Hoy escribe Antonio Piñero
1. El faraón es la forma que tiene el dios Horus (hijo de Osiris e Isis) de aparecer sobre la tierra. Un dios puede mostrarse en este mundo de muy diversas formas. Horus, cuya característica principal es ser dios del cielo y divinidad solar, toma forma en el faraón reinante. Por ello el nombre mismo de Horus forma parte del nombre del rey. Éste tiene como una doble naturaleza que se entenderá de modo diverso a lo largo del tiempo.
Aclaremos cómo se concebía la divinidad de Horus en el antiguo Egipto:
Horus es un dios en principio del Alto Egipto (= el sur de Egipto), el primero que se forma como estado en tiempos anteriores a las dinastías egipcias que conocemos por la historia; en tiempos históricos el Norte (= la zona del Delta y las regiones del entorno) será conquistado por el Sur. La fusión de las dos regiones en un estado único lleva también a la fusión de divinidades: habrá entonces dos deidades solares = Horus y Amón /Re.
Los sacerdotes que se encargaron de la amalgama pensaron que Amón Re era otra denominación de Osiris (he manifestado en otra ocasión que muchos egiptólogos opinan que los egipcios cultivados –no el pueblo naturalmente- pensaban en una suerte de monoteísmo o divinidad única que se manifestaba de formas diversas) por lo que estas dos divinidades se funden con el tiempo y se complementan; no se anulan.
Ahora bien, el faraón de los dos Egiptos (Alto y Bajo = Sur y Norte) seguirá siendo ante todo el “Hijo”, como hijo de Osiris, y como hijo de Amón/Re, a la vez. Retengamos, pues, que el faraón es ante todo “hijo”: como encarnación de Horus es hijo de Isis y Osiris/Amón Re. Por tanto “es el hijo, por antonomasia, en la tierra”. Esta filiación se entiende que existe ya desde la concepción (como si la madre concibiera de Osiris/Re), y por esa concepción divina recibe todas los poderes, gracias y dones imaginables.
Hay que tener en cuenta que esta filiación concebida antropomórficamente hace que el faraón sea no sólo engendrado, sino también alimentado y educado por la divinidad. Vive entre dioses. Su mundo no es humano, sino divino, en principio; o mejor, más bien divino que cualquier otra cosa.
2) A partir de la 5ª dinastía (hacia el 2500) el faraón aparece sobre todo como hijo del dios solar Re. Como Horus es un dios por ser hijo de dioses, el faraón está legitimado dinásticamente; como hijo de Re tiene una función y una responsabilidad…, de aquí procede un programa de acción que explicaremos más adelante.
Acerca de la filiación y de la divinidad de la que es hijo el faraón precisa Josep Cervelló (p. 117) :
La explicación del origen más profundo de la realeza divina se entiende bien en el marco de las religiones africanas de la época, religiones que podemos conocer en sus rasgos esenciales: El rey africano es ‘dios’ porque tiene su origen en la identificación con un dios; en principio los hombres primitivos identifican, o personalizan, a un miembro de su grupo como representación delos rasgos de una divinidad, normalmente aquella que les garantiza el alimento y la supervivencia.
En concreto, en los orígenes neolíticos de la creencias africanas se trata de un dios agrario, de la cosecha, de esas divinidades que “mueren” en el invierno y resucitan en la primavera (tal como lo conocemos por la descripción de James Frazer en “La rama dorada”), una divinidad que se manifiesta hacia fuera en la plantas nutricias cultivadas, sobre todo los cereales. En un principio, la beneficencia del dios se manifiesta en el alimento de sus hijos, o protegidos, los seres humanos, y ese alimento se concretiza en las plantas por excelencia que dan el alimento básico.
En la planta nutricia, cereal casi siempre, se ve la acción y la personalidad del dios, dispensador de esta planta como alimento, y por ello garante de la abundancia y prosperidad. Al final de su vida, la planta muere, ingerida. Los grupos primitivos africanos personificaron estas cualidades en una persona humana, escogida en el grupo por sus cualidades especiales, al que llamaban rey/personificación de la divinidad.
Por ello, porque este tipo de divinidad agraria muere y resucita, este rey de la época neolítica que representaba al dios, sufría en sus orígenes un asesinato ritual. El asesinato servía para que el rey-encarnación del dios no perdiera su potencia con su vejez; había de morir en plenitud aún de facultades. y resucitaría en el siguiente rey designado. Igual ocurre con la semilla: ésta no puede perder su potencia; constituye la esencia de la siembra por el ser humano que la semilla sea potente: el hombre "mata" al cereal, enterrándolo en la tierra, para que luego resucite por sí mismo y sirva de alimento
Cervelló, precisa también (p. 125) un concepto muy importante en la religión egipcia: el faraón como encarnación de Horus es hijo de Osiris . La concepción teológica de cómo es Osiris ayuda a entender como es su hijo Horus y, por tanto como es la naturaleza del faraón. En sus orígenes, Osiris responde perfectamente a las dimensiones de un dios neolítico-agrario, que muere y resucita de algún modo.
Osiris, muerto y resucitado será la divinidad / padre de Horus. Es por tanto rey y padre, pero que está muerto. Osiris es el dios padre, rey del mundo de los muertos; está muerto, ciertamente, pero ha resucitado de algún modo; tiene por esencia la “vida” de los ya fallecidos pero que gozan de un tipo especial de existencia en el mundo de la “ultra-tumba”.
Ahora bien su hijo Horus es el hijo vive que vive aún en la tierra, antes de morir= es el rey; es el hijo vivo.
Antes de seguir, precisaremos esta figura de Osiris y consecuente la de Horus y la del el faraón/Horus, que depende de cómo es Osiris
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
1. El faraón es la forma que tiene el dios Horus (hijo de Osiris e Isis) de aparecer sobre la tierra. Un dios puede mostrarse en este mundo de muy diversas formas. Horus, cuya característica principal es ser dios del cielo y divinidad solar, toma forma en el faraón reinante. Por ello el nombre mismo de Horus forma parte del nombre del rey. Éste tiene como una doble naturaleza que se entenderá de modo diverso a lo largo del tiempo.
Aclaremos cómo se concebía la divinidad de Horus en el antiguo Egipto:
Horus es un dios en principio del Alto Egipto (= el sur de Egipto), el primero que se forma como estado en tiempos anteriores a las dinastías egipcias que conocemos por la historia; en tiempos históricos el Norte (= la zona del Delta y las regiones del entorno) será conquistado por el Sur. La fusión de las dos regiones en un estado único lleva también a la fusión de divinidades: habrá entonces dos deidades solares = Horus y Amón /Re.
Los sacerdotes que se encargaron de la amalgama pensaron que Amón Re era otra denominación de Osiris (he manifestado en otra ocasión que muchos egiptólogos opinan que los egipcios cultivados –no el pueblo naturalmente- pensaban en una suerte de monoteísmo o divinidad única que se manifestaba de formas diversas) por lo que estas dos divinidades se funden con el tiempo y se complementan; no se anulan.
Ahora bien, el faraón de los dos Egiptos (Alto y Bajo = Sur y Norte) seguirá siendo ante todo el “Hijo”, como hijo de Osiris, y como hijo de Amón/Re, a la vez. Retengamos, pues, que el faraón es ante todo “hijo”: como encarnación de Horus es hijo de Isis y Osiris/Amón Re. Por tanto “es el hijo, por antonomasia, en la tierra”. Esta filiación se entiende que existe ya desde la concepción (como si la madre concibiera de Osiris/Re), y por esa concepción divina recibe todas los poderes, gracias y dones imaginables.
Hay que tener en cuenta que esta filiación concebida antropomórficamente hace que el faraón sea no sólo engendrado, sino también alimentado y educado por la divinidad. Vive entre dioses. Su mundo no es humano, sino divino, en principio; o mejor, más bien divino que cualquier otra cosa.
2) A partir de la 5ª dinastía (hacia el 2500) el faraón aparece sobre todo como hijo del dios solar Re. Como Horus es un dios por ser hijo de dioses, el faraón está legitimado dinásticamente; como hijo de Re tiene una función y una responsabilidad…, de aquí procede un programa de acción que explicaremos más adelante.
Acerca de la filiación y de la divinidad de la que es hijo el faraón precisa Josep Cervelló (p. 117) :
La explicación del origen más profundo de la realeza divina se entiende bien en el marco de las religiones africanas de la época, religiones que podemos conocer en sus rasgos esenciales: El rey africano es ‘dios’ porque tiene su origen en la identificación con un dios; en principio los hombres primitivos identifican, o personalizan, a un miembro de su grupo como representación delos rasgos de una divinidad, normalmente aquella que les garantiza el alimento y la supervivencia.
En concreto, en los orígenes neolíticos de la creencias africanas se trata de un dios agrario, de la cosecha, de esas divinidades que “mueren” en el invierno y resucitan en la primavera (tal como lo conocemos por la descripción de James Frazer en “La rama dorada”), una divinidad que se manifiesta hacia fuera en la plantas nutricias cultivadas, sobre todo los cereales. En un principio, la beneficencia del dios se manifiesta en el alimento de sus hijos, o protegidos, los seres humanos, y ese alimento se concretiza en las plantas por excelencia que dan el alimento básico.
En la planta nutricia, cereal casi siempre, se ve la acción y la personalidad del dios, dispensador de esta planta como alimento, y por ello garante de la abundancia y prosperidad. Al final de su vida, la planta muere, ingerida. Los grupos primitivos africanos personificaron estas cualidades en una persona humana, escogida en el grupo por sus cualidades especiales, al que llamaban rey/personificación de la divinidad.
Por ello, porque este tipo de divinidad agraria muere y resucita, este rey de la época neolítica que representaba al dios, sufría en sus orígenes un asesinato ritual. El asesinato servía para que el rey-encarnación del dios no perdiera su potencia con su vejez; había de morir en plenitud aún de facultades. y resucitaría en el siguiente rey designado. Igual ocurre con la semilla: ésta no puede perder su potencia; constituye la esencia de la siembra por el ser humano que la semilla sea potente: el hombre "mata" al cereal, enterrándolo en la tierra, para que luego resucite por sí mismo y sirva de alimento
Cervelló, precisa también (p. 125) un concepto muy importante en la religión egipcia: el faraón como encarnación de Horus es hijo de Osiris . La concepción teológica de cómo es Osiris ayuda a entender como es su hijo Horus y, por tanto como es la naturaleza del faraón. En sus orígenes, Osiris responde perfectamente a las dimensiones de un dios neolítico-agrario, que muere y resucita de algún modo.
Osiris, muerto y resucitado será la divinidad / padre de Horus. Es por tanto rey y padre, pero que está muerto. Osiris es el dios padre, rey del mundo de los muertos; está muerto, ciertamente, pero ha resucitado de algún modo; tiene por esencia la “vida” de los ya fallecidos pero que gozan de un tipo especial de existencia en el mundo de la “ultra-tumba”.
Ahora bien su hijo Horus es el hijo vive que vive aún en la tierra, antes de morir= es el rey; es el hijo vivo.
Antes de seguir, precisaremos esta figura de Osiris y consecuente la de Horus y la del el faraón/Horus, que depende de cómo es Osiris
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com