Hoy escribe Antonio Piñero
Sigue hoy mi valoración del trabajo de H.-J. Fabry, “Filiación y sacerdocio en el Antiguo Testamento”, pp. 125-147 del libro que reseñamos ayer.
Este artículo, como el resto del libro me ha parecido interesante, y es a él al que deseo hacer algún comentario:
• He sentido como una gran desazón con el inicio del artículo cuando el autor escribe: “Al ocuparnos de la filiación de Jesucristo, la que nosotros –como la del centurión romano—confesamos en la fe: Él es el Hijo del Hombre. Esta declaración cristológica fundamental del cristianismo primitivo tiene su origen en los primeros seguidores de Jesús, los cuales eran todavía judíos en su mayoría y cuya comprensión de Jesús se desarrollaba en el horizonte de concepciones veterotestamentarias y protojudías. Sólo más tarde fueron introducidos por Pablo y el evangelio de Juan elementos helenísticos, los cuales debían preparar el mensaje de Cristo para la misión de los gentiles” (p. 125).
Mi cuestión es: si los primero cristianos entendía la filiación de Jesucristo con concepciones del Antiguo Testamento y protojudías, no entendían en absoluto como nosotros la naturaleza divina de Jesús. Jesús era, entonces, un mero hombre adoptado como ayudante divino por Dios Padre tras haberlo resucitado. ¿Cómo se da el salto aparentemente tremendo entre estas ideas y la concepción del Verbo / Logos = Jesús Mesías en el Evangelio de Juan? Fabry parece decir que tal divinización de Jesús es puramente helenística…, lo que choca –creo—rotundamente con el análisis de textos judíos de la época del Segundo Templo sobre la existencia de “dos poderes en el cielo”.
Segunda pregunta a lo sostiene Fabry, también al principio: “Por tanto es necesario tratar minuciosamente las declaraciones bíblicas… para evitar interpretaciones erróneas y mostrar que sigue siendo razonable confesar hoy día a Jesús como Hijo del Hombre”. A la verdad, no entiendo nada. Fabry parece estar indicando con claridad que no hay continuidad ninguna entre las ideas de la “filiación” en el judaísmo veterotestamentario y del tiempo del Segundo Templo, que según él se prolonga en el judaísmo rabínico, y el únicum que supone el cristianismo. Opino que esta postura es insostenible.
• Sin embargo, me parece muy correcto el análisis de los textos del Antiguo Testamento y el rechazo en ver en ellos una interpretación parecida a la egipcia o cananea que contempla la generación física del hijo por parte de la divinidad como en el mundo grecorromano;
• Me parece pobre la interpretación de Hebreos, no en sí, sino porque la exégesis queda en el aire: ¿qué paso intermedios hay entre los pasajes del Antiguo Testamento largamente comentados y un texto de Hebreos que proclama a Jesús Dios directamente?
• Cuando menciona de pasada la cristología evangélica del Hijo de Dios es demasiado parco y confuso. Acepta que esta cristología no puede entenderse en Mc 1,9-11 nada más que como “adoptiva” en la línea de la asunción del Antiguo Testamento y de su transfondo egipcio profundamente cambiado por los autores israelitas. Luego sostiene que “”Lc 1,26-38 (anunciación a María de su concepción por obra del Espíritu Santo y la aceptación final por parte de esta) representa el cierre desde la perspectiva de la historia de la tradición: Jesucristo no es sólo mesías según la función, sino que posee también una existencia mesiánica, que es ¡una declaración ontológica!” (quiere decir “óntica”). Vuelvo el mismo problema ¿Cómo se llega a esta declaración óntica que supera la cristología de un Jesús que es puramente humano y sólo divino después de su resurrección? ¿Cuál es el papel de Pablo en este trayecto como maestro espiritual de la teología de los evangelistas? Reducir al Apóstol en este concepto de la filiación a un mero análisis de Romanos 1,3-4, sin indicar todo lo que hay en las cartas de Pablo al respecto… me parece ininteligible.
