Escribe Antonio Piñero
Del fariseísmo de Jesús hablaremos en su momento detenidamente. Ahora me interesa poner en cuestión la imagen antifarisea de los Evangelios. Para ello me voy a servir de un análisis, lúcido en extremo, de Rudolf Bultmann en su Historia de la tradición sinóptica (pp. 54-56: son de la 7ª edición alemana de 1967; no tengo la española, que sé que existe y que creo publicó la Editorial Sígueme).
Hay unas veinte escenas de los tres primeros evangelios (Marcos - Mateo - Lucas) que nos pintan a Jesús disputando agriamente contra los fariseos. Estos episodios nos llevan de modo espontáneo a considerar a Jesús como adversario acérrimo de este grupo, y en general ésta es la opinión de los cristianos de hoy. Sin embargo, esta tradición es muy insegura y por lo menos exagerada. En general, un examen detenido de los textos nos lleva a sostener que la tradición evangélica tiende a convertir en una disputa, a veces agria, lo que primero podría ser en Jesús un simple “diálogo didáctico”, es decir una explicación de la Ley ante un auditorio más menos restringido.
Veamos algunos casos. Así por ejemplo, Mc 12,28-34:
“28 Uno de los escribas, tras acercarse y oír que estaban disputando, y al ver que les respondía correctamente le preguntó:
–¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Le contestó Jesús:
–El primero es: «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor, 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu vida, toda tu mente, toda tu fuerza». 31 El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Mayor que éstos no hay otro mandamiento.
32 El escriba le dijo:
–Bien dicho, maestro, hablas según la verdad, porque «es uno y no hay otro excepto él».33 Y «amarlo con todo el corazón, todo el entendimiento, toda la fuerza», y «amar al prójimo como a uno mismo» es mucho más importante que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Jesús, al ver que respondía inteligentemente, le dijo:
–No estás lejos del reino de Dios.
Y nadie se atrevía ya a preguntarle”.
Obsérvese el contraste con el paralelo de Mt 22,34-40:
“34 Al enterarse de que Jesús había hecho enmudecer a los saduceos, los fariseos se juntaron y volvieron a la carga. 35 Uno de ellos, que era escriba, le puso una pregunta mal intencionada:
36 –Maestro ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?
37 Él le contestó:
–«Amarás al Señor tu Dios”
El contraste está entre Mc 12,28 (“uno de los escribas”) que Mateo en 22,34 sustituye por fariseos que vuelven a cargar contra Jesús y le hacen una pregunta mal intencionada, es decir “para tentarlo”.
Y Lucas, por su parte, sigue la tendencia de empeorar la relación Jesús – fariseos:
“Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” (Lc 10,25).
Obsérvese de nuevo la anotación: el legista no obra inocentemente sino que lo hizo "para ponerle a prueba" = tentarlo.
Otro caso es cuando la tradición más primitiva recoge una pregunta de “alguien”, no especificado, y la misma tradición en otro evangelista sustituye ese “alguien” ignoto por fariseos o "escribas y fariseos".
Un ejemplo claro es:
Lc 11,16: “Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo”.
En el paralelo de Mateo se recoge la misma tradición, pero el evangelista la modifica negativamente:
Mt 12,38: “Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti.
Otro ejemplo de la tradición sinóptica se halla en un famoso texto, aunque no canónico, el Papiro de Oxirrinco 840 que amplifica la perversidad de los fariseos:
(Verso): “Tomando Jesús a sus discípulos, los introdujo en el mismo lugar de las purificaciones. Y él se paseaba por el Templo. Entonces se acercó cierto pontífice fariseo, de nombre Leví, les salió el encuentro y dijo al Salvador: “¿Quién te ha dado permiso para poner los pies en este lugar de las purificaciones y contemplar estos vasos sagrados sin haberte lavado y sin que se hayan lavado los pies tus discípulos? Más bien, estando contaminado, has pisado este templo, lugar sagrado, que nadie que no esté lavado y haya cambiado sus vestidos, puede pisar ni se atreve a contemplar los vasos sagrados”. Pero poniéndose al instante el Salvador al lado de sus discípulos, le respondió:
(Recto) 23-45: “Entonces tú, que estás en el templo, ¿eres puro?”. Aquél le dijo: “Sí, estoy puro, pues me he lavado en la piscina de David, y he subido por una escalera distinta de la de bajada; y me he puesto vestidos blancos y limpios. Así he venido y contemplado estos vasos sagrados”. El Salvador le respondió diciendo: “¡Ay de los ciegos que no ven! Tú te has bañado en corrientes en las que se han metido perros y puercos de noche y de día. Te has lavado y te has enjugado la piel exterior, lo que también las meretrices y las flautistas perfuman, lavan, enjugan y atavían para excitar la concupiscencia de los hombres. Pero su interior está lleno de escorpiones y de toda clase de maldad. En cambio yo y mis discípulos, de quienes dices que no nos hemos purificado, nos hemos lavado en aguas de vida eterna”
Hay que fijarse cómo exagera la importancia del fariseísmo como opositor de Jesús haciendo que el fariseo sea un pontífice (algo insólito). Y amplificando la respuesta de Jesús en tonos totalmente ofensivo. Es un caso claro cómo una tradición apócrifa posterior a los evangelios canónicos sigue una tendencia inaugurada por estos.
