Hoy escribe Antonio Piñero
Seguimos con el tema general: “El Nuevo Testamento visto por un filólogo”, pero lo dividiré en dos partes por su amplitud IV A) y IV B.
IV. De acuerdo con el título de esta nota, un filólogo considera que el Nuevo Testamento es un conjunto de libros –hoy 27, de los cuales 21 son cartas- voluntariamente predeterminado y excluyente, es decir, no es un espejo de todos los cristianismos que hubo en el nacimiento de la fe cristiana ni de los credos existentes en el momento de tal selección de obras.
De acuerdo con lo que he expuesto en mi obra Cristianismos derrotados, Madrid 2008, Editorial Edaf, Introducción: a vista de pájaro y sin ser exhaustivo podemos enumerar al menos unos ocho o nueve “cristianismos” que no están incluidos plenamente en el Nuevo Testamento. Así:
• cristianismos que niegan que Jesús sea Dios: ebionitas, nazarenos
• cristianismos que niegan a Pablo: falso profeta: Pseudo Clementinas
• cristianismos proféticos: el dominio del Espíritu: difíciles de controlar: montanistas y gnósticos de muy diverso pelaje
• cristianismos que niegan la validez de la Biblia tal como la conocemos hoy:
Marción
Pseudo Clementinas
Ciertos gnósticos conocidos por Nag Hammadi como las comunidades que se hallan detrás del Origen del mundo, Apócrifo de Juan o la Hipóstasis de los arcontes, que tratan expresamente las cuestiones de antropogonía/antropología acomodando el texto de la Biblia a las concepciones y cánones gnósticos.
• cristianismos que niegan la encarnación verdadera: docetas: Hechos apócrifos
• cristianismos que niegan la resurrección futura: aparecen en Pablo (1 Cor) y en las Pastorales
• cristianismos que promocionan la independencia de las mujeres:
Escritos sobre M. Magdalena
Hechos apócrifos
• cristianismos que niegan el cuerpo y el mundo. Ascetismo extremo, contra la vida sexual y el matrimonio:
Evangelio de los Egipcios
Epístola del Pseudo Tito
Hechos apócrifos
• cristianismos que promocionan la vida libre y libertina: gnósticos libertinos de Epifanio e Ireneo; carpocratianos de Clemente de Alejandría.
Estos tipos de cristianismo que cualquier observador atento podría contemplar en Asia Menor, l actual Turquía, a mediados del siglo II, a pesar de ser tantos se reducen a tres líneas principales:
1. La línea judeocristiana, es decir, los seguidores puramente judíos de Jesús de la primerísima hora, congregados sobre todo en Jerusalén. Entre ellos había fariseos, esenios y sacerdotes del clero bajo que creían firmemente –sin apartarse un ápice de su credo judío- que Jesús era el verdadero mesías y habí9a venido ya. Su teología era en verdad muy judía con algunos retoques generados a partir de la creencia de que Dios había resucitado a Jesús y lo había confirmado en su misión de mesías. Como Jesús no había podido cumplir su misión por su muerte extemporánea a manos de los romanos tendría que venir pronto a la tierra para cumplirla de una vez e instaurar en la misma tierra, de Israel por supuesto, el reino de Dios.
2. La línea paulina. Se caracteriza porque del Jesús de la historia no le interesa en principio más que su muerte y resurrección. El paulinismo entiende el sacrificio en la muerte de Jesús como un acto voluntariamente querido por su Padre y como un sacrificio expiatorio, una muerte en vez de los demás humanos. Con este sacrificio la situación de pecado de la humanidad queda eliminada, restablecida la amistad con Dios y queda abierta la posibilidad de la salvación eterna. Pero sólo se salva el que cree que Jesús es el mesías, que con él se ha establecido la era mesiánica y que el pecado queda convertido en justo (“justificado”) una vez que ha admitido por un acto de fe, ayudado necesariamente por la gracia divina, que la muerte en cruz de Cristo ha sido el sacrificio expiatorio que ha borrado el pecado del mundo.
3. Los cristianos gnósticos. Estos se creen especiales porque son los únicos entre los mortales que han recibido de Dios una revelación especial para entender en profundidad cómo es Dios, como es la plenitud de la divinidad, cómo ha sido creado el universo y por quién, como Dios ha enviado reveladores de su esencia a lo largo de la historia, como Jesús es el último de ellos; cómo éste ha escogido a unos pocos mortales para indicarles cuál es el verdadero camino de la salvación; cómo el espíritu humano de esos elegidos es consustancial con la divinidad y como ese espíritu –desgraciadamente encadenado por un triste proceso a la materia del universo, debe volver a u verdadera patria que es el cielo. El Redentor-Revelador-Jesús les ha señalado a ellos solos el camino.
En la nota siguiente (IV B) veremos que pasará con estos grupos sobre todo en lo que respecta a la formación de la lista o canon de libros sagrados del cristianismo
Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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En el otro blog de “Religiondigital”, el tema es:
“Crítica literaria de los Evangelios (I)”
Saludos de nuevo.