Hoy escribe Fernando Bermejo
La relación de Martin Heidegger con el nazismo es un tópico bien conocido, no solo en el ámbito de la filosofía sino en el de la cultura ilustrada en general. Hace ya algunas décadas, el libro del chileno Víctor Farías (publicado primero en francés: Heidegger et le nazisme, Verdier, París 1987; y luego en castellano, con interesantes añadidos, por Muchnik en 1989) provocó un intenso y tormentoso debate en el ámbito intelectual al plantear sin ambages las relaciones entre la concepción filosófica del mundo ligada a Heidegger y la concepción del mundo del nacionalsocialismo.
A pesar de ello, la opinión predominante hasta ahora mantenía que Heidegger no había sido un antisemita. Así, por ejemplo, lo afirma –aunque de modo un tanto equívoco– en su biografía Rüdiger Safranski, Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo: “¿Fue Heidegger antisemita? No lo fue en el sentido del delirante sistema ideológico de los nacionalsocialistas. Pues llama la atención que ni en las lecciones y los escritos filosóficos, ni en los discursos y panfletos políticos aparezcan observaciones antisemitas o racistas”.
De la mano de la editorial Herder llega otra contribución a este campo: Peter Trawny, Heidegger y el mito de la conspiración mundial de los judíos, Herder, Barcelona, 2015, 176 páginas (en breve, también en e-book). Su autor, alemán de Gelsenkirchen, es profesor en la Bergische Universität de Wuppertal y fundador y director del Instituto Martin Heidegger, perteneciente a la misma institución, y editor de algunos volúmenes de las Obras Completas del filósofo alemán.
En 2014, Trawny editó los Cuadernos negros, una designación creada y usada por el mismo Heidegger para referirse a 34 cuadernos de ese color en tela encerada, en los que escribió entre 1930 y 1970, y que contienen huellas íntimas de su pensamiento. Los que interesan aquí son los surgidos hasta 1948, y en particular sobre todo los escritos entre 1938 y 1941, en los que Heidegger se refiere a “los judíos” de modo más o menos directo.
La tesis de Trawny es que en estos escritos Heidegger permite que el antisemitismo se infiltre en su pensamiento. La idea de una relación de Heidegger con el antisemitismo, de todos modos y a pesar de Safranski y otros, no es nueva. Por ejemplo, en su Autobiografía filosófica, Karl Jaspers escribe sobre Heidegger: “Yo hablaba sobre la cuestión de los judíos, sobre el malvado absurdo de los sabios de Sión, a lo cual él replicó: ‘Pero hay una peligrosa unión internacional de los judíos’”. El adjetivo “peligrosa” delata ya un trasfondo de prejuicios antisemitas. Y Edmund Husserl se había referido ya críticamente al antisemitismo de su ex-discípulo, "que se expresó cada vez con más fuerza en los últimos años, también frente al grupo de entusiastas discípulos judíos y en la facultad”.
No obstante, en el libro publicado ahora por Herder Peter Trawny sostiene que la de Heidegger es una forma específica e idiosincrásica de antisemitismo, “un antisemitismo radicado en la historia del ser”. Con esto el editor quiere decir que postulados antisemitas trillados y triviales (como, por ejemplo, el referido a la “dotación muy calculadora” del judío) reciben una nueva significación –una resemantización, si se me permite– dentro del discurso filosófico del pensador alemán. Así pues, Trawny mantiene que si Heidegger no puede disipar la sospecha de antisemitismo, puede afirmarse que funda otra modalidad específica de este fenómeno. Quien quiera filosofar con Heidegger, habrá de tener en cuenta claramente las implicaciones antisemitas de determinados aspectos de su pensamiento.
Si esto es así, ello obliga a mirar de modo diferente –como ya se miraba de forma diferente a partir del desvelamiento de las conexiones con el nacionalsocialismo – el pensamiento de Heidegger. Y algunos aspectos aparecen ahora bajo otra luz. Así, por ejemplo, en el rechazo de la filosofía de su maestro Husserl (¡a quien sin embargo dedicó Ser y tiempo!) parece haber influido el carácter judío de este; por delirante que esto puede parecer, así es argumentado por Trawny: según Heidegger, la pertenencia de Edmund Husserl al judaísmo podría ser responsable de que su fenomenología nunca “llega a los ámbitos de decisiones esenciales”. En suma, en la relación entre Heidegger y Husserl “no carece de importancia que la aversión filosófica de Heidegger frente a la fenomenología de Husserl posiblemente contuvo desde el principio momentos antisemitas”.
