Notas

El Apóstol Bartolomé en los Hechos de Felipe

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 31 de Diciembre 2012 a las 00:56

Hoy escribe Gonzalo del ´Cerro

Bartolomé en los Hechos Apócrifos del apóstol Felipe

Los datos sobre la personalidad del apóstol san Bartolomé no se reducen al relato de su Martirio en el apócrifo sobre su martirio. Los Hechos de Felipe contienen largas referencias y un significativo coprotagonismo de Bartolomé con Felipe y su hermana Mariamne. No es exagerado afirmar que los tres comparten extensos relatos sobre el ministerio y martirio de Felipe.

Pero la presencia de Bartolomé, como la de la hermana de Felipe Mariamne, tiene una destacada aparición a partir del Hecho VIII, el que refiere la historia de la conversión del leopardo y el cabrito. El Hecho VIII presenta en su principio el recuerdo del reparto de las tierras de la evangelización mediante sorteo. Felipe recibió el encargo de evangelizar Grecia, lo que le provocó una fuerte crisis de desaliento y de tristeza.

El autor presenta entonces a Mariamne, hermana de Felipe. Era ella la que preparaba los elementos necesarios para la celebración de la eucaristía, mientras que su otra hermana Marta se afanaba en el servicio de la gente. Sorprende que las dos hermanas del apóstol Felipe coincidan en sus nombres con las de Lázaro, en sus nombres y en sus actitudes. Mariamne aparece como más contemplativa, mientras que su hermana Marta es la que se ocupa de atender a la gente.

Al ver Mariamne la desolación y las lágrimas de su hermano, se dirigió al Salvador para interceder por él. El Salvador comprendió que Felipe necesitaba ayuda, porque su personalidad podía provocar problemas a la gente. Pidió, pues, a Mariamne que acompañara a su hermano Felipe a todas partes para darle ánimos. Más aún, le prometió que enviaría también a los apóstoles Bartolomé y Juan para que ayudaran a Felipe a soportar los trabajos que le sobrevendrían de parte de los habitantes de la ciudad de la Víbora.

Frente a las vacilaciones de Felipe, Jesús le prometía una presencia perpetua. Eso significa en la historia bíblica garantías de éxito en virtud de la asistencia de la omnipotencia divina. El texto ofrece un alegato complicado y prolijo de Jesús con variedad en sus promesas. Es el pastor que envía a sus apóstoles como ovejas, es el sol que los envía como rayos, es el maestro que los envía como alumnos (c. VIII G 5,1). Contra ellos nada podrán ni los venenos de los hombres ni las tempestades de la naturaleza. Todas estas recomendaciones del Salvador llegaron a oídos de Felipe y sus acompañantes Bartolomé y Mariamne, quienes besaron agradecidos la diestra del Señor y se dirigieron llenos de confianza al país de los ofitas.

Historia del leopardo y el cabrito

Fue en este contexto en el que se produjo el encuentro de los apóstoles y Mariamne con el leopardo y el cabrito, que tanta presencia tendrán de aquí en adelante en el relato de los HchFlp. Atravesaban Felipe y sus compañeros el desierto de los dragones cuando llegó hasta ellos un gran leopardo que se postró ante ellos y tomando voz humana les habló pidiendo que le ordenara hablar con lenguaje humano. Felipe le concedió la gracia solicitada.

El leopardo explicó su caso en un lenguaje perfecto. Contaba cómo estaba a punto de devorar a un cabrito que había capturado, cuando el cabrito comenzó a suplicarle como si fuera un niño pequeño. Le pedía que abandonara su ferocidad y se abstuviera de devorarlo. Notó en su interior cómo se iba transformando su naturaleza salvaje en una nueva actitud de mansedumbre. En ese momento vio pasar a Felipe y sus acompañantes y fue corriendo a postrarse ante ellos para pedir su ayuda en el proceso que se estaba produciendo en su naturaleza. Pedía en consecuencia nada menos que un don tan humano como la libertad para poder viajar por todas partes después de abandonar su condición animal (c. 97,1-3).

El relato implica a Bartolomé y a Mariamne en los acontecimientos. Y guiados por el leopardo se dirigieron todos en busca del cabrito herido. Felipe dijo a Bartolomé: “Vamos allá, para ver al herido, curado, que cura al que lo hirió” (c. 98,1). A continuación Felipe y Bartolomé pronunciaron un alegato común, dirigido al bondadoso Jesús, al que solicitaban la conversión de aquellos dos animales en seres racionales. De acuerdo con la mentalidad encratita del apócrifo, pedían al Señor que el leopardo no volviera a comer carne y que el cabrito se alimentara en adelante como los humanos.

El leopardo y el cabrito levantaron sus patas delanteras y pronunciaron en lenguaje humano una acción de gracias a Dios que les favorecía con aquellos dones extraordinarios. Enseguida se postraron delante de Felipe, Bartolomé y Mariamne. El texto añade que los apóstoles dieron gloria a Dios y ordenaron al leopardo y al cabrito que caminaran delante de ellos hacia la ciudad a la que se dirigían.

En el siguiente hecho de los HchFlp, que es el IX, prosigue el relato diciendo: “Los apóstoles iban caminado en mutua compañía, a saber: Felipe, Bartolomé y Mariamne con el leopardo y el cabrito”. Bartolomé es mencionado siempre como compañero de Felipe bajo la denominación común de “los apóstoles”. Iban de camino cuando les salió al paso un enorme dragón de dimensiones gigantescas. Felipe invitó a sus dos acompañantes a elevar una plegaria al Señor recordando sus promesas de asistencia perpetua. Les rogó luego que tomaran el cáliz y trazaran con él la señal de la cruz. Se produjo al instante un gran relámpago que cegó al dragón y mató a las serpientes que lo acompañaban.

Después de haber ayunado durante cinco días, se disponían Bartolomé y Mariamne para recibir la eucaristía. Cuando estaban llenos de gozo los tres, se produjo un terremoto con ruido de piedras y voces de demonios que pedían a los apóstoles que los dejaran en paz. Ellos habían heredado aquel lugar para cincuenta demonios, mientras que los apóstoles tenían a su disposición el mundo entero.

Felipe los ordenó salir del país no sin antes declarar cuál era su naturaleza. Un dragón que estaba entre ellos se declaró consorte de la serpiente del paraíso y de otros demonios que actuaron en la historia de la salvación. Por lo demás, reconocían su situación de debilidad frente a los apóstoles de Jesús. Cuando Felipe les ordenó salir de sus moradas, se produjo un nuevo terremoto que habría asustado a Bartolomé y Mariamne si no hubiera sido por el aviso que les había dado Felipe.

(Icono de san Bartolomé)

Saludos cordiles. Gonzalo del Cerro

Lunes, 31 de Diciembre 2012
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