Hoy escribe Fernando Bermejo
Se ha señalado en ocasiones que, aunque varios apologistas cristianos de los siglos II y III (como Tertuliano, Minucio Félix, Ireneo…) conocían las obras de Josefo, no citaron el Testimonium Flavianum. Aunque esto ha sido aducido como prueba de que la totalidad del texto no es más que una interpolación, también se ha aducido como prueba de que el pasaje original debe de haber sido neutral, en la medida en que no habría sido útil para propósitos apologéticos (baste citar como ejemplo a John P. Meier o a R. Van Voorst). Sin embargo, a esto puede objetarse lo siguiente.
Para empezar, el silencio de muchos en el período patrístico podría no tener significación alguna. En primer lugar, una porción nada desdeñable de la literatura cristiana de los ss. II y III se ha perdido, por lo que un argumento ex silentio no resulta concluyente. Por otra parte, aunque hubo autores cristianos que usaron a Josefo, en los primeros siglos citaron principalmente no las Antigüedades Judías, sino sobre todo la Guerra de los judíos y el Contra Apión. inconclusive. El único uso claro de las Antigüedades se encuentra en un fragmento atribuido a Ireneo de Lyon, pero este autor no parece haber estado familiarizado con el libro XVIII de las Antigüedades, donde se contiene el Testimonium Flavianum. La razón es que no es probable que esta obra voluminosa sobre la historia judía haya circulado mucho, por lo que muchos autores cristianos podrían no haber conocido durante bastante tiempo el pasaje de Josefo sobre Jesús. Además, antes de Orígenes ningún escritor cristiano parece haber pensado que valiera la pena citar a Josefo como autoridad en asuntos relativos al Nuevo Testamento.
Ahora bien, incluso aceptando, en atención al argumento, que hubiera autores cristianos que estuvieran familiarizados con el Testimonium, la razón ofrecida para explicar la ausencia de mención alguna a él es sorprendentemente extraña. Por una parte, algunos estudiosos que mantienen que el pasaje no fue citado porque era neutral y por tanto no susceptible de ser utilizado son los mismos que en otros lugares de sus obras sostienen que la reconstrucción “neutral” es también “bastante favorable” a Jesús.
Por otra parte –y esto es más decisivo-, si el texto hubiera sido verdaderamente neutral, resulta muy difícil entender por qué al menos algunos de los tempranos apologistas no lo habrían utilizado: en efecto, aunque no habría sido útil para ser usado en apoyo de creencias teológicas específicas, los autores cristianos podrían haberse dado el gusto de utilizar a Flavio Josefo, un judío no creyente, como un testigo independiente de la sabiduría de Jesús y de su actividad taumatúrgica.
Constatamos, por tanto, una vez más, que los supuestos argumentos a favor de una reconstrucción de un texto original neutral pueden ser respondidos fácilmente, cuando no reducidos al absurdo.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Se ha señalado en ocasiones que, aunque varios apologistas cristianos de los siglos II y III (como Tertuliano, Minucio Félix, Ireneo…) conocían las obras de Josefo, no citaron el Testimonium Flavianum. Aunque esto ha sido aducido como prueba de que la totalidad del texto no es más que una interpolación, también se ha aducido como prueba de que el pasaje original debe de haber sido neutral, en la medida en que no habría sido útil para propósitos apologéticos (baste citar como ejemplo a John P. Meier o a R. Van Voorst). Sin embargo, a esto puede objetarse lo siguiente.
Para empezar, el silencio de muchos en el período patrístico podría no tener significación alguna. En primer lugar, una porción nada desdeñable de la literatura cristiana de los ss. II y III se ha perdido, por lo que un argumento ex silentio no resulta concluyente. Por otra parte, aunque hubo autores cristianos que usaron a Josefo, en los primeros siglos citaron principalmente no las Antigüedades Judías, sino sobre todo la Guerra de los judíos y el Contra Apión. inconclusive. El único uso claro de las Antigüedades se encuentra en un fragmento atribuido a Ireneo de Lyon, pero este autor no parece haber estado familiarizado con el libro XVIII de las Antigüedades, donde se contiene el Testimonium Flavianum. La razón es que no es probable que esta obra voluminosa sobre la historia judía haya circulado mucho, por lo que muchos autores cristianos podrían no haber conocido durante bastante tiempo el pasaje de Josefo sobre Jesús. Además, antes de Orígenes ningún escritor cristiano parece haber pensado que valiera la pena citar a Josefo como autoridad en asuntos relativos al Nuevo Testamento.
Ahora bien, incluso aceptando, en atención al argumento, que hubiera autores cristianos que estuvieran familiarizados con el Testimonium, la razón ofrecida para explicar la ausencia de mención alguna a él es sorprendentemente extraña. Por una parte, algunos estudiosos que mantienen que el pasaje no fue citado porque era neutral y por tanto no susceptible de ser utilizado son los mismos que en otros lugares de sus obras sostienen que la reconstrucción “neutral” es también “bastante favorable” a Jesús.
Por otra parte –y esto es más decisivo-, si el texto hubiera sido verdaderamente neutral, resulta muy difícil entender por qué al menos algunos de los tempranos apologistas no lo habrían utilizado: en efecto, aunque no habría sido útil para ser usado en apoyo de creencias teológicas específicas, los autores cristianos podrían haberse dado el gusto de utilizar a Flavio Josefo, un judío no creyente, como un testigo independiente de la sabiduría de Jesús y de su actividad taumatúrgica.
Constatamos, por tanto, una vez más, que los supuestos argumentos a favor de una reconstrucción de un texto original neutral pueden ser respondidos fácilmente, cuando no reducidos al absurdo.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo