Notas

“El Hijo y los hijos. Filiación y sufrimiento a propósito de Heb 5,8 y 12,1-11” Valoración de la obra "Filiación" (II( (437-03)

Redactado por Antonio Piñero el Sábado, 1 de Septiembre 2012 a las 07:01

Hoy escribe Antonio Piñero



Y ahora tomo el caso de un artículo sobre tema neotestamentario de este volumen III: “El Hijo y los hijos. Filiación y sufrimiento a propósito de Heb 5,8 y 12,1-11” de César A. Franco Martínez, obispo auxiliar de Madrid. Este trabajo tiene valores intrínsecos, en sí mismo, pues explica muy bien el texto de Heb 5,7-8 y cómo su fondo teológico no tiene que unirse con el pensamiento de la “corrección” de los cristianos por parte de Dios en su vida diaria.

Sabemos perfectamente que el autor de este “discurso de exhortación” (Heb 13,23) “hace un alarde de una extraordinaria capacidad creadora al presentar a Jesús con el título de sumo sacerdote de la nueva alianza” (Franco Martínez, p. 155), como Hijo preexistente, que se encarna llegada la plenitud de los tiempos, que ejecuta un sacrificio como sacerdote según el culto que él mismo, como mesías divino ha instituido, para el perdón de los pecados de toda la humanidad (p. 155)). Para el autor de Hebreos, Hijo y Sumo Sacerdote “son dos títulos que van a la par y que se complementan teológicamente” (p. 156).

Vuelvo a mi queja básica: nos preguntamos enseguida como historiadores: ¿De dónde han salido estos teologuemas? ¿Qué relación tienen con el Jesús de la historia? Y si pensamos que históricamente no tiene ninguna, ¿cómo se ha llegado a esta teología que modifica sustancialmente la figura y misión del Nazareno? De acuerdo con mi argumentación anterior, a estas preguntas podríamos responder como lectores si en los volúmenes previos se hubieran tratado ya sistemáticamente los temas de la filiación en Jesús de Nazaret, en Pablo de Tarso y en los Evangelios. Por tanto este estudio, con sus conclusiones queda totalmente aislado, sin contexto alguno, sin justificación de su porqué y como prendido en el aire.

Del mismo modo: como señalamos en el resumen de la semana anterior, este volumen III termina prácticamente con cuatro estudios sobre la filiación de Jesús, la cristología en general de Justino Mártir o la filiación del cristiano según el mismo Justino (floruit hacia el 150 d.C.). ¿Cómo comparamos –tal como dijimos-- el pensamiento de Justino con el de Jesús, el de Pablo o el de los Evangelistas (los que Justino cita ya como “memorias de los apóstoles” o “evangelios”)? Todo ello queda también igualmente en el aire. Y no digamos el estudio sobre la filiación en los gnósticos setianos (de Fernando Bermejo), excelente en sí…; pero los gnósticos ofrecen una lectura muy peculiar, extraordinariamente peculiar de Jesús…; ¿podemos contrastarla con ésta?

Respecto al tema del mesías como “Hijo de Dios” existen una excelente obra monográfica de John J. Collins-Adela Yarbro Collins: King and Messiah as Son of God. Divine, Human, and Angelic Messianic Figures in Biblical and related Literature ("Rey y mesías como Hijo de Dios. Figuras mesiánicas divinas, humanas y angélicas en la Biblia y en la literatura relacionada"), Eerdmans, Grand Rapids-Cambridge U.K. 2008, que ofrece un estudio sistemático de los temas principales que deben abordarse en la Biblia en general, en la literatura del Segundo Templo y en el Nuevo Testamento. A vista de pájaro son los siguientes:

• “El rey como hijo de Dios y la realeza en los escritos deuteronomísticos y en los Profetas”;

• “Mesías e hijo de Dios en la época helenística!;

• “Mesías e Hijo del Hombre”;

• “Jesús como mesías e hijo de Dios en las Cartas de Pablo y en los Evangelios”;

• “Jesús como Hijo del Hombre”, y

• “Mesías, hijo de Dios e Hijo del Hombre en el IV Evangelio y en el Apocalipsis”.