Seguiremos porque lo creo interesante. Está en juego la credibilidad de la tradición… que no es aséptica.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Del fariseísmo de Jesús hablaremos en su momento detenidamente. Ahora me interesa poner en cuestión la imagen antifarisea de los Evangelios. Para ello me voy a servir de un análisis, lúcido en extremo, de Rudolf Bultmann en su Historia de la tradición sinóptica (pp. 54-56: son de la 7ª edición alemana de 1967; no tengo la española, que sé que existe y que creo publicó la Editorial Sígueme).
Hay unas veinte escenas de los tres primeros evangelios (Marcos - Mateo - Lucas) que nos pintan a Jesús disputando agriamente contra los fariseos. Estos episodios nos llevan de modo espontáneo a considerar a Jesús como adversario acérrimo de este grupo, y en general ésta es la opinión de los cristianos de hoy. Sin embargo, esta tradición es muy insegura y por lo menos exagerada. En general, un examen detenido de los textos nos lleva a sostener que la tradición evangélica tiende a convertir en una disputa, a veces agria, lo que primero podría ser en Jesús un simple “diálogo didáctico”, es decir una explicación de la Ley ante un auditorio más menos restringido.
Veamos algunos casos. Así por ejemplo, Mc 12,28-34:
“28 Uno de los escribas, tras acercarse y oír que estaban disputando, y al ver que les respondía correctamente le preguntó:
–¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Le contestó Jesús:
–El primero es: «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor, 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu vida, toda tu mente, toda tu fuerza». 31 El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Mayor que éstos no hay otro mandamiento.
32 El escriba le dijo:
–Bien dicho, maestro, hablas según la verdad, porque «es uno y no hay otro excepto él».33 Y «amarlo con todo el corazón, todo el entendimiento, toda la fuerza», y «amar al prójimo como a uno mismo» es mucho más importante que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Jesús, al ver que respondía inteligentemente, le dijo:
–No estás lejos del reino de Dios.
Y nadie se atrevía ya a preguntarle”.
Obsérvese el contraste con el paralelo de Mt 22,34-40:
“34 Al enterarse de que Jesús había hecho enmudecer a los saduceos, los fariseos se juntaron y volvieron a la carga. 35 Uno de ellos, que era escriba, le puso una pregunta mal intencionada:
36 –Maestro ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?
37 Él le contestó:
–«Amarás al Señor tu Dios”
El contraste está entre Mc 12,28 (“uno de los escribas”) que Mateo en 22,34 sustituye por fariseos que vuelven a cargar contra Jesús y le hacen una pregunta mal intencionada, es decir “para tentarlo”.
Y Lucas, por su parte, sigue la tendencia de empeorar la relación Jesús – fariseos:
“Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” (Lc 10,25).
Obsérvese de nuevo la anotación: el legista no obra inocentemente sino que lo hizo "para ponerle a prueba" = tentarlo.
Otro caso es cuando la tradición más primitiva recoge una pregunta de “alguien”, no especificado, y la misma tradición en otro evangelista sustituye ese “alguien” ignoto por fariseos o "escribas y fariseos".
Un ejemplo claro es:
Lc 11,16: “Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo”.
En el paralelo de Mateo se recoge la misma tradición, pero el evangelista la modifica negativamente:
Mt 12,38: “Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti.
Otro ejemplo de la tradición sinóptica se halla en un famoso texto, aunque no canónico, el Papiro de Oxirrinco 840 que amplifica la perversidad de los fariseos:
(Verso): “Tomando Jesús a sus discípulos, los introdujo en el mismo lugar de las purificaciones. Y él se paseaba por el Templo. Entonces se acercó cierto pontífice fariseo, de nombre Leví, les salió el encuentro y dijo al Salvador: “¿Quién te ha dado permiso para poner los pies en este lugar de las purificaciones y contemplar estos vasos sagrados sin haberte lavado y sin que se hayan lavado los pies tus discípulos? Más bien, estando contaminado, has pisado este templo, lugar sagrado, que nadie que no esté lavado y haya cambiado sus vestidos, puede pisar ni se atreve a contemplar los vasos sagrados”. Pero poniéndose al instante el Salvador al lado de sus discípulos, le respondió:
(Recto) 23-45: “Entonces tú, que estás en el templo, ¿eres puro?”. Aquél le dijo: “Sí, estoy puro, pues me he lavado en la piscina de David, y he subido por una escalera distinta de la de bajada; y me he puesto vestidos blancos y limpios. Así he venido y contemplado estos vasos sagrados”. El Salvador le respondió diciendo: “¡Ay de los ciegos que no ven! Tú te has bañado en corrientes en las que se han metido perros y puercos de noche y de día. Te has lavado y te has enjugado la piel exterior, lo que también las meretrices y las flautistas perfuman, lavan, enjugan y atavían para excitar la concupiscencia de los hombres. Pero su interior está lleno de escorpiones y de toda clase de maldad. En cambio yo y mis discípulos, de quienes dices que no nos hemos purificado, nos hemos lavado en aguas de vida eterna”
Hay que fijarse cómo exagera la importancia del fariseísmo como opositor de Jesús haciendo que el fariseo sea un pontífice (algo insólito). Y amplificando la respuesta de Jesús en tonos totalmente ofensivo. Es un caso claro cómo una tradición apócrifa posterior a los evangelios canónicos sigue una tendencia inaugurada por estos.
Seguiremos porque lo creo interesante. Está en juego la credibilidad de la tradición… que no es aséptica.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com