Hoy escriben Miguel Herrero de Jáuregui / Antonio Piñero
Como saben los lectores, uno de los cambios, radical sin duda, de la religión judía en la época del Helenismo, fue la aceptación de que el hombre está compuesto de alma y cuerpo (distinguiendo bien las dos partes), de que el alma es inmortal, que por ello existe otra vida después de la muerte y que Dios retribuirá en esa vida conforme a los hechos de cada uno en ésta: con el paraíso a los justos; con el infierno eterno, a los malvados.
Y saben también los lectores que tales ideas (conviene insistir: prácticamente no existían en la religión judía antes de esa época salvo algunos balbuceos) eran moneda corriente en ambientes religiosos griegos influidos por la cosmovisión y por la religiosidad de los órficos por lo menos desde el siglo VI a.C. Pero que fue Platón sobre todo el que las recogió y le dio carta de ciudadanía. Igualmente saben los lectores que el cristianismo en esta aspecto es hijo directo de un judaísmo muy platonizado y “orficizado”, por así decirlo, en estas ideas.
Para dar fundamento a esta tesis que he defendido muchas veces, para ir en profundidad a la base, me viene muy bien un libro que acaba de aparecer de mi colego Alberto Bernabé. He encargado a Miguel Herrero de Jáuregui, becario “Ramón y Cajal” de mi Departamento de la Complutense, doctor en Filología Clásica, con una tesis doctoral, transformada en excelente libro, y autor conocido en estos temas órficos y su relación con el cristianismo para que comente el volumen. He aquí su comentario, que divido en dos partes:
“Acaba de llegar a las librerías un gran libro sobre Platón y el orfismo de Alberto Bernabé, al que se dedica esta entrada del blog, por invitación de su editor. Platón y el orfismo: diálogos entre religión y filosofía, Editorial Abada, Madrid 2011, 400 páginas y 25 €, es una obra de lectura obligada y placentera para todos los interesados en la filosofía, literatura y religión griegas.
El autor no necesita presentación: editor de los fragmentos órficos, ha publicado numerosos artículos y libros en varias lenguas y es autoridad reconocida internacionalmente en la materia. Aquí recoge los frutos de un estudio de largos años sobre una de las dimensiones más importantes del orfismo: su influjo sobre Platón.
Como es sabido, el estudio del orfismo ha sufrido vaivenes espectaculares a lo largo del último siglo. De la reconstrucción falseada a fines del XIX y primeros del XX de una "Iglesia órfica", una religión con sus dogmas de salvación, su clero y sus sacramentos, se pasó desde los años 30 al "orfeoescepticismo" extremo que negaba la propia existencia del orfismo.
Sólo desde los años 60 del siglo pasado, con nuevos descubrimientos como el Papiro de Derveni, nuevas laminillas de oro con instrucciones para el viaje del alma al Hades, y las tablillas de hueso de Olbia que atestiguan un tiaso de órficos en el siglo V a. C., el orfismo volvió a ser un tema de interés científico, que tras la edición de Bernabé goza hoy de gran popularidad. Sin embargo, en nuestra época se evita caer en los excesos del pasado y se tiene cuidado de no proyectar en la Grecia clásica nociones propias de otras épocas y otras religiones, y de distinguir el orfismo temprano del retrato idealizado que transmiten fuentes tardoantiguas.
Probablemente el efecto más importante del orfismo en la historia espiritual de occidente es su influjo sobre Platón (e indirectamente sobre el judaísmo y el cristianismo a través de éste). Se puede comparar, mutatis mutandis, a Platón y el orfismo con Marx y el socialismo utópico. Tras El Capital, las ideas de Saint Simon y compañía quedan muy atrás en hondura y articulación intelectual, y sólo los eruditos o los románticos acuden a ellos como fuente directa del socialismo moderno. Pero es claro que buena parte del pensamiento de Marx no se explicaría sin el influjo de sus utópicos predecesores.
Dejando la metáfora para volver a nuestro tema, gracias a la transposición platónica de nociones órficas como la superioridad del alma inmortal sobre el cuerpo mortal y otras que se enumeran en el índice de contenidos (cf. la segunda parte de esta nota en la postal de mañana), ideas originalmente marginales en la Grecia clásica, más intuitivas y poéticas que filosóficas, adquirieron una consistencia que las convirtió en el centro de la koiné espiritual que domina en el mediterráneo desde fines de época helenística. La mayor parte de las concomitancias entre orfismo y cristianismo, que han hecho pensar a muchos en influjos directos entre uno y otro, se explican de hecho por la mediación del platonismo vulgarizado.
