Hoy escribe Miguel Herrero de Jáuregui
Concluimos hoy el comentario al libro iniciado en la nota anterior
Cuando al final de la Antigüedad los neoplatónicos que resisten el avance del cristianismo, desde Jámblico, tratan de buscar en la tradición griega sus propias fuentes de inspiración revelada, proclaman que Orfeo y los órficos están en la base de todas las teorías platónicas y que "Platón remeda lo de Orfeo en todas partes" (Olimpiodoro, in Plat. Phaed. 10.3 = Orph. Fragm. 338 II).
En expresión de Peter Kingsley, los estudiosos se han dedicado generalmente a mostrar cuánta falsedad y exageración hay en las palabras de Olimpiodoro, y ahora toca mostrar qué tienen de verdad. De hecho, es una tendencia del avance historiográfico que las figuras gigantescas del pasado se van redescubriendo en su contexto, y sus hallazgos dejan de ser ex nihilo para convertirse en pasos decisivos que culminan procesos anteriores.
Igual que Homero ya no es el principio de la poesía griega, sino que es el último estadio de una larguísima tradición de épica oral, así también al reconocer los precedentes órficos Platón deja de ser el "inventor" de ciertas teorías para ser el que les da forma filosófica y coherencia interna. ¿Les quita ello algo de su grandeza a Homero o Platón? Al contrario, igual que la Ilíada se enriquece como obra maestra al encontrar en ella sofisticados mecanismos de alusión a otras tradiciones poéticas que quedan superadas por Homero, el descubrimiento de las fuentes en que Platón se inspira revela la inmensa capacidad crítica y la superior profundidad del pensamiento del filósofo ateniense.
Ahora bien, la dificultad estriba en saber qué es realmente el material órfico previo a Platón y cuál es su propia aportación. La palabra clave de la cuestión es "transposición", la adaptación platónica de citas, imágenes e ideas órficas para apoyar su propio sistema. Para conjurar el peligro de razonamientos circulares que proyectan lo platónico sobre lo órfico para después postular un influjo (como se hizo, igual que con el cristianismo, en épocas pasadas), el método debe ser cuidadosamente textual y basado en las propias referencias de Platón a Orfeo, los poemas y ritos órficos, y los seguidores de Orfeo. Y aun en las referencias expresas, debe deslindarse, mediante comparación con otros pasajes platónicos y materiales externos, qué parece ser material previo y qué parece deformación platónica. Y finalmente, diferenciar lo seguro, lo probable y lo posible para evitar castillos en el aire.
Para asegurar este rigor metodológico la experiencia del filólogo Alberto Bernabé en el manejo de las fuentes es una garantía de fiabilidad. Así lo muestra el apéndice final con los textos más importantes, y la estructuración inductiva, de lo particular a lo general, del libro en los siguientes capítulos.
Primera Parte: Platón se refiere a Orfeo y sus seguidores
1. Referencias de Platón a Orfeo
2. Referencias de Platón a los seguidores de Orfeo
Segunda Parte: Ecos de las doctrinas órficas en Platón
3. Cuestiones de método
4. Mitos cosmogónicos y teogónicos
5. Modelos del cosmos
6. La inmortalidad del alma y la transmigración
7. Alma y cuerpo: soma / sema
8. El mito de Dioniso y los Titanes
9. Visiones del Más Allá: Premios y castigos del alma
10. Justicia y retribución
11. La imagen de Zeus
12. Ritos órficos e iniciación filosófica
Tercera Parte: La transposición platónica
13. Métodos de la transposición platónica
Cuarta Parte: Síntesis
14. Actitudes de Platón frente al orfismo
Apéndice: textos y traducciones
El índice de contenidos da idea de la multitud de campos de la teología, cosmología y antropología platónicas en que el orfismo influye, en diversos modos, en la forma poética (p. e. Zeus principio, medio y fin de todo) o en el fondo (p. e. la naturaleza titánica en todos los hombres).
En algunos pasajes por supuesto la interpretación de Bernabé podrá ser discutida y dará pie a nuevos debates. Pero en cualquier caso esta obra quedará como el gran clásico sobre la cuestión durante mucho tiempo. Aquí sólo queda recomendar su lectura, felicitar al autor, y también a la editorial Abada por su acierto y valentía en haberla publicado sin rehuir la impresión de textos en griego cuando hace falta.
