Hoy escribe Antonio Piñero
Sostuvimos en la nota anterior sobre el patriarca Teófilo que respecto a la figura de Cirilo de Alejandría no parece cierto históricamente algo que aparece en el film de Amenábar: Cirilo, por su cuenta, se ciñe la mitra y se coloca en el dedo anular el anillo episcopal. De hecho, Cirilo fue elegido patriarca por votación de los fieles dos o tres días después; no hubo autoproclamación. Que la votación fuera limpia, es otra cuestión.
Parece cierto que –como su antecesor Teófilo- fue en extremo duro y cruel con sus enemigos teológicos: los novacianos, los arrianos, san Juan Crisóstomo y toda su obra teológica y Nestorio. Es probable por tanto, que fuera también muy duro con la posición de Hipatia, quien –además de ser pagana y pertenecer, por tanto, al ámbito de potenciales enemigos- como mujer se permitía enseñar a los varones y participar en la asamblea de ancianos (“senadores”) de la ciudad.
En la película se sostiene que Hipatia contravenía lo enseñado por “Pablo” en su Carta 1ª a Timoteo 2,9-15:
“Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos, 10 sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad. 11 La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. 12 No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. 14 Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión. 15 Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad”.
En la época, en la Alejandría del siglo V, y en parte hoy mismo, se creía a pies juntillas que esta carta a Timoteo procedía genuinamente de Pablo (hoy sabemos con entera seguridad, gracias a los análisis internos de vocabulario, sintaxis y estilo, más la doctrina teológica, que no procede de la pluma del Apóstol, sino de la de uno de sus discípulos, aunque no podamos decir quién). Por tanto, Cirilo, interpretando este texto al pie de la letra, tenía motivos de enfrentarse a Hipatia, como pagana y como contraventora del orden de la creación. Pero de ahí a ordenar su muerete hay un trecho.
Amenábar da a entender claramente que Cirilo preparó el terreno para tal atrocidad ,y que dirigía hacia Hipatia las iras del pueblo cristiano. Pero no se dice en la película que Cirilo ordenara estrictamente su muerte. Esto parece corresponderse con lo que fuente nuestra fuente más antigua acerca de este terrible hecho, Sócrates Escolástico, en su Historia Eclesiástica (del siglo VI):
“Fue Hipatia víctima de la envidia política muy fuerte en aquella época. Hipatia conversaba muy frecuentemente con (el prefecto de la ciudad) Orestes, por lo que corrió contra ella una calumnia entre el populacho cristiano, que era ella la causante de que Orestes se llevara mal con el obispo Cirilo. Algunos de los cristianos, impulsados por un celo fanático y violento y dirigido por Pedro, el lector, la interceptaron cuando se dirigía a su casa, la arrastraron fuera de su carruaje, la condujeron a una iglesia llamada el Cesareum, donde la desnudaron por completo y la desollaron viva arrancándole la piel con restos de tejas. Tras descuartizarla, tomaron sus miembros y los llevaron a un lugar llamado Cinarón y los quemaron allí”
El resto de las informaciones, muy posteriores, acerca del asesinato de Hipatia no son de fiar: son secundarias, dependen probablemente de Sócrates y han sido editadas con cierta fantasía en sentido totalmente antipagano.
Para terminar con la figura de Cirilo, hay que decir que en la película “Ágora” no aparece para nada (quizá sería complicar el guión) la otra faceta de este personaje como teólogo que influyó enormemente en el desarrollo de la cristología que va desde el Concilio de Nicea en el 325 hasta el de Calcedonia, en el 451, pasando por el de Éfeso del 431, un camino largo cuya sede estaba en dos centros teológicos y urbanos importantes: Alejandría y Antioquía del Orontes (segunda y tercera ciudades del Imperio).
La escuela alejandrina se caracterizaba por una cristología “encarnacionista”, es decir, el Logos/Verbo se hace carne en Jesús, definiéndose así respecto a la antioquena que insistía más en una cristología “inhabitacionista”, es decir, la acción del Logos/Verbo encarnado se entiende mejor como una inhabitación: el Verbo mora en Jesucristo.
Fue Cirilo, junto con Apolinar de Laodicea y su maestro Atanasio de Alejandría el defensor de la denominada “cristología del Logos/Sarx (= “Carne”, en griego). ¿En qué grado su divinidad, ya aceptada claramente en Nicea, es compatible con su aparición en la tierra como ser humano? Para la teología alejandrina la respuesta a esta última pregunta es una afirmación rotunda de las dos naturalezas, humana y divina, de Jesucristo, pero una insistencia tal en la segunda que da la impresión de que se defiende que Jesucristo es ante todo divino y sólo a medias humano. El que importa en verdad no es Jesús hombre, sino el que en él se ha encarnado, el Logos. Éste, el Hijo de Dios, sigue siendo siempre la misma entidad, divina, aunque se encarne en un Jesús humano.
La unidad e identidad continuas del Logos divino como sujeto que es también Jesús de Nazaret se acentúa todavía más en esta cristología alejandrina por medio de una minimización deliberada, o negación del alma humana de Jesús. Es como si hubiera que tomar en sentido literal o físico el paradigma “Verbo/carne” en el que el Verbo actúa como el “alma racional” del cuerpo de Jesús. Esta doctrina alejandrina niega incluso que Jesús tuviera alma inteligente propia; sólo tenía alma sensitiva, la que va unida a un cuerpo humano y le hace simplemente moverse. Gracias a esto Jesús pudo padecer verdaderamente en la cruz, pero su alma no padeció.
Esta noción se confirma por el empleo de un lenguaje que sugiere que la carne de Jesucristo es un mero instrumento, un órgano, del Logos. Dios ha tomado para sí mismo un instrumento para su actividad; es Dios en la medida en la que activa ese instrumento, y humano respecto al instrumento activo que utiliza.
Todas estas ideas que condujeron durante siglos a considerar a Jesús más divino que humano tienen su fuente en la teología alejandrina, cuyo representante más conspicuo fue, sin duda, Cirilo de Alejandría. Naturalmente, esta altura y fama teológica del personaje no aparece en la película, en donde se acentúan las consecuencias prácticas de su intransigencia doctrinal.
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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En el otro blog de “Religiondigital”, el tema es:
“Los apóstoles Andrés y Mateo en tierra de antropófagos”
Saludos de nuevo.