Saludos cordiales de Miguel Herrero de Jáuregui y Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
Como saben los lectores, uno de los cambios, radical sin duda, de la religión judía en la época del Helenismo, fue la aceptación de que el hombre está compuesto de alma y cuerpo (distinguiendo bien las dos partes), de que el alma es inmortal, que por ello existe otra vida después de la muerte y que Dios retribuirá en esa vida conforme a los hechos de cada uno en ésta: con el paraíso a los justos; con el infierno eterno, a los malvados.
Y saben también los lectores que tales ideas (conviene insistir: prácticamente no existían en la religión judía antes de esa época salvo algunos balbuceos) eran moneda corriente en ambientes religiosos griegos influidos por la cosmovisión y por la religiosidad de los órficos por lo menos desde el siglo VI a.C. Pero que fue Platón sobre todo el que las recogió y le dio carta de ciudadanía. Igualmente saben los lectores que el cristianismo en esta aspecto es hijo directo de un judaísmo muy platonizado y “orficizado”, por así decirlo, en estas ideas.
Para dar fundamento a esta tesis que he defendido muchas veces, para ir en profundidad a la base, me viene muy bien un libro que acaba de aparecer de mi colego Alberto Bernabé. He encargado a Miguel Herrero de Jáuregui, becario “Ramón y Cajal” de mi Departamento de la Complutense, doctor en Filología Clásica, con una tesis doctoral, transformada en excelente libro, y autor conocido en estos temas órficos y su relación con el cristianismo para que comente el volumen. He aquí su comentario, que divido en dos partes:
“Acaba de llegar a las librerías un gran libro sobre Platón y el orfismo de Alberto Bernabé, al que se dedica esta entrada del blog, por invitación de su editor. Platón y el orfismo: diálogos entre religión y filosofía, Editorial Abada, Madrid 2011, 400 páginas y 25 €, es una obra de lectura obligada y placentera para todos los interesados en la filosofía, literatura y religión griegas.
El autor no necesita presentación: editor de los fragmentos órficos, ha publicado numerosos artículos y libros en varias lenguas y es autoridad reconocida internacionalmente en la materia. Aquí recoge los frutos de un estudio de largos años sobre una de las dimensiones más importantes del orfismo: su influjo sobre Platón.
Como es sabido, el estudio del orfismo ha sufrido vaivenes espectaculares a lo largo del último siglo. De la reconstrucción falseada a fines del XIX y primeros del XX de una "Iglesia órfica", una religión con sus dogmas de salvación, su clero y sus sacramentos, se pasó desde los años 30 al "orfeoescepticismo" extremo que negaba la propia existencia del orfismo.
Sólo desde los años 60 del siglo pasado, con nuevos descubrimientos como el Papiro de Derveni, nuevas laminillas de oro con instrucciones para el viaje del alma al Hades, y las tablillas de hueso de Olbia que atestiguan un tiaso de órficos en el siglo V a. C., el orfismo volvió a ser un tema de interés científico, que tras la edición de Bernabé goza hoy de gran popularidad. Sin embargo, en nuestra época se evita caer en los excesos del pasado y se tiene cuidado de no proyectar en la Grecia clásica nociones propias de otras épocas y otras religiones, y de distinguir el orfismo temprano del retrato idealizado que transmiten fuentes tardoantiguas.
Probablemente el efecto más importante del orfismo en la historia espiritual de occidente es su influjo sobre Platón (e indirectamente sobre el judaísmo y el cristianismo a través de éste). Se puede comparar, mutatis mutandis, a Platón y el orfismo con Marx y el socialismo utópico. Tras El Capital, las ideas de Saint Simon y compañía quedan muy atrás en hondura y articulación intelectual, y sólo los eruditos o los románticos acuden a ellos como fuente directa del socialismo moderno. Pero es claro que buena parte del pensamiento de Marx no se explicaría sin el influjo de sus utópicos predecesores.
Dejando la metáfora para volver a nuestro tema, gracias a la transposición platónica de nociones órficas como la superioridad del alma inmortal sobre el cuerpo mortal y otras que se enumeran en el índice de contenidos (cf. la segunda parte de esta nota en la postal de mañana), ideas originalmente marginales en la Grecia clásica, más intuitivas y poéticas que filosóficas, adquirieron una consistencia que las convirtió en el centro de la koiné espiritual que domina en el mediterráneo desde fines de época helenística. La mayor parte de las concomitancias entre orfismo y cristianismo, que han hecho pensar a muchos en influjos directos entre uno y otro, se explican de hecho por la mediación del platonismo vulgarizado.
Saludos cordiales de Miguel Herrero de Jáuregui y Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid