Notas

El espacio sagrado en el judaísmo antiguo. Del Tabernáculo al Templo

Redactado por Antonio Piñero el Martes, 28 de Junio 2016 a las 07:29

Hoy escribe Antonio Piñero

Dice el autor en su Prólogo que “por primera vez en lengua española y, hasta donde yo conozco, en cualquier otra lengua, pongo a disposición del lector esta obra de carácter multidisciplinario, en donde se estudia de manera sistemática el desarrollo de la institución del Templo de Jerusalén en el mundo judío antiguo, desde sus orígenes míticos con el «Tabernáculo del desierto» hasta la destrucción del «Templo de Herodes» a finales de la época del Segundo Templo. A tales efectos, se han considerado todos los testimonios literarios y arqueológicos a nuestro alcance, analizándolos a la luz de distintas disciplinas científicas, como filología, literatura, teología, historia, sociología, antropología, historia del arte y religiones comparadas” (p. 15).

Y es verdad. Al menos en lo yo conozco no he visto un estudio tan completo sobre el tema como este. Además está muy bien hecho; está redactado claramente y proporciona toda la información que uno puede desear. Los juicios sobre los hechos son ponderados, y a pesar de que el autor se podría haber visto influenciado, aun sin pretenderlo, por un punto de vista muy judío ¬¬--es un rabino muy calificado¬¬—no hay en el libro ningún asomo de una pretendida apología. Es más, el autor está muy al tanto de los estudios sobre historia de Israel que hacen hincapié en el carácter casi puramente mítico de ciertas leyendas fundacionales del judaísmo como religión étnica, y lo acepta sin aspavientos ni crítica de ninguna clase, sino separando nítidamente aquello que es pura historia, sobre todo basada en la arqueología, de lo que es legendario pero que tiene su efecto en el mundo presente. A veces es esto lo que importa más allá de la pura historia.

He aquí su ficha: título del libro: "Del Tabernáculo al Templo. Sobre el espacio sagrado en el judaísmo del Segundo Templo". Editorial Verbo Divino, Estella (España) 2016, 324 pp. 17x24 cms. Con ilustraciones y dos apéndices. Precio 22 euros. ISBN: 978-84-9073-243-4. El autor tiene otras publicaciones en castellano y creo que es un personaje bien conocido porque ha venido a España muchas veces para curso, presentaciones y conferencias. Desde 1994 es conservador y director de del “Santuario del Libro”, del Museo de Israel, de Jerusalén, donde se conservan casi todos los manuscritos del Mar Muerto. Ha hecho una gran labor de divulgación sobre los esenios y ha promovido la difusión por todos los medios de estos manuscritos.

Por otro lado, me parece estupendo que el libro esté en castellano y que se cite literatura secundaria, o bibliografía en nuestra lengua. No están en absoluto olvidados los autores y las obras que se han editado en español tanto de textos (colección de “Apócrifos del Antiguo Testamento”, Textos de Qumrán), como de estudios e introducciones sobre ellos en español. Además las notas no son meramente eruditas, sino muy clarificadoras, ricas en contenido. También es interesante en este libro su afán pedagógico: aparte de la claridad de la escritura arriba mencionada, el libro tiene al final unas páginas de síntesis, capítulo por capítulo, del contenido y unas conclusiones densas y clarificadores que remachan las ideas básicas defendidas a lo largo del libro; y no solamente sobre el tema en sí del “Tabernáculo y el Templo”, sino también sobre el carácter del judaísmo que ha generado el complejo de ideas desarrollado en torno al espacio sagrado.

Creo, como otras veces, que una ojeada a su contenido es muy ilustradora. La obra comienza con una “Introducción”, en donde se estudia la noción del «espacio sagrado» como hecho cultural. Luego hay seis capítulos, en los cuales se intenta reconstruir el desarrollo de la institución del Templo de Jerusalén a lo largo de la historia judía antigua.

El capítulo 1 trata del monte Sinaí: el espacio sagrado por antonomasia de Israel; La revelación de Yahveh en el monte Sinaí/Horeb (en la Biblia tiene dos nombres, señal probable de una duda grande de la tradición al respecto. El misterio de la ubicación del monte Sinaí/Horeb, y ese monte en la memoria colectiva de Israel.

El capítulo 2 aborda el tema del tabernáculo del desierto que era una suerte de santuario móvil. Como no hay restos arqueológicos de él, Roitmann estudia el alcance y significado de lo que dice la Biblia sobre él: su arquitectura, funciones del Tabernáculo, su historia en el texto bíblico, su historicidad y la paradoja de un espacio sagrado que es móvil. Es verdaderamente interesante la primera propuesta del autor cuando habla de la historicidad de este tabernáculo: “El tabernáculo bíblico sería una proyección del templo de Jerusalén durante la época postbíblica en el pasado mítico de Israel” , aunque luego sostiene que a partir del siglo XX se han acumulado restos de excavaciones diversas que, por analogía, llevan a pensar que la existencia de una Tienda y de un arca en época mosaica tendría bases históricas sólidas” (p. 51). Aquí deseo señalar expresamente que me parece muy bien, cosa que no suelen hacer otros autores, la presentación, cuando es pertinente, de los vocablos de la Biblia en hebreo vocalizado (tal como aparece, por ejemplo, en la edición de Kittel-Kahle) su transliteración fonética y su significado castellano.

