Hoy escribe Fernando Bermejo
La semana pasada empezamos a cuestionar la pretensión de esa mayoría de autores que llevan décadas repitiendo la cantilena de que la reconstrucción más plausible del texto original del Testimonium Flavianum es un texto neutral hacia Jesús, resultado de sustraerle simplemente tres frases que parecen interpolaciones cristianas.
Tras mostrar que el concepto de “simplicidad” utilizado resulta un tanto arbitrario (pues supone de entrada eliminar la tercera parte del texto), vimos que es más que discutible que el procedimiento más sencillo sea eliminar de un plumazo la primera de las frases. Por razones distintas, cabe decir lo mismo de las restantes.
Resulta bastante claro que la frase “este era el Mesías” no parece haber podido ser enunciada por Josefo. Ahora bien, la decisión de Meier y de tantos otros de soslayar la posibilidad de que el original haya podido tener un enunciado en estilo indirecto, que presentara la afirmación como una creencia subjetiva, se da de bruces contra varios argumentos poderosos: una referencia al “Cristo” en el texto explica mejor la referencia a los “cristianos” al final del TF; la aseveración tajante de Orígenes de que Josefo no creía que Jesús fuera el mesías; y, sobre todo, la existencia de versiones convergentes del texto de Josefo, una latina transmitida por Jerónimo y otra siríaca transmitida por Miguel el Sirio, que contienen una oratio obliqua del tipo “se creía que era el Cristo”.
Respecto a la tercera frase –“pues se les apareció al tercer día, vivo de nuevo, tal como los divinos profetas habían dicho…”–, puede sostenerse algo similar. Aunque resulta sospechosa en razón de su contenido típicamente kerigmático, lo cierto es que de nuevo cabe la posibilidad de mantenerla si se supone que la original estaba formulada en estilo indirecto, expresando así (probablemente con un toque irónico) una creencia cristiana fundamental. La propuesta habitual de suprimirla no es imposible, pero llama la atención la obstinación con la que se rechaza la posibilidad de conservarla mediante la sencilla suposición de una eliminación de la oratio obliqua.
Existen, por tanto, maneras filológicamente más económicas de explicar el texto recibido de Josefo, por lo que la reconstrucción habitual no puede presumir de ser precisamente la más simple.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
La semana pasada empezamos a cuestionar la pretensión de esa mayoría de autores que llevan décadas repitiendo la cantilena de que la reconstrucción más plausible del texto original del Testimonium Flavianum es un texto neutral hacia Jesús, resultado de sustraerle simplemente tres frases que parecen interpolaciones cristianas.
Tras mostrar que el concepto de “simplicidad” utilizado resulta un tanto arbitrario (pues supone de entrada eliminar la tercera parte del texto), vimos que es más que discutible que el procedimiento más sencillo sea eliminar de un plumazo la primera de las frases. Por razones distintas, cabe decir lo mismo de las restantes.
Resulta bastante claro que la frase “este era el Mesías” no parece haber podido ser enunciada por Josefo. Ahora bien, la decisión de Meier y de tantos otros de soslayar la posibilidad de que el original haya podido tener un enunciado en estilo indirecto, que presentara la afirmación como una creencia subjetiva, se da de bruces contra varios argumentos poderosos: una referencia al “Cristo” en el texto explica mejor la referencia a los “cristianos” al final del TF; la aseveración tajante de Orígenes de que Josefo no creía que Jesús fuera el mesías; y, sobre todo, la existencia de versiones convergentes del texto de Josefo, una latina transmitida por Jerónimo y otra siríaca transmitida por Miguel el Sirio, que contienen una oratio obliqua del tipo “se creía que era el Cristo”.
Respecto a la tercera frase –“pues se les apareció al tercer día, vivo de nuevo, tal como los divinos profetas habían dicho…”–, puede sostenerse algo similar. Aunque resulta sospechosa en razón de su contenido típicamente kerigmático, lo cierto es que de nuevo cabe la posibilidad de mantenerla si se supone que la original estaba formulada en estilo indirecto, expresando así (probablemente con un toque irónico) una creencia cristiana fundamental. La propuesta habitual de suprimirla no es imposible, pero llama la atención la obstinación con la que se rechaza la posibilidad de conservarla mediante la sencilla suposición de una eliminación de la oratio obliqua.
Existen, por tanto, maneras filológicamente más económicas de explicar el texto recibido de Josefo, por lo que la reconstrucción habitual no puede presumir de ser precisamente la más simple.
Saludos cordiales de Fernando Bermejo