Hoy escribe Antonio Piñero
Esta semana presento, más que reseño, un libro que espero que parezca sustancial a la mayoría de los lectores, pues su contenido se halla en la base de la leyenda de la creación, tanto del universo como del ser humano, del Génesis, el primer libro de la Biblia, el más leído y comentado de la historia de la literatura en el hemisferio occidental. Sus datos:
Lluis Feliu y Adelina Millet (editores, introductores, traductores y anotadores), Enuma Elish y otros relatos babilónicos de la creación. Editorial Trotta / Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, Madrid / Barceloa, 2014, 125 pp., con un mapa y bibliografía. Tiene dos ISBN. Trotta: 978-84-9879-476-2 / UB: 978-84-475-3786-0.
Me parece excelente la idea de la coedición, sobre todo ahora, en momentos que por problemas económicos y políticos –no me cabe duda— se han roto, espero que temporalmente, muchos de los puentes entre, por ejemplo y en el ámbito de Letras, mi Universidad, la Complutense y la “Central” de Barcelona, con la que habíamos mantenido estrechos vínculos. La colección en la que se edita el libro, “Pliegos de Oriente” (dirigida por Gregorio del Olmo y Adelina Millet) presenta títulos interesantísimos para la historia de las religiones y del judaísmo y cristianismo en particular. Algunos ejemplos: Mitos, leyendas y rituales de los semitas occidentales, de G. del Olmo; Códigos legales de tradición babilónica; La epopeya de Gilgamesh, rey de Uruk, de J. Sanmartín; Gilgamesh o la conquista de la inmortalidad de F. D’Agostino y F. del Ríos Sánchez; la Gnosis eterna, de F. García Bazán; Himnos a Isis, de Elena Muñiz, entre otros.
El contenido del libro presentees como sigue: descripción breve del poema babilónico de la creación, tablillas en las que se contiene y fecha de composición; lengua y estilo del poema y un excelente resumen de su contenido: generación de los dioses o teogonía; conflicto entre ellos; combate entre los dioses y sus resultados: la nueva generación de dioses jóvenes, la creación del universo y del ser humano y la entronización y alabanza del nuevo dios supremo, Marduk.
Esta primera parte del libro se complementa con secciones específicas dedicadas a la “personalidad” del dios Marduk; las festividades sagradas de Babilonia; diversidad en la concepciones del universo; la creación del hombre y su porqué; precedentes de estas leyendas y paralelos en la historia de las religiones, sobre todo con la Biblia hebrea.
El poema Enuma Elish no se ha transmitido completo en ningún manuscrito (en este caso tablillas de arcilla endurecidas por los incendios de los archivos de los palacios o templos en los que estaban). Para gracias al buen número de tablillas que lo contienen fragmentariamente—si no me equivoco, más de un centenar--, los investigadores puede reconstruir prácticamente el relato completo. Las copias actuales proceden en su gran mayoría de la “Biblioteca” (auténticamente tal, reunida por intereses religiosos culturales y no por un sentido de mero “archivo” en diversas estancias del palacio y en los templos) de Asurbanipal (668-627 a.C.), aunque es muy probable que sean a su vez copias o adaptaciones de un relato en esa forma ya estaba redondeado hacia el 900 a.C. Pero como, al parecer, la leyenda en sí de la creación del universo y del hombre es de procedencia sumeria, su origen básico debe retrotraerse quizás hacia el 3000 a.C. La lengua de estas tablillas es el acadio/babilónico, lenguaje semita, no muy difícil de aprender para los que se han adentrado previamente en el hebreo /arameo e incluso en el árabe clásico. Como hay tablillas bilingües sumerio/acadias el aprendizaje de la primera de estas dos lenguas por los eruditos modernos no ha sido empresa desesperada.
El que las copias de este poema circularan en las cortes reales de Babilonia, en la que estuvieron más o menos como prisioneros la élite de los desterrados de Judá cuando la toma de Jerusalén en el 589 por Nabucodonosor II, hace que el contacto de los judíos interesados, durante el exilio, con las formas casi definitivas de esta leyenda fuera muy probable.
No es esta, ni mucho menos, la primera traducción al castellano que se ha producido, pero sí –creo- la mejor, absolutamente directa desde las fuentes, utilizando las mejores ediciones. La introducción, las notas y el mapa del final son muy ilustrativos. Me ha llamado la atención el que la versión de este poema, de F. Lara Peinado, mencionada en la p. 10, no aparezca luego en la Bibliografía. Si no me equivoco, la versión de este último se hizo sobre la base de una traducción previa del dominico P. Maximiano García Cordero, catederático de hebreo de la Universidad Pontificia de Salamanca, por lo que es una versión muy fiable. No conozco la de Rovira Orlandis, que sí aparece en la p. 11 y en la Bibliografía.
