Hoy escribe Antonio Piñero
Sea exactamente como fuere el motivo último de la versión de los LXX, tal como escribíamos en la nota anterior, al principio, s. III a.C. sólo se tradujeron los cinco primeros libros de la Biblia. La base textual de esta versión era la forma alejandrina del texto hebreo, a su vez una variante de la palestinense. Es decir, se supone que los judíos alejandrinos tenían en la Biblioteca de sus sinagogas una copia de la Biblia hebrea que circulaba por Israel y qu habría otra por Babilonia, donde residían muchos judíos.
Sólo más tarde les tocó el turno a otros escritos, hasta el último, el Eclesiastés, que fue vertido por un judío llamado Áquila hacia el año 125 de nuestra era. Su traducción, como otras que emprendió este sujeto, era en extremo literal. Casi ilegible para un griego de nacimiento.
En el intermedio se tradujeron los Salmos (hacia 210 a.C.), luego Ezequiel, Isaías, Reyes, Jueces (ya concluida su traducción a mediados del s. II a.C., pues en esos momentos Eupólemo, historiador judío, emplea los LXX para su Crónica).
Los libros de Daniel, Esdras, Macabeos, Job, Proverbios estaban ya vertidos a finales del s. II a.C. Parece que Ester estaba ya traducido poco después del 114 a.C.
El nieto de Jesús ben Sira (el autor del Eclesiástico), llegado a Egipto el 132 a.C., menciona la existencia de una traducción, evidentemente completa, de la Torá, de los Profetas y de los restantes escritos, que debía ser la de los LXX (Eclo, Prólogo). Finalmente, Ester, Rut, Cantar de los Cantares fueron trasladados al griego bien un poco antes, o ya en tiempos de la era cristiana.
La leyenda de la versión milagrosa se amplió, aplicándose a todos los libros del texto veterotestamentario, y se supuso que gozaba de la misma inspiración divina. Finalmente se añadieron a la colección algunos escritos de fecha más reciente, compuestos ya originariamente en griego (ciclo de los Macabeos y la Sabiduría de Salomón).
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sea exactamente como fuere el motivo último de la versión de los LXX, tal como escribíamos en la nota anterior, al principio, s. III a.C. sólo se tradujeron los cinco primeros libros de la Biblia. La base textual de esta versión era la forma alejandrina del texto hebreo, a su vez una variante de la palestinense. Es decir, se supone que los judíos alejandrinos tenían en la Biblioteca de sus sinagogas una copia de la Biblia hebrea que circulaba por Israel y qu habría otra por Babilonia, donde residían muchos judíos.
Sólo más tarde les tocó el turno a otros escritos, hasta el último, el Eclesiastés, que fue vertido por un judío llamado Áquila hacia el año 125 de nuestra era. Su traducción, como otras que emprendió este sujeto, era en extremo literal. Casi ilegible para un griego de nacimiento.
En el intermedio se tradujeron los Salmos (hacia 210 a.C.), luego Ezequiel, Isaías, Reyes, Jueces (ya concluida su traducción a mediados del s. II a.C., pues en esos momentos Eupólemo, historiador judío, emplea los LXX para su Crónica).
Los libros de Daniel, Esdras, Macabeos, Job, Proverbios estaban ya vertidos a finales del s. II a.C. Parece que Ester estaba ya traducido poco después del 114 a.C.
El nieto de Jesús ben Sira (el autor del Eclesiástico), llegado a Egipto el 132 a.C., menciona la existencia de una traducción, evidentemente completa, de la Torá, de los Profetas y de los restantes escritos, que debía ser la de los LXX (Eclo, Prólogo). Finalmente, Ester, Rut, Cantar de los Cantares fueron trasladados al griego bien un poco antes, o ya en tiempos de la era cristiana.
La leyenda de la versión milagrosa se amplió, aplicándose a todos los libros del texto veterotestamentario, y se supuso que gozaba de la misma inspiración divina. Finalmente se añadieron a la colección algunos escritos de fecha más reciente, compuestos ya originariamente en griego (ciclo de los Macabeos y la Sabiduría de Salomón).
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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