Hoy escribe Antonio Piñero
Si antes (postal nº 176-03) hemos visto la “escenificación” de Q del reino de Dios, ahora nos detenemos en la opinión conclusiva de Senén Vidal sobre las ideas del Jesús histórico acerca del Reino.
En primer lugar, la utilización por parte de S. Vidal del término "símbolo" (un uso popularizado por Norman Perrin) he manifestado ya mis reparos en aceptar que “Jesús convirtió el símbolo del reino de Dios en centro configurador” de toda su misión. Me parece que la utilización de "símbolo" para Jesús es un anacronismo psicológico, pues ese vocablo significa algo muy distinto para nosotros y para él, y para ellos, los judíos del siglo I, convencidos plenamente de que el reino de Dios no era ningún "símbolo", sino una realidad y pronto tangible, en un futuro muy próximo.
En segundo lugar, insiste Senén Vidal en sus conclusiones sobre Jesús y el Reino, según el “Documento Q”, en que esta fuente “lo presenta como el acontecimiento inmediato del Dios creador, cuya presencia se transparenta precisamente en el acontecer de la creación y de la vida en ella”… “Lo que las imágenes y parábolas describen y cuentan es el acontecer misterioso y sorprendente del reino de Dios precisamente en el acontecer de la vida tal cual es, con todo su encanto y toda su rudeza” (p. 119).
Vuelvo a estar en pleno desacuerdo. Si se le dijera eso al Jesús histórico, lo negaría, porque entonces el reino de Dios estaría ya presente antes de que viniera él mismo, lo que por hipótesis es absurdo (la soberanía y sus consecuencias como creación continuada son desde siempre; no se acentúan en tiempos de Jesús)… Me vuelve a dar la impresión de que el “pecado original” de insistir demasiado en el "reino de Dios presente" precisamente por la acción y en tiempos de Jesús, lleva a la desnaturalización total de lo que sería el reino de Dios para un judío del siglo I.
Y me parece excesiva y desnaturalizante también la exégesis que hace Vidal del vocablo "Padre" (Abbá, presuntamente) presente en el Padrenuestro, en este libro que comentamos. Senén Vidal insiste en el valor de la exclamación / invocación Padre/Abbá: "Ésta no restaba en absoluto nada --con su tono de confianza, insólito en el judaísmo del siglo I, hacia Dios—a la soberanía (¡ otra traducción a veces de basileía!) del Dios Señor creador, pero señalaba su inmediatez en la creación y en la vida… Vidal se olvida totalmente de que, aparte de la afectividad d ese vocablo, el interés central del Padrenuestro es ¡“Venga a nosotros tu Reino”!, que evidentmente aún no ha venido; no está presente.
Otra insistencia de Vidal es: según Jesús, el reino de Dios “proclamado y escenificado por él” es un proceso “dinámico” que “se desarrolla dentro de la historia”. No puede quedar reducido a un acto puntual, de tipo mágico, sino que lleva necesariamente un camino de desenvolvimiento”. Todas estas frases vienen para “probar” que según Jesús el reino de Dios estaba ya presente, de un modo real, con su persona.
Opino que tildar de “mágico” un acontecimiento que comienza en el futuro dependía del punto de vista. Para los creyentes en el Dios de Israel esa irrupción en el futuro, y momentánea, que significaba el Reino, con la victoria de Dios sobre las fuerzas del mal, no era mágico en absoluto. Pero para los de fuera, que creían en otros dioses, sí lo sería.
Creo que lo primero que se debe definir es qué es reino de Dios. Ya lo hemos hecho a veces afirmando que es "la actualización concrete de la alianza de Dios con Israel expresada sobre todo en los escritos de los Profetas"..Hacer "presente", en la vida de Jesús, tal actualización es contradictorio en sí misma para el pensamiento judío de todos los tiempos.
Probablemente se trata de una cuestión de falta de definición o de estar operando con una definición confusa de qué era el Reino para los oyentes de Jesús y consecuentmente para Jesús mismo, porque --recordemos--casi todos los exegetas están de acuerdo en que Jesús jamás explica qué es el Reino d Dios. Lo da por supuesto.
.
Diría que para los judíos del siglo I calificar como “reino de Dios presente” a la soberanía siempre actuante de Yahvé sería (dicho en términos modernos y ánglicos) “wishful thinking” (sintagma que podemos parafrasear doblemente como "pensamiento arbitrario y meramente voluntarista").
