Escribe Antonio Piñero
Pregunta:
¿Puede darme su opinión sobre el choque fe y razón?
RESPUESTA:
Su pregunta es muy extensa y se han escrito infinidad de libros sobre la materia. Haga el favor de buscar en Google Books y encontrará materia suficiente. Pero no me quiero escapar del todo de la pregunta y me voy a restringir al ámbito de los textos de la “revelación” y en concreto a las obras del Nuevo Testamento que es lo que más interesa a los cristianos.
Lo que yo diría es que en realidad la pregunta está mal planteada –lo digo sin ánimo de ofender en absoluto– respecto al ámbito de la historia que es en lo que yo me muevo. Lo que yo diría es:
En realidad la pregunta debe plantearse de otro modo. O mejor ¿existe en verdad tal pregunta? No hay choque alguno en el ámbito de la interpretación o exégesis de esos textos religiosos porque la exégesis es pura historia. Ahora bien, el historiador jamás puede dejar entrar en su oficio, y en el producto de su trabajo, la historiografía, lo sobrenatural, y diría que ni siquiera Dios como tal. El historiador solo se ocupa de hechos verificables, repetibles, observables. Por tanto, una intervención divina en el ámbito de lo humano, o la revelación misma, o una resurrección, no son terrenos repetibles y comprobables. Por tanto el historiador se remite solo a describirlos y a decir, por ejemplo, respecto al cristianismo: «El nacimiento del cristianismo no se explica sin afirmar que los primeros seguidores de Jesús creyeron firmemente que este había resucitado». Y no más. No trata ni de admitir ni negar la resurrección. Simplemente constatan que las gentes, los seguidores de Jesús en este caso, creían en eso.
Si un historiador admitiese lo sobrenatural en su trabajo estaría rotundamente perdido. Por lo siguiente: podría en todo caso admitirlo porque
a) los textos que lo afirman son fidedignos;
b) porque los testigos que lo sostienen son fidedignos. ¿Por qué razón? Quizás porque están dispuestos a dar su vida por la verdad de lo que afirman.
Pero no queda nada claro. En ese caso tendría que admitir la verdad de lo sobrenatural que afirman otras religiones, por ejemplo, el budismo o el islam: a) porque no hay razón para no prestar asentimiento a la fidelidad histórica de eses textos, pongamos por caso, budistas o islámicos, si se le he prestado ya a los textos cristianos cuando hablan de un hecho sobrenatural. b) porque los testigos son igual de fidedignos, ya que están dispuestos a dar su vida por la verdad de lo que afirma su religión (piense ahora, por ejemplo, en los «mártires del islam»). Y entonces el historiador se vería obligado a afirmar que son verdad «realidades» y afirmaciones contradictorias entre sí.
Por consiguiente, en síntesis: no hay choque entre razón y fe en el ámbito de la historia, sencillamente porque el historiador deja de lado (sin negarla en concreto) la fe. No la considera. Y si para el historiador la fe no desempeña papel alguno; no hay choque.
Pregunta:
Quisiera si por favor me da su punto de vista respecto de una película que se llama \"El nombre de la rosa\" desde su especialidad que es la religión, ya que mi tarea consiste en escribir sobre está película (varios aspectos) recapitulando fuentes de consulta, entre ellas, la de un experto como Ud.
RESPUESTA:
He visto esa película y leído la novela. No soy, ni mucho menos, un experto en cine. Por tanto sobre las virtudes o vicios estrictamente cinematográficos de esa película apenas puedo pronunciarme. No me disgustó ciertamente.
Sobre la novela, sí le diré que su autor es un expertísimo filólogo y un inteligente escritor. La novela no tiene errores o ucronías, y las informaciones sobre el pensamiento medieval y el aristotélico son muy fiables. En tanto en cuanto respeta la novela, la película está bien.
Pregunta:
Mi pregunta sobre Adán es la siguiente: la mácula de su pecado, que quedó como impresa en los sucesores de Adán ¿era la que se limpió únicamente con el sacrificio de Cristo según Pablo?
La pregunta perdida es si cabe la posibilidad, en el pensamiento paulino, de que un creyente pierda la salvación. Parece que sí, pero menciona "las obras de cada uno serán probadas al fuego y si sobreviven será recompensado. Si no sobreviven, sufrirá pérdida pero se salvará como el que pasa por fuego"; eso me da a entender que pensaba en una suerte de purificación final tras la cual todo creyente se salva. Lo que me parece poco compatible con el resto del corpus.
RESPUESTA:
Según Pablo, creo, la mácula de Adán no se quita, sino sus efectos. Por tanto la humanidad completa está potencialmente redimida.
Un creyente, como creyente, puede no salvarse, según Pablo, si a su fe no une el cumplimiento de la Ley del amor o del mesías, que como sabe Usted por mi libro tiene algunos apartados que no son exactamente iguales para judíos conversos y paganos conversos.
El convertido, justificado por la fe es, lo digo con la expresión célebre de Martín Lutero, "Simul justus et peccator" (“Justo y pecador a la vez”), por tanto su salvación no está automática asegurada hasta el momento mismo de su muerte; o según Pablo, en su tiempo, hasta la parusía.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Pregunta:
¿Puede darme su opinión sobre el choque fe y razón?
RESPUESTA:
Su pregunta es muy extensa y se han escrito infinidad de libros sobre la materia. Haga el favor de buscar en Google Books y encontrará materia suficiente. Pero no me quiero escapar del todo de la pregunta y me voy a restringir al ámbito de los textos de la “revelación” y en concreto a las obras del Nuevo Testamento que es lo que más interesa a los cristianos.
Lo que yo diría es que en realidad la pregunta está mal planteada –lo digo sin ánimo de ofender en absoluto– respecto al ámbito de la historia que es en lo que yo me muevo. Lo que yo diría es:
En realidad la pregunta debe plantearse de otro modo. O mejor ¿existe en verdad tal pregunta? No hay choque alguno en el ámbito de la interpretación o exégesis de esos textos religiosos porque la exégesis es pura historia. Ahora bien, el historiador jamás puede dejar entrar en su oficio, y en el producto de su trabajo, la historiografía, lo sobrenatural, y diría que ni siquiera Dios como tal. El historiador solo se ocupa de hechos verificables, repetibles, observables. Por tanto, una intervención divina en el ámbito de lo humano, o la revelación misma, o una resurrección, no son terrenos repetibles y comprobables. Por tanto el historiador se remite solo a describirlos y a decir, por ejemplo, respecto al cristianismo: «El nacimiento del cristianismo no se explica sin afirmar que los primeros seguidores de Jesús creyeron firmemente que este había resucitado». Y no más. No trata ni de admitir ni negar la resurrección. Simplemente constatan que las gentes, los seguidores de Jesús en este caso, creían en eso.
Si un historiador admitiese lo sobrenatural en su trabajo estaría rotundamente perdido. Por lo siguiente: podría en todo caso admitirlo porque
a) los textos que lo afirman son fidedignos;
b) porque los testigos que lo sostienen son fidedignos. ¿Por qué razón? Quizás porque están dispuestos a dar su vida por la verdad de lo que afirman.
Pero no queda nada claro. En ese caso tendría que admitir la verdad de lo sobrenatural que afirman otras religiones, por ejemplo, el budismo o el islam: a) porque no hay razón para no prestar asentimiento a la fidelidad histórica de eses textos, pongamos por caso, budistas o islámicos, si se le he prestado ya a los textos cristianos cuando hablan de un hecho sobrenatural. b) porque los testigos son igual de fidedignos, ya que están dispuestos a dar su vida por la verdad de lo que afirma su religión (piense ahora, por ejemplo, en los «mártires del islam»). Y entonces el historiador se vería obligado a afirmar que son verdad «realidades» y afirmaciones contradictorias entre sí.
Por consiguiente, en síntesis: no hay choque entre razón y fe en el ámbito de la historia, sencillamente porque el historiador deja de lado (sin negarla en concreto) la fe. No la considera. Y si para el historiador la fe no desempeña papel alguno; no hay choque.
Pregunta:
Quisiera si por favor me da su punto de vista respecto de una película que se llama \"El nombre de la rosa\" desde su especialidad que es la religión, ya que mi tarea consiste en escribir sobre está película (varios aspectos) recapitulando fuentes de consulta, entre ellas, la de un experto como Ud.
RESPUESTA:
He visto esa película y leído la novela. No soy, ni mucho menos, un experto en cine. Por tanto sobre las virtudes o vicios estrictamente cinematográficos de esa película apenas puedo pronunciarme. No me disgustó ciertamente.
Sobre la novela, sí le diré que su autor es un expertísimo filólogo y un inteligente escritor. La novela no tiene errores o ucronías, y las informaciones sobre el pensamiento medieval y el aristotélico son muy fiables. En tanto en cuanto respeta la novela, la película está bien.
Pregunta:
Mi pregunta sobre Adán es la siguiente: la mácula de su pecado, que quedó como impresa en los sucesores de Adán ¿era la que se limpió únicamente con el sacrificio de Cristo según Pablo?
La pregunta perdida es si cabe la posibilidad, en el pensamiento paulino, de que un creyente pierda la salvación. Parece que sí, pero menciona "las obras de cada uno serán probadas al fuego y si sobreviven será recompensado. Si no sobreviven, sufrirá pérdida pero se salvará como el que pasa por fuego"; eso me da a entender que pensaba en una suerte de purificación final tras la cual todo creyente se salva. Lo que me parece poco compatible con el resto del corpus.
RESPUESTA:
Según Pablo, creo, la mácula de Adán no se quita, sino sus efectos. Por tanto la humanidad completa está potencialmente redimida.
Un creyente, como creyente, puede no salvarse, según Pablo, si a su fe no une el cumplimiento de la Ley del amor o del mesías, que como sabe Usted por mi libro tiene algunos apartados que no son exactamente iguales para judíos conversos y paganos conversos.
El convertido, justificado por la fe es, lo digo con la expresión célebre de Martín Lutero, "Simul justus et peccator" (“Justo y pecador a la vez”), por tanto su salvación no está automática asegurada hasta el momento mismo de su muerte; o según Pablo, en su tiempo, hasta la parusía.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com