Escribe Antonio Piñero
Foto: Cubierta del libro
Sigo tratando del libro reeditado por Herder hace muy poco tiempo: “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos” de los que somos autores Jesús Peláez y yo. Este libro pasó relativamente desapercibido en España en su primera publicación, y naturalmente me interesa que se conozca ya que no es una mera introducción al uso del Nuevo Testamento, ni una historia del cristianismo primitivo ni nada de eso.
Me parece que en España y en los países de lengua hispana el estudio y utilización del Nuevo Testamento sigue estando, salvo raras excepciones, en manos de círculos confesionales. El paso a la universidad civil, como estudio de materia histórica o filológica se intentó con la fundación hace decenios de una licenciatura en “Filología Bíblica Trilingüe”, en la que se cursaban en realidad cuatro lenguas: latín, griego, hebreo y arameo. Hubo alumnos brillantísimos. Pero fue suprimida por el Ministerio de Educación y Ciencia en la reforma de no sé qué año exactamente, con la concentración de departamentos y la eliminación de aquellas disciplinas “no rentables”, con pocos alumnos. Así, incluso la cátedra de Filología Neotestamentaria, que ocupé durante pocos años, fue convertida en cátedra de Filología Griega sin más.
Pues bien, la obra que ahora estoy deseando que vea una nueva luz estaba pensada para todos los estudiosos, tanto confesionales, como no, que desearan penetrar científicamente en este mundo del Nuevo Testamento por medio de información clara y precisa, con valoración acompañada, de todos los sistemas de aproximación técnica al Nuevo Testamento. Pero “técnica” no quiere decir exclusiva, ya que los autores hemos pretendido que el lenguaje de esta obra sea muy comprensible.
Quiero dejar bien claro que aunque el estudio científico del Nuevo Testamento no se identifica con la teología, es sin embargo el requisito previo para que esta última pueda desarrollarse. He escrito que si las posturas ideológicas/ teológicas que se adoptan al interpretar el Nuevo Testamento no tienen su fundamento en una intelección correcta de los textos, esa teología carecerá de cimiento sólido. Las aportaciones del estudio filológico-histórico son el necesario punto de partida de ulteriores interpretaciones teológicas, que deben tener siempre por base el texto y su significado en el momento en el que fue compuesto.
El estudio del Nuevo Testamento ha de ser imparcial, o procurarlo, ante el vasto campo de posturas ideológicas, con frecuencia tan encontradas, que toman pie de unos mismos escritos. La filología del Nuevo Testamento procura ser una ciencia histórica. Creo que la exégesis es en verdad pura historia. Ha de ser crítica y racional; debe procurar no tener prejuicios. Si el texto del Nuevo Testamento comienza a ser estudiado de esta forma ayudará muchísimo a comprender. Y comprender es la base para vivir sensatamente.
El estudio del Nuevo Testamento como ciencia trata de conservar, transmitir, entender y presentar, gracias a una técnica determinada y múltiple –la que se explica en este libro– las experiencias religiosas de un grupo del pasado semi remoto, de casi dos mil años, el cristiano, que fueron expresadas por primera vez por escrito en el corpus de obras que denominamos “El Nuevo Testamento”.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Foto: Cubierta del libro
Sigo tratando del libro reeditado por Herder hace muy poco tiempo: “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos” de los que somos autores Jesús Peláez y yo. Este libro pasó relativamente desapercibido en España en su primera publicación, y naturalmente me interesa que se conozca ya que no es una mera introducción al uso del Nuevo Testamento, ni una historia del cristianismo primitivo ni nada de eso.
Me parece que en España y en los países de lengua hispana el estudio y utilización del Nuevo Testamento sigue estando, salvo raras excepciones, en manos de círculos confesionales. El paso a la universidad civil, como estudio de materia histórica o filológica se intentó con la fundación hace decenios de una licenciatura en “Filología Bíblica Trilingüe”, en la que se cursaban en realidad cuatro lenguas: latín, griego, hebreo y arameo. Hubo alumnos brillantísimos. Pero fue suprimida por el Ministerio de Educación y Ciencia en la reforma de no sé qué año exactamente, con la concentración de departamentos y la eliminación de aquellas disciplinas “no rentables”, con pocos alumnos. Así, incluso la cátedra de Filología Neotestamentaria, que ocupé durante pocos años, fue convertida en cátedra de Filología Griega sin más.
Pues bien, la obra que ahora estoy deseando que vea una nueva luz estaba pensada para todos los estudiosos, tanto confesionales, como no, que desearan penetrar científicamente en este mundo del Nuevo Testamento por medio de información clara y precisa, con valoración acompañada, de todos los sistemas de aproximación técnica al Nuevo Testamento. Pero “técnica” no quiere decir exclusiva, ya que los autores hemos pretendido que el lenguaje de esta obra sea muy comprensible.
Quiero dejar bien claro que aunque el estudio científico del Nuevo Testamento no se identifica con la teología, es sin embargo el requisito previo para que esta última pueda desarrollarse. He escrito que si las posturas ideológicas/ teológicas que se adoptan al interpretar el Nuevo Testamento no tienen su fundamento en una intelección correcta de los textos, esa teología carecerá de cimiento sólido. Las aportaciones del estudio filológico-histórico son el necesario punto de partida de ulteriores interpretaciones teológicas, que deben tener siempre por base el texto y su significado en el momento en el que fue compuesto.
El estudio del Nuevo Testamento ha de ser imparcial, o procurarlo, ante el vasto campo de posturas ideológicas, con frecuencia tan encontradas, que toman pie de unos mismos escritos. La filología del Nuevo Testamento procura ser una ciencia histórica. Creo que la exégesis es en verdad pura historia. Ha de ser crítica y racional; debe procurar no tener prejuicios. Si el texto del Nuevo Testamento comienza a ser estudiado de esta forma ayudará muchísimo a comprender. Y comprender es la base para vivir sensatamente.
El estudio del Nuevo Testamento como ciencia trata de conservar, transmitir, entender y presentar, gracias a una técnica determinada y múltiple –la que se explica en este libro– las experiencias religiosas de un grupo del pasado semi remoto, de casi dos mil años, el cristiano, que fueron expresadas por primera vez por escrito en el corpus de obras que denominamos “El Nuevo Testamento”.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html