Es de todo punto necesario advertir que la prosa de Peter Trawny no hace concesiones a la galería, y sí numerosas a la jerga heideggeriana. En este sentido, buena parte de esta obra presentará interés más bien para los lectores ampliamente familiarizados con la filosofía y la escolástica heideggerianas y los apasionados por ella. En no escasa medida el libro responde a una exégesis que toma la textualidad de Heidegger virtualmente como un texto sagrado que hay que interpretar y que confía en que de tal interpretación depende realmente algo crucial. A quien no comparta esta idea (y desde luego para quienes piensan –o pensamos– que Sein und Zeit representa la contribución de Heidegger de la que cabe salvar algo), no digamos a quien piense –como Husserl– que el pensamiento de Heidegger es una “ontología del irracionalismo adecuada a la época”, una buena parte de este libro les resultará profundamente ajena.
Al mismo tiempo, sin embargo, lo dicho anteriormente indica ya que este libro de Trawny presenta elementos de interés para un público más general, ya para hacerse consciente de la existencia de conexiones íntimas entre cierto discurso ontológico y la política del s. XX. Otra dimensión interesante del libro consiste en articular una explicación sencilla, lúcida y convincente de la coexistencia de ese antisemitismo con el hecho de que Heidegger cultivó un contacto amistoso, cortés, e incluso en algunos casos íntimo, con judíos (caso paradigmático el de Hannah Arendt),
A nuestros lectores de Barcelona curiosos de la figura del filósofo alemán les interesará saber que el próximo martes 2 de junio la editorial Herder, el Goethe-Institut y el grupo de estudios heideggerianos de la Universidad Autónoma de Barcelona organiza una jornada sobre “Heidegger y los Cuadernos negros”, en la que participará el propio Peter Trawny junto a otros especialistas. La asistencia es gratuita, previa inscripción en confirm@barcelona.goethe.org
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
P.D. La próxima semana comenzaremos una serie de postales que supondrá un regreso a uno de los temas estrella de este blog, el Jesús histórico (y su utilización en cierta presunta filosofía de nuestro tiempo), que espero interesará a todos nuestros lectores.
La relación de Martin Heidegger con el nazismo es un tópico bien conocido, no solo en el ámbito de la filosofía sino en el de la cultura ilustrada en general. Hace ya algunas décadas, el libro del chileno Víctor Farías (publicado primero en francés: Heidegger et le nazisme, Verdier, París 1987; y luego en castellano, con interesantes añadidos, por Muchnik en 1989) provocó un intenso y tormentoso debate en el ámbito intelectual al plantear sin ambages las relaciones entre la concepción filosófica del mundo ligada a Heidegger y la concepción del mundo del nacionalsocialismo.
A pesar de ello, la opinión predominante hasta ahora mantenía que Heidegger no había sido un antisemita. Así, por ejemplo, lo afirma –aunque de modo un tanto equívoco– en su biografía Rüdiger Safranski, Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo: “¿Fue Heidegger antisemita? No lo fue en el sentido del delirante sistema ideológico de los nacionalsocialistas. Pues llama la atención que ni en las lecciones y los escritos filosóficos, ni en los discursos y panfletos políticos aparezcan observaciones antisemitas o racistas”.
De la mano de la editorial Herder llega otra contribución a este campo: Peter Trawny, Heidegger y el mito de la conspiración mundial de los judíos, Herder, Barcelona, 2015, 176 páginas (en breve, también en e-book). Su autor, alemán de Gelsenkirchen, es profesor en la Bergische Universität de Wuppertal y fundador y director del Instituto Martin Heidegger, perteneciente a la misma institución, y editor de algunos volúmenes de las Obras Completas del filósofo alemán.
En 2014, Trawny editó los Cuadernos negros, una designación creada y usada por el mismo Heidegger para referirse a 34 cuadernos de ese color en tela encerada, en los que escribió entre 1930 y 1970, y que contienen huellas íntimas de su pensamiento. Los que interesan aquí son los surgidos hasta 1948, y en particular sobre todo los escritos entre 1938 y 1941, en los que Heidegger se refiere a “los judíos” de modo más o menos directo.