Por ejemplo, tomemos un caso q utiliza el mismo Senén Vidad: las advertencias y amenazas de Jesús ante el rechazo de su oferta misional. Éstas iban “dirigidas comunal y colectivamente a los poblados que no habían acogido a los misioneros (Q10,10-12.13-15), o la ciudad de Jerusalén, asesina de profetas, representante de todo Israel (Q13,34-25) o a la generación rebelde actual en su conjunto (Q7,31-35; Q11,29-32.49-51)". En mi opinión, tales amenazas no son dicterios contra una generación afirmando de que el Reino está ya presente, sino que se fundamentan en la idea de que a los amenazados les va a ir muy mal en el futuro, cuando venga el Reino. Por tanto son amenazas de que no entrarán el en Reino (futuro, naturalmente), sino que irán al castigo, donde "será el llanto y el crujir de dientes".
Otro ejemplo: afirma Vidal siguiendo la teoría de la presencia del reino de Dios ya con Jesús, la “liberación que este Reino produce se dirigía a todo el pueblo oprimido, integrado por pobres, hambrientos y afligidos”… Ahora bien, con la “presencia” de ese Reino seguían siendo las gentes igualmente pobres, hambrientos y afligidos… ¡Una presencia del Reino muy poco interesante! Sin embargo, prometerles a esos pobres y afligidos una Jauja feliz para el futuro, parte en la tierra, parte en un “mundo” ultraterreno, sí tenía sentido.
Tampoco entiendo bien otro de los sentidos que quiere dársele a ese reino de Dios presente en la actividad de Jesús: el universalismo de la salvación. Afirma Vidal: “Según el proyecto de Jesús la renovación de Israel sería el camino para la transformación de todos los pueblos gentiles, que ingresarían también en el ámbito del reino de Dios” (p. 123).
Aquí pienso que en el pensamiento de Jesús podría haber sólo una idea de la siguiente disyuntiva:
1. O bien este ingreso es según el pensamiento del último Isaías, y entonces los pueblos gentiles “no ingresan”, sino que son derrotados por el Dios de Israel; unos pocos se convierten al judaísmo, más como individuos que como pueblos, y la inmensa mayoría de los pueblos se queda fuera del Reino…, pero con temor y temblor adoran, o mejor respetan en cierto modo, al Dios de Israel, y le envían sus dones al Templo de Jerusalén, como centro entonces de un universo renovado, para que el Dios de Israel no los castigue más
2. O bien en el pensamiento de Jesús había un auténtico universalismo, que iba mucho más allá de Isaías, y pensaba que ciertamente el movimiento por él inaugurado, el reino de Dios que comenzaba con él, era en verdad aceptador de todos gentiles… es decir que todos los gentiles estaban destinados a salvarse en pie de absoluta igualdad con los judíos.
Pero, si fuera así el pensamiento de Jesús, entonces argumentaría que en la vida y acciones del Jesús histórico no hay apenas indicios que apunten hacia esta realidad tan rompedora de esquemas. Más bien lo contrario. Pienso que la construcción de un Jesús universalista y que apunta ya a la misión de los gentiles es un mito. No veo por ninguna parte (ni siquiera en el banquete con Abrahán, Isaac y Jacob, explicable desde otros parámetros) un Jesús universalista de verdad, ni encuentro ningún pronunciamiento del Jesús histórico en este sentido… y sí más bien en el contrario (misión sólo a las oveja de Israel; denominar “perros” a los infieles en la curación de la hija de la sirofenicia; no aceptación de los griegos que desean verlo en el Evangelio de Juan). Necesitaríamos textos más claros en la tradición de Jesús y no los hay.
Y volviendo al reino presente… Habría que añadir que tal concepción del Reino presente desde la aparición de Jesús, a saber de que la soberanía de Dios comienza a hacerse por fin presente de modo oculto y misterioso en el mundo (como suele afirmarse) supone una cierta crueldad divina: por no decir nada más. Supondría que empieza el reino de Dios sólo con Jesús. Aparte de que e no se ve en absoluto que progrese durante la vida del agente mesiánico ni tampoco mucho después, en la vida sobre la tierra del homo sapiens, que lleva sobre ella unos doscientos mil años, supondría esa presunta actuación de la soberanía divina un instante muy pequeño. Y en la vida de los homínidos, unos dos millones de años o más, supondría aún menos. Cur tan sero, que decían los medievales? "¿Por qué tan tarde?" ¿Antes no había comenzado a actuar de modo misterioso y oculto la soberanía divina en el mundo? ¿Fue plantado el grano de mostaza y surgió la cizaña sólo en vida de Jesús? ¿Sólo se encontró la perla entonces?