El capítulo 3 trata del primer templo de Jerusalén, cuyo relato se desarrolla entre el mito y la historia; los comienzos de la institución, su ubicación, arquitectura, mobiliario y significado religioso y político. Me parecen aquí interesantes las páginas dedicadas al intento de la centralización del culto y el proceso político que llevó a su destrucción y al exilio en Babilonia, conde los exiliados, casi toda la capa aristocrática del país no intenta construir una suerte de templo alternativo, sino que desarrolla una religiosidad sin templo y comienza a fraguar una teología de los tiempos mejores que han de venir en el futuro, lo que se llama “la expectativa escatológica” porque comienza a creerse que ese futuro feliz será el tiempo definitivo.
El capítulo 4 aborda la cuestión de la época del Segundo Templo de Jerusalén (538 a.C. – 70 d.C.) que abarca tiempos convulsos: la época persa; el retorno efectivo a Sión y la creación de la teología restauración nacional; el Templo de Zorobabel: su historia y arquitectura; la polémica con los enemigos de los judíos que hacen todo lo posible para que no se restaure el santuario y finalmente el surgimiento del cisma samaritano: el templo samaritano en el monte Garizim y como se escoge ese lugar y se considera santo a base de la utilización de textos de la Sagrada Escritura común de judíos y samaritanos.

El capítulo 5 trata de la historia de ese segundo templo, restaurado en la época helenístico-romana desde Alejandro Magno a Pompeyo; el surgimiento de la doctrina de Jerusalén y el templo como centro y ombligo (ómphalos en griego) del mundo; la maravillosa restauración del templo por obra de Herodes el Grande que llega a considerarse como una de las maravillas del mundo antiguo (tanto que dice el autor que quizás habría que llamarlo “Tercer Templo” (p. 148); su arquitectura, significado religioso y sus funciones.

El capítulo 6 me parece quizás el más interesante pues trata de las críticas al templo de Jerusalén y de las estrategias que se emplean como intentos de sustitución de ese templo, pues empiezan a surgir en la historia grandes voces que claman contra su corrupción. El Prof. Roitman divide las alternativas empleadas en las siguientes

1: La construcción de templos alternativos como el Onías IV en la Heliópolis de Egipto, tema que se trata con detenimiento debido a su importancia

2: La noción del templo escatológico o de la época mesiánica, construido no por manos humanas, sino divinas –obra directa de Dios-- y su arquitectura, junto con las características de la maravillosa ciudad que lo albergará: la nueva Jerusalén

3. El tempo tal como se considera en Qumrán / Manuscritos del Mar Muerto: la retirada del culto al templo y la huida al desierto; la comunidad como templo y sus características; los sacerdotes en el «templo espiritual»; la liturgia qumránica y el templo celestial, y Qumrán como espacio sagrado. Esta sección es más que interesante porque ayuda a comprender rasgos de la concepción de sí mismo del primitivo cristianismo –al fin y al cabo una secta judía--, y algunos rasgos de las liturgias que Pablo de Tarso pinta someramente.

4. La protesta simbólica contra el Templo. Aquí es donde encaja el estudio de Juan Bautista como un descendiente atípico de una familia sacerdotal (admite como posible los datos del Evangelio de Lucas acerca del origen del Bautista, para mí muy dudosos) y el significado simbólico de los pasos de “sacerdote a profeta” y “de la ciudad al desierto”; el bautismo de conversión. Naturalmente se estudia también a Jesús como profeta escatológico; su actitud paradójica hacia el templo; la expulsión de los vendedores del Templo. Todos los detalles que se ofrecen en este apartado, que es uno de los que más pueden interesar a los lectores del Blog y de FBook, sobre la corrupción del funcionamiento del Templo en esta época son muy interesantes porque ayudan a comprender la escena de la “Purificación del Templo”, por parte de Jesús, aunque tal como parece en los Evangelio tenga detalles que no pueden considerarse históricos.

Respecto a Jesús me parece conveniente resaltar que este libro, como no podía ser de otra manera, saca las consecuencias del acendrado judaísmo de Jesús. La exégesis “normal” que todavía se escucha en homilías y publicaciones religiosas populares de que Jesús, con este acto, pretendió sustituir la función del Templo por una institución nueva, o que Jesús desacreditaba el Templo de tal modo que su existencia no tenía ya sentido ante el culto nuevo, sin sacrificios, que se avecinaba con su muerte absolutamente aceptada como sacrificio único a Dios que sustituía a cualquier otro sacrificio, es totalmente insostenible. Evidentemente insostenible: nadie purifica –y se juega la vida con ello– lo que considera periclitado. Es teología cristiana, que comienza claramente en la Carta pseudopaulina a los hebreos, pero no jesuánica.

En este último capítulo se trata igualmente la catástrofe de la destrucción del Templo y la reacción del judaísmo hasta hoy día. Los dos anexos, de los que me parece más interesante quizás el primero, que llevan por título “El ideal del desierto en la época bíblica y postbíblica” y “Abrahán y David: un paralelo intrigante”. Como puede verse, es un panorama completo.

No deseo extenderme más, solo insistir en mi valoración del principio, muy positiva. Creo que es un libro muy bueno, lleno de interesantes datos, de perspectivas juiciosas, por ejemplo, cómo se interpreta a Juan Bautista y a Jesús en este contexto, y de conjunción de temas que no pueden dejar de atraer la atención de aquellos que nos atrae en extremo el estudio de la Biblia no solo como tema religioso, sino como reflejo de perspectivas culturales que tienen una contemporaneidad mayor de la que puede suponerse en una mirada superficial.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Martes, 28 de Junio 2016
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