Hoy escribe Antonio Piñero
Concluimos hoy con el tema el “secreto mesiánico” es un puro artificio literario-teológico.
En realidad, la crítica interna del texto evangélico (crítica que se aplica en la filología e historia antigua a cualquier documento histórico de la antigüedad, ya sea Tucídides, Polibio o Tito Livio, no sólo a los Evangelios; lo que pasa es que aquí es más llamativa) percibe que Marcos intenta transferir a la vida real de Jesús lo que de él pensaron sus discípulos después de haber creído firmemente que él –el Maestro- había resucitado, y después de haber forjado con la ayuda de un nuevo examen de las Escrituras diversas explicaciones de lo que desgraciadamente había ocurrido: su aparente fracaso y muerte… más la resurrección, más el encargo por parte de Dios de que él sea el Juez final del Gran Juicio.
Más en concreto, ¿por qué se demuestra que el “secreto mesiánico” es artificioso, apologético, explicativo de una realidad dura, la muerte de Jesús a manos de los romanos impulsados por las autoridades judías, pero una explicación no histórica en una palabra?
• En primer lugar porque la torpeza, rudeza y falta de comprensión de unos discípulos, que convivieron con Jesús durante quizás dos años y medio (Evangelio de Juan), acerca del verdadero mesianismo de éste es absolutamente inverosímil. Jesús era un excelente maestro y además habría sido inmoral por parte suya haber mantenido a sus discípulos, a los que según Marcos mismo explicaba los secretos del reino de Dios (4,11 “Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas”), en una ignorancia invencible sobre su mesianismo. Jesús les explica misterios sublimes del Reino, ¿y no les explicó hasta que lo entendieran bien cómo era en verdad su mesianismo? Imposible de creer porque supondría que Jesús era un maestro incapaz o que ocultaba algo esencial. Realmente es inverosímil.
• Segundo, porque tras esa insistencia en la torpeza y cortedad de sus discípulos, lo que el evangelista (y esto se ve más claro en Lucas que también acepta lo sustancial del “secreto mesiánico”) intenta poner de relieve es la labor del Espíritu Santo después de la resurrección, quien es el que por fin les hace entender. Este teologuema es también muy improbable, se diría que imposible en vida de Jesús. Es un teologuema que pertenece a la teología judeocristiana después de la resurrección.
• En tercero, porque el tal “secreto” y las advertencias sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús no dejaron la menor huella en la memoria de los discípulos…, quienes tras la Pascua se resistieron a creer que Jesús hubiera resucitado y continuaron esperando en él como mesías davídico tradicional (Lc 24,21) y como restaurador del reino de Israel (Hch 1,6). De hecho, a pesar de tantas advertencias, al principio ¡no creyeron ni siquiera que había resucitado! Debe insistirse en que toda la escena crucial de los caminantes a Emaús (Lc 24,17-27) ignora por completo tal secreto.
• Finalmente, en cuarto, porque el Jesús marcano quebrantó continuamente el pretendido “secreto”, y porque el conjunto de los Evangelios lo ignora igualmente haciendo que en repetidas ocasiones Jesús publique su mesianismo antes de su resurrección.
Me parecen razones sólidas. Por otro lado, si se leen afirmaciones sobre el mesianismo de Jesús (E. Schillebeeckx, por ejemplo -obsérvese que ya el título de su libro “Jesús, el Viviente” indica bien claro su orientación teológica, especulativa, no histórica- son meras generalidades; no hay pruebas, en mi opinión, serias basadas en el Deutero y Tritoisaías, por ejemplo, de que hubiera un mesianismo “davídico” (es decir que el mesías se titulara hijo de David fuera meramente “sapiencial”, de enseñanza de la Ley, y que no incluyera la expulsión de todos los paganos renuentes de la tierra de Yahvé, Israel. Léanse por favor los siguientes pasajes sobre el sometimiento de los gentiles Is 54,3; 60,16; 61,6 y passim).
Después de que los gentiles han sido sometidos, después de que Yahvé ha restaurado milagrosamente las Doce Tribus, sólo entonces el reinado de Dios, visible en Israel y en su Templo, será la “luz de las naciones”, es decir, de aquellos gentiles que al menos, aunque no se conviertan del todo, al menos respetarán al Israel victoriosos y a su Dios y se acercarán al Templo o la Ley para aprender algo de su sabiduría. Léanse, pro favor los siguientes pasajes: Is 49,5s; Is 58,1-8; Is 60,3-7; Is 60,10-14; Is 66,18-24:
Finalmente Miqueas 4, que trae un orden un tanto diferente: En los últimos días «el monte de la casa del Señor» se convertirá en la montaña más alta y hacia ella vendrán muchas naciones para aprender la Ley, la palabra del Señor. Dios reunirá a los inválidos, que serán el resto. Israel vencerá a las naciones enemigas, «y consagrará al Señor sus ganancias, su riqueza al Dueño de la tierra».
Ante la realidad de estos textos de la Escritura, me parece que el mesianismo “davídico y sólo sapiencial-pacífico” de E. Schillebeeckx es una pura construcción teológica.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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