Hoy escribe Antonio Piñero
Reflexionamos en concreto sobre estos últimos versículos del tratamiento paulino de la resurrección en Corintios A = 1 Cor 15:
54 Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? 56 El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. 57 Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
El problema formal y real de este texto junto con el inmediatamente anterior (véase, por favor, en la nota 3-10-42) es que en él van unidos “reino de Dios” con una resurrección que parece el final del mundo terreno y el inicio de un “estar con Cristo por siempre jamás” = 1 Tes 4,17. Todo ello parece contradecir lo afirmado por Pablo en 1 Corintios 15,23-27 y que hemos comentado en la nota 3-10-39.
Como dijimos, estos pasajes, todos juntos, dan la impresión que los dos reinos que distingue Pablo (= “Reino de Cristo” y “Reino de Dios”) son prácticamente una mera formalidad. Van los dos seguidos, uno detrás de otro, en el paso de uno a otro no hay intervención ninguna de los humanos; éstos no cambian de estatus en el paso del primero al segundo.
Y, lo más importante, los dos reinos son ultraterrenos, celestiales. Por tanto, la interpretación paulina del reino de Dios de Jesús ha eliminado/volatilizado toda la tradición judía y jesuánica de un reino mesiánico en la tierra de Israel lleno de bienes materiales y espirituales. Una vez más, entre Pablo y Jesús hay una fractura de concepciones que parece insalvable.
Aquí, como en el caso del evangelio en general (Gálatas 1) de la institución de la eucaristía (1 Cor 11,23-26), Pablo afirma que revela “un misterio” (1 Corintios 15, 51), es decir algo que Jesús, o Dios Padre, le han revelado a él por una visión y él, el Apóstol, comunica a sus lectores-miembros de una de sus comunidades (las otras lo sabrían también, es de suponer).
La escenografía de ese momento es muy parecida a otras, muy típicas, de la apocalíptica judía, aunque muy concentrada: el toque de la trompeta cósmica (por parte de los ángeles) y que la venida celeste del Reino será instantáneo (“como un ladrón”). Es ésta también la escenografía del Juicio Final.
También se ve claro, por este pasaje como por el de 1 Tesalonicenses, que ese fin del mundo está “a la vuelta de la esquina”. Pablo y otros fieles, estarán aún en vida; no habrán muerto, pues; falta menos que el espacio de una generación para que todo concluya… Como en Jesús, se trata de una profecía fallida, pero el texto se ha interpretado más o menos simbólicamente con el paso de los siglos, gracias a lo cual se obvia la dificultad.
Sobre la creencia de la resurrección de los fieles difuntos para participar en el reino de Dios, hemos dicho también que es una creencia judía común en el siglo I, sobre todo en círculos de piadosos de espíritu apocalíptico.
Los comentaristas se hacen eco casi todos de que en este pasaje hay un famoso error en la traducción de la Vulgata: añade un “non” (“no todos nos transformaremos”) cuando es en verdad “todos nos transformaremos”. Las modernas ediciones de la Vulgata han corregido ya el error eliminando la negación.
El pasaje final es hímnico o lírico. Se trata de una cita mixta de dos profetas de Isaías 25,8 y Oseas 13,14. he aquí los textos de la Biblia hebrea, los básicos, aunque Pablo cita por una traducción griega (que no es la usual, la de los LXX, sino otra desconocida que él tendría):
• Isaías: “Consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahvé ha hablado”
• Oseas: “¿De la garra del seol los libraré, de la muerte los rescataré? ¿Dónde están, muerte, tus pestes, dónde tu contagio, seol? La compasión está oculta a mis ojos”
Por tanto, el texto paulino: o bien se trata de un himno compuesto libremente con reminiscencias bíblicas, o bien es una exclamación de Pablo que espontáneamente usa también reminiscencias bíblicas (él escribe: “entonces se cumplirá la palabra que está escrita”). Es un versículo que ha tenido éxito en toda la tradición posterior. Por ejemplo, el autor del libreto del “Mesías” de Georg Friedrich Händel lo utiliza como base de un famoso coro. La Muerte personificada es el símbolo de todos los enemigos de la humanidad, encarnados en fuerzas sobrenaturales, maléficas, pero permitidas por Dios hasta el final de los tiempos.
El v. 56 (“El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley”) recoge las tesis de la Carta a los gálatas y Romanos: situación de pecado de la humanidad, que no puede salir de ella aunque lo desee; la Ley, incumplible, es de hecho un fuente de pecado y empeora la situación del hombre, de facto. Obsérvese, sin embargo, que esta explicación, por muy paulina que sea, interrumpe el himno, o exclamación, de los vv. 54-55 y 57. ¿pertenece a otra carta de Pablo y ha sido introducida aquí por un copista que ha querido explicar la palabra “aguijón”?
Termina el himno con gracias a Dios: la vida cristiana es como una batalla y los fieles son los soldados de Cristo (“militia Christi”). Al final, la lucha recibe su premio: la victoria final en el reino de Dios (en el otro mundo, casi seguro).
Seguiremos en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
En el otro blog, de “Religiondigital”, el tema es:
“”
Saludos de nuevo.