Saludos cordiales de Miguel Herrero de Jáuregui y de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
Concluimos hoy el comentario al libro iniciado en la nota anterior
Cuando al final de la Antigüedad los neoplatónicos que resisten el avance del cristianismo, desde Jámblico, tratan de buscar en la tradición griega sus propias fuentes de inspiración revelada, proclaman que Orfeo y los órficos están en la base de todas las teorías platónicas y que "Platón remeda lo de Orfeo en todas partes" (Olimpiodoro, in Plat. Phaed. 10.3 = Orph. Fragm. 338 II).
En expresión de Peter Kingsley, los estudiosos se han dedicado generalmente a mostrar cuánta falsedad y exageración hay en las palabras de Olimpiodoro, y ahora toca mostrar qué tienen de verdad. De hecho, es una tendencia del avance historiográfico que las figuras gigantescas del pasado se van redescubriendo en su contexto, y sus hallazgos dejan de ser ex nihilo para convertirse en pasos decisivos que culminan procesos anteriores.
Igual que Homero ya no es el principio de la poesía griega, sino que es el último estadio de una larguísima tradición de épica oral, así también al reconocer los precedentes órficos Platón deja de ser el "inventor" de ciertas teorías para ser el que les da forma filosófica y coherencia interna. ¿Les quita ello algo de su grandeza a Homero o Platón? Al contrario, igual que la Ilíada se enriquece como obra maestra al encontrar en ella sofisticados mecanismos de alusión a otras tradiciones poéticas que quedan superadas por Homero, el descubrimiento de las fuentes en que Platón se inspira revela la inmensa capacidad crítica y la superior profundidad del pensamiento del filósofo ateniense.
Ahora bien, la dificultad estriba en saber qué es realmente el material órfico previo a Platón y cuál es su propia aportación. La palabra clave de la cuestión es "transposición", la adaptación platónica de citas, imágenes e ideas órficas para apoyar su propio sistema. Para conjurar el peligro de razonamientos circulares que proyectan lo platónico sobre lo órfico para después postular un influjo (como se hizo, igual que con el cristianismo, en épocas pasadas), el método debe ser cuidadosamente textual y basado en las propias referencias de Platón a Orfeo, los poemas y ritos órficos, y los seguidores de Orfeo. Y aun en las referencias expresas, debe deslindarse, mediante comparación con otros pasajes platónicos y materiales externos, qué parece ser material previo y qué parece deformación platónica. Y finalmente, diferenciar lo seguro, lo probable y lo posible para evitar castillos en el aire.
Para asegurar este rigor metodológico la experiencia del filólogo Alberto Bernabé en el manejo de las fuentes es una garantía de fiabilidad. Así lo muestra el apéndice final con los textos más importantes, y la estructuración inductiva, de lo particular a lo general, del libro en los siguientes capítulos.
Primera Parte: Platón se refiere a Orfeo y sus seguidores
1. Referencias de Platón a Orfeo
2. Referencias de Platón a los seguidores de Orfeo
Segunda Parte: Ecos de las doctrinas órficas en Platón
3. Cuestiones de método
4. Mitos cosmogónicos y teogónicos
5. Modelos del cosmos
6. La inmortalidad del alma y la transmigración
7. Alma y cuerpo: soma / sema
8. El mito de Dioniso y los Titanes
9. Visiones del Más Allá: Premios y castigos del alma
10. Justicia y retribución
11. La imagen de Zeus
12. Ritos órficos e iniciación filosófica
Tercera Parte: La transposición platónica
13. Métodos de la transposición platónica
Cuarta Parte: Síntesis
14. Actitudes de Platón frente al orfismo
Apéndice: textos y traducciones
El índice de contenidos da idea de la multitud de campos de la teología, cosmología y antropología platónicas en que el orfismo influye, en diversos modos, en la forma poética (p. e. Zeus principio, medio y fin de todo) o en el fondo (p. e. la naturaleza titánica en todos los hombres).
En algunos pasajes por supuesto la interpretación de Bernabé podrá ser discutida y dará pie a nuevos debates. Pero en cualquier caso esta obra quedará como el gran clásico sobre la cuestión durante mucho tiempo. Aquí sólo queda recomendar su lectura, felicitar al autor, y también a la editorial Abada por su acierto y valentía en haberla publicado sin rehuir la impresión de textos en griego cuando hace falta.
Saludos cordiales de Miguel Herrero de Jáuregui y de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid