar con los deseos de escribir, y de escasez de ventas de los “ensayos” y libros científicos se ha atrevido (¡su atrevimiento dura hasta hoy!) a publicar un libro de casi 700 páginas.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com
Si no me equivoco, este es el último libro de nuestro conocido y prestigiado exegeta, publicado en Verbo Divino, 20013, ISBN: 978-84-9945-604-1, 671 pp. Tiene abundante bibliografía dividida por temas, a veces brevemente comentada. Precio: desde 20, 57 IV incluido.
El libro me ha interesado mucho porque pienso que el volumen es como una síntesis de la fecunda vida de su autor (que yo sepa ha debido de escribir unos 90 libros), en especial todo lo relacionado con los Evangelios y en particular su reciente comentario del Evangelio de Marcos. Es bien sabido que la realización de un comentario obliga a multitud de lecturas. Además, la figura de Jesús ha sido el objeto de otros varios libros del autor, que ahora se ven reflejados en esta obra de síntesis.
Aunque el título es “historia de Jesús”, creo que Pikaza utiliza el sustantivo “historia” más como relato que como obra historiográfica pura y dura. El autor admite con gozo que es creyente y que va a transmitir el relato de una “vida” de Jesús que contiene no solo datos históricos, sino también teología. En esta obra entiendo yo, personalmente, por “teología” el estrujar los textos, o combinación de textos evangélicos, procurando ofrecer una interpretación no meramente historicista, sino también espiritual, que refleja la necesaria proyección de la vida de Jesús sobre el lector cristianismo, miembro de una iglesia con la que está más o menos de acuerdo, una interpretación prácticamente siempre positiva de la vid de Jesús con unas consecuencias que ponen en juego el sentido de la propia salvación del creyente.
Esta interpretación histórico-teológica contiene bastantes más reflexiones en torno a la historia de la salvación en la que se proyecta la peripecia vital de Jesús que las presentadas en una obra de mera historia. En este sentido --y si aceptamos estos presupuestos, que tienen mucho de tradicionales y que en el fondo no puede admitir algunas perspectivas sobre Jesús que van contra esa tradición y contra la fe común-- la obra de Pikaza cumple con su cometido. No hay faceta positiva, animante, progresista de la fe cristiana fundamentada en Jesús que no se halle en este libro
La obra presente está compuesta con un notable afán didáctico. El autor divida la lectura en tres niveles:
A. El primero, con tipo de letra redonda, normal, es un relato seguido que contiene en síntesis todo lo que le puede interesar al lector medio que desea ir al grano. Para ayudar a la comprensión, todos los capítulos tienen una introducción (también en letra de tipo normal) que ofrecen la perspectiva general de lo que se va a desarrollar en lo que sigue.
B. El segundo son resúmenes o ampliaciones de lo dicho en el cuerpo normal del capítulo; en otros casos pueden ser un adelanto de lo que se va a decir. Todo está dividido por secciones que indican en negrita la idea central que va a tener una amplificación sobre el texto normal. Las nociones centrales se perciben con una imple ojeada. El lector interesado en el grueso de las ideas puede omitir esta parte –según el autor-- para leerla quizás en un segundo momento, cuando tenga ya formada una idea general de todos los temas.
C. El tercero está compuesto de notas científicas, no a pie de página, sino al final de cada capítulo. En ellas se complementan aún más los puntos de vista desarrollados antes en A. y en B., se confirman con bibliografía o se discute la opinión diversa de otros autores. El 95% de la bibliografía presentada o discutida es netamente confesional. Echo de menos una discusión con otros autores que presentan perspectivas independientes. Pongamos un par de ejemplos de esto último: cuando se estudia la relación de Jesús con Juan Bautista, aunque se admite de grado que el primero pasó un cierto tiempo con su maestro y que su pensamiento se vio condicionada por el esquema apocalíptico del Bautista, a la hora de emitir opiniones conclusivas me parece que Pikaza insiste mucho más en hacer de Jesús un únicum, algo muy especial, que en las enormes concomitancias entre los dos. En este Blog F. Bermejo –en discusión concreta con Pikaza-- ha insistido en los notables puntos de contacto entre los dos personajes. Esta orientción recibe poca atención en la obra que comentamos.
Otro ejemplo: cuando se trata del posible sustrato “revolucionario” de Jesús, en el sentido de que no hay en ninguna de sus sentencias conservadas de él ninguna condenación expresa de la violencia, y que en otros muchos detalles de los evangelios (que han sido designados como “material furtivo” por G. Puente Ojea) aparece un Jesús opuesto a Roma y atento a las circunstancias socio-políticas de su época, sería deseable una confrontación científica con autores independientes, del estilo de P. Winter, H. Maccoby, M. Goguel, Ch. Gignebert, R. Eissler y otros, incluido, por ejemplo, A. Loisy, que han presentado ya una imagen de Jesús que es más afín a una postura antirromana de lo que suele concederse.
Respecto a A. y B. creo que se logra el que los lectores se sientan cómodos con esta división. Pero se nota, a veces que, por el afán didáctico, se repiten varias veces las mismas ideas. Pongo un ejemplo: se habla desde el principio del libro que Jesús fue un pretendiente mesiánico nazoreo, y ciertamente se explica un tanto la primera vez que aparece qué se entiende por este vocablo. Pero hay que esperar hasta la p. 111 para que en las notas (que están destinadas a una tercera lectura, como dijimos) se entere el lector exactamente de lo que piensa el autor, y de las diferencias entre nazoreo y nazireo y sus respectivas raíces y cómo los dos vocablos llegan a confundirse en ocasiones. En el entretnto el vocablo nazoreo aparece Nazaret y otra vez.
