Notas

El Reino/reinado de Dios según Jesús. Una síntesis (III; 599)

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 9 de Noviembre 2015 a las 08:34

Escribe Antonio Piñero

En esta entrega abordamos el siguiente punto: “Duración del Reino de Dios sobre la tierra”

Este Reino de Dios, o reino mesiánico sobre la tierra, durará un cierto número de años o centurias, o milenios, sin precisar. Su descripción y duración no aparece estrictamente en los Evangelios, pero sí en el Apocalipsis. Suponemos que es lícito complementar la información de los escritos evangélicos con la obra canónica, sagrada, de un autor judeocristiano, afín –se supone- al espíritu de un Jesús judío. Este libro enseña que el reino del mesías en la tierra durará mil años, el denominado “quiliasmo” (del griego chiliasmós, derivado de chília, “mil”) o “milenio”:

Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años (Apocalipsis 20,6-8).

Otro escrito judío del siglo I, al que recurriremos varias veces, el Apocalipsis siríaco de Baruc, piensa igualmente en un reino terreno del mesías, en Israel, pero su duración es indeterminada. Pero algún otro, como el Libro IV de Esdras (7,28-30), señala que el reino mesiánico durará 400 años:

Pues se revelará mi Hijo [..] con todos los suyos, y alegrará durante cuatrocientos años a los que hayan quedado. Y sucederá que, tras estos años, morirá mi hijo, el ungido, y todos los que tienen aliento de hombre, y el mundo volverá al silencio de antes, siete días, como en los primeros comienzos de manera que nada quede.

Obsérvese cómo el mesías es un ser humano al fin y al cabo, y cómo le toca morir al final del reino mesiánico. Su vida, sin embargo, dura míticamente cuatro centurias.

Distinción entre una primera y segunda parte del Reino de Dios

Este Reino de Dios no es, sin embargo, el absoluto y definitivo; es sólo la primera parte o primera fase. Así se deduce del mismo texto del Apocalipsis que acabamos de leer, puesto que el visionario habla también de una “segunda muerte” (20,6) que tendrá lugar después del milenio y -como veremos ahora mismo- esta idea se deduce también del pensamiento de Jesús, tal como se recoge en algunas escenas de los Evangelios, ciertamente de no fácil interpretación tal como han sido transmitidas.

Después del Reino mesiánico terrenal vendrá un momento al que Jesús llama –al menos en la traducción al griego de sus palabras- “el eón o siglo futuro”, o el “mundo de la resurrección (definitiva)”. Hay al respecto un texto clave del Nazareno, recogido en la perícopa que cuenta la discusión de éste con los saduceos a propósito de la realidad de la resurrección:

Se le acercan unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaban: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos: el primero tomó mujer, pero murió sin dejar descendencia; también el segundo la tomó y murió sin dejar descendencia; y el tercero lo mismo. Ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. Jesús les contestó: “¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error (Mc 12,18-27).

Según Jesús, cuando se consuma el tiempo del Reino de Dios en la tierra y venga este “mundo de la resurrección”, el matrimonio dejará de existir. Este dato nos da la pista de que debe estar hablando de una realidad distinta de la que acabamos de describir, pues en el Reino que hemos mencionado –recordemos: un Reino también de características materiales- tendría que existir el matrimonio, salvo que -en contra de todas las ideas judías del momento, pero con un parecer similar al autor del Apocalipsis sirio de Baruc- se piense que Jesús defendía que los que tuvieran la suerte de acceder a ese reino no habrían de envejecer en cuatrocientos o mil años.

Ahora bien, en el eón futuro en el que piensa Jesús, no tendrá ningún lugar el matrimonio; el mundo definitivo excluye el ejercicio del sexo. El evangelista Lucas afirma que Jesús se expresó concretamente así:

Los que alcancen a ser dignos de tener parte en el otro mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección (Lc 20,34-36).


Creo que este pasaje lucano y el del Evangelio de Marcos citado antes no se refieren al estado del Reino de Dios en esta tierra del que hemos hablado hasta este momento –su primera fase-, sino a un segundo mundo futuro, al paraíso, el “mundo de la resurrección”, que tendrá lugar en el cielo, en un estado ultramundano después de la conclusión del tiempo del reino mesiánico de Dios aquí abajo en la tierra.

Ésta nos parece una conclusión necesaria: si se tomara el final de los pasajes de Lucas/Marcos que acabamos de citar como una referencia al Reino de Dios en esta tierra (que hemos denominado “primera parte, o fase, del Reino de Dios”), serían de muy difícil interpretación, pues no encajarían en absoluto con lo que sabemos por los Evangelios mismos de las concep¬ciones de Jesús de un inmediato mundo futuro con abundantes bienes materiales que hemos apuntado en breves rasgos un poco más arriba.

El tema de la existencia o no del matrimonio en el “mundo futuro” nos ofrece –según creo- una de las pistas para distinguir entre los dos mundos futuros. En el primero habrá muy probablemente institución del matrimonio o una vida en pareja al menos; en el segundo, el del paraíso, ciertamente no. Por lo tanto, los pasajes de Marcos y Lucas que acabamos de citar deben referirse al ulterior reino divino, el segundo y definitivo, que tenemos que denominar el cielo o el paraíso.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


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Lunes, 9 de Noviembre 2015
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