Hoy escribe Antonio Piñero
Este es un libro (Editorial Trotta, Madrid, 2012, 559 pp. ISBN: 978-84-9879-328-4) que merece una lectura atenta y pausada porque es una historia de las ideas religiosas que han sustentado la evolución de Occidente y a la vez una historia de los momentos estelares del cristianismo, pilar básico de ese Occidente. Es un libro bien escrito, madurado, denso, erudito, y a la vez claro, directo al lector, interpelante. Me ha gustado mucho porque es una lúcida crítica, un tanto escéptica, y una reflexión personal que puede compartirse sobre los datos que nos proporciona inapelablemente la historia crítica de las ideas.
El autor sostiene que tiene su libro un aire de “ajuste de cuentas”, y esto en un doble sentido. En primer lugar, ajuste de cuentas consigo mismo: el autor ha sido educado cristianamente y desea expresar su desacuerdo con su propio pasado. Por otro lado: una ajuste de cuentas con el Cristo celeste, el Jesús idealizado, o más bien no con él, sino con los mitos, leyedas y absurdidades construidas en su entorno que marcaron su infancia y su educación. El autor afirma que otros historiadores y filósofos han hecho ya en gran parte esta tarea, pero que él desea contribuir con un ensayo histórico a aclarar por qué ahora piensa de un modo tan contrario a lo que se esperaría de una persona educada como él lo fue.
La tesis del libro está expuesta en el prólogo:
A. Jesús --no el histórico, el popular rabino galileo pero finalmente fracasado, sino el Jesús transformado por Pablo y otros en el Cristo celeste-- es el personaje más influyente, de modo indiscutible, del mundo occidental. Las huellas del impacto de esta figura en nuestras vidas duran hasta hoy. Incluso contamos los años a partir del momento del que se cree que fue su nacimiento. A partir de ahí se constata que Europa y el mundo occidental han sido cristianos durante muchos siglos; se ha construido una “cristología”, una ciencia de Jesús como Cristo o mesías y una teología alrededor de ella, que ha modelado las vidas durante siglos.
B. Pero ahora nos encontramos en una era postcristiana, es decir, el mundo occidental está descristianizado profundamente. ¿Cómo se ha llegado a este extremo?
C. Y la respuesta: a partir de cierto instante, más o menos hace cinco siglos, se ha generado una inflexión intelectual, un movimiento de ideas opuesto al que constituyó Europa como entidad cristiana; es un movimiento que ha desarticulado la cristología tradicional, y la teología basada en ella, pieza a pieza hasta desembocar en una edad que ya no es cristiana en sus mismos fundamentos. Esta desarticulación ha supuesto el paso de una cultura cristiana a otra huérfana de religión que es en la que ahora nos encontramos.
De acuerdo con esta tesis de historia de las ideas, el volumen esta dividido en Edad Antigua; Medioevo; Tiempos modernos y Postrimerías o mundo actual. Y dentro de estas amplias divisiones los momentos estelares llevan un epígrafe y una fecha que indican en resumen una época decisiva de desarrollo. Así, en la Edad Antigua, tema preferente de este Blog, sus títulos son:
• “En aquel tiempo” (año 30)
• “El mito de Cristo” (50)
• “Leyendas de evangelios” (70)
• “Logos” (100)
• “Confrontaciones” (250)
• “Dios es Cristo” (325)
• “La religión del príncipe” (391)
Pienso que estos títulos ofrecen una buena pista para intuir el tema que se trata en cada apartado.
El Medioevo está centrado en el triunfo del cristianismo en todos los ámbitos de la sociedad: “Ciudades de Dios” (534); “Cristiandad” (1000), “Teología” (1078); “Imitación de Cristo” (1418), etc.
La Edad Moderna aborda los temas siguientes: “La dignidad del hombre” (1487: la concreción del Renacimiento en el humanismo); “Libre examen, sola fe” (1521)…; “La religión de la razón (1751); “Ciudadanía y emancipación (1789), entre otros.
Las Postrimerías (preludios y época actual) presentan estos momentos: “Sin vestigios de Dios” (1859); “La religión del sentimiento y de la experiencia (1907); En agonía (1931: Nietzsche, Heine, Unamuno…); “Después del horror” (1945); “Ateísmo en fe jesuánica” (1968); “Fin de milenio” (2000); “Últimas noticias de Cristo” (hoy día).