Pienso que el enunciado de estos temas es de por sí interesantísimo, y creo que los responsables de los congresos futuros sobre la “Filiación” deberían de encargar ponencias sobre ellos y sobre todos y cada uno de los textos bíblicos y parabíblicos estudiados en esta monografía. Y luego contrastar resultados con ella y otras publicaciones (hay muchas, evidentemente; hasta 1978 aparece recogida lo esencial en Martin Hengel, El Hijo de Dios. El origen de la cristología y la historia de la religión judeo-helenística, Salamanca 1978, libro que he discutido a fondo en la obra colectiva Biblia y Helenismo. Pensamiento griego y formación del cristianismo, El Almendro, Córdoba, 2006, pp. 471-534).

Y volviendo al tema del artículo sobre Hebreos 5,7-8 y 12,1-11, que ha dado origen a estas disquisiciones, debo insistir en que está bien en sí mismo aunque el tema pueda parecer marginal en Hebreos. Es erudito (el autor hizo su tesis doctoral sobre esta “homilía) y aprovecha sus muchas lecturas; se circunscribe al tema, está bien expuesto y es interesante desde el punto de vista confesional… aunque no discute en absoluto la relación que la interpretación de Jesús del autor de Hebreos tiene con el Jesús de la historia…algo que me interesaría mucho y a otros también.

Como punto interesante deseo destacar en el artículo de Franco Martínez el análisis y traducción propuestos para Heb 5,7-8. Parte de la traducción clásica de Nácar-Colunga (1944):

“Habiendo ofrecido (griego prosenénkas) en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte fue escuchado (eisakoustheís) por su reverencial temor. Y aunque era Hijo (kaíper ôn hyiós) aprendió (émathen) por su mandamientos la obediencia”.

Franco Martínez critica esta traducción que parece un calco de la Vulgata. Además la critica también por el sentido pues contradice lo que sucedió en la escena de Getsemaní: de hecho el Hijo no fue escuchado por el Padre.

Basándose en los estudios del sustrato arameo de los Evangelios de M. Herranz Marco , Huellas del arameo en los evangelios en la catequesis cristiana primitiva (SSNT 5), Madrid 1977, 277-332, acepta la sugerencia de este último autor de que el griego kaíper = “aunque” del texto de Hebreos puede significar algo distinto de “aunque”, a saber “pues”, como aparece en otros dos textos judíos de más o menos la misma época: 3 Macabeos 4,17-9 y 4 Macabeos 16,3-5”, textos que igualmente proceden de autores judíos de lengua griega pero están influenciados por el sustrato de su posible lengua materna, el arameo.

Aplicando esta sugerencia, Franco Martínez reproduce y aprueba la traducción de Herranz Marco, que suena así:

“El cual (= Cristo) en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte con poderoso clamor y lágrimas, y siendo digno de ser escuchado a causa de su reverencia (filial) pues era Hijo, aprendió por lo que padeció la obediencia”.

Franco Martínez rechaza la antigua propuesta de Adolf von Harnack, que no necesita de la curiosa interpretación del kaíper griego como “pues”. El viejo sabio alemán pensaba que en el texto faltaba simplemente un “no” (= griego ouk) y que esta palabra debe colocarse delante de “fue escuchado” (eisakoustheís) = ouk eisakoustheís = “no fue escuchado” (por su Padre). El texto, entonces, quedaría así:

“El cual (= Cristo) en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, pero no fue escuchado a causa de su reverencia aunque era Hijo, (y) aprendió de lo que padeció la obediencia”.

A mí me gusta más esta traducción basada en la conjetura de Harnack que apenas enmienda el texto. La propuesta entiende un kaí (literalmente “y” copulativo) como adversativo = “pero”, y evita el recurrir a un sustrato arameo, precisamente en un autor como el de Hebreos que tiene un griego bastante bueno. De todos modos, los lectores tienen siempre la última palabra.

Concluimos mañana.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 1 de Septiembre 2012
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