Hoy escribe Antonio Piñero
Seguimos con la segunda parte de nuestra nota sobre el beso litúrgico en 1 Tesalonicenses que comentamos simplemente comparándolo con otros textos cristianos que hablan del "beso".
El problema del lector moderno respecto al pasaje que citamos en la nota anterior b[(Jesús besa en la [boca] a María Magdalena)]b consiste precisamente en su aparente claridad, ya que para nosotros hoy “besar en la boca” comporta casi siempre la posibilidad de una relación sexual. Pero no era así para los gnósticos de los siglos II y III.
La continuación del pasaje, en la que se contrasta a un ciego con un vidente, expresa con claridad esta idea: el gnóstico, que recibe del Salvador revelaciones, ve la luz. El que no las recibe es un ciego. Hela aquí:
« Ellos le dijeron: “¿Por qué la amas más que a todos nosotros?”. El Salvador respondió y les dijo: “¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?”.
Un ciego y un vidente, estando ambos a oscuras, no se distinguen entre sí. Cuando llega la luz, entonces el vidente verá la luz, y el que es ciego permanecerá a oscuras. El Señor dijo: "Bienaventurado el que es antes de llegar a ser, pues el que es, ha sido y será” (63, 30 – 64, 5). »
Una parte de este pasaje (“Los demás discípulos dijeron: ‘¿Por qué la amas más que a nosotros?’ El Salvador respondió y les dijo: ‘¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?’”) da a entender que el resto de los discípulos está menos avanzados en el conocimiento salvífico que María Magdalena. Por eso el Revelador los ama menos. Jesús los anima, o los reta, a que alcancen un conocimiento semejante al de la Magdalena. Mientras no lleguen a eso, Él no los amará tanto como... a su discípula preferida.
El sentido del pasaje que comentamos es parecido al parlamento de Leví al final del Evangelio de María.
« Pedro: “Siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Es cierto que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros” (17,15-18,14: BNH II 137) »
Ahora bien, no parece que puedan verse connotaciones sexuales por ningún lado en este texto.
Por último: de esta misma manera ha de entenderse probablemente la última frase del pasaje citado arriba:
« Jesús dijo: "Bienaventurado el que es antes de llegar a ser, pues el que es, ha sido y será”. »
Pienso que puede comprenderse bien en el mismo sentido de la relación Maestro / discípulo, y no en sentido sexual.
Esta interpretación se ve apoyada por una sentencia de Jesús recogida en el Evangelio de Tomás:
« Jesús dijo: Feliz el que era antes de llegar a ser. Si os hacéis mis discípulos y escucháis mis palabras, estas piedras os servirán. Porque tenéis cinco árboles en el paraíso que no se mueven ni en verano ni en invierno ni caen sus hojas. El que los conozca no gustará la muerte (logion 19 = BNH II 83). »
Explico el pasaje:
· “El que era antes de llegar a ser” es el gnóstico, pues su espíritu es consustancial con el del Dios supratrascendente: por eso su espíritu preexistía antes de verse encerrado en el cuerpo.
· “Estas piedras os servirán” indican metafóricamente que el gnóstico es “otra raza”; es como el “rey” de los seres humanos gracias a que posee una revelación que los otros no tienen. Por eso todos, hasta la naturaleza, deben servirle.
· El número “cinco” de los árboles del paraíso indica que el gnóstico tiene incluso más sabiduría que si hubiera comido de “uno o dos” árboles del Edén, como Adán y Eva.
Un par de pasajes de obras relativamente cercanas en el tiempo al Evangelio de Felipe ayudarán a afianzarse en este convencimiento de que en todos estos textos que hablan de besos no hay una alusión a relaciones sexuales.
El primero es una especie de salmo de una colección de himnos cristianos de corte gnóstico denominada Odas de Salomón, del siglo II, en los que el alma religiosa se goza en su fe en el Dios que salva y exclama:
« Me abrazó la vida inmortal y me besó. De ella es el Espíritu que hay en mí y no puede morir porque es vida (Odas, 28,7-8; AAT III 22002, ). »
El Evangelio de la Verdad, de mediados del siglo II, de la misma tendencia gnóstica que el de Felipe, la escuela valentiniana, al hablar del reposo eterno que tienen en el Padre trascendente las emanaciones divinas o eones, afirma metafóricamente que
« Toman posesión de su cabeza, que es el reposo para ellas y al unirse al Padre son sostenidas por Él, de manera que dicen que han participado de su rostro con sus besos (41,28-35: BNH II 160) »
Dan toda la impresión los textos citados, tanto del Evangelio de Felipe como los que hemos aportado para explicarlos, que se está hablando en todo instante de temas de sabiduría espiritual, del discípulo perfecto de Jesús y que, en todo caso, con el beso podría aludirse oscuramente a la unión espiritual del gnóstico, aún en la tierra –en este momento María Magdalena- con su contrapartida o esposo o pareja celeste, Jesús, que le aguarda en el cielo.
Creo que con el conjunto de textos citados en esta nota y en la del día anterior, parece quedar basante claro que entre los cristianos primitivos, y en concreto entre los fieles de Tesalónica, el beso -en sus euniones litúrgicas- no tenía ninguna connotación sexual, sino o bien valía como signo de "comunión", o bien era como una señal de iniciación en la sabiduría cristiana.
Cualquier otra interpretación, como en novelas y ensayos sensacionalistas está fuera de sentido.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com