Notas
Escribe Antonio Piñero
En este apartado que iniciamos ayer, F. Bermejo (en el artículo cuyo título completo citamos ayer por enésima vez) se dedica al análisis de las obras de renombrados investigadores que –al verse comprometidos por cuestiones de escuela o confesionales– no están dispuestos a aceptar plenamente la hipótesis del Jesús comprometido con la liberación de Israel del yugo romano…, con lo que caen en algunas contradicciones. Haré, pues, un resumen de esta sección lo mejor que pueda. Ayer escribimos sobre Otto Betz, sobre el que concluye F. Bermejo en que este estudioso incide en contradicción cuando acepta que Jesús no fue voluntariamente a Jerusalén para morir (es decir, ser sacrificado en la cruz conforme al designio eterno del Padre) sino para triunfar…, lo que supone aceptar que el reino de Dios es en la tierra, al menos en una primera fase…, pero que no deduce esta conclusión, sino que pasa por alto los textos en silencio. Los pasajes comprometedores son: Lc 22,35-38: “Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.» 36 Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada; 37 porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: = “Ha sido contado entre los malhechores.” = Porque lo mío toca a su fin.» 38 Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas.» Él les dijo: «Basta»”. Si uno acepta previamente su muerte, como designio divino, no dice a sus discípulos “Comprad una espada”. Y el segundo es Mc 15,34: “A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?» –que quiere decir– «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»”. Respecto al último texto, se buscan subterfugios como que el Salmo 22, del que está tomada esta frase, termina con una palabra de confianza en Yahvé… Pero lo cierto es que quien pronuncia esta frase en el último suspiro de su vida demuestra no estar en absoluto contento por el resultado al que le ha conducido su afirmación de ser mesías-rey de Israel. Hay que ofrecer una explicación convincente y no pasar por alto de puntillas o dejarlo sin aclarar. Y, como no es posible negar la existencia de material comprometido con la tendencia celota en la tradición sobre Jesús, algunos investigadores acaban aceptando su existencia, pero luego sostienen que hay que entenderlo de otra manera. Entre el público de lengua hispana uno de los más conocidos estudiosos es Oscar Cullmann, quien acepta que la figura y vida de Jesús presenta rasgos que pertenecen a la resistencia antirromana y que también su doctrina tiene sesgos parecidos a la de los celotas posteriores. Otro caso es el de W. W. Klassen, ‘Jesus and the Zealot Option’, Canadian Journal of Theology 16 (1970), pp. 12–21, quien en la p. 20, al final de su artículo reconoce que la perspectiva celota es muy parecida a la de Jesús y que hay suficientes razones para creer que la teología celota era para Jesús muy atrayente. Pero, luego, estos mismos autores sostienen que, examinado todo el conjunto de la tradición, esta impresión de celotismo en la vida de Jesús está radicalmente de equivocada, de modo que solo en la superficie puede decirse del Nazareno y sus discípulos que merecieran el título de sediciosos respecto al Imperio. Es esta una interpretación –dicen– errónea de los textos. Otra interpretación corriente (Hans Windish; Martin Hengel; Sigmund Mowinckel; William D. Davies) del patrón de recurrencia es que la idea mesiánica tradicional judía junto con las consecuencias políticas que entrañaba fue una tentación que Jesús hubo de rechazar. Recuérdese en el relato de las tentaciones de Mateo 4,8-10: “Lo llevó el Diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: « Todo esto te daré si postrándote me adoras» (esta tentación es exactamente la puesta en práctica de la idea del triunfo total de Israel en la teología del Tercer Isaías caps. 56-66!, que Jesús rechaza) Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». La respuesta a este argumento de la tentación rechazada por Jesús es clara: el relato de las tentaciones no es histórico, sino justamente el reflejo en una leyenda de una teología cristiana posterior. Es una construcción de la Iglesia primitiva en la que, dándose ya por supuesto la existencia entre los judeocristianos de una diferente idea del mesianismo (apolítico y pacifista), se atribuye esta noción a Jesús, plasmándola literariamente en un relato ficticio. Y aparte del texto de las tentaciones… sigue existiendo el “Patrón de recurrencia” con sus 36 pasajes… de los que hay que dar cuenta. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.ciudadanojesus.com
Jueves, 23 de Febrero 2017
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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