El núcleo básico del mito de la creación aparece completado en la segunda parte del libro que comentamos. En ella los autores han editado también otras cosmogonías menores de Babilonia, que ofrecen perspectivas complementarias al relato amplio del Enuma Elish (en acadio/babilonio significa “Cuando en lo alto” y son las palabras del inicio del poema). Igual ocurre con la Biblia hebrea: los judíos suelen nombrar sus libros con las palabras del comienzo (ejemplo: Bereshit, “En el inicio” = Génesis; Debarim, “Palabras”, el Deuteronomio: “Estas son las palabras…).
Para comprender bien la leyenda sería interesante que el lector refrescara sus conocimientos acerca de la localización geográfica del poema, la vieja Mesopotamia, “Entrerríos”, y de su historia en líneas generales. Para este complemente podría ayudar un libro de historia general de Mesopotamia, o en su ausencia, los artículos de buenas enciclopedias bíblicas, o a falta de estos la Wikipedia misma (si el lector pudiera leer los artículos en inglés o alemán, sería estupendo porque los que yo leído de historia antigua, judaísmo o cristianismo primitivo son buenos), que trae además mapas muy ilustrativos. En la edición del librito que comentamos, el mapa del final tiene una doble leyenda (según los números que aparecen en el mapa y por orden alfabético; por ello es fácil orientarse en todo momento sobre la localización de las ciudades citadas en la Introducción). También ayuda en la lectura, y mucho, el glosario de nombres divinos, personajes mitológicos de los textos y santuarios (pp. 115-117):
Los autores resaltan, con razón, el paralelo y la dependencia del primer relato, de la creación en general y del ser humano en particular, en Génesis 1,1-2,4, de la leyenda muy anterior recogida en el Enuma Elish. Ambas coinciden en algo importante: no es exacto decir que la divinidad crea desde la nada porque en la Biblia existe también una suerte de caos obscuro o materia primordial de la que procede el universo por acción de la palabra divina. Este suerte de caos obscuro del Génesis puede equipararse a la “diosa” madre Tiámat, reina del caos en elñ Enuma Elish, aunque en otras ocasiones se la identifique con las aguas primordiales, saladas. Ciertamente, el Dios bíblico separa primero la luz de las tinieblas, pero inmediatamente aparta las aguas superiores de las inferiores. En la creación del resto del universo hay notables paralelismos entre Génesis y Enuma Elish, aunque también notables diferencias. La creación del ser humano en este último es más prosaica, aunque sea el hombre sea lo más prodigioso del universo. Marduk crea a los humanos por comodidad, para que hagan en la tierra la tarea de los dioses. Este mito está sublimado en la Biblia hebrea, pues el humano es hecho a imagen y semejanza de la divinidad y su fin primordial es cantar las alabanzas y la gloria del Creador, tarea que en el Enuma Elish corresponde solo al coro de los dioses.
El lector percibirá enseguida otras múltiples diferencias. No es necesario seguir con paralelos y divergencias, pues basta una mera lectura comparada de los dos textos. Sí es claro que, a pesar de los pesares para el sentir moderno, la desmitificación presentada por la Biblia hebrea es enorme, monumental. Aquí la humanidad da un paso de gigante en la concepción de la divinidad.
Me interesaría señalar que la lucha de Marduk y las divinidades jóvenes contra los dioses primordiales, Apsu y Tiámat que no logran poner orden el caos, aparece también –como ya he señalado en otra ocasión-- en otras mitologías, la griega por ejemplo. En ella Zeus, divinidad joven, lucha contra las divinidades antiguas, cronidas y titanes, para instaurar un orden en el universo que esas últimas nunca consiguen implantar. Igualmente (y esta es una idea de D. Boyarin, la divinidad joven, un “como hijo de hombre” de Daniel 7,13-14, es puesta por ’El mismo, la divinidad anciana, en un trono a su lado, para que desarrolle parte de sus tareas, sobre todo respecto a los hijos de los hombres. Es este otro caso de desmitologización parcial de antiquísimas leyendas por parte de la Biblia hebrea que perdura en la concepción de Jesús como Hijo del Hombre en el cristianismo y que –con una evolución diversa-- conduce a la igualdad de esencia de Padre e Hijo definida por los Concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia. Pero el origen de esta noción de la figura de la divinidad joven que asciende de grado y de algún modo sustituye a la antigua se ve claramente que está ya en el Enuma Elish.
En síntesis, me parece que es este libro que comentamos un pequeño gran libro que merece la pena ser tenido en la biblioteca de cualquier aficionado a los estudios bíblicos. Doy la enhorabuena a los autores y a la editorial por haberlo publicado, y por sustituir así otras versiones que circulan por ahí…, que no son de la lengua original, sino del francés o del inglés.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Esta semana presento, más que reseño, un libro que espero que parezca sustancial a la mayoría de los lectores, pues su contenido se halla en la base de la leyenda de la creación, tanto del universo como del ser humano, del Génesis, el primer libro de la Biblia, el más leído y comentado de la historia de la literatura en el hemisferio occidental. Sus datos:
Lluis Feliu y Adelina Millet (editores, introductores, traductores y anotadores), Enuma Elish y otros relatos babilónicos de la creación. Editorial Trotta / Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona, Madrid / Barceloa, 2014, 125 pp., con un mapa y bibliografía. Tiene dos ISBN. Trotta: 978-84-9879-476-2 / UB: 978-84-475-3786-0.
Me parece excelente la idea de la coedición, sobre todo ahora, en momentos que por problemas económicos y políticos –no me cabe duda— se han roto, espero que temporalmente, muchos de los puentes entre, por ejemplo y en el ámbito de Letras, mi Universidad, la Complutense y la “Central” de Barcelona, con la que habíamos mantenido estrechos vínculos. La colección en la que se edita el libro, “Pliegos de Oriente” (dirigida por Gregorio del Olmo y Adelina Millet) presenta títulos interesantísimos para la historia de las religiones y del judaísmo y cristianismo en particular. Algunos ejemplos: Mitos, leyendas y rituales de los semitas occidentales, de G. del Olmo; Códigos legales de tradición babilónica; La epopeya de Gilgamesh, rey de Uruk, de J. Sanmartín; Gilgamesh o la conquista de la inmortalidad de F. D’Agostino y F. del Ríos Sánchez; la Gnosis eterna, de F. García Bazán; Himnos a Isis, de Elena Muñiz, entre otros.
El contenido del libro presentees como sigue: descripción breve del poema babilónico de la creación, tablillas en las que se contiene y fecha de composición; lengua y estilo del poema y un excelente resumen de su contenido: generación de los dioses o teogonía; conflicto entre ellos; combate entre los dioses y sus resultados: la nueva generación de dioses jóvenes, la creación del universo y del ser humano y la entronización y alabanza del nuevo dios supremo, Marduk.
Esta primera parte del libro se complementa con secciones específicas dedicadas a la “personalidad” del dios Marduk; las festividades sagradas de Babilonia; diversidad en la concepciones del universo; la creación del hombre y su porqué; precedentes de estas leyendas y paralelos en la historia de las religiones, sobre todo con la Biblia hebrea.
El poema Enuma Elish no se ha transmitido completo en ningún manuscrito (en este caso tablillas de arcilla endurecidas por los incendios de los archivos de los palacios o templos en los que estaban). Para gracias al buen número de tablillas que lo contienen fragmentariamente—si no me equivoco, más de un centenar--, los investigadores puede reconstruir prácticamente el relato completo. Las copias actuales proceden en su gran mayoría de la “Biblioteca” (auténticamente tal, reunida por intereses religiosos culturales y no por un sentido de mero “archivo” en diversas estancias del palacio y en los templos) de Asurbanipal (668-627 a.C.), aunque es muy probable que sean a su vez copias o adaptaciones de un relato en esa forma ya estaba redondeado hacia el 900 a.C. Pero como, al parecer, la leyenda en sí de la creación del universo y del hombre es de procedencia sumeria, su origen básico debe retrotraerse quizás hacia el 3000 a.C. La lengua de estas tablillas es el acadio/babilónico, lenguaje semita, no muy difícil de aprender para los que se han adentrado previamente en el hebreo /arameo e incluso en el árabe clásico. Como hay tablillas bilingües sumerio/acadias el aprendizaje de la primera de estas dos lenguas por los eruditos modernos no ha sido empresa desesperada.
El que las copias de este poema circularan en las cortes reales de Babilonia, en la que estuvieron más o menos como prisioneros la élite de los desterrados de Judá cuando la toma de Jerusalén en el 589 por Nabucodonosor II, hace que el contacto de los judíos interesados, durante el exilio, con las formas casi definitivas de esta leyenda fuera muy probable.
No es esta, ni mucho menos, la primera traducción al castellano que se ha producido, pero sí –creo- la mejor, absolutamente directa desde las fuentes, utilizando las mejores ediciones. La introducción, las notas y el mapa del final son muy ilustrativos. Me ha llamado la atención el que la versión de este poema, de F. Lara Peinado, mencionada en la p. 10, no aparezca luego en la Bibliografía. Si no me equivoco, la versión de este último se hizo sobre la base de una traducción previa del dominico P. Maximiano García Cordero, catederático de hebreo de la Universidad Pontificia de Salamanca, por lo que es una versión muy fiable. No conozco la de Rovira Orlandis, que sí aparece en la p. 11 y en la Bibliografía.