Como se ve, los títulos de los capítulos van marcados por fechas que sirven como puntos de anclaje para la exposición de los hechos, los temas y la discusión iluminadora que provocan. Sin duda hay un interés en el autor por los sucesos en sí, pero ante todos por los temas, por las ideas, por las corrientes de pensamiento que generaron tales hechos.
Fierro contempla toda la historia de Occidente desde el cristianismo, con la idea subyacente de lo que ella sigue significando aún para él, y –presume-- que también para sus lectores. Con otras palabras: la huella de esa historia sigue siendo perceptible hoy. Se trata de un pasado no totalmente sumergido, sino todavía a flote entre nosotros.
En síntesis, Alfredo Fierro expone al lector su tesis, convincente a mi parecer, de que entender la historia de lo que gira en torno al cristianismo --su nacimiento, su progreso y madurez, su deterioro y decadencia-- sirve muchísimo para entender toda la historia de Occidente. Estoy de acuerdo con él.
En lo que a mí más me afecta, la primera parte dedicada a los orígenes del cristianismo hasta Nicea y Teodosio el Grande, el desarrollo de la tesis con la exposición de los hechos y su interpretación me parecen tremendamente sensatas: comparto en gran medida sus análisis y resultados, por ejemplo sobre la función de Pablo respecto a la creación de la imagen casi definitiva de Jesús y sobre que fue él quien puso las bases de su poderoso impacto posterior; sus ideas sobre la visión histórico-crítica de los Evangelios y el desarrollo de la cristología están muy bien vistas y sintetizadas; igualmente el papel fundamental desempeñado por el IV Evangelio; la exposición del desarrollo del enfrentamiento entre el cristianismo y el Imperio, hasta el triunfo del primero, es convincente en líneas generales.
Respecto al resto: he leído el libro entero no quedándome solo en la primera parte y, dentro de mi menor competencia, me ha parecido también razonable. El final genera, sin duda, un regusto de pesimismo. Pero no del todo, puesto que el autor deja abierta la posibilidad de que, aun estando la humanidad de Occidente sola, sin Dios, en estos momentos, es posible que el verdadero Dios esté aún por venir.
En síntesis: recomiendo mucho la lectura de este volumen que ilustra mucho y hace reflexionar.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Este es un libro (Editorial Trotta, Madrid, 2012, 559 pp. ISBN: 978-84-9879-328-4) que merece una lectura atenta y pausada porque es una historia de las ideas religiosas que han sustentado la evolución de Occidente y a la vez una historia de los momentos estelares del cristianismo, pilar básico de ese Occidente. Es un libro bien escrito, madurado, denso, erudito, y a la vez claro, directo al lector, interpelante. Me ha gustado mucho porque es una lúcida crítica, un tanto escéptica, y una reflexión personal que puede compartirse sobre los datos que nos proporciona inapelablemente la historia crítica de las ideas.
El autor sostiene que tiene su libro un aire de “ajuste de cuentas”, y esto en un doble sentido. En primer lugar, ajuste de cuentas consigo mismo: el autor ha sido educado cristianamente y desea expresar su desacuerdo con su propio pasado. Por otro lado: una ajuste de cuentas con el Cristo celeste, el Jesús idealizado, o más bien no con él, sino con los mitos, leyedas y absurdidades construidas en su entorno que marcaron su infancia y su educación. El autor afirma que otros historiadores y filósofos han hecho ya en gran parte esta tarea, pero que él desea contribuir con un ensayo histórico a aclarar por qué ahora piensa de un modo tan contrario a lo que se esperaría de una persona educada como él lo fue.
La tesis del libro está expuesta en el prólogo:
A. Jesús --no el histórico, el popular rabino galileo pero finalmente fracasado, sino el Jesús transformado por Pablo y otros en el Cristo celeste-- es el personaje más influyente, de modo indiscutible, del mundo occidental. Las huellas del impacto de esta figura en nuestras vidas duran hasta hoy. Incluso contamos los años a partir del momento del que se cree que fue su nacimiento. A partir de ahí se constata que Europa y el mundo occidental han sido cristianos durante muchos siglos; se ha construido una “cristología”, una ciencia de Jesús como Cristo o mesías y una teología alrededor de ella, que ha modelado las vidas durante siglos.
B. Pero ahora nos encontramos en una era postcristiana, es decir, el mundo occidental está descristianizado profundamente. ¿Cómo se ha llegado a este extremo?