• Pienso que este artículo está cojo porque su autor no ha leído King and Messiah as Son of God. Divine, Human, and Angelic Messianic Figures in Biblical and Related Literature, de Adela Y. Collins y J.J. Collins (Eerdmanns, Grand Rapids, 2008, y desde luego tampoco The Jewish Gospels, de D. Boyarin que hemos comentado largamente en este Blog… y comentaremos a propósito de otros textos judíos aún no tratados… Pienso que parte de esta omisión se debe a que algunos teólogos alemanes siguen citando prácticamente solo bibliografía alemana (¡lo cual es menos grave que cuando se cita sólo bibliografía inglesa¡) lo que le impide acceder a puntos de vista, sobre todo de investigadores judíos contemporáneos, que tratan precisamente de rellenar el hueco y el salto entre las concepciones veterotestamentarias y judías , pues están muy interesados en la relaciones cristianismo / judaísmo dentro del ámbito mental de la época del Segundo Templo.
• Y opino por tercera o cuarta vez que los organizadores de estos congresos sobre la filiación deben coger al toro por los cuernos y tratar sobre:
a) Los conceptos de filiación y entes humano divinos en el judaísmo previo y coetáneo al nacimiento del cristianismo; antes quizás se debería insistir también en la línea del presente artículo estudiando más a fondo el Antiguo Testamento.
b) El sentido de la filiación divina en Jesús de Nazaret ligado a su concepción de Dios;
c) La naturaleza del mesías según Pablo de Tarso y su enorme ambigüedad;
d) La naturaleza del mesías según los evangelios sinópticos y luego en el Evangelio de Juan.
e) La naturaleza del mesías según los discípulos de Pablo;
f) La naturaleza del mesías según el autor del Apocalipsis.
Así tendremos finalmente las bases fundamentales para entender bien los orígenes cristianos. Lo demás es muy interesante… ¡sin duda! Y por eso reseño y presto atención a ese libro porque en sí es bueno. Pero todo ello debería haber venido después de lo básico y fundamental. Por tanto estamos construyendo la casa por el tejado antes de poner los cimientos. El artículo de Fabry inicia el trabajo, pero se queda muy corto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sigue hoy mi valoración del trabajo de H.-J. Fabry, “Filiación y sacerdocio en el Antiguo Testamento”, pp. 125-147 del libro que reseñamos ayer.
Este artículo, como el resto del libro me ha parecido interesante, y es a él al que deseo hacer algún comentario:
• He sentido como una gran desazón con el inicio del artículo cuando el autor escribe: “Al ocuparnos de la filiación de Jesucristo, la que nosotros –como la del centurión romano—confesamos en la fe: Él es el Hijo del Hombre. Esta declaración cristológica fundamental del cristianismo primitivo tiene su origen en los primeros seguidores de Jesús, los cuales eran todavía judíos en su mayoría y cuya comprensión de Jesús se desarrollaba en el horizonte de concepciones veterotestamentarias y protojudías. Sólo más tarde fueron introducidos por Pablo y el evangelio de Juan elementos helenísticos, los cuales debían preparar el mensaje de Cristo para la misión de los gentiles” (p. 125).
Mi cuestión es: si los primero cristianos entendía la filiación de Jesucristo con concepciones del Antiguo Testamento y protojudías, no entendían en absoluto como nosotros la naturaleza divina de Jesús. Jesús era, entonces, un mero hombre adoptado como ayudante divino por Dios Padre tras haberlo resucitado. ¿Cómo se da el salto aparentemente tremendo entre estas ideas y la concepción del Verbo / Logos = Jesús Mesías en el Evangelio de Juan? Fabry parece decir que tal divinización de Jesús es puramente helenística…, lo que choca –creo—rotundamente con el análisis de textos judíos de la época del Segundo Templo sobre la existencia de “dos poderes en el cielo”.
Segunda pregunta a lo sostiene Fabry, también al principio: “Por tanto es necesario tratar minuciosamente las declaraciones bíblicas… para evitar interpretaciones erróneas y mostrar que sigue siendo razonable confesar hoy día a Jesús como Hijo del Hombre”. A la verdad, no entiendo nada. Fabry parece estar indicando con claridad que no hay continuidad ninguna entre las ideas de la “filiación” en el judaísmo veterotestamentario y del tiempo del Segundo Templo, que según él se prolonga en el judaísmo rabínico, y el únicum que supone el cristianismo. Opino que esta postura es insostenible.