Por otro lado, tengo que decir que Pikaza es muy valiente y no oculta las dificultades que para la fe tradicional tienen –por ejemplo-- los primeros capítulos de Mateo y Lucas acerca de la infancia de Jesús. Tampoco evita los problemas históricos de la resurrección y las apariciones, aunque una discusión de ellos se deje para un par de apéndices. Y es de alabar esta valentía en tratar todo lo que desea un lector saber sobre Jesús, ya que otros autores (J. Gnilka, por ejemplo, si no me equivoco, omite los escabrosos problemas de la vida oculta de Jesús e inicia directamente su relato con el bautismo de éste por Juan Bautista). Pero aquí yo diría que me gustaría una mayor claridad. Después de leer el libro, y continuando con este tema de la infancia de Jesús, no estoy del todo seguro si Pikaza cree o no que el padre carnal de Jesús fue José y si tuvo hermanos carnales o no. Hay, en este y otros aspectos, una cierta nebulosa en su libro.
Otro ejemplo: el autor insiste respecto a la interpretación de la Eucaristía en la tarea de la Iglesia transmisora de este episodio, una Iglesia que remodeló muy profundamente el relato de una Última Cena que fue más de despedida apocalíptico-escatológica que pascual. Pero me he quedado sin saber con exactitud qué piensa Pikaza de verdad sobre si Jesús instituyó o no realmente la eucaristía tal como se entiende hoy, y tal como es hoy interpretada por muchos como centro de su piedad.
Y finalmente, sobre lo que considero interpretaciones teológicas abundantes en su libro (ejemplos: el sentido de la filiación divina que se deduce del episodio del bautismo; el concepto del reino de Dios presente; Jesús y el juicio; la universalidad, o no, de la misión concreto de Jesús; en qué sentido es su mesianismo nuevo, su postura antirromana, etc.) este libro es tan rico que merecería una discusión punto por punto, que sobrepasaría, con mucho, el propósito de una reseña como esta. Un ejemplo: después de haber escrito a fondo sobre el tema “Jesús y las mujeres”, tendría que discutir con Pikaza cómo es que se puede afirmar históricamente que Jesús puso en pie de igualdad a hombres y mujeres y cómo rompió Jesús directa y definitivamente el esquema patriarcal de la comprensión del matrimonio. Jesús simplementa está en la línea interpretativa de Génesis 1,27 de los esenios o del rigorista Shammai, quienes ni elevaron el estatus social de las mujeres ni rompieron el esquema patriarcal del matrimonio.
Y otra cosa: rogaría al autor que tuviera cuidado con el uso abusivo en su obra y contrario a las normas de la lengua del pretérito perfecto compuesto en vez del simple. Un ejemplo (hay centenares): “Jesús ha comenzado su andadura en el Jordán… ha centrado su misión en Galilea… ha culminado su tarea en Jerusalén”, Pikaza debería heber escrito “Jesús comenzó… centró… culminó” porque esas acciones son finitas, no duran hasta hoy. El pasado compuesto se usa cuando se describe una acción que va incluida dentro de un lapso de tiempo que todavía dura, no concluido. Así con expresiones que van encabezadas con “Hoy… este mes… año… desde 1850…”. Así: “Desde 1850 ha llovido mucho”. Pero “Ayer llovió mucho”. Expresiones con “desde”… “hasta” son cerradas. Luego hay que usar el pretérito indefinido, ¡pero si la acción sigue hasta el presente! Así, “Hasta 1950 la Medicina progresó enormemente” (“ha progresado es incorrecto porque la acción no dura hasta hoy día). Pero “Desde 1850 hasta 1950 la medicina progresó mucho”.
Pikaza tampoco distingue entre “deber” y “deber de”. El primero expresa obligación, el segundo, siempre posibilidad (véanse, por ejemplo, y entre otras, las pp. 94 y 95, notas 8 y 13. Y otro caso distinto, porque no quiero insistir demasiado en defectos de forma: es que no es lo mismo "El mismo Dios" que "Dios mismo" (aquí creo que el corrector de Verbo Divino no ha tenido la vista fina, así como en las erratas que aparecen de vez en cuando). Y hay otras cosas más, pero no deseo ser un pesado.
Y ahora dejando las quisquillosidades sobre el lenguaje y yendo a lo esencial, diré como síntesis de mi comentario: creo que merece la pena leer el libro de Pikaza porque es la decantación de un pensamiento reflexivo durante decenios de estudio sobre su objeto, la persona y obra de Jesús de Nazaret. El lector avisado e interesado en el aspecto científico-histórico tiene en las notas muchísimo material sobre el que reflexionar. Pikaza hace un buen resumen de lo que se piensa sobre Jesús, sus palabras y sus hechos, su mensaje y su impacto, entre los exegetas confesionales moderadamente abiertos a las propuestas de los investigadores independientes.
Felicito a la Editorial también porque en tiempos de penuria, de pirateo infame, que va a acabar con los deseos de escribir, y de escasez de ventas de los “ensayos” y libros científicos se ha atrevido (¡su atrevimiento dura hasta hoy!) a publicar un libro de casi 700 páginas.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com