Reflexionamos en concreto sobre estos últimos versículos del tratamiento paulino de la resurrección en Corintios A = 1 Cor 15:
54 Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? 56 El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. 57 Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
El problema formal y real de este texto junto con el inmediatamente anterior (véase, por favor, en la nota 3-10-42) es que en él van unidos “reino de Dios” con una resurrección que parece el final del mundo terreno y el inicio de un “estar con Cristo por siempre jamás” = 1 Tes 4,17. Todo ello parece contradecir lo afirmado por Pablo en 1 Corintios 15,23-27 y que hemos comentado en la nota 3-10-39.
Como dijimos, estos pasajes, todos juntos, dan la impresión que los dos reinos que distingue Pablo (= “Reino de Cristo” y “Reino de Dios”) son prácticamente una mera formalidad. Van los dos seguidos, uno detrás de otro, en el paso de uno a otro no hay intervención ninguna de los humanos; éstos no cambian de estatus en el paso del primero al segundo.
Y, lo más importante, los dos reinos son ultraterrenos, celestiales. Por tanto, la interpretación paulina del reino de Dios de Jesús ha eliminado/volatilizado toda la tradición judía y jesuánica de un reino mesiánico en la tierra de Israel lleno de bienes materiales y espirituales. Una vez más, entre Pablo y Jesús hay una fractura de concepciones que parece insalvable.
Aquí, como en el caso del evangelio en general (Gálatas 1) de la institución de la eucaristía (1 Cor 11,23-26), Pablo afirma que revela “un misterio” (1 Corintios 15, 51), es decir algo que Jesús, o Dios Padre, le han revelado a él por una visión y él, el Apóstol, comunica a sus lectores-miembros de una de sus comunidades (las otras lo sabrían también, es de suponer).
La escenografía de ese momento es muy parecida a otras, muy típicas, de la apocalíptica judía, aunque muy concentrada: el toque de la trompeta cósmica (por parte de los ángeles) y que la venida celeste del Reino será instantáneo (“como un ladrón”). Es ésta también la escenografía del Juicio Final.
También se ve claro, por este pasaje como por el de 1 Tesalonicenses, que ese fin del mundo está “a la vuelta de la esquina”. Pablo y otros fieles, estarán aún en vida; no habrán muerto, pues; falta menos que el espacio de una generación para que todo concluya… Como en Jesús, se trata de una profecía fallida, pero el texto se ha interpretado más o menos simbólicamente con el paso de los siglos, gracias a lo cual se obvia la dificultad.
Sobre la creencia de la resurrección de los fieles difuntos para participar en el reino de Dios, hemos dicho también que es una creencia judía común en el siglo I, sobre todo en círculos de piadosos de espíritu apocalíptico.
Los comentaristas se hacen eco casi todos de que en este pasaje hay un famoso error en la traducción de la Vulgata: añade un “non” (“no todos nos transformaremos”) cuando es en verdad “todos nos transformaremos”. Las modernas ediciones de la Vulgata han corregido ya el error eliminando la negación.
El pasaje final es hímnico o lírico. Se trata de una cita mixta de dos profetas de Isaías 25,8 y Oseas 13,14. he aquí los textos de la Biblia hebrea, los básicos, aunque Pablo cita por una traducción griega (que no es la usual, la de los LXX, sino otra desconocida que él tendría):
• Isaías: “Consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahvé ha hablado”
• Oseas: “¿De la garra del seol los libraré, de la muerte los rescataré? ¿Dónde están, muerte, tus pestes, dónde tu contagio, seol? La compasión está oculta a mis ojos”
Por tanto, el texto paulino: o bien se trata de un himno compuesto libremente con reminiscencias bíblicas, o bien es una exclamación de Pablo que espontáneamente usa también reminiscencias bíblicas (él escribe: “entonces se cumplirá la palabra que está escrita”). Es un versículo que ha tenido éxito en toda la tradición posterior. Por ejemplo, el autor del libreto del “Mesías” de Georg Friedrich Händel lo utiliza como base de un famoso coro. La Muerte personificada es el símbolo de todos los enemigos de la humanidad, encarnados en fuerzas sobrenaturales, maléficas, pero permitidas por Dios hasta el final de los tiempos.
El v. 56 (“El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley”) recoge las tesis de la Carta a los gálatas y Romanos: situación de pecado de la humanidad, que no puede salir de ella aunque lo desee; la Ley, incumplible, es de hecho un fuente de pecado y empeora la situación del hombre, de facto. Obsérvese, sin embargo, que esta explicación, por muy paulina que sea, interrumpe el himno, o exclamación, de los vv. 54-55 y 57. ¿pertenece a otra carta de Pablo y ha sido introducida aquí por un copista que ha querido explicar la palabra “aguijón”?
Termina el himno con gracias a Dios: la vida cristiana es como una batalla y los fieles son los soldados de Cristo (“militia Christi”). Al final, la lucha recibe su premio: la victoria final en el reino de Dios (en el otro mundo, casi seguro).
Seguiremos en la próxima nota.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
En el otro blog, de “Religiondigital”, el tema es:
“”
Saludos de nuevo.