• Sin embargo, me parece muy correcto el análisis de los textos del Antiguo Testamento y el rechazo en ver en ellos una interpretación parecida a la egipcia o cananea que contempla la generación física del hijo por parte de la divinidad como en el mundo grecorromano;
• Me parece pobre la interpretación de Hebreos, no en sí, sino porque la exégesis queda en el aire: ¿qué paso intermedios hay entre los pasajes del Antiguo Testamento largamente comentados y un texto de Hebreos que proclama a Jesús Dios directamente?
• Cuando menciona de pasada la cristología evangélica del Hijo de Dios es demasiado parco y confuso. Acepta que esta cristología no puede entenderse en Mc 1,9-11 nada más que como “adoptiva” en la línea de la asunción del Antiguo Testamento y de su transfondo egipcio profundamente cambiado por los autores israelitas. Luego sostiene que “”Lc 1,26-38 (anunciación a María de su concepción por obra del Espíritu Santo y la aceptación final por parte de esta) representa el cierre desde la perspectiva de la historia de la tradición: Jesucristo no es sólo mesías según la función, sino que posee también una existencia mesiánica, que es ¡una declaración ontológica!” (quiere decir “óntica”). Vuelvo el mismo problema ¿Cómo se llega a esta declaración óntica que supera la cristología de un Jesús que es puramente humano y sólo divino después de su resurrección? ¿Cuál es el papel de Pablo en este trayecto como maestro espiritual de la teología de los evangelistas? Reducir al Apóstol en este concepto de la filiación a un mero análisis de Romanos 1,3-4, sin indicar todo lo que hay en las cartas de Pablo al respecto… me parece ininteligible.
• Pienso que este artículo está cojo porque su autor no ha leído King and Messiah as Son of God. Divine, Human, and Angelic Messianic Figures in Biblical and Related Literature, de Adela Y. Collins y J.J. Collins (Eerdmanns, Grand Rapids, 2008, y desde luego tampoco The Jewish Gospels, de D. Boyarin que hemos comentado largamente en este Blog… y comentaremos a propósito de otros textos judíos aún no tratados… Pienso que parte de esta omisión se debe a que algunos teólogos alemanes siguen citando prácticamente solo bibliografía alemana (¡lo cual es menos grave que cuando se cita sólo bibliografía inglesa¡) lo que le impide acceder a puntos de vista, sobre todo de investigadores judíos contemporáneos, que tratan precisamente de rellenar el hueco y el salto entre las concepciones veterotestamentarias y judías , pues están muy interesados en la relaciones cristianismo / judaísmo dentro del ámbito mental de la época del Segundo Templo.
• Y opino por tercera o cuarta vez que los organizadores de estos congresos sobre la filiación deben coger al toro por los cuernos y tratar sobre:
a) Los conceptos de filiación y entes humano divinos en el judaísmo previo y coetáneo al nacimiento del cristianismo; antes quizás se debería insistir también en la línea del presente artículo estudiando más a fondo el Antiguo Testamento.
b) El sentido de la filiación divina en Jesús de Nazaret ligado a su concepción de Dios;
c) La naturaleza del mesías según Pablo de Tarso y su enorme ambigüedad;
d) La naturaleza del mesías según los evangelios sinópticos y luego en el Evangelio de Juan.
e) La naturaleza del mesías según los discípulos de Pablo;
f) La naturaleza del mesías según el autor del Apocalipsis.
Así tendremos finalmente las bases fundamentales para entender bien los orígenes cristianos. Lo demás es muy interesante… ¡sin duda! Y por eso reseño y presto atención a ese libro porque en sí es bueno. Pero todo ello debería haber venido después de lo básico y fundamental. Por tanto estamos construyendo la casa por el tejado antes de poner los cimientos. El artículo de Fabry inicia el trabajo, pero se queda muy corto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com