C. Y la respuesta: a partir de cierto instante, más o menos hace cinco siglos, se ha generado una inflexión intelectual, un movimiento de ideas opuesto al que constituyó Europa como entidad cristiana; es un movimiento que ha desarticulado la cristología tradicional, y la teología basada en ella, pieza a pieza hasta desembocar en una edad que ya no es cristiana en sus mismos fundamentos. Esta desarticulación ha supuesto el paso de una cultura cristiana a otra huérfana de religión que es en la que ahora nos encontramos.
De acuerdo con esta tesis de historia de las ideas, el volumen esta dividido en Edad Antigua; Medioevo; Tiempos modernos y Postrimerías o mundo actual. Y dentro de estas amplias divisiones los momentos estelares llevan un epígrafe y una fecha que indican en resumen una época decisiva de desarrollo. Así, en la Edad Antigua, tema preferente de este Blog, sus títulos son:
• “En aquel tiempo” (año 30)
• “El mito de Cristo” (50)
• “Leyendas de evangelios” (70)
• “Logos” (100)
• “Confrontaciones” (250)
• “Dios es Cristo” (325)
• “La religión del príncipe” (391)
Pienso que estos títulos ofrecen una buena pista para intuir el tema que se trata en cada apartado.
El Medioevo está centrado en el triunfo del cristianismo en todos los ámbitos de la sociedad: “Ciudades de Dios” (534); “Cristiandad” (1000), “Teología” (1078); “Imitación de Cristo” (1418), etc.
La Edad Moderna aborda los temas siguientes: “La dignidad del hombre” (1487: la concreción del Renacimiento en el humanismo); “Libre examen, sola fe” (1521)…; “La religión de la razón (1751); “Ciudadanía y emancipación (1789), entre otros.
Las Postrimerías (preludios y época actual) presentan estos momentos: “Sin vestigios de Dios” (1859); “La religión del sentimiento y de la experiencia (1907); En agonía (1931: Nietzsche, Heine, Unamuno…); “Después del horror” (1945); “Ateísmo en fe jesuánica” (1968); “Fin de milenio” (2000); “Últimas noticias de Cristo” (hoy día).
Como se ve, los títulos de los capítulos van marcados por fechas que sirven como puntos de anclaje para la exposición de los hechos, los temas y la discusión iluminadora que provocan. Sin duda hay un interés en el autor por los sucesos en sí, pero ante todos por los temas, por las ideas, por las corrientes de pensamiento que generaron tales hechos.
Fierro contempla toda la historia de Occidente desde el cristianismo, con la idea subyacente de lo que ella sigue significando aún para él, y –presume-- que también para sus lectores. Con otras palabras: la huella de esa historia sigue siendo perceptible hoy. Se trata de un pasado no totalmente sumergido, sino todavía a flote entre nosotros.
En síntesis, Alfredo Fierro expone al lector su tesis, convincente a mi parecer, de que entender la historia de lo que gira en torno al cristianismo --su nacimiento, su progreso y madurez, su deterioro y decadencia-- sirve muchísimo para entender toda la historia de Occidente. Estoy de acuerdo con él.
En lo que a mí más me afecta, la primera parte dedicada a los orígenes del cristianismo hasta Nicea y Teodosio el Grande, el desarrollo de la tesis con la exposición de los hechos y su interpretación me parecen tremendamente sensatas: comparto en gran medida sus análisis y resultados, por ejemplo sobre la función de Pablo respecto a la creación de la imagen casi definitiva de Jesús y sobre que fue él quien puso las bases de su poderoso impacto posterior; sus ideas sobre la visión histórico-crítica de los Evangelios y el desarrollo de la cristología están muy bien vistas y sintetizadas; igualmente el papel fundamental desempeñado por el IV Evangelio; la exposición del desarrollo del enfrentamiento entre el cristianismo y el Imperio, hasta el triunfo del primero, es convincente en líneas generales.
Respecto al resto: he leído el libro entero no quedándome solo en la primera parte y, dentro de mi menor competencia, me ha parecido también razonable. El final genera, sin duda, un regusto de pesimismo. Pero no del todo, puesto que el autor deja abierta la posibilidad de que, aun estando la humanidad de Occidente sola, sin Dios, en estos momentos, es posible que el verdadero Dios esté aún por venir.
En síntesis: recomiendo mucho la lectura de este volumen que ilustra mucho y hace reflexionar.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com