Por tanto, decir que el reino de Dios es ante todo la actuación de la soberanía de Dios en la tierra y de modo oculto y misterioso desde la vida de Jesús es decir algo poco interesante, poco consolador y probablemente falso para la mentalidad de un judío del siglo I. El concepto de "reino de dios presente" se explica mucho mejor como teologuema postpascual cristiano. Un Jesús rechazado en último término en este mundo satánico y de muerte, o mejor, su poder ahora celestial continúa fluyendo y actuando a través de la comunidad cristiana que perpetua el recuerdo de Jesús.
Por el contrario, anunciar que por fin, en un futuro próximo, vendrá el Reino de Dios con todas las consecuencias y que muy pronto Dios haría que todo cambiase, y de un modo visible, y si se quiere incluso de una manera aparatosa… (Mc 13), ese anuncio sí tendría sentido para las “masas de pobres y afligidos” del Israel del siglo I. Y yo creo que ese era el anuncio del Jesús histórico y no que la “soberanía” de Dios estaba ya actuando “de un modo humilde y misterioso”.
En mi opinión: la idea de un “reino de Dios presente” es una “salida”, una solución de emergencia concebida por los seguidores de Jesús, por la Iglesia postpascual --perceptible ya en Q, más perceptible aún en Marcos y muchísimo más en Lucas--, una solución pensada para paliar el retraso agobiante de la parusía. Si el reino de Dios ya ha comenzado en la tierra con la misión de Jesús, no hay problema alguno en que su plenitud se retrase ad calendas graecas. El Reino ya ha empezado, ya está aquí en la tierra, Jesús no se equivocó en el fondo…, sólo hay que esperar la plenitud, que será ultramundana: la tierra jamás será renovada, pero no hay problema en ello porque el Reino no es de este mundo.
Opino que no era ésta la idea del Jesús histórico.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Si antes (postal nº 176-03) hemos visto la “escenificación” de Q del reino de Dios, ahora nos detenemos en la opinión conclusiva de Senén Vidal sobre las ideas del Jesús histórico acerca del Reino.
En primer lugar, la utilización por parte de S. Vidal del término "símbolo" (un uso popularizado por Norman Perrin) he manifestado ya mis reparos en aceptar que “Jesús convirtió el símbolo del reino de Dios en centro configurador” de toda su misión. Me parece que la utilización de "símbolo" para Jesús es un anacronismo psicológico, pues ese vocablo significa algo muy distinto para nosotros y para él, y para ellos, los judíos del siglo I, convencidos plenamente de que el reino de Dios no era ningún "símbolo", sino una realidad y pronto tangible, en un futuro muy próximo.
En segundo lugar, insiste Senén Vidal en sus conclusiones sobre Jesús y el Reino, según el “Documento Q”, en que esta fuente “lo presenta como el acontecimiento inmediato del Dios creador, cuya presencia se transparenta precisamente en el acontecer de la creación y de la vida en ella”… “Lo que las imágenes y parábolas describen y cuentan es el acontecer misterioso y sorprendente del reino de Dios precisamente en el acontecer de la vida tal cual es, con todo su encanto y toda su rudeza” (p. 119).
Vuelvo a estar en pleno desacuerdo. Si se le dijera eso al Jesús histórico, lo negaría, porque entonces el reino de Dios estaría ya presente antes de que viniera él mismo, lo que por hipótesis es absurdo (la soberanía y sus consecuencias como creación continuada son desde siempre; no se acentúan en tiempos de Jesús)… Me vuelve a dar la impresión de que el “pecado original” de insistir demasiado en el "reino de Dios presente" precisamente por la acción y en tiempos de Jesús, lleva a la desnaturalización total de lo que sería el reino de Dios para un judío del siglo I.
Y me parece excesiva y desnaturalizante también la exégesis que hace Vidal del vocablo "Padre" (Abbá, presuntamente) presente en el Padrenuestro, en este libro que comentamos. Senén Vidal insiste en el valor de la exclamación / invocación Padre/Abbá: "Ésta no restaba en absoluto nada --con su tono de confianza, insólito en el judaísmo del siglo I, hacia Dios—a la soberanía (¡ otra traducción a veces de basileía!) del Dios Señor creador, pero señalaba su inmediatez en la creación y en la vida… Vidal se olvida totalmente de que, aparte de la afectividad d ese vocablo, el interés central del Padrenuestro es ¡“Venga a nosotros tu Reino”!, que evidentmente aún no ha venido; no está presente.
Otra insistencia de Vidal es: según Jesús, el reino de Dios “proclamado y escenificado por él” es un proceso “dinámico” que “se desarrolla dentro de la historia”. No puede quedar reducido a un acto puntual, de tipo mágico, sino que lleva necesariamente un camino de desenvolvimiento”. Todas estas frases vienen para “probar” que según Jesús el reino de Dios estaba ya presente, de un modo real, con su persona.
Opino que tildar de “mágico” un acontecimiento que comienza en el futuro dependía del punto de vista. Para los creyentes en el Dios de Israel esa irrupción en el futuro, y momentánea, que significaba el Reino, con la victoria de Dios sobre las fuerzas del mal, no era mágico en absoluto. Pero para los de fuera, que creían en otros dioses, sí lo sería.
Creo que lo primero que se debe definir es qué es reino de Dios. Ya lo hemos hecho a veces afirmando que es "la actualización concrete de la alianza de Dios con Israel expresada sobre todo en los escritos de los Profetas"..Hacer "presente", en la vida de Jesús, tal actualización es contradictorio en sí misma para el pensamiento judío de todos los tiempos.
Probablemente se trata de una cuestión de falta de definición o de estar operando con una definición confusa de qué era el Reino para los oyentes de Jesús y consecuentmente para Jesús mismo, porque --recordemos--casi todos los exegetas están de acuerdo en que Jesús jamás explica qué es el Reino d Dios. Lo da por supuesto.
.
Diría que para los judíos del siglo I calificar como “reino de Dios presente” a la soberanía siempre actuante de Yahvé sería (dicho en términos modernos y ánglicos) “wishful thinking” (sintagma que podemos parafrasear doblemente como "pensamiento arbitrario y meramente voluntarista").
Por ejemplo, tomemos un caso q utiliza el mismo Senén Vidad: las advertencias y amenazas de Jesús ante el rechazo de su oferta misional. Éstas iban “dirigidas comunal y colectivamente a los poblados que no habían acogido a los misioneros (Q10,10-12.13-15), o la ciudad de Jerusalén, asesina de profetas, representante de todo Israel (Q13,34-25) o a la generación rebelde actual en su conjunto (Q7,31-35; Q11,29-32.49-51)". En mi opinión, tales amenazas no son dicterios contra una generación afirmando de que el Reino está ya presente, sino que se fundamentan en la idea de que a los amenazados les va a ir muy mal en el futuro, cuando venga el Reino. Por tanto son amenazas de que no entrarán el en Reino (futuro, naturalmente), sino que irán al castigo, donde "será el llanto y el crujir de dientes".
Otro ejemplo: afirma Vidal siguiendo la teoría de la presencia del reino de Dios ya con Jesús, la “liberación que este Reino produce se dirigía a todo el pueblo oprimido, integrado por pobres, hambrientos y afligidos”… Ahora bien, con la “presencia” de ese Reino seguían siendo las gentes igualmente pobres, hambrientos y afligidos… ¡Una presencia del Reino muy poco interesante! Sin embargo, prometerles a esos pobres y afligidos una Jauja feliz para el futuro, parte en la tierra, parte en un “mundo” ultraterreno, sí tenía sentido.
Tampoco entiendo bien otro de los sentidos que quiere dársele a ese reino de Dios presente en la actividad de Jesús: el universalismo de la salvación. Afirma Vidal: “Según el proyecto de Jesús la renovación de Israel sería el camino para la transformación de todos los pueblos gentiles, que ingresarían también en el ámbito del reino de Dios” (p. 123).
