Hoy escribe Antonio Piñero
El estudio del estilo particular de los diversos autores del Nuevo Testamento es un campo bien roturado por investigadores de tiempos pasados. Observaciones breves pueden hallarse en el capítulo dedicado a la "estilística" de la obra El idioma del Nuevo Testamento. Gramática, estilística y diccionario estadístico del Griego Bíblico, de Manuel Guerra Gómez, Burgos, 3ª edic., 1981, cuyo contenido más importante es: principales recursos estilísticos, estructura de la frase, prosa rítmica y artística.
No es preciso insistir demasiado en el complemento que supone un buen conocimiento del estilo de cada autor para los trabajos de establecimiento del texto del Nuevo Testamento y para caer en la cuenta de los lugares y contenidos en los que el autor pone mayor o menor énfasis.
La novedad de los estudios estilísticos hoy reside en su renovada utilización para resolver los problemas de autenticidad de escritos del Nuevo Testamento, sobre todo cartas, sobre los que aún sigue la discusión. Por ejemplo: ayuda a decidir –entre otros argumentos— si las Cartas Pastorales fueron escritas por Pablo o por un discípulo suyo analizando las diferencias de estilo. Las grandes o notables divergencias de estilo y vocabulario, sobre todo palabras iguales empleadas con significado diferente (por ejemplo, “iglesia”, “cuerpo de Cristo”, “justificación”) han llevado a esta conclusión.
Hoy los análisis estilísticos por ordenador, que analizan las frases, el orden de palabras, pequeños "idiotismos" (en sentido absolutamente etimológico; idiótes en griego significa "particular", y muchas veces en el sentido peyorativo de quien no participa, porque no le interesa, en el gobierno de la ciudad) o propiedades de estilo, son un argumento imbatible en pro o en contra de la historicidad, puesto que esos rasgos de estilo son inconscientes, no se pueden evitar, y manifiestan a las claras si dos escritos están redactados por manos iguales o diferentes.
El análisis retórico
Los escritores del Nuevo Testamento se atenían mucho más de lo que se había sospechado hasta hace bien poco a las normas de la retórica del momento que habían aprendido probablemente en las escuelas del Imperio. Por ello, el análisis retórico ayuda a descubrir, entre otras cosas, cuál es el significado y la intención principal de obras completas o de pasajes complicados. Éstos se iluminan al captar la estructura retórica subyacente.
El método se ha utilizado con provecho en todos los autores del Nuevo Testamento desde los Evangelios al Apocalipsis, incluso aplicándolo a cuestiones más complicadas que la mera interpretación de pasajes aislados. Por ejemplo: la complicada y aparentemente anárquica estructura del Evangelio de Mateo se ilumina de sorprendente manera cuando se descubre que el autor ha dispuesto su material de modo quiástico.
Abro un paréntesis para explicar qué es un “quiasmo”, y su adejtivo, quiástico:
Es una construcción literario-retórica con una estructura en forma de ABA’, ABCB’A’, de manera que se forma un esquema cruzado (invirtiendo el paralelismo). Proviene de la letra griega «ji», que se escribe en forma de X, con las dos partes de la letra invertidas.
Así en los capítulos 8-9 de Mateo, la percepción de esta estructura en la disposición de milagros y dichos de Jesús permite percibir que el núcleo de esa parte y el interés primordial del autor radica en 8,29 (exclamación de los demonios expulsados de que Jesús es hijo de Dios): esa es la clave de bóveda que sostiene toda la sección y aquello en lo que el autor colocó su interés primor¬dial.
Otros ejemplos de quiasmos pueden ser sorprendentes. En concreto en el Evangelio de Marcos hay un notable número de perícopas, cuyo contenido está dispuesto en forma de quiasmo. Ejemplos son:
A. La curación del ciego en Mc 8,22-26.
A 8, 22, Introducción: el ciego es llevado a Jesús pidiéndole que lo cure (erchontai… eis)
B 8, 23, Primer toque curativo (cheiras… eis ta ommata autou … blepeis)
C 8, 24: Respuesta del ciego: “pueblo que anda como árboles”
B' 8, 25, Segundo toque curativo (cheiras… epi tous ophthalmous autou… dieblepen)
A' 8, 26: Conclusión: el ciego es enviado a casa curado (eis… eiselthēs).
El pasaje está estructurado en forma de quiasmo, con un vocabulario que se corresponde en la introducción y la conclusión, y en los dos toques curativos. La parte no pareada es la central, la respuesta del ciego en 8, 24, dotada de notable hincapié retórico por el hecho de que es el único lugar en todo el relato en el que habla el ciego; además, la naturaleza críptica de sus palabras atrapa la atención del lector.
B. MC 8, 34-9, 1: Jesús proclama los beneficios y pérdidas del seguimiento .El pasaje entero está dispuesto en forma de quiasmo:
A 8, 34 kai… eipen autois (“y… les dijo”), ei tis (“si alguien”)
B 8, 35 hos gar (“pues quien”)
C 8, 36 ti gar (“pues, de qué”) + anthrōpos (“ser humano”)
C 8, 37 ti gar (“pues, de qué”) + anthrōpos (“ser humano”)
B' 8, 38 hos gar (“pues quien”)
A' 9, 1 kai elegen autois (“y les dijo”), eisin tines (“hay algunos”)
El contexto amplio también es quiástico en la disposición de sus temas, ya que parte de la revelación del mesianismo de Jesús (8, 27-30) llega a la profecía de su pasión (8, 31-33), a la exhortación a los discípulos para que participen de ese sufrimiento (8, 34-37), y retorna a la profecía de su vuelta en la gloria mesiánica (8, 38--9, 1).
Si pues, como acentúan a menudo los comentaristas correctamente, el tema marcano del mesianismo de Jesús está calificado por el de su pasión, lo opuesto es también verdadero: la pasión de Jesús está situada en el contexto apocalíptico de su vindicación por Dios en el éschaton inminente, cuando su mesianismo quede demostrado públicamente (cf. 14, 61-62).
Estos ejemplos están tomados de Joel Marcus, Mark 8-16. A New Translation and Commentary (The Anchor Bible Yale Bible), Yakle University Press, New Hven /London, pp. 598 y 623.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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