La tesis de Trawny es que en estos escritos Heidegger permite que el antisemitismo se infiltre en su pensamiento. La idea de una relación de Heidegger con el antisemitismo, de todos modos y a pesar de Safranski y otros, no es nueva. Por ejemplo, en su Autobiografía filosófica, Karl Jaspers escribe sobre Heidegger: “Yo hablaba sobre la cuestión de los judíos, sobre el malvado absurdo de los sabios de Sión, a lo cual él replicó: ‘Pero hay una peligrosa unión internacional de los judíos’”. El adjetivo “peligrosa” delata ya un trasfondo de prejuicios antisemitas. Y Edmund Husserl se había referido ya críticamente al antisemitismo de su ex-discípulo, "que se expresó cada vez con más fuerza en los últimos años, también frente al grupo de entusiastas discípulos judíos y en la facultad”.
No obstante, en el libro publicado ahora por Herder Peter Trawny sostiene que la de Heidegger es una forma específica e idiosincrásica de antisemitismo, “un antisemitismo radicado en la historia del ser”. Con esto el editor quiere decir que postulados antisemitas trillados y triviales (como, por ejemplo, el referido a la “dotación muy calculadora” del judío) reciben una nueva significación –una resemantización, si se me permite– dentro del discurso filosófico del pensador alemán. Así pues, Trawny mantiene que si Heidegger no puede disipar la sospecha de antisemitismo, puede afirmarse que funda otra modalidad específica de este fenómeno. Quien quiera filosofar con Heidegger, habrá de tener en cuenta claramente las implicaciones antisemitas de determinados aspectos de su pensamiento.
Si esto es así, ello obliga a mirar de modo diferente –como ya se miraba de forma diferente a partir del desvelamiento de las conexiones con el nacionalsocialismo – el pensamiento de Heidegger. Y algunos aspectos aparecen ahora bajo otra luz. Así, por ejemplo, en el rechazo de la filosofía de su maestro Husserl (¡a quien sin embargo dedicó Ser y tiempo!) parece haber influido el carácter judío de este; por delirante que esto puede parecer, así es argumentado por Trawny: según Heidegger, la pertenencia de Edmund Husserl al judaísmo podría ser responsable de que su fenomenología nunca “llega a los ámbitos de decisiones esenciales”. En suma, en la relación entre Heidegger y Husserl “no carece de importancia que la aversión filosófica de Heidegger frente a la fenomenología de Husserl posiblemente contuvo desde el principio momentos antisemitas”.
Es de todo punto necesario advertir que la prosa de Peter Trawny no hace concesiones a la galería, y sí numerosas a la jerga heideggeriana. En este sentido, buena parte de esta obra presentará interés más bien para los lectores ampliamente familiarizados con la filosofía y la escolástica heideggerianas y los apasionados por ella. En no escasa medida el libro responde a una exégesis que toma la textualidad de Heidegger virtualmente como un texto sagrado que hay que interpretar y que confía en que de tal interpretación depende realmente algo crucial. A quien no comparta esta idea (y desde luego para quienes piensan –o pensamos– que Sein und Zeit representa la contribución de Heidegger de la que cabe salvar algo), no digamos a quien piense –como Husserl– que el pensamiento de Heidegger es una “ontología del irracionalismo adecuada a la época”, una buena parte de este libro les resultará profundamente ajena.
Al mismo tiempo, sin embargo, lo dicho anteriormente indica ya que este libro de Trawny presenta elementos de interés para un público más general, ya para hacerse consciente de la existencia de conexiones íntimas entre cierto discurso ontológico y la política del s. XX. Otra dimensión interesante del libro consiste en articular una explicación sencilla, lúcida y convincente de la coexistencia de ese antisemitismo con el hecho de que Heidegger cultivó un contacto amistoso, cortés, e incluso en algunos casos íntimo, con judíos (caso paradigmático el de Hannah Arendt),
A nuestros lectores de Barcelona curiosos de la figura del filósofo alemán les interesará saber que el próximo martes 2 de junio la editorial Herder, el Goethe-Institut y el grupo de estudios heideggerianos de la Universidad Autónoma de Barcelona organiza una jornada sobre “Heidegger y los Cuadernos negros”, en la que participará el propio Peter Trawny junto a otros especialistas. La asistencia es gratuita, previa inscripción en confirm@barcelona.goethe.org
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
P.D. La próxima semana comenzaremos una serie de postales que supondrá un regreso a uno de los temas estrella de este blog, el Jesús histórico (y su utilización en cierta presunta filosofía de nuestro tiempo), que espero interesará a todos nuestros lectores.