Hoy escribe Antonio Piñero
Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo de los Evangelios. ¿Pensaba Jesús que su mesianismo implicaba ser divino?
Por último, y en unión con lo dicho en las postales anteriores, opino que esta teoría del “mesianismo implícito” no es más que una variante de la teoría más general del “secreto mesiánico”. Explico brevemente esta noción, puesta de relieve desde 1901 por un famosísimo libro de Wilhem Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien. Zugleich ein Beitrag zum Verstandnis des Markusevangeliums, Gotinga: “El secreto mesiánico en los evangelios. Una aportación a la comprensión del Evangelio de Marcos):
Como los cristianos primitivos no podían explicarse muy bien la poca proyección práctica -sobre todo en los primeros pasos de la vida pública de Jesús- de la conciencia mesiánica del Nazareno, pensaron que la solución radicaba en la positiva voluntad de Jesús de mantener oculta esta faceta crucial de su personalidad. Jesús mismo pretendió, pues, -opina Wrede- que nadie se enterara de que él era el mesías.
El hallazgo de esta explicación, o si desea de este artificio literario por parte de la comunidad primitiva de seguidores de Jesús, y en concreto de Marcos– supone una noción que es en sí bastante inverosímil: ¿cómo puede ser un plan divino que Dios envíe al mundo a su Hijo, encarnado en Jesús, para que nadie se entere de lo esencial de su persona, a saber que él es el verdadero mesías? Sin embargo, su difusión se vio favorecida por contraste con la tradición anterior a Marcos, que presentaba a Jesús sobre todo como maestro y taumaturgo.
La fuertes ideas mesiánicas –que según Wrede, poco tenían que ver con Jesús- de la comunidad primitiva, obligaron al evangelista a crear un lazo de unión entre ambas perspectivas de Jesús (a saber, un Jesús maestro de sabiduría / un Jesús mesías ante todo).
Pero tal conexión era puramente ideológica y no correspondía a la situación histórica, ya que Jesús –opinaba Wrede- nunca se creyó a sí mismo mesías (esta última faceta de su teoría es hoy mayoritariamente desechada). El secreto mesiánico, por tanto, fue una tradición creada por la primitiva comunidad cristiana y retomada por Marcos, que compuso su evangelio no como un historiador objetivo, sino como un teólogo que escribe desde el punto de vista de la fe.
Hasta aquí las ideas -en apretada síntesis- de W. Wrede.
Nuestra opinión: aunque descartemos los extremos de la teoría de Wrede, personalmente me sigue pareciendo verdad que la noción de "secreto mesiánico" y de "mesianismo implícito" es un artificio para contrarrestar la fuerza de textos y argumentos que apuntan claramente que Jesús al final de su vida se consideró a sí mismo el “hijo de David”, el mesías de Israel, según concepciones judías. Jesús no lo negó nunca, incluso según el mismo evangelista Marcos, y no digamos Lucas.
Por tanto, en nuestra opinión, el que Jesús inventara, incluso implícitamente, un nuevo mesianismo (un mesías sufriente), choca contra la prueba evidente, arriba mencionada, de su reconocimiento como tal mesías por la turba y por sus propios discípulos (confesión de Pedro: Mt 16,16a), o contra el hecho de su angustiosa agonía en Getsemaní…, etc., y contra todos los otros indicios que hemos ido desgranando.
Jesús sólo podría ser un mesías "distinto", muy relativamente, en cuanto que él no era un militarista y en cuanto que esperaba que el reino de Dios fuera implantado por éste por medio de un milagro…, probablemente realizado en el Monte de los Olivos, según la profecía de Zacarías 14,3-4:
“Saldrá entonces Yahvé y combatirá contra esas naciones como el día en que él combate, el día de la batalla. Se plantarán sus pies aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén, al oriente, y el monte de los Olivos se hendirá por el medio de oriente a occidente haciéndose un enorme valle: la mitad del monte se retirará al norte y la otra mitad al sur.” (Léase todo este capítulo entero desde esta perspectiva, porque es auténticamente impresionante).
Y -segundo- sólo podría ser un mesías relativamente distinto en cunto que Jesús no tenía una carga política tan acentuada como, por ejemplo, la de Judas el Galileo.
Pero estas variantes no justifican el que los discípulos creyeran que el Nazareno, a quien seguían, fuera un mesías radicalmente diferente a lo que pensaban sus contemporáneos.
En síntesis: en nuestra larga serie sobre la divinización de Jesús hemos recorrido casi todos los temas y títulos cristológicos (nos queda el “Hijo del Hombre”) que podrían apuntar a la idea de que Jesús se creyó a sí mismo, y fue realmente, el hijo de Dios en pleno sentido de la palabra.
Ni la religión de Jesús, ni su sentido de filiación respecto a Dios, ni el título de Señor e hijo de Dios, ni su concepción del reino de Dios nos han llevado a pensar que Jesús se considerara a sí mismo “hijo” real y “óntico” de Dios.
Tampoco su concepto del mesianismo en los dichos que nos parecen auténticos considerados hasta ahora (repito nos falta tratar del sintagma “Hijo del Hombre”), ni su aceptación de lo que pensaban quienes lo aclamaban como hijo de David en su entrada en Jerusalén –y otros hechos y dichos comentados- apuntan más que a la imagen de un Jesús judío, piadoso en extremo, unido especialmente con Dios Padre, pero hombre al fin y al cabo.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:
“El Dios justo (II). síntesis de resultados”
• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)
Para obtener más información:
http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp
Saludos de nuevo.