Aquí pienso que en el pensamiento de Jesús podría haber sólo una idea de la siguiente disyuntiva:
1. O bien este ingreso es según el pensamiento del último Isaías, y entonces los pueblos gentiles “no ingresan”, sino que son derrotados por el Dios de Israel; unos pocos se convierten al judaísmo, más como individuos que como pueblos, y la inmensa mayoría de los pueblos se queda fuera del Reino…, pero con temor y temblor adoran, o mejor respetan en cierto modo, al Dios de Israel, y le envían sus dones al Templo de Jerusalén, como centro entonces de un universo renovado, para que el Dios de Israel no los castigue más
2. O bien en el pensamiento de Jesús había un auténtico universalismo, que iba mucho más allá de Isaías, y pensaba que ciertamente el movimiento por él inaugurado, el reino de Dios que comenzaba con él, era en verdad aceptador de todos gentiles… es decir que todos los gentiles estaban destinados a salvarse en pie de absoluta igualdad con los judíos.
Pero, si fuera así el pensamiento de Jesús, entonces argumentaría que en la vida y acciones del Jesús histórico no hay apenas indicios que apunten hacia esta realidad tan rompedora de esquemas. Más bien lo contrario. Pienso que la construcción de un Jesús universalista y que apunta ya a la misión de los gentiles es un mito. No veo por ninguna parte (ni siquiera en el banquete con Abrahán, Isaac y Jacob, explicable desde otros parámetros) un Jesús universalista de verdad, ni encuentro ningún pronunciamiento del Jesús histórico en este sentido… y sí más bien en el contrario (misión sólo a las oveja de Israel; denominar “perros” a los infieles en la curación de la hija de la sirofenicia; no aceptación de los griegos que desean verlo en el Evangelio de Juan). Necesitaríamos textos más claros en la tradición de Jesús y no los hay.
Y volviendo al reino presente… Habría que añadir que tal concepción del Reino presente desde la aparición de Jesús, a saber de que la soberanía de Dios comienza a hacerse por fin presente de modo oculto y misterioso en el mundo (como suele afirmarse) supone una cierta crueldad divina: por no decir nada más. Supondría que empieza el reino de Dios sólo con Jesús. Aparte de que e no se ve en absoluto que progrese durante la vida del agente mesiánico ni tampoco mucho después, en la vida sobre la tierra del homo sapiens, que lleva sobre ella unos doscientos mil años, supondría esa presunta actuación de la soberanía divina un instante muy pequeño. Y en la vida de los homínidos, unos dos millones de años o más, supondría aún menos. Cur tan sero, que decían los medievales? "¿Por qué tan tarde?" ¿Antes no había comenzado a actuar de modo misterioso y oculto la soberanía divina en el mundo? ¿Fue plantado el grano de mostaza y surgió la cizaña sólo en vida de Jesús? ¿Sólo se encontró la perla entonces?
Por tanto, decir que el reino de Dios es ante todo la actuación de la soberanía de Dios en la tierra y de modo oculto y misterioso desde la vida de Jesús es decir algo poco interesante, poco consolador y probablemente falso para la mentalidad de un judío del siglo I. El concepto de "reino de dios presente" se explica mucho mejor como teologuema postpascual cristiano. Un Jesús rechazado en último término en este mundo satánico y de muerte, o mejor, su poder ahora celestial continúa fluyendo y actuando a través de la comunidad cristiana que perpetua el recuerdo de Jesús.
Por el contrario, anunciar que por fin, en un futuro próximo, vendrá el Reino de Dios con todas las consecuencias y que muy pronto Dios haría que todo cambiase, y de un modo visible, y si se quiere incluso de una manera aparatosa… (Mc 13), ese anuncio sí tendría sentido para las “masas de pobres y afligidos” del Israel del siglo I. Y yo creo que ese era el anuncio del Jesús histórico y no que la “soberanía” de Dios estaba ya actuando “de un modo humilde y misterioso”.
En mi opinión: la idea de un “reino de Dios presente” es una “salida”, una solución de emergencia concebida por los seguidores de Jesús, por la Iglesia postpascual --perceptible ya en Q, más perceptible aún en Marcos y muchísimo más en Lucas--, una solución pensada para paliar el retraso agobiante de la parusía. Si el reino de Dios ya ha comenzado en la tierra con la misión de Jesús, no hay problema alguno en que su plenitud se retrase ad calendas graecas. El Reino ya ha empezado, ya está aquí en la tierra, Jesús no se equivocó en el fondo…, sólo hay que esperar la plenitud, que será ultramundana: la tierra jamás será renovada, pero no hay problema en ello porque el Reino no es de este mundo.
Opino que no era ésta la idea del Jesús histórico.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com