El núcleo básico del mito de la creación aparece completado en la segunda parte del libro que comentamos. En ella los autores han editado también otras cosmogonías menores de Babilonia, que ofrecen perspectivas complementarias al relato amplio del Enuma Elish (en acadio/babilonio significa “Cuando en lo alto” y son las palabras del inicio del poema). Igual ocurre con la Biblia hebrea: los judíos suelen nombrar sus libros con las palabras del comienzo (ejemplo: Bereshit, “En el inicio” = Génesis; Debarim, “Palabras”, el Deuteronomio: “Estas son las palabras…).
Para comprender bien la leyenda sería interesante que el lector refrescara sus conocimientos acerca de la localización geográfica del poema, la vieja Mesopotamia, “Entrerríos”, y de su historia en líneas generales. Para este complemente podría ayudar un libro de historia general de Mesopotamia, o en su ausencia, los artículos de buenas enciclopedias bíblicas, o a falta de estos la Wikipedia misma (si el lector pudiera leer los artículos en inglés o alemán, sería estupendo porque los que yo leído de historia antigua, judaísmo o cristianismo primitivo son buenos), que trae además mapas muy ilustrativos. En la edición del librito que comentamos, el mapa del final tiene una doble leyenda (según los números que aparecen en el mapa y por orden alfabético; por ello es fácil orientarse en todo momento sobre la localización de las ciudades citadas en la Introducción). También ayuda en la lectura, y mucho, el glosario de nombres divinos, personajes mitológicos de los textos y santuarios (pp. 115-117):
Los autores resaltan, con razón, el paralelo y la dependencia del primer relato, de la creación en general y del ser humano en particular, en Génesis 1,1-2,4, de la leyenda muy anterior recogida en el Enuma Elish. Ambas coinciden en algo importante: no es exacto decir que la divinidad crea desde la nada porque en la Biblia existe también una suerte de caos obscuro o materia primordial de la que procede el universo por acción de la palabra divina. Este suerte de caos obscuro del Génesis puede equipararse a la “diosa” madre Tiámat, reina del caos en elñ Enuma Elish, aunque en otras ocasiones se la identifique con las aguas primordiales, saladas. Ciertamente, el Dios bíblico separa primero la luz de las tinieblas, pero inmediatamente aparta las aguas superiores de las inferiores. En la creación del resto del universo hay notables paralelismos entre Génesis y Enuma Elish, aunque también notables diferencias. La creación del ser humano en este último es más prosaica, aunque sea el hombre sea lo más prodigioso del universo. Marduk crea a los humanos por comodidad, para que hagan en la tierra la tarea de los dioses. Este mito está sublimado en la Biblia hebrea, pues el humano es hecho a imagen y semejanza de la divinidad y su fin primordial es cantar las alabanzas y la gloria del Creador, tarea que en el Enuma Elish corresponde solo al coro de los dioses.
El lector percibirá enseguida otras múltiples diferencias. No es necesario seguir con paralelos y divergencias, pues basta una mera lectura comparada de los dos textos. Sí es claro que, a pesar de los pesares para el sentir moderno, la desmitificación presentada por la Biblia hebrea es enorme, monumental. Aquí la humanidad da un paso de gigante en la concepción de la divinidad.
Me interesaría señalar que la lucha de Marduk y las divinidades jóvenes contra los dioses primordiales, Apsu y Tiámat que no logran poner orden el caos, aparece también –como ya he señalado en otra ocasión-- en otras mitologías, la griega por ejemplo. En ella Zeus, divinidad joven, lucha contra las divinidades antiguas, cronidas y titanes, para instaurar un orden en el universo que esas últimas nunca consiguen implantar. Igualmente (y esta es una idea de D. Boyarin, la divinidad joven, un “como hijo de hombre” de Daniel 7,13-14, es puesta por ’El mismo, la divinidad anciana, en un trono a su lado, para que desarrolle parte de sus tareas, sobre todo respecto a los hijos de los hombres. Es este otro caso de desmitologización parcial de antiquísimas leyendas por parte de la Biblia hebrea que perdura en la concepción de Jesús como Hijo del Hombre en el cristianismo y que –con una evolución diversa-- conduce a la igualdad de esencia de Padre e Hijo definida por los Concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia. Pero el origen de esta noción de la figura de la divinidad joven que asciende de grado y de algún modo sustituye a la antigua se ve claramente que está ya en el Enuma Elish.
En síntesis, me parece que es este libro que comentamos un pequeño gran libro que merece la pena ser tenido en la biblioteca de cualquier aficionado a los estudios bíblicos. Doy la enhorabuena a los autores y a la editorial por haberlo publicado, y por sustituir así otras versiones que circulan por ahí…, que no son de la lengua original, sino del